FRANKLIN GIOVANNI PÚA MORA
Universidad de San Buenaventura Bogotá.
Recibido 15/10/2015, Revisado 15/11/2015, Aprobado 15/12/2015.
RESUMEN
Dentro del marco de referencia del proyecto investigativo sobre el “Proceso de la Filosofía en Colombia”, inspirado en la idea original de Jaime Vélez Sáenz y que tiene como propósito la preservación de la memoria Filosófica nacional, se plantea una reflexión sobre el tema del humanismo en un sentido secularizador y que se pueda contrastar con la visión tradicionalista del mismo basada en la herencia latina, ejemplificada por la obra del letrado José María Rivas Sacconi. Para tal efecto se hace una presentación de la visión del humanismo basado en la herencia latina y luego se bosqueja una clave de lectura de dos autores representativos de la llamada Normalización Filosófica en Colombia: Abel Naranjo Villegas y Cayetano Betancur. En estos dos autores, que se inscriben dentro del contexto de la profesionalización de la Filosofía en el país, se busca un derrotero investigativo de ineludible actualidad en el mundo del siglo XXI, en el que se revalúan de manera interesante muchos de los baluartes de la modernidad, como la mencionada consideración del humanismo.
Palabras clave: Humanismo, Filosofía.
ABSTRACT
Within the frame of reference of the research project on the “Process of Philosophy in Colombia”, inspired by the original idea of Jaime Vélez Sáenz and whose purpose is the preservation of the national philosophical memory, a reflection on the theme of humanism is proposed in a secularizing sense and that can be contrasted with the traditionalist vision of it based on the Latin heritage, exemplified by the work of the lawyer José María Rivas Sacconi. For this purpose a presentation of the vision of humanism based on the Latin heritage is made and then a key reading of two representative authors of the socalled Philosophical Normalization in Colombia is sketched: Abel Naranjo Villegas and Cayetano Betancur. In these two authors, who are registered within the context of the professionalization of philosophy in the country, we are looking for an investigative path of inescapable topicality in the 21st century world, in which many of the bastions of the modernity, like the aforementioned consideration of humanism.
Keywords: Humanism, Philosophy.
En la primera mitad del siglo XX se perfila un proceso de Normalización académica de la filosofía promovido por el Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional, fundado en 1946 por los profesores Rafael Carrillo y Danilo Cruz Vélez. Paralelo a este proceso renovador del saber filosófico que está en sintonía con los cambios sociopolíticos del momento, en el establecimiento intelectual se gesta un selecto grupo encabezado por el padre Félix Restrepo S.J. y al cual se acerca el letrado José Manuel Rivas Sacconi, autor de libro “El Latín en Colombia”, obra que se presenta como un bosquejo histórico del Humanismo Colombiano, dicho grupo asume la influencia, de una parte, del Tradicionalismo de Miguel Antonio Caro y el Neotomismo de Rafael María Carrasquilla de otra, con influencias de ideas políticas del ámbito del franquismo español.
Se plantea una relación de dicha visión tradicionalista del humanismo y el bosquejo de una proyección investigativa sobre los autores de la llamada Normalización.
José Manuel Rivas Sacconi, fue hijo de José María Rivas Groot y de Dorina Francisca Sacconi, nació en Madrid (España) el 11 de febrero de 1917, la familia Groot era de origen holandés pero con varias generaciones españolas venidas al Nuevo Reino de Granada, a principios del siglo XVIII. Rivas Sacconi hizo sus primeros estudios en su ciudad natal, los de secundaria en Roma y los universitarios en Bogotá, en la Pontificia Universidad Javeriana, en la cual obtuvo en 1942 los títulos de Doctor en Filosofía y Letras y en Ciencias Económicas y Jurídicas. Fue profesor del Externado Camilo Torres y de la Universidad Javeriana.
Entre 1954 y 1956, bajo el régimen militar, Rivas Sacconi ocupó el cargo de secretario general y decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional. En 1956 fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores, y en 1957, encargado del Ministerio de Educación. En 1978, bajo el Frente Nacional, Rivas fue nombrado embajador ante el gobierno italiano y en 1982, ante la Santa Sede. Además, Rivas Sacconi fue miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, electo el 1° de abril de 1949 (el 8 de mayo de 1961 pronunció su discurso sobre Academia, lengua, cultura, nación)1. El 17 de junio de 1949, es nombrado Secretario perpetuo de la misma, cargo en el cual reemplazó a Antonio Gómez Restrepo. Miembro de número de la Academia Colombiana de Historia (1952); aquí pronunció un discurso sobre el Nacionalismo de José Joaquín Casas2. Fue además miembro de diversas academias nacionales y extrajeras. En 1991, Rivas Sacconi murió en Roma.
En la segunda mitad del siglo XIX y comienzo del XX, Colombia se constituía en el centro de los estudios filológicos de los países de habla española, Rufino José Cuervo, Ezequiel Uricochea, Miguel Antonio Caro y Marco Fidel Suárez fueron las figuras más destacadas en esta materia. Jorge Eliécer Gaitán, ministro de Educación del Gobierno Alfonso López Pumarejo, había fundado en 1940 el Ateneo Nacional de Altos Estudios, adscrito a la Escuela Normal Superior, con el propósito de realizar, entre otros trabajos, el de la continuación del Diccionario de construcción de la lengua castellana de Cuervo. En ese momento el Ateneo recibió el nombre de Rufino José Cuervo. El padre Félix Restrepo recién llegado de España y el profesor español Pedro Urbano González de la Calle, en calidad de fundadores, los profesores Julián Motta Salas, Rafael Torres Quintero, Francisco Sánchez Arévalo y doña Cecilia Fernández de Mendoza, conformaron en 1940 el primer equipo de trabajo institucional del citado Instituto Rufino José Cuervo.3
La Academia Colombiana de la Lengua elaboró un proyecto que el Congreso de la República aprobó en la Ley 5 de agosto 25 de 1942: “que honra la memoria de nuestros ilustres compatriotas Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo, creando, bajo la dependencia del Ateneo Nacional de Altos Estudios, un instituto denominado Caro y Cuervo, cuyo fin será continuar el Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana de Cuervo, y cultivar y difundir los estudios filológicos”4. Firmaron la Ley el presidente Alfonso López Pumarejo, el ministro de Hacienda y Crédito Público Alfonso Araujo y el ministro de Educación Germán Arciniegas.
Bajo la inmediata dependencia de la Dirección Extensión Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Educación, el Instituto Caro y Cuervo emprendía, entre otras, las siguientes tareas: continuar el Diccionario de Cuervo, estudiar las lenguas y dialectos de las civilizaciones indígenas de Colombia y cultivar y difundir los estudios filológicos. Después además, que funcionara la Biblioteca Nacional. Esta sede tenía una sala de investigaciones y otra sala para dictar cursos de capacitación en las disciplinas de lenguas y filología. En abril de 1944, el gobierno nombró al padre Félix Restrepo director, profesor a don Pedro Urbano González de la Calle, colaborador técnico y al señor Manuel José Casas Manrique, investigador de lingüística colombiana. Mediante concurso fueron elegidos los colaboradores José Manuel Rivas Sacconi, Julio Motta Salas, Rafael Torres Quintero y Francisco Sánchez Arévalo. Posteriormente se unieron a ellos los señores Luis Flórez y Fernando Antonio Martínez5.
José Manuel Rivas Sacconi fue encargado de la Secretaría General y de la dirección de un Boletín Científico, que será el órgano de expresión institucional que, más tarde, en 1951 se llamaría Thesaurus.
En 1947 el régimen conservador de Mariano Ospina Pérez, expidió el Decreto 0726 de febrero 28 mediante el cual, el Caro y Cuervo, funcionara de manera autónoma a pesar de su dependencia del Ministerio de Educación. Además los trabajos relacionados con el estudio de las lenguas indígenas fueron transferidos al Instituto Etnológico Nacional de Bogotá. Entre diciembre de 1947 y marzo de 1948, Rivas Sacconi, por encargo de la dirección del Instituto emprende un viaje de estudio por centros lingüísticos y universidades de EE.UU. para difundir la obra de Caro y Cuervo y valorar el estado de los estudios Filológicos. De esta gira nació la idea de elaborar un Atlas Lingüístico - Etnográfico de Colombia, que se publicó más tarde bajo la dirección del profesor Luis Flórez. El 26 de julio de 1948, Rivas Sacconi asumió el cargo de director del Instituto en remplazo de Félix de Restrepo, quien pasó a la rectoría de la Universidad Javeriana, cargo que ocupó por varias décadas. En este año el profesor Pedro Urbano González de la Calle, que desarrolló una fructífera labor académica, empezó a ser perseguido por el régimen conservador y se exilió en México.
Para José Manuel Rivas Sacconi, en el principio fue la gramática. Esta disciplina nace hacia los siglos IV y III a. C. en Grecia ante la necesidad de explicar textos históricos o literarios como los de Homero, glosadores y comentaristas comenzaron a acumular un cuerpo de observaciones y a clasificarlas. Así la gramática occidental generó un sistema y una conceptualización básica que aún hoy sobrevive, Roma heredó esta tradición y la legó a la Europa feudal, época en que se desarrolla dentro de un nuevo contexto cultural y lingüístico, se trata de la gramática latina cuyo ideal es el uso de los grandes escritores clásicos: Cicerón y Virgilio. Así la gramática que se enseña es la de un latín literario y fijado. Sus reglas se extraen de los Autores, literatos representativos cuyos ejemplos determina el uso. Esta tradición, en manos de la nobleza y clérigos católicos se perpetuó a través de los siglos tanto más cuanto que el latín, no solo ocupado lugar notable en el sistema de estudios, sino que además era la lengua del poder. Respecto de las lenguas vernáculas romanas derivadas del latín, solo en los siglos XV y XVI alcanzan la dignidad de lenguas nacionales, con la conformación de los Estados nacionales en Europa Occidental.
La primera gramática de una lengua románica fue la Gramática Castellana de Antonio de Nebrija (1492) que siguió el canon de las gramáticas clásicas. Las gramáticas francesas fueron precedidas por obras didácticas para uso de extranjeros. Para el siglo XVII, dado los aportes de los filólogos de Port Royal (Francia), se estructura un canon gramatical, se elaboran las nociones de regla, norma y uso de la gramática francesa. Este uso determina normas de origen literario de nivel elevado, que está sometida a las exigencias y rigor de la doctrina clásica. Tal concepción de la norma, se formó en un contexto histórico y social que aún se mantiene por medio de las Academias y de la tradición humanística cristiana. Los lineamientos generales de la gramática española establecida por Nebrija, se mantienen hasta que en el siglo XVII, el influjo internacional de la Ilustración francesa (Neoclasicismo y Racionalismo), este último representado por la gramática de Port Royal (1660), dio a los modelos franceses una vigencia perceptible en la constitución de la Academia Española de la Lengua y en la redacción de su gramática.
En su condición de estudiante de filosofía y letras en la Universidad Javeriana, bajo la dirección del P. Félix de Restrepo S.J., Rivas Sacconi, no solo estuvo al tanto de las corrientes y tendencias del pensamiento filológico y gramatical europeos antes descrito, sino que también recibió la corriente firme de la tradición conservadora, viéndose influenciado de los ideólogos de la Regeneración como Miguel Antonio Caro y la Neoescolástica como monseñor Rafael Manuel Carrasquilla.
A estas dos influencias hay que agregar la impronta ideológico-política del padre Félix Restrepo S.J., ante lo cual el historiador y pensador Jaime Jaramillo Uribe dice:
organizó uno de los núcleos de oposición al gobierno de Alfonso López y a sus reformas, especialmente la educativa, (que) estaba localizado en la Universidad Javeriana, entonces dirigido por el inteligente y simpático padre Félix Restrepo, profesor de griego en la Escuela Normal Superior. El padre Félix repartía su tiempo y sus actividades entre la filología y la política. Era ideólogo de un corporativismo de tipo criollo que tomaba elementos del franquismo español, del régimen del dictador portugués Oliveira Salazar y de las encíclicas sociales de León XII…6
Directa o indirectamente Rivas Sacconi participó en diversas empresas culturales y políticas del régimen conservador en Colombia con la refundación de la Pontificia Universidad Javeriana, por Félix Restrepo, el Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, el Instituto Caro y Cuervo, instituciones que se adscriben a las políticas de valoración del legado de España, que se propuso “el apartado de regenerar la cultura hispánica en América Latina”7.
Colombia, en ese momento histórico (1946-1957) en medio de la restauración conservadora y el régimen militar, vio como varios intelectuales se preocuparon por reivindicar los lazos espirituales entre España y sus antiguas colonias americanas. Pensadores como Ortega y Gasset, Unamuno, Menéndez y Pelayo, entre otros, encontraron en las inquietudes del pensamiento latinoamericano sobre la identidad y su posición frente a la influencia de los Estados Unidos, el recipiente de sus propias expectativas filosóficas acerca del ser español. Entre distintas concepciones de ese vínculo de ambos enfoques la hispanidad fue el término señalado para la vertiente del tradicionalismo español, que hizo hincapié en el predominio cultural ibérico sobre todo en el ámbito cultural hispanoamericano8.
Justamente en ese contexto y bajo el gobierno de Laureano Gómez (1950- 1953) los intelectuales activistas del conservatismo, no solo apoyaron las políticas de represión de los disidentes liberales, comunistas o protestantes, sino que propiciaron la llegada de múltiples congregaciones religiosas españolas.
En esta perspectiva, Rivas Sacconi se presenta como un personaje representativo de las dinámicas políticas del régimen conservador y es evidente que comparte el “sentido cristiano de la vida, profundo arraigo en la tradición hispánica, culto por la lengua castellana, amor por la cultura esencial que reconoce su centro en la sagrada y libre persona del hombre y que para nosotros es católica, latina, hispánica y americana”9.
Este sueño hispanista encontró en hombres como Rivas Sacconi en Colombia el apoyo necesario para estrechar los lazos de la hispanidad tal como se aprecia en los casos de la Universidad Javeriana, el Instituto de Cultura Hispánica y el Instituto Caro y Cuervo ya citados, como también en la publicación de revistas como Hojas de Cultura Popular Colombiana del Ministerio de Educación.
Desde la Colonia se conformó y se impuso por parte de los conquistadores españoles una disciplina y un saber: la filología, de origen grecolatino que centraba su interés en la gramática y la ortografía. Justamente esta disciplina tiene su punto de referencia en España con la publicación de las Reglas de Ortografía en la Lengua Castellana de Antonio de Nebrija en 1492, año de la inicial unidad nacional de la península y el llamado “Descubrimiento” de América.
Esta obra filológica se convierte primero en la gran “compañera del imperio” y después con la República en el saber por excelencia de las élites ilustradas, como lo ha estudiado el académico Malcom Deas, la gramática es un elemento indisolublemente conectado con el ejercicio del poder10. La gramática como saber central está en el origen mismo de la cultura colonial a tal punto que Rivas Sacconi, inicia su libro El latín en Colombia con el capítulo “Conquistadores y Humanistas”.
Esta situación característica de algunos países de América Latina es susceptible de mirarse con América del Norte. “El entusiasmo gramatical y lexicográfico en las colonias inglesas de Norteamérica y en los Estados Unidos durante la primera etapa de la vida republicana, al igual que el interés de su gente por la pureza y uniformadas ha sido interpretados como un fenómeno típicamente colonial, el de pueblo todavía inseguro de su nueva cultura y que trataban de reafirmarse demostrando que eran más correctos aún que los habitantes de la madre patria”11.
En 1947, a los 32 años, Rivas Sacconi escribe su obra más conocida: El latín en Colombia: bosquejo histórico del humanismo colombiano, texto en el que el autor recoge “noticias acerca de las enseñanzas del latín en las aulas colombianas; de las gramáticas latinas compuestas en el país; de la producción de obras científicas (sic) y literarias latinas en verso o en prosa de las traducciones de clásicos; de los comentarios y ensayos críticos sobre toma de literatura latina; de la influencia de la cultura grecorromana en las letras colombianas, y, en general de la huella clásica en la vida nacional12.
El doctor Carlos Valderrama Andrade llama la atención sobre la afirmación preliminar que hizo Rivas en su libro: “El latín en Colombia es el humanismo colombiano”13. El interés de este texto radica en que es una visión, una interpretación, o como dice el autor se trata de un fichero “que contribuye a fijar los rasgos de nuestra identidad como pueblo”14. Dicha identificación entre la lengua de Cicerón y el humanismo nacional conecta a Rivas Sacconi con el pensamiento conservador de Miguel Antonio Caro, visible también en enunciados como “tradición nodriza de la civilización, maestra de los pueblos”15.
Vale la pena recordar la idea de Caro según la cual “la tradición es la memoria de la raza humana”16. Rivas Sacconi, siguiendo la vieja tradición de la Regeneración, acoge estas ideas y propone en su obra un ideal del humanismo, centrado en la cultura y literatura latina proyectada en Colombia, acorde con los postulados que Caro abanderó durante la Regeneración: la herencia española y cristianismo católico.
De las 483 páginas del libro más del 80% contiene la apología de la colonialidad que se articula del capítulo primero: Conquistadores humanistas al capítulo once: Miguel Antonio Caro, quizás el más largo de los 12 que conforman el libro.
La visión conservadora y tradicional entiende la identidad nacional como una fuerza supra política y ahistórica que se origina en la etnia, en la raza y en la cultura. Se nace a una nacionalidad, y la nación es una unidad orgánica que está por encima del individuo, independiente de él. La unidad nacional pasa por la lengua, la pureza de la raza, la religión única y verdadera, la identidad en valores y un origen común.
En su modalidad contemporánea se puede destacar algunos elementos propios de esa visión del mundo que son relevantes en la obra de Rivas Sacconi. La jerarquización racial y lingüística del orden social nacional con lo blancohispano- romano en la cúspide; una identificación, estricta de la élite con la nación, la preservación de la pureza de la raza de conquistadores humanistas como misión histórica cultural y como garantía de la unidad nacional, la subalternización de lo negro y lo indígena por la sociedad mayor, por considerarse factores negativos del progreso nacional. Todos estos elementos convergen de una manera u otra en la concepción humanista de Rivas Sacconi.
Entre el fin de la hegemonía conservadora (1930) y el derrocamiento de la dictadura militar (1957) se gestan en el país fenómenos culturales de gran importancia para el devenir de las Ciencias Sociales y la Filosofía. A lo largo de este periodo tuvieron lugar numerosas transformaciones que anunciaron la configuración de una sociedad moderna en medio de las contradicciones de la sociedad colombiana.
A partir de las décadas 30-40 del siglo XX –dice Rubén Jaramillo– se sentaron las premisas para la normalización de la filosofía en Colombia promovidas por “personas vinculadas por sus orígenes a la provincia colombiana y no a la capital de la República o a las viejas ciudades señoriales...”17. Se trataba de un esfuerzo intelectual considerable de un grupo de profesores, formados la mayoría en Europa, que trataban de reflexionar sobre las teorías de Ortega, Kelsen, Schiller y más tarde de Husserl, Heidegger, Jaspers y Sartre, entre otros. Con ellos, se inaugura lo que suele llamarse la filosofía moderna en Colombia. Se reconoce que los promotores de este proyecto normalizador fueron entre otros, Luis Eduardo Nieto Arteta, Rafael Carrillo, Danilo Cruz Vélez, Adalberto Botero Escobar y más adelante Abel Naranjo Villegas y Cayetano Betancur.
Esta institucionalización* del estudio de la filosofía “no solo pretendía renovar la filosofía parcial y anacrónica que se trillaba en todos los establecimientos de enseñanza sino preparar y formar adecuadamente a quien tenía vocación por esa disciplina”18. Aunque no son muchos, ni muy extendidos los estudios que evalúen las repercusiones de estas vanguardias filosóficas en la época, es preciso aceptar en principio su función crítica de la filosofía neotomista precedente, norte fundamental de la hegemonía conservadora.
Ahora, la lengua y literatura grecolatina se presentaban como un adorno formal de la élite social dominante. El Instituto de Filosofía se propuso dar una nueva función al estudio de estas culturas y lenguas: el de servir de instrumento para el estudio de la filosofía “sembró, pues –subraya Gutiérrez Girardot– un germen que hubiera florecido si los destinos del país no hubieran seguido el viejo, retardatario y frívolo ritmo que restauró el doctor Laureano Gómez, quien restableció el supuesto tomismo sin percatarse, naturalmente, de que con ese dogmatismo le prestaba un poco servicio a Tomás de Aquino. Esta restauración no solo interrumpió el proceso de asimilación de la filosofía contemporánea en Colombia, sino desfiguró y con ello destruyó el programa bastante unitario que habían trazado los fundadores del Instituto.”19
La pregunta: ¿Cuál es el humanismo de los normalizadores? Se constituye como un derrotero investigativo que promete interesantes encuentros y desencuentros con la tradición que se pretendía cuestionar en un sentido crítico acorde con la filosofía del siglo XX. A primera vista, los filósofos normalizadores se presentan distanciados con el humanismo neotomista de Caro y Carrasquilla, por considerar que esta concepción es excluyente y su proyección es puramente formal. Ese humanismo neotomista, subraya Gutiérrez Girardot, es el resultado de una fórmula política que permite a las clases tradicionales mantener su predominio sin tener que realizar grandes esfuerzos de adaptación, legitimación y que consiste en considerar como sustancia de la nacionalidad colombiana ciertos elementos de la cultura de la hacienda en su versión señorial, lo que une a significar en últimas instancias que se identifica la nación colombiana con un sistema patriarcal de explotación, al cual se le da carácter definitivo y sagrado y que adquiere impacto de la historia”20.
Dos claves de lectura se pretenden sugerir al momento de valorar el humanismo de los autores en cuestión. La primera de ellas se encuentra en la obra ensayística del filósofo, educador y escritor nacido en Abejorral (Antioquia), Abel Naranjo Villegas. Al cuestionarse sobre la utilización imprecisa de los términos humanismo y humanitario, el profesor Naranjo reflexiona sobre la visión antigua del humanismo, que denomina estática y contrapone una nueva visión más integradora. La primera visión “pretendía un modelo universal y exclusivo, a favor de ese concepto que el humanismo consistía en dominar la lengua que hablaron aquellos hombres considerados arquetipos de humanidad y hasta sus normas de comportamiento”21.
Frente a ello, opone el autor una visión dinámica del humanismo, esto es “la apertura del espíritu humano hacia el mundo [que] lo eleva a una universalidad que ya no puede ser la que circundó a los arquetipos clásicos sino la que la ciencia ha desplegado ante el hombre contemporáneo”22.
Se encuentra aquí entonces la noción de ruptura frente a la visión tradicional humanista del estilo de Rivas Sacconi, interesante apreciar las determinantes teóricas de lo que se constituiría como el paso de lo estático a lo dinámico dentro de la transformación del humanismo, labor que queda abierta a la investigación.
De otra parte, el filósofo y abogado Cayetano Betancur al preguntarse por las características de las sociedades modernas y sus rasgos de crisis, hace una referencia a la visión humanista que valdría la pena considerar. Plantea el también fundador de la revista Ideas y Valores que los valores clásicos del humanismo se han sustituido por el dominio de la naturaleza colocándose la técnica por encima del saber teórico23, incluso potencializa el argumento de la historia añeja como una manera de contrastar entre los pueblos herederos de culturas milenarias, mediterráneas, latinas e incluso aborígenes, en contraposición a pueblos que hace diez siglos sólo habitaban selvas germánicas.
Según el investigador Iván González Puccetti, se encuentra en el pensador antioqueño y en su defensa del legado latino, que “permanece anclado a la tradición católica-conservadora”, sólo que, a cambio de Tradicionalismo o el Neotomismo, basa su postura en la reflexión filosófica que asume como punto de referencia que le permite algunos desprendimientos de la tradición.
Se encuentra aquí una visión que no se podría catalogar como de continuidad, pero sí de revisión crítica de las consideraciones del humanismo latinista.
No se ha apreciado al humanismo como un tema central del proceso de la Normalización, la búsqueda de un libre pensamiento o la posibilidad crítica que actualice a la filosofía colombiana dentro del marco del pensar considerado universal, se han asumido como los temas centrales de estos autores.
A la vez advierten del peligro de que en este proceso el ejercicio filosófico se autocondene a la repetición y la marginalidad del resto de la cultura. Como lo subraya Leonardo Tovar “mucho más que una preocupación por una filosofía original, este nuevo proyecto puso de presente las condiciones para la posibilidad de un pensar libre y creador24.
Dos claves de lectura entonces para abordar el reto del humanismo en la Normalización: la superación dinámica de una parte y la continuidad crítica, retos interesantes que no sólo hacen parte de la memoria filosófica nacional, sino que también pueden brindar luces por el tema del humanismo contemporáneo, cuestión trascendental frente a los retos del pensar del siglo XXI con sus constantes devaneos entre las complejas consideraciones sobre la humanidad y los terribles presentimientos sobre el futuro.
1. RIVAS, Sacconi, José Manuel. “Academia, lengua, cultura, nación” En: Boletín de la Academia Colombiana, Bogotá, Tomo XII, 1962, pp. 5-25.
2. RIVAS. Sacconi, José Manuel. “El nacionalismo de José Joaquín Casas” En: Boletín de Historia y Antigüedades, Tomo III Bogotá, 1966, pp. 31-46.
3. Instituto Caro y Cuervo. “Una historia ejemplar” En: Noticias Culturales N° 31. Segunda época. Bogotá, julio agosto de 1987, p. 2.
4. Ibíd., p. 2.
5. Ibíd., p. 3.
6. JARAMILLO URIBE, Jaime, “División por el fascismo” En: Lecturas Dominicales, El Tiempo, Bogotá, 21 de abril de 2007, p. 9.
7. CARRANZA, Jerónimo. “La Hispanidad en Colombia; Eduardo Carranza y el Instituto de Cultura Hispánica” En: Boletín Cultural y bibliografía N° 73 – Banco de la Republica, Bogotá, 2006. p. 3.
8. Ibíd. p. 3.
9. CARRANZA, Eduardo. “Anhelo y profecía del nuevo humanismo”. Discurso de posesión como director de la Biblioteca Nacional en la inauguración de la Sala de Humanismo Colombiano. En: Ibíd. p. 10.
10. DEAS, Malcolm. Del poder y la gramática. Bogotá: Taurus. 2006, p. 30.
11. Ibíd., p. 29.
12. RIVAS SACCONI, José Manuel. El latín en Colombia: bosquejo histórico del humanismo colombiano. 3 ed Santafé de Bogotá, Instituto Caro y Cuervo. 1993, p. XXI.
13. VALDERRAMA ANDRADE, Carlos. “Colombia y el humanismo” En: Thesaurus N 3. Tomo II (51)- Bogotá Boletín del Instituto Caro y Cuervo, septiembre –diciembre de 1996, p. 623.
14. RIVAS. Sacconi, José Manuel. El latín en Colombia. Óp. cit. p. X.
15. RIVAS Sacconi. Ibíd. Noticia Preliminar.
16. CARO, Miguel, Antonio. El Tradicionista, Bogotá, noviembre 7 de 1871, p. 1.
17. JARAMILLO V., Rubén. “La Filosofía y la provincia”. El Magazín Dominical de El Espectador N° 65. Bogotá, junio 24 de 1984, p. 14.
* El concepto de institucionalización (o normalización), alude a un “conjunto de técnicas, mecanismos y métodos disciplinarios a través de los cuales se organizan, se administran y se confrontan los procesos de generación, validación y difusión del conocimiento” (Cuétara Escobar, “La profesionalización e institucionalización del “desarrollo” en Colombia durante el periodo inmediatamente posterior a la II Guerra Mundial”. En revista Universidad de Antioquia N° 212, vol. 56, Medellín, octubre-diciembre, 1988, p. 13).
18. GUTIÉRREZ GIRARDOT, Rafael. “La introducción de la filosofía moderna en Colombia” En. Magazín N° 135. Bogotá, octubre 27 de 1985, p. 14.
19. Ibíd., p. 15.
20. GUTIÉRREZ GIRARDOT, Rafael. “La literatura colombiana en el siglo XX”. En: Manual de Historia de Colombia, tomo III, Bogotá, Colombia, 1980, p. 71.
21. NARANJO VILLEGAS, Abel. “Digresión sobre humanista y humanitario”. En: Ensayos. Santafé de Bogotá: Biblioteca Colseguros de Autores Colombianos, p. 176.
22. Ibíd.
23. GONZÁLEZ PUCCETTI, Iván. “Tradición y modernidad en el pensamiento de Cayetano Betancurt”. En: SIERRA MEJÍA, Rubén (Editor). República Liberal: sociedad y cultura. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2009, p. 507.
24. TOVAR, Leonardo “Las fundaciones de la Filosofía latinoamericana”. En Cuaderno de Filosofía, N° 27, Bogotá, Universidad Santo Tomás, 2003, p. 22.