http://dx.doi.org/10.22267/rtend.181902.105

BAJOS NIVELES DE LECTURA EN LOS JÓVENES UNIVERSITARIOS: UN PROBLEMA ESTRUCTURAL. UNA EXPLICACIÓN DESDE LA TEORÍA DE EMILE DURKHEIM 

LOW READING LEVELS IN UNIVERSITY STUDENTS: A STRUCTURAL PROBLEM. AN EXPLANATION FROM THE THEORY OF EMILE DURKHEIM

BAIXOS NÍVEIS DE LEITURA EM ESTUDANTES UNIVERSITÁRIOS: UM PROBLEMA ESTRUTURAL. UMA EXPLICAÇÃO DA TEORIA DO EMILE DURKHEIM

 

Por: Francisco Javier Villamarin Martínez1

 

1Candidato a Doctor en Estudios Sociales. Universidad Externado de Colombia. Magíster en Sociología de la Universidad del Valle. Docente Departamento de Sociología. Universidad de Nariño. Email: paches74@udenar.edu.co

 

 

Recibido: 22 de junio de 2018 Aprobación definitiva: 6 de noviembre de 2018

 

 

“Una persona que no lee es un ciego del alma”
Fernando Soto Aparicio


 

Resumen

El objetivo de este breve escrito es presentar una explicación desde la teoría sociológica de Émile Durkheim a los bajos niveles de lectura que reportan los jóvenes universitarios de este tiempo, así como a los débiles esfuerzos que la sociedad y el Estado han emprendido para transformar esta situación. El método empleado es el análisis documental, el cual arrojó argumentos y evidencias para fortalecer una hipótesis tentativa que no es definitiva ni absoluta, sino que es susceptible de ser falseada. Siguiendo esta línea, más que conclusiones, este trabajo avanza en la discusión y análisis de una problemática que complejiza la actividad académica y universitaria, y que genera incertidumbre sobre el futuro de los jóvenes universitarios en el campo laboral y de aplicación de sus disciplinas.

Palabras clave: Bajos niveles de lectura, jóvenes universitarios, estructura social, anomia, disfunción, educación.


JEL: I25, I26, Z13,  

 


 

Abstrac

The objective of this brief paper is to present an explanation from the sociological theory of Émile Durkheim to the low levels of reading reported by the young university students of this time, as well as to the weak efforts that society and the state have undertaken to transform this situation. The method used is the documentary analysis, which provided arguments and evidence to strengthen a tentative hypothesis that is neither definitive nor absolute, but rather susceptible to being falsified. Following this line, rather than conclusions, this work advances in the discussion and analysis of a problem that complicates academic and university activity, and that generates uncertainty about the future of university students in the field of work and the application of their disciplines.

Keywords: Low levels of reading, young university students, social structure, anomie, dysfunction.


JEL: I25, I26, Z13,  

 


 

Resumo

O objetivo deste breve artigo é apresentar uma explicação da teoria sociológica de Émile Durkheim para os baixos níveis de leitura relatados pelos jovens universitários da época, bem como para os esforços fracos que a sociedade e o Estado empreenderam para transformar essa situação. O método utilizado é a análise documental, que forneceu argumentos e evidências para fortalecer uma hipótese tentativa que não é nem definitiva nem absoluta, mas sim suscetível de ser falsificada. Seguindo essa linha, ao invés de conclusões, este trabalho avança na discussão e análise de um problema que dificulta a atividade acadêmica e universitária, e gera incerteza sobre o futuro dos universitários no campo de atuação e aplicação de suas disciplinas.

Palavras-chave: baixos níveis de leitura, estudantes universitários, estrutura social, anomia, disfunção.


JEL: I25, I26, Z13,  

 


 

I. INTRODUCCIÓN

Uno de los problemas más apremiantes que expresan los jóvenes que ingresan a las universidades colombianas, tanto públicas como privadas, es su bajo nivel de lectura, situación que afecta su desempeño académico y su permanencia en la educación superior. Este hecho es más notable y frecuente en los estudiantes que se matriculan en las áreas de las ciencias sociales y humanas que en los que ingresan en los pregrados de las áreas de las ciencias naturales.

La explicación a esta dificultad no debe buscarse únicamente en la falta de interés de los jóvenes hacia la lectura, o en la pereza o el aburrimiento que les produce esta actividad (Carolino, 2009: 71), sino en los estándares educativos que imparte el Estado, que procuran una mayor cobertura sin tener en cuenta elementos sustantivos como la calidad, la capacitación docente, la revisión permanente de los contenidos, y la promoción de hábitos de lectura y escritura, acciones éstas que no solo deben propiciar los entes gubernamentales, sino también la escuela y la familia, y cuyo vacío deriva consecuencias negativas en la formación y desarrollo de esta población.  

El bajo nivel de lectura y comprensión de textos, es uno de los tantos indicadores que evidencian que nuestra sociedad atraviesa por un período de desorden, donde la división social del trabajo no es suficiente para garantizar la integración y el consenso necesarios para mantener en armonía la vida social, y donde el Estado no ha extendido de manera suficiente sus conexiones con una sociedad civil que necesita mayor rumbo y una orientación clara.

Los problemas de lectura que presentan nuestros universitarios, y la sociedad en general, son una prueba del premodernismo que nos caracteriza, y que nos acerca a otros modelos de sociedad más arcaicos y rudimentarios, como la aristocracia y la monarquía, donde las ideas de la ilustración y el humanismo eran muy lejanas o inexistentes, o solo estaban reservadas para unos pocos.   

El objetivo de este breve escrito es presentar una explicación desde la teoría sociológica de Durkheim a los bajos niveles de lectura que reportan los jóvenes universitarios de este tiempo, así como a los débiles esfuerzos que la sociedad y el Estado han emprendido para transformar esta situación. El método empleado es el análisis documental, el cual arrojó argumentos y evidencias para fortalecer una hipótesis que es necesario y deseable que sea falseada y discutida, con el fin de diseñar y discutir estrategias para abordar el problema en los tiempos complejos a los que asistimos.

Siguiendo este orden de cosas, más que conclusiones, este trabajo avanza en la discusión y análisis de una problemática que complejiza la actividad académica y universitaria, y que crea incertidumbre sobre el futuro de los jóvenes universitarios en el campo laboral y profesional.

El documento que se expone a continuación lo componen tres partes. La primera expone los hechos más relevantes de la problemática planteada en los planos nacional e internacional, los cuales en este apartado son interpretados a partir de los planteamientos sociales y políticos de Durkheim.

En la segunda se busca explicar el fenómeno como una consecuencia de hechos estructurales que se encuentran más allá del poder y la influencia de la subjetividad del actor, pero que, a diferencia de lo que piensa Durkheim, para quien las finalidades y la metafísica juegan un papel secundario en la ciencia social, dicha explicación no desconoce el papel de este nivel micro de realidad en la crisis de sentido que se expresa en el poco interés de los jóvenes contemporáneos hacía lectura y la escritura.

Por último se presentan unas breves conclusiones de este ejercicio, que más que un listado de ideas contundentes e irrefutables, dejan entrever la necesidad de seguir indagando y discutiendo este problema, con el fin de proponer nuevas interpretaciones y escenarios para la reforma de la educación de los jóvenes universitarios.

 

II. LOS HECHOS SOCIALES

Esta patología social, como la llamaremos en este escrito siguiendo las enseñanzas de Durkheim (1986: 76) frente a la generalidad y alta frecuencia de los hechos sociales, cuya normalidad u anormalidad depende del grado de desarrollo de la sociedades, y de lo que éstas consideren como bueno o malo en este nivel de evolución, no es una impresión  ni un invento de una mente preocupada por el Estado de cosas al que asistimos en este tiempo.

Hay toda una serie de datos empíricos provenientes de instituciones y de algunas investigaciones que le restan a este problema su espontaneidad y sentido común, llenando de zozobra, principalmente, a quienes estamos al frente de la orientación educativa de las universidades colombianas, y generando inquietudes que requieren ser resueltas desde los marcos teóricos de la disciplina sociológica, para formular una reforma social, que tenga como función propiciar cambios que mitiguen el impacto del problema, especialmente en la educación superior, y que logren sentar las bases de nuestro desarrollo social.

Según el ICFES, en las Pruebas Saber Pro para la educación superior del año 2016, el 23% de los estudiantes que presentaron el examen no pudo elaborar un texto organizado y comprensible, hecho que da cuenta de la mala calidad de las competencias en lectura y en escritura que posee esta población en el presente. Solo un 40% de los evaluados fue capaz de argumentar de manera estructurada y lógica sus puntos de vista.

Según algunas fuentes de prensa escrita (Semana, 2016), y según algunas investigaciones desarrolladas en este ámbito en los últimos años referidas en estos medios de comunicación, uno de los factores que más influye en la emergencia de este fenómeno son los vacíos e inconsistencias que deja el bachillerato en la enseñanza de la lengua española, razón por la cual los jóvenes que ingresan a la universidad, en su gran mayoría, no generan el interés ni las destrezas para enfrentarse a textos de alto nivel académico, tanto para leerlos como para producir escritos a partir de ellos, especialmente de corte crítico.

Otro indicador que evidencia el bajo nivel de lectura de los universitarios, y de la población en general, es el escaso número de libros leídos al año. Las estadísticas muestran que Colombia se encuentra en una situación deplorable frente a otros países de la región y del mundo (Dinero, 2016). En comparación con América Latina, donde los niveles de lectura y compra de libros son muy bajos, el país es superado por Brasil, Argentina, México, Chile y Perú, países donde existen claras políticas estatales de lectura y bibliotecas. Frente a los países desarrollados la situación es más que preocupante: mientras en Alemania y Canadá el promedio de lectura es igual o superior a los 17 libros anuales, en Colombia solo llegamos a 1,9 o a máximo dos libros al año (Dinero, 2016).

Además, Colombia ocupó el último lugar en la prueba que se hace en 19 países para medir la capacidad de lectura en internet que tienen los estudiantes de colegio y los universitarios de 15 años y más.  Según los resultados arrojados por la prueba Pisa , el 70% de los jóvenes del país no cuenta con competencias básicas para aprovechar al máximo la información que hoy se encuentra en internet (El Espectador, 2011).

Es decir, se trata de estudiantes que, en un gran porcentaje, no reconocen la estructura del texto (idea central, ideas secundarias, ideas reiterativas y síntesis) ni entienden su sentido. Esto, según los expertos González-Velosa, Ripani, Rosas-Shady  (2012: 6), reduce significativamente sus posibilidades de inserción en un mundo cada vez más competitivo y globalizado, lo que aumenta que sus probabilidades de supervivencia en el futuro dependan en gran medida de la informalidad laboral y otras formas precarias de trabajo.

Por último, otro hecho que torna más agudo el problema, es que cuando los universitarios leen lo hacen por obligación, por una nota, por una norma, por eso optan por leer solamente sus apuntes de clase. De acuerdo con investigaciones realizadas por la Universidad del Valle y por la Universidad Javeriana, lo que más leen nuestros universitarios son las notas de clase: manuscritos que resumen de una manera sintética, esquemática y fácil las explicaciones dadas por el docente, estrategia que les evita el  “aburrimiento” de leer  textos académicos y científicos.

Investigaciones  como “Para qué se lee y se escribe en la universidad colombiana” (Pérez; Rincón, 2013), que tienen como objetivo conocer cómo influyen los programas de lectura y escritura en estas instituciones, muestran que además de los apuntes de clase, lo más leído son los materiales académicos realizados por los docentes, blogs y páginas web. Los artículos científicos, los informes de investigación y las lecturas teóricas son leídos por menos del 30% de los consultados. Esto hace que se estén promoviendo unos modos de leer y escribir que responden rápidamente a las exigencias de los planes de estudio, y no a otras prácticas relacionadas con la investigación, la divulgación de materiales académicos y de proyección social (Rincón; Gil, 2010).   

Estos hechos son reforzados por algunas investigaciones empíricas de nuestro medio que sostienen que las actividades que realizan con menos frecuencia los estudiantes universitarios son precisamente leer y escribir. Por ejemplo, en la caracterización social, económica, política, cultural y académica de los y las estudiantes de sociología de la Universidad de Nariño en el año 2009, estas prácticas (leer y escribir) aparecen después de actividades como escuchar música, chatear por internet y ver televisión, las cuales ocupan la mayor parte de su tiempo libre (Observatorio Social, 2009).

Siguiendo los postulados de Durkheim, y de algunas escuelas sociológicas posteriores que se han inspirado en su trabajo investigativo, como el Funcionalismo Estructural, especialmente el representado por Talcott Parsons,  lo anterior es una prueba del desorden por el que atraviesa el sector educativo del país en la actualidad, producto de una sociedad desarticulada, donde las instituciones sociales, los valores, las normas y la conciencia social no orientan ni regulan efectivamente el comportamiento de los sujetos, dejándolos a la deriva, a expensas de la anomia y la disfuncionalidad.

Acogiéndose a las ideas de este autor, esta clase de patologías también se pueden atribuir a un Estado que no piensa, ni reflexiona, ni opera como cerebro social, y que se encuentra alejado y desinteresado de su cuerpo y de su base, que es la sociedad civil y los grupos que la conforman (Durkheim, 2006).  

Los bajos niveles de lectura son una señal de que aún nuestro país no ascendido al Estado de derecho y la democracia, que son los pilares de la modernidad. En palabras de Durkheim (2006: 76), sociedades como estas determinadas por esta clase de desórdenes, son sociedades que “no sabemos ni de dónde viene[n], ni hacia dónde tiende[n]”.    


Este nombre corresponde a la sigla de un programa internacional denominado “Programme for International Student Assessment” (Programa para la evaluación internacional de alumnos) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), cuyo objetivo es evaluar el desempeño académico de los alumnos cuando llegan a la etapa final de la enseñanza obligatoria. Las áreas que mide son la lectura, las matemáticas y las competencias científicas) (ver: OCDE. El programa PISA de la OCDE. QUÉ ES Y PARA QUÉ SIRVE. [En línea]. Disponible en: http://www.oecd.org/pisa/39730818.pdf  

 

III. HACIA UNA EXPLICACIÓN ESTRUCTURAL

Algunas de las explicaciones científicas, provenientes de la psicología y la pedagogía, principalmente, argumentan que el problema se encuentra en la subjetividad de las motivaciones de los universitarios; motivaciones que, por lo general, son cercanas al desinterés, falta de tiempo, pereza y  poco o ningún gusto por la lectura porque tienen –los jóvenes- otro tipo de preferencia.

Pero al mismo tiempo se han producido investigaciones que sostienen, al mejor estilo de Durkheim cuando manifiesta que lo que ocurre a nivel de la conciencia colectiva o social es producto de hechos sociales externos y coercitivos, que el fenómeno considerado en este escrito es explicado por factores estructurales y objetivos.

Por ejemplo, la Encuesta Satélite de Cultura desarrollada por el DANE y el Ministerio de Cultura en el año 2011, establece que el desinterés y la falta de gusto por la lectura, que de alguna manera han sido promovidos por el sistema educativo, son los principales motivos que generalizan esta realidad a nivel nacional; en este sentido, de 100 consultados 66 expresan este problema. Por su parte, en la Encuesta Nacional de Lectura realizada por el DANE en el año 2017  se evidencia que esta patología no ha variado, pues el 66,3% de los encuestados expresan que no leen porque no sienten interés por esta actividad.

Esgrimiendo razones estructurales, otros opinan, en cambio, que la razón de este fenómeno se encuentra en el costo que tienen los libros impresos, los cuales, en la mayoría de los casos, no están al alcance del bolsillo de los estudiantes. Lo paradójico de esta situación, es que los libros que se importan de algunas editoriales extranjeras, como las españolas, son más económicos y más accesibles a esta población, que los que se publican por las editoriales nacionales (Semana, 2011).

Para algunos expertos en la materia, que como Durkheim coinciden en que la vida social es producto de fuerzas exteriores difíciles de contener, (Lomeli, 2012: 43), los universitarios, y la población en general, no leen fundamentalmente porque las sociedades, especialmente las que se encuentran en proceso de transición hacia la modernidad, no han desarrollado una cultura de lectura y de escritura. Solo algunos grupos o sectores sociales muy específicos, como los estratos altos, los académicos, los eruditos, en una palabra los “los raros” de la sociedad, como los denomina Lomeli (2012), ven en esta actividad un placer y/o una obligación ética.

En Colombia, aunque se ha emprendido programas, como “Leer Libera. Plan Nacional de lectura y bibliotecas”, y “El Plan Nacional de Lectura y Escritura (PNLE)”, ambos promovidos por el Ministerio de Educación Nacional, no han logrado reducir significativamente los precarios índices de lectura y de acceso de libros, no solamente en el sector urbano sino también en el rural. 

Las políticas oficiales en este sentido solamente impulsan acciones concretas que son responsabilidad de diversos actores e instituciones, sin atacar la raíz del problema que es la ausencia de una cultura para la lectura. Cultura, que de empezar a desarrollarse, seguramente, corre en desventaja con otro tipo de consumos culturales que resultan más atractivos y entretenidos para los jóvenes, como la televisión, el internet, los video juegos, la música, y las redes sociales.

Por fuera de estos programas oficiales, las escuelas, colegios, universidades y centros de capacitación y aprendizaje asumen un rol pasivo frente a este problema. Se continúa con la socialización de modelos educativos y pedagógicos que obligan a leer al estudiante, pero sin despertarle el suficiente gusto para que éste disfrute con plenitud esta actividad.

Se les enseña cómo interiorizar contenidos que les permiten definir o conceptualizar realidades, problemas y situaciones, como una competencia para que puedan desenvolverse exitosamente en la sociedad, pero no se los prepara para que se adapten sin mayores dificultades a los cambios culturales que implica la llegada a la vida universitaria, y al arribo de un  contexto más general, como es la sociedad del conocimiento y la información. Los estándares de la educación en nuestro país están más preocupados en la lectura como una competencia, que como una forma de conocer nuevos mundos y adquirir nuevos saberes a través del sentido, de los significados, de la reflexión, de la racionalidad, y, principalmente, del aprendizaje que trae consigo esta actividad.    

Por culpa de este tipo de estándares, cuando los jóvenes llegan a la universidad, los docentes dan por sentado que saben leer y comprender los textos que se les asigna, arrastrándolos abruptamente hacia una cultura desconocida. De este modo, se empiezan a relacionar con discusiones, conceptos, categorías y esquemas de pensamiento que ignoran, y que con su nivel de lectura y comprensión no logran aprehender, trayendo como consecuencia que algunos estudiantes dejen de leer; o lo que es peor, que abandonen definitivamente sus estudios, profundizando de este modo los índices de deserción universitaria.

La escasa cultura para la lectura es promovida, entre otros factores, por la falta de articulación entre colegios y universidades. Según los entendidos en el tema, no es solo culpa de los docentes, ni de los mismos estudiantes, sino de la escasa comunicación que hay entre la educación media y la educación superior, hecho que se torna más agudo cuando los estudiantes que llegan a la universidad provienen de colegios con bajo capital cultural. Investigadores, como Paula Carolino (2009), explican que esto no significa que los sistemas educativos de primaria y secundaria no cumplan con la tarea de enseñarles a leer a los jóvenes y a los niños, sino que dicho aprendizaje no llena las necesidades de lectura y  escritura que demanda la educación superior.

Al llegar a la universidad se les exige a los estudiantes leer pero no se les enseña a leer. Sin embargo, como dice Carolino (2009: 85), esto es producido por la ausencia de directrices de las instituciones universitarias quienes generalmente se caracterizan, primero, por no investigar a fondo esta realidad, y, segundo, debido a este vacío, por no contemplar espacios para que los docentes, además de los contenidos de las materias, les enseñen a sus estudiantes a leer y a escribir  para que desarrollen estas prácticas con la frecuencia y el rigor que exige el mundo universitario.   

Acogiéndonos a los elementos teóricos que sociólogos clásicos como Emile Durkheim (1972: 171) nos aportan para interpretar esta clase de situaciones que se nos imponen a la observación, los bajos niveles de lectura que presentan los universitarios son otra de las facetas que la anomia asume en una sociedad donde la división del trabajo social no responde de manera satisfactoria a las necesidades de integración, regulación y orden; donde las instituciones sociales son cada vez más ineficientes para transformar situaciones como las mencionadas en este escrito.

Pero, paradójicamente, no es una patología social sino un hecho social normal en la sociedad colombiana, caracterizada por una conciencia colectiva cada vez más individualizada, donde su poder integrativo y solidario, además de las crisis educativas, es marchitado por la corrupción, el clientelismo, la violencia, el narcotráfico, la pobreza, el desempleo y la inseguridad, entre otros. Estos hechos sociales normales cosifican un tipo de país cuya morfología engendra gran curiosidad para las ciencias sociales y humanas.

Según esto, la educación, entendida desde los planteamientos durkhemianos, como la acción que ejercen las generaciones adultas sobre las generaciones para prepararlas para que puedan vivir armónicamente en sociedad (Durkheim, 2009), no está cumpliendo su cometido: garantizar el orden y el progreso de la sociedad. Además el Estado, que para autores clásicos de la sociología como Durkheim, tiene la función de vigilar la práctica educativa para que no pierda su esencia social, no está preocupado por esta labor, ya que ha dejado esta responsabilidad a los docentes, las familias y los grupos quienes, de forma aislada, empiezan a darle una finalidad particular a la educación, que no siempre coincide con el rol que la sociedad espera de ella, desatando de este modo más desorden y desequilibrios en la estructura social.  

El problema aquí descrito no debe quedarse solo en un diagnóstico o en una interpretación conservadora y funcional estructuralista, sino que tiene como misión incentivar la reflexión pedagógica, para orientar la acción educativa de nuestro tiempo de acuerdo a las necesidades de un organismo social que adolece de una sólida cultura para la lectura. Con esto tendríamos una teoría pedagógica y social, construida mediante diversos métodos y puntos de vista, que se convertiría en un puente entre la sociedad política y la sociedad civil para impulsar reformas sociales en una sociedad anegada de incertidumbres.

 

IV. A MANERA DE CONCLUSIONES

Más que ratificar con hechos reales la hipótesis que se defiende en este trabajo, se quiso describir y explicar, con el apoyo sociológico de la teoría de Durkheim, una realidad externa y coercitiva que mina de manera importante los cimientos de la educación y la cultura en el país. Más que certezas, esta propuesta buscó generar una mayor discusión y reflexión sobre la complejidad de un problema con el que convivimos a diario en las aulas universitarias, con el fin de orientar las corrientes de opinión académicas y políticas de nuestro tiempo hacia el diseño e implementación de una cultura para la lectura.

Los hechos evidencian que los bajos niveles de lectura que presentan los estudiantes universitarios del país son una realidad, cuya principal explicación se encuentra fundamentalmente en el desorden social estructural que estamos viviendo, donde las instituciones, las normas, los valores y la conciencia social empiezan a perder su efectividad para contener las consecuencias inesperadas de la solidaridad orgánica, como son la emergencia de la anomia y la desarticulación social.

Sin embargo, no hay que olvidar que esta es una primera aproximación a una problemática que amerita mayor investigación y reflexión. Investigaciones posteriores quizá falsearán la posición estructuralista y objetiva que defiende esta explicación, con una visión sociológica más integracionista, donde no solo las instituciones y las normas sociales externas y coercitivas sean el determinante de esta complejidad, sino su conjunción con elementos más biográficos y subjetivos, a través de los cuales, como dice Wrigth Mills (2002: 25-26), se pueda aplicar la imaginación sociológica, “[captando] la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de la sociedad…”.  

Finalmente, se aportó evidencia empírica y sustentación teórica a una problemática que es urgente seguir indagando, para que las instituciones educativas y  universitarias del país tomen cartas en el asunto. Más que conclusiones, este trabajo quiere avanzar en la discusión de una problemática que objetiva el desorden social de nuestro tiempo y la disfuncionalidad de las instituciones para mantener la armonía social.  

 


 

Referencias

  1. Carolino, Paula (2009). Escribir, leer y aprender en la universidad. Una introducción a la alfabetización académica. FCE. Buenos Aires. 200p.
  2. Dinero (2016). Min. Educación le apuesta a subir el índice de lectura de los colombianos. [En línea]. Disponible en: https://www.dinero.com/edicion-impresa/caratula/articulo/un-colombiano-lee-entre-19-y-22-libros-cada-ano/222398.
  3. Durkheim, Emile (1972). La Anomia y la estructura moral de la industria. En: Durkheim, Emile. Escritos Selectos. Selección e introducción de Anthony Giddens. Ediciones Nueva Visión. 266 p.
  4. Durkheim, Emile (1986). Las reglas del método sociológico. Editorial Morata. Madrid. 149p.
  5. Durkheim, Emile (2006). Lecciones de sociología. Física de las costumbres y el derecho. Editorial Comares. Granada. 303 p.
  6. Durkheim, Emile (2009). Educación y Sociología. Editorial Popular. Madrid: Editorial Popular. 128p.
  7. El Espectador (2011).  Estudiantes colombianos se rajan en lectura por internet. [En línea]. Disponible en: http//www.elespectador.com
  8. González-Velosa, Carolina, Ripani, Laura y Rosas-Shady, David (2012). ¿Cómo mejorar las oportunidades de inserción laboral de los jóvenes en América Latina? BID. Montevideo.  64p.
  9. LOMELI, Luis Felipe (2012).  ¿Por qué no leen los que no leen? En: Centrales, Fundación Preciado, México. Pp. 1-6. [En línea] Disponible en: http://www.fundacionpreciado.org.mx/biencomun/bc162/L_Lomeli.pdf
  10. Mills, Wrigth (2002). La imaginación sociológica. FCE. México 2002. 255 p.  
  11. Observatorio social (2009). Caracterización social, económica, política, cultural y académica de los y las estudiantes de sociología 2009. Departamento de Sociología. Universidad de Nariño. Pasto. 29p. [En línea] Disponible en: http://es.scribd.com/doc/63535318/Caracterizacin-Estudiantes-de-Sociologa-2009
  12. OCDE. El programa PISA de la OCDE. Qué es y para qué sirve. 34p. [En línea] Disponible en: https://www.oecd.org/pisa/39730818.pdf
  13. Pérez, Mauricio y Rincón, Gloria (Coordinadores) (2013). ¿Para qué se lee y se escribe en la universidad colombiana? Un aporte a la consolidación de la cultura académica del país. COLCIENCIAS y Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. 306p.
  14. Rincón, Gloria y Gil, Saúl (2010). “Las prácticas de lectura y escritura académicas en la Universidad del Valle: tendencias”. En: Revista Lenguaje. Agosto-diciembre. 2010/No. 38. Santiago de Cali, Colombia. Pp. 387-419. [En línea] Disponible en: http://revistas.univalle.edu.co/index.php/lenguaje/article/view/4919/7057
  15. Semana (2011). Por qué los colombianos no leen. [En línea]. Disponible en: http//www.semana.com
  16. Semana (2016). Mediocres niveles de lectura y escritura entre los jóvenes universitarios. [En línea]. Disponible en: https://www.semana.com/educacion/articulo/bajos-niveles-de-lectura-en-universidades-de-colombia/506165.