https://doi.org/10.22267/rceilat.174041.14

ENSAYO

 

LA PRENSA COLOMBIANA, ACTOR FUNDAMENTAL EN EL CAMBIO PERCEPTIVO DE LA DICTADURA DE ROJAS PINILLA

 

EDGAR ANDRÉS VALLEJO ERAZO
Estudiante de la Licenciatura en Ciencias Sociales (X semestre)

MARÍA ALEJANDRA CÓRDOBA ACOSTA
Estudiante de Sociología (IX semestre) de la Universidad de Nariño

 

Recibido 29/10/2017, Revisado 6/4/2018, Aprobado 5/6/2018.


 

RESUMEN

El devenir histórico colombiano se ha visto permeado de un proceso dialéctico de imposición de ideologías, que han trastocado no solo a los partidos tradicionales (conservador y liberal), sino que a su vez han generado la raíz central de un marco de violencia nacional. Esta violencia política se ha recrudecido gracias al influjo de la prensa, entendida esta como el principal medio de comunicación en el siglo XIX y XX, ya que desde su nacimiento, ha sido una expresión fidedigna de la ideología de los partidos políticos, a tal punto de transformarse en la herramienta coercitiva para la formación de una opinión pública, que a la postre, contribuiría a la constitución de un imaginario y toma de decisión frente a los fenómenos nacionales.

El presente ensayo, apoyado en el paradigma Cualitativo, busca analizar esa relación estrecha entre prensa nacional, partidos políticos y violencia, a través de un estudio de caso específico: se retoma la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla y se pretende comprender el papel que cumplió la prensa en la percepción de esta dictadura y como esta percepción influyó en el recrudecimiento de la violencia y radicalización de las perceptivas. Es decir, que esta investigación, planteada desde el método históricohermenéutico, pretende estudiar la intención discursiva que tuvieron los principales periódicos (El País, El Tiempo, El Espectador) de 1953 a 1957 frente a la dictadura y la imagen que formaron de esta, ya que en sus inicios es aprobada (Dictadura positiva) y progresivamente desemboca en el rechazo total (Dictadura negativa).

Palabras clave:Dictadura negativa, Dictadura Positiva, Gustavo Rojas Pinilla, Opinión Pública, Prensa partidista.


 

ABSTRACT

The historical development of Colombia has been evident for a dialect imposition of ideologies which, has disrupted not only traditional parties (Conservador and Liberal), but also it has generated the root central of national violence. This politics violence increase for the press, it interpreting like first media in the century´s XIX and XX, as since its beginning the press has been a credible expression of political ideologies, until transform in the coercive tool to formation of public opinion, which would contribute to constitution of imaginaries and decisions about national phenomenon.

The present essay, supported in the qualitative paradigm, try to look for the relation between: national press, political parties and violence, through of specific case study: Resume the dictatorship of Gustavo Rojas Pinillla and pretend analyze the role played by the perception of this dictatorship and like it perception influences the increase of violence and the radicalization of perceptions. So, this research, raised from the historical-hermeneutical method, pretend to study the discursive intention of the main newspapers (El País, El Tiempo, El Espectador) from 1953 to 1957 front the dictatorship and the image they formed, inasmuch as in the begin is approved (Positive dictatorship) and progressively ends in total repulse (negative dictatorship).

Keywords: Negative dictatorchip, Positive dictatorchip, Gustavo Rojas Pinilla, Public opinion, Party press.


Introducción

Desde el nacimiento de la prensa en Colombia, esta ha sido una expresión fidedigna de la ideología de los partidos políticos del país (Herrera, 2012, pp. 12- 14). A tal punto que su principal función no constituye la trasmisión de información verídica, sino por el contrario, el moldeamiento de la opinión pública. Esta es una característica sui generis del periodismo colombiano como establece Martin-Barbero parafraseando a Santos Calderón, ya que la lealtad partidista constituye una base fundamental para los periódicos nacionales, por su alto grado de vinculación emocional e intelectual frente al partido ya sea liberal o conservador (Martin-Barbero y Rey, 1997, p. 14).

Esta prensa “partidista” contribuyó a agravar el problema de violencia civil surgido de la disputa por el poder entre liberales y conservadores, ya que moldeó la opinión pública con el fin de lograr un control social. Elisabeth Noelle-Neumann (1995) conceptualiza la opinión pública como la encargada del control social, ya que esta asegura gracias a la presión social y el miedo al aislamiento, la cohesión grupal e ideológica. Además, los individuos piensan, imaginan y racionalizan la sociedad en relación a sus círculos de referencia más cercanos, en este caso lo es la prensa para Colombia, puesto que era el canal fundamental de comunicación de información. Por tal motivo y paralelamente a la vinculación emocional e intelectual de la prensa hacia los partidos predominantes, surge por antonomasia en Colombia el manejo de los periódicos nacionales como una herramienta de combate y replica ideológica, con el fin de forjar la opinión pública desde el rechazo al otro, la presión y violencia partidista (Fonegra, 1987, p. 133).

No es de sorprenderse entonces que el Estado guarde una relación muy estrecha con la prensa, ya que esta determina la manera más factible de garantizar el apoyo civil hacia la política estatal, que es vital para el devenir político del país en toda la época de violencia hasta nuestros días, y que constituirá la base fundamental para comprender el proceso histórico de la Dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla.

Teniendo en cuenta que el devenir de la dictadura de Rojas Pinilla es uno de los fenómenos históricos que ejemplifican dicho influjo coercitivo de la prensa partidista sobre sus lectores, esta ensayo pretende comprender la intención discursiva que tuvieron los principales periódicos nacionales de 1953 a 1957 frente a la dictadura de Rojas Pinilla y como de esta intención discursiva se crea y replica una opinión publica frente a la misma, puesto que en sus inicios es aprobada y progresivamente desemboca en el rechazo colectivo. Para ello, se dispondrá hacer un breve recorrido sobre las causas que permitieron el surgimiento de la dictadura de Rojas Pinilla, el discurso de la prensa frente a la misma y la influencia de la prensa como arma de doble filo; como instrumento de coerción, dominación y control de masas, que lo llevaría a constituir una dictadura positiva y más adelante devenir en una dictadura negativa. Todo esto utilizando fuentes primarias editas y trabajos realizados en relación a dicha temática.

 


Metodología

Para la delimitación y desarrollo de esta investigación, se determinó el uso del paradigma cualitativo, ya que permite ahondar y comprender la percepción de las personas y sujetos lectores del periódico, enfatizando que dicha percepción se relaciona directamente con la opinión moldeada por la prensa. En este sentido el individuo se encuentra en una relación dialéctica con la concepción de la realidad social, puesto que el imaginario construido se constituye por el entorno observado y el medio que lo observa (los periódicos). Así pues, como lo afirma Martínez (2017) se concibe que: “la realidad social es así, una realidad construida con base en los marcos de referencia de los actores” (p. 6).

Así pues, la realidad estudiada se trasforma en un texto, que desde la hermenéutica permite interpretar el contexto y sus actores sociales, pues según Martinez (2017) “la hermenéutica busca descubrir los significados de las distintas expresiones humanas, como las palabras, los textos, los gestos, pero conservando su singularidad” (p. 12); que da pie a una variedad de interpretaciones desarrolladas, no como verdad absoluta, sino una que es identificada y caracterizada por el investigador.

El enfoque de esta investigación es histórico-hermenéutico en perspectiva de Habermas estudiado por Arteta (2015), autor que permitió ahondar sobre el material trabajado (fuentes primarias editas), pues no solo ayuda a comprender y generar una interpretación del texto, sino que a su vez invita a visibilizar la realidad que se vivía en la época, esto es de suma importancia, puesto que, admite la particularización del estudio, en este caso: La dictadura de Rojas Pinilla.

Dichos periódicos fueron abordados desde una pregunta investigativa (historia- problema) e interpretados teniendo en cuenta la base teórica fundamentada en el espiral del silencio de Elisabeth Noell-Niuman (1995).

A estos periódicos se le realizó una crítica de fuentes y se prosiguió a hacer un análisis discursivo teniendo en cuenta la perspectiva de Van Dijk (1999), quien menciona que el “análisis crítico del discurso es un tipo de investigación analítica sobre el discurso que estudia primariamente el modo en que el abuso del poder social, el dominio y la desigualdad son practicados, reproducidos, y ocasionalmente combatidos, por los textos y el habla en el contexto social y político”(p. 2), actividad transversal que se ejecutó durante el desarrollo del trabajo, en este sentido el análisis que se aplicó al discurso encontrado en los periódicos, facilitó el seguimiento pertinente de los mensajes divulgados por la prensa colombiana, consolidando así, información que quizá que más que explicita, se trasmitía de manera connotativa, pero que a pesar de ello, no debilita la función de generar cambios en los comportamientos de los colombianos que adquirían información Nacional a partir de estos medios de comunicación.

Teniendo la información correspondiente se hizo un proceso de triangulación que vincule los datos de los periódicos, que solo se referenciara los citados en el texto, fuentes secundarias y la teoría de Elisabeth Noell-Niuman.


Resultado

La historia Colombiana se ha visto marcada por dos delimitantes ideológicas que han dejado como testigo ciertas manchas de sangre y violencia en su devenir. En estas dos vertientes, representadas en los dos partidos políticos predominantes, confluyen los ideales y poca diversificación de opinión; cada uno de ellos denotaba lo que estaba bien y lo que estaba mal, es decir una moralidad permeada por los intereses ideológicos de cada partido.

La disputa entre “godos” (Conservadores) y “cachiporros” (Liberales) fragmentó totalmente al país; cuando cada partido político tenía la oportunidad de llegar al poder, aprovechaba su posición para derrocar a su adversario, traspasando el debate político hacia las vías de hecho y por ende a la violencia misma (Rodríguez, 2006, pp. 21-45). Este proceso dio paso a la politización radical de la población y la fragmentación ideológica del país, hasta el punto de dejar de ser un conflicto político y volverse un conflicto de tinte fanático.

El periodo de violencia a cargo de los conservadores y con ella la iglesia (siendo esta institución fiel a este partido), “inicia” en el año de 1946 teniendo como presidente a Mariano Ospina y más adelante siendo sucesor Laureano Gómez en el año de 1950, personaje caracterizado por su posición sectorial frente a sus creencias católicas y su ideología conservadora. La presidencia de Gómez y su política de extremo conservadurismo agravó el clima nacional: Se afirma el crecimiento de los grupos guerrilleros que se identificaban por pertenecer a los ideales del partido Liberal, logrando así que se dispare la ola de violencia; uno de los sucesos que representa esa particularidad, hace alusión al incendio de los edificios de los periódicos “El Tiempo” y El Espectador (Perea, 2007, pp. 161- 174). Por otra parte Laureano Gómez extremó la posición de su antecesor Ospina Pérez frente a la censura de la prensa, adoptando una política de reprensión masiva y estado de sitio que empeoró la situación nacional (Fonnegra, 1987, p. 45). Gómez citado por Fonnegra (1987) se justificaba al establecer que la censura no era una invención de su partido: “En el gobierno de Olaya Herrera (Liberal) hubo censura de prensa en Antioquia y, más tarde, en el gobierno de López (liberal). (...) Conservadores y liberales la hemos sufrido desde la oposición y empleado desde el gobierno” (p. 64).

Este tipo de política de censura no es nueva en los anales del país, por el contrario, está presente en los gobiernos conservadores antecesores a Laureano Gómez, como es el caso del gobierno de Ospina Pérez, y se la justifica como necesaria para la seguridad interna del estado y de los grupos de poder. Ya lo afirmaba Núñez y Caro citado por Fonnegra (1987) cuando exponían su base filosófica para la aplicación del artículo 42 de la “Ley de los caballos”1 de 1888:

La imprenta sistema nervioso del organismo social... está subordinada, más que cualquiera otra institución, al estado social, a las necesidades políticas” ... en las naciones organizadas no se concede a la prensa libertad absoluta, sino que, por el contrario, se la somete a restricciones conforme a las necesidades de seguridad pública y respeto que se deben entre si los individuos (p. 23-24).

Por otra parte, si bien la censura Laureanista proclamaba que toda la prensa servía como instrumento de agitación y fuerza dispersiva de opinión nacional y se justificaba con la misma premisa del párrafo anterior, los periódicos afines con el gobierno conservador, como el siglo, la unidad, la defensa, el colombiano podía arremeter contra los liberales de forma abierta, ya que estos tenían la aprobación del gobierno (Fonnegra, 1987, p. 47).

El periodo presidencial de “pesadilla” y censura del gobierno de Laureano Gómez se vio derrocado por un “golpe de estado” a cargo del General Gustavo Rojas Pinilla, quien haciende como presidente, tras el abandono del cargo por parte de Gómez. El 13 de junio de 1953, el general Rojas Pinilla asume la presidencia, y declara a los colombianos las siguientes palabras, citadas por Iriarte (1987): “Paz, derecho, libertad, justicia para todos sin diferenciaciones” (p. 1733).

Existieron diferentes interpretaciones sobre la toma del poder del general. Pero este ensayo subrayará la interpretación oficial que circuló en la prensa los días próximos al 13 de junio de 1953 y que representa una base fundamental para consolidar una opinión pública favorable hacia la dictadura. La versión oficial dicta que a causa de la inestabilidad política del país, la mala administración de Gómez, catalogada como “dictadura de pesadilla” (Galvis y Donadio, 2002, p. 249) y la guerra civil, se crea una coalición entre liberales y conservadores para apoyar el ascenso al poder (que se había visto venir) del general Gustavo Rojas Pinilla.

No es de sorprenderse entonces que la llegada de Rojas Pinilla al poder, haya sido aprobada por casi todo el país, exceptuando a los Laureanistas. Esta cuasi unanimidad aprobatoria por la toma de poder del general, se ve reflejada en el apelativo que recibió el “golpe de estado” no violento por parte de Darío Echandia (ex-presidente de Colombia); este fue llamado el golpe de opinión, que después la prensa lo replicaría para nombrar tal evento. Ahora bien, esto produjo un ambiente de calma y una respuesta positiva frente a la dictadura que se constituía dentro del estado, a tal punto que la revista interamericana “Visión” interpretó la atmósfera reinante en el país con el titular “Colombia respira” (Fonnegra, 1987, p. 50).

“Los periódicos jubilosos saludaron al general Rojas Pinilla como al salvador de la patria, como al segundo libertador” (Galvis y Donadio, 2002, p. 259). Esta representación del general creada por la prensa, fue un pilar fundamental para darle a la dictadura connotaciones positivas, ya que se creía que esta respondía a intereses netamente nacionales, es decir para el levantamiento del país sobre las cenizas de la violencia. Se veía el mandato del general como un periodo de gobierno neutral y delegado, de corta duración, que tendría la difícil tarea de reconstruir el país, desamar las guerrillas y llegar a la paz (Fonnegra, 1987, p. 50). Ante este hecho los colombianos reconocen en Rojas Pinilla el salvador “metatopico”2 del país y ven en él, el fin de la Violencia, pues lo proclaman como el hombre deseado no solo por sus fieles colaboradores, sino a la vez por sus detractores: El cardenal Crisanto Luque declaró obediencia al nuevo régimen, los dirigentes liberales, el Ospino-Alzatismo, Fedecafé, la SAC (Sociedad de Agricultores de Colombia), la ANDI (Asociación Nacional de Empresarios de Colombia) y Fenalco (Federación Nacional de Comerciantes) también respaldaron la dictadura, e incluso la misma guerrilla miraba este gobierno como “la nueva independencia” (Fonnegra, 1987, p. 50).

La dictadura recibió desde sus inicios un apoyo por parte de los partidos en disputa porque veían que era la única forma de menguar la violencia del país.

La prensa era una voz más, sonora y festiva del coro nacional. Liberales, conservadores, iglesia católica, militares, campesinos, industriales, comerciantes, asociaciones sindicales y hasta guerrilleros bendijeron con te Deums, desfiles, himnos y manifestaciones populares la toma del poder por parte del general Gustavo Rojas Pinilla (Galvis y Donadio, 2002, p. 260).

La prensa nacional se muestra positiva ante la toma de poder por parte del general. Entre los periódicos nacionales más influyentes que apoyaron la toma de poder del general se encuentran: El Colombiano, El Tiempo , El Espectador, El Heraldo, Democracia, Vanguardia Liberal, La Patria, El País, Diario de Colombia, y El Catolicismo, entre otros (Fonnegra 1987, p. 49). Por otra parte, entre las editoriales más significativas con respecto a la toma de poder se puede encontrar que “El Diario” de Colombia citado por Galvis y Donadio (2002), escribe: “Con alivio y júbilo, el país ha recibido el relevo de gobierno. Y esta tierra sabe otra vez a patria” (p. 260), “El País”, igualmente citado por Galvis y Donadio (2002), afirma: “severa, tranquilizadora, grande y magnífica. Así hay que clasificar la alocución del nuevo presidente de Colombia” (p. 260) y “El Tiempo”, citado por Fonnegra (1987) editorializa:

El presidente ha dicho que no habrá más peculado, ni más cohecho, ni más depredaciones, ni más persecuciones, ni más discriminaciones odiosas ante la ley, ni más injusticias, ni más sangre fratricida. (...) Este es el sentido moral de la revolución de junio (p. 50).

Así la mayoría de periódicos excepto El Siglo y La Unidad (perteneciente al presidente derrocado Laureano Gómez) apoyaron públicamente y libremente la llegada al poder del general.

Ahora bien, para garantizar el apoyo de los colombianos a la dictadura y forjar en su imaginario colectivo una dictadura positiva, la opinión publica debería seguir exaltando las cualidades, trabajo y promesas del general. Por tal motivo y como arma de doble filo, Rojas Pinilla quien había prometido quitar la censura de la prensa la reafirma: dos semanas después de la toma de poder envía el primer comunicado que censura abiertamente a la prensa nacional (Galvis y Donadio, 2002, p. 260). Rojas mantiene las leyes de censura Ospinista y la reafirma apoderándose de la Oficina de Información y Propaganda del Estado (Odipe). Tanta era la vigilancia y control de la Odipe que era el mismo Rojas Pinilla quien elegía que propagandas debían reproducirse para el conocimiento público, y como si esto no hubiese sido suficiente, “se constituyó la llamada Asociación Nacionalista de Apoyo Irrestricto al Gobierno del Teniente General Gustavo Rojas Pinilla y a las Fuerzas Armadas (Gropi)” (Galvis y Donadio, 2002, p. 265), que sin duda publicaba imágenes y textos que estuviera a favor de los movimientos realizados por Rojas Pinilla, además, con la creación de ciertos comités se aprovechaba para demostrar apoyo al gobierno de las fuerzas armadas.

Este hecho hizo que el Dictador Rojas Pinilla estuviera en cualquier periódico, afiche y hasta en la radio, donde eventualmente se disponía de elementos auditivos para hablar sobre las obras que había realizado y así propagar la idónea imagen del general. La Odipe no solo se encargaba de publicar informes oficiales del gobierno, sino que controlaba y censuraba lo que la prensa pretendía publicar. Se les impuso que debían dar noticias, comentarios y textos sobre el buen trabajo del mandatario, debido a que aquel que se negara sería multado y llevado a la cárcel por 6 meses (Galvis y Donadio, 2002, p. 281-289). Desde este momento Rojas Pinilla teniendo a la mano la Odipe genera que esa “Justicia, libertad y paz” se desarmara, pues la prensa colombiana solo recibía órdenes, dejando de lado la crítica o cualquier posición disímil a la ya planteada por el dirigente.

Entre las estrategias de la dictadura de tintes “positivos”, la Odipe publica “Seis meses de gobierno” y “13 de junio”, libros que reunían trascripciones de las editoriales de los periódicos ensalzando el advenimiento del general, y creando la ilusión de que el gobierno y la prensa tenían una relación dialógica y no una relación impositiva (Galvis y Donadio, 2002, p. 279). Estos libros contribuyeron a aumentar la popularidad del general alrededor del país. Paralelamente, para garantizar que todas estas estrategias se lleven a buen término, Rojas Pinilla aumenta el presupuesto destinado a la Odipe a 400 mil pesos en 1954 y a 600 mil pesos en 1955, siendo esta una cantidad significativa de dinero destinado a una pequeña extensión de las instituciones del gobierno (Fonnegra, 1987, p. 51)

Otro ingrediente fundamental para mantener una opinión pública a favor de la dictadura fue los tintes populistas de su discurso, que Rojas Pinilla tomó de la política peronista a fin de granjearse el beneplácito del pueblo (Rodríguez, 2006, p. 36-27) y que la prensa debía trascribir al pie de la letra; “El Tiempo” en su edición del domingo 14 de junio de 1953, transcribe la alocución del general:

No más sangre, no más depredaciones a nombre de ningún partido político, no más rencillas entre hijos de la misma Colombia inmortal. Paz, derecho, justicia, libertad para todos sin diferenciaciones y de manera preferente para las clases menos favorecidas de la fortuna, para los proletariados y menesteros.

Cabe agregar que la política de Rojas Pinilla para los menos favorecidos y el proletariado tuvo una respuesta positiva por parte del pueblo colombiano, que veía a través de los ojos de la prensa el “cumplimiento” de sus promesas populistas: la realización de obras públicas, la restitución de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), a través de una personería jurídica, la creación de secretariados como Sendas (Secretaria Nacional de Acción Social y protección infantil), entre otras (Archila, 1995, p. 68-71).

Como es posible vislumbrar, la “empresa” para constituir una opinión publica favorable hacia la dictadura y a la postre, darle connotaciones positivas surte efecto en todo el panorama nacional; los colombianos citadinos y en especial los campesinos agradecen la “buena” labor y administración del general, exaltan sus proyectos populares, su política de desarrollo, sus políticas públicas y aprueban igualmente la censura, puesto que según el mismo general, esta era la causante de llenar al país de odios y mezquindades políticas que se traducían en violencia, idea que ha rondado en los anales de la historia nacional y que es tomada en presidencias anteriores a la de Rojas Pinilla y que el mismo Rojas reafirma en su discurso del 7 de agosto de 1954, ante la ANAC (Asamblea Nacional Constituyente), citado por Fonnegra (1987):

Esta prensa irresponsable ha venido minando sucesivamente todos los pilares de la sociedad... Aún más: como lo afirmaba el presidente López, ella estimula todos los conflictos, alienta todos los desórdenes y da pábulo irresponsable a todas las agitaciones. Sin duda esta prensa ha sido el caldo de cultivo de la violencia y la barbarie y el agente más poderoso de nuestras desdichas públicas (p. 53).

Todo ello mostraba, como afirma Archila (1995), “un panorama atractivo a sectores populares para quienes tal vez la ausencia de elecciones, la censura de prensa o el cierre de algunos periódicos (como El Siglo en 1953) e incluso la megalomanía del dictador no les decía mucho” (p. 70), puesto que pesaba más la imagen positiva de la dictadura que la prensa construyó en aquella época.

Este proceso de constitución de una opinión publica favorable a la dictadura impactó la protesta popular en aquella época; esta tomó un receso entre el periodo de 1950-1957. La ausencia de información por censura, la opinión pública favorable a la dictadura y la imagen positiva creada por la prensa pueden explicar el bajo número de registros para esta década (Archila, 1995, p. 71). Los movimientos sociales igualmente apoyaron la dictadura y la protesta cesó durante la mayor parte del gobierno, salvo algunas protestas en torno a incidentes muy graves en todo el país (que más adelante se especificarán). La protesta y movimientos sociales empezaron a despertar de su receso desde 1958, cuando la imagen pública de la dictadura adquirió connotaciones negativas.

Ahora bien, para entender el giro perceptivo de la dictadura, es necesario comprender que esta se fue desmoronando poco a poco, cuando la Iglesia y los partidos políticos desistieron de apoyarla. Marco Palacios (1995, p. 211-221) sostiene como tesis que la caída de Rojas Pinilla fue producto del disentimiento de los intereses de grupos básicos que lo apoyaban, es decir del apoyo recibido por los partidos políticos y principales grupos de poder y a la postre, la prensa que era dirigida por los mismos. Esto se debe principalmente: al anuncio en julio de 1954 de una constituyente a favor de la prórroga del gobierno hasta 1958, de prolongar el estado de sitio en 1955 y la manipulación de la ANAC para una posible reelección “democrática”. Aquello significaba la permanencia en el poder del general y por antonomasia, la imposibilidad de que los partidos políticos lo puedan ejercer abiertamente.

Otro factor que permitió el giro perceptivo de la dictadura fue la censura desmesurada de la prensa que se acrecienta después del 7 de agosto de 1954, cuando el general Rojas Pinilla establece su nueva política de censura exhaustiva (Fonnegra, 1987, p. 53). Esta arma de doble filo para el gobierno generó el rechazo paulatino de los directores de los periódicos y principales influyentes de los partidos políticos nacionales, puesto que veían que no podían utilizar la prensa para sus intereses políticos. Intereses que se constituían en el fomento de la ideología partidista, esto se refleja en las familias y grupos empresarios que controlaban, fundaban y dirigían dichos periódicos: El Colombiano, diario conservador perteneciente a la familia del ex presidente Ospina Pérez. “El Tiempo”, diario conservador, perteneciente a más de 10 familias influyentes en el país (Fonnegra, 1987, p. 102-104), entre otros.

Por tal motivo la prensa comienza a separarse del gobierno y se convierte en la oposición fundamental del mismo, que a la postre, la llevaría a la censura total o clausura de periódicos, la cárcel e incluso la muerte de algunos de sus periodistas.

Para acrecentar la oposición contra la dictadura se publica una serie de declaraciones en contra de la misma. “El Siglo” trascribe las declaraciones de un movimiento de la juventud conservadora proclamando una injusticia contra el ex presidente Laureano Gómez, esto acrecentó la posición de los laureanistas en todo el país y produjo un cierto escozor en la opinión pública que creía aun ver en Rojas al segundo libertador (Galvis y Donadio, 2002, p. 277). Por otra parte “El Tiempo” asumió una posición liberal y critica; entre las múltiples publicaciones, este editorializó una carta proveniente de Tuluá que adquiriría fama como la carta del batallón suicida, donde diez liberales criticaban la justicia nacional y la violencia que no menguaba en esta zona rural, puesto que los asesinos de la mano del cóndor salían arbitrariamente de la cárcel y continuaban asesinando liberales. Cuarenta y ocho horas después de publicada la denuncia cayó asesinado uno de los denunciantes, el abogado Aristides Arrieta Gómez y “El Tiempo” indignado denuncia nuevamente los hechos y el asesinato impune del abogado (Galvis y Donadio, 2002, p. 292-293). Esto agravó la imagen pública del general que se había manchado por ciertos rumores expandidos alrededor del país sobre su posible amistad con León María Lozano (el Cóndor) e implícitamente declarando que Rojas Pinilla autorizaba o favorecía los delitos políticos (Galvis y Donadio, 2002, p. 293). Cabe aclarar que tales publicaciones provocaron el cierre de los periódicos por un periodo de tiempo.

Ya para el año de 1954, la situación tomó un giro irremediable, la principal población que se vio afectada (los estudiantes) se retractó ante el júbilo que se había sentido con el golpe de estado, pues el 8 y 9 de junio del mismo año la prensa emitió editoriales como: “Diez estudiantes muertos y seis soldados heridos”, “Se disparó desde un balcón contra la patrulla militar”, publicados por “El Tiempo” en su edición del 11 de junio de 1954, los cuales contenían sucesos desalentadores y de grandes pérdidas efectuadas por el terror, que en un principio fueron cometidos por las fuerzas armadas hacia los estudiantes y más adelante, un ataque a unos cuantos soldados, de los cuales se creyeron que había sido realizado por personas en contra del bienestar del gobierno, inculpando así a laureanistas y comunistas. Este hecho fue desgarrador tanto para los estudiantes como para el resto de la población colombiana, debido a que los individuos que habían muerto, en momentos anteriores estaban utilizando el espacio público para la realización de una marcha pacífica, que por entes exteriores sucumbió en un recuerdo violento.

Ante estos acontecimientos publicados en la prensa, la población colombiana, y con mayor fuerza los estudiantes manifestaron su disgusto: en Medellín, se presenciaron algunas manifestaciones ejercidas por los estudiantes, quienes no asistieron a clase, “El Tiempo” en su editorial del viernes 11 de junio de 1954 escribe: “A las cuatro de la tarde, los estudiantes organizaron una nueva y nutrida manifestación, que llegó a la Gobernación de Antioquia”, para hablar con el gobernador quien pospuso la reunión. En Bolívar, se censuraron los medios de información (radio y prensa) debido a que se afirmó que algunas publicaciones alteraban el orden público, medida “sugerida por el comando de la fuerza naval del Atlántico y aprobada por la Odipe” afirma “El Tiempo” en su editorial del viernes 11 de junio de 1954. Un ejemplo de ello lo vivió la Radio-Periódico “Pascual”, “el cual fue considerado por las autoridades militares de Cartagena como francamente opuesto al gobierno... de las fuerzas armadas” denuncia “El Tiempo” en la misma edición y por este hecho el radio-periódico se sancionó con una suspensión de 15 días. En Manizales, se ejecutaron ciertas manifestaciones por la población estudiantil en nombre del alumno caldense Uriel Gutiérrez, este hecho fue calmado por las fuerzas armadas y los bomberos. A pesar de ello, se pactó una reunión con la gobernación para llegar a acuerdos y evitar la prolongación de manifestaciones.

En el resto del país, el periódico “El Tiempo” en su editorial del 11 de junio de 1954, anunció que existieron actividades que no afectaban el orden público y se percibió mucha calma, afirmando así un cierto respaldo al gobierno de Rojas Pinilla y su postulado de “Justicia, libertad y paz”.

Los comentarios en la prensa angustiaron al presidente Rojas Pinilla, por ello el General lanza un comunicado en la radio, para dar a conocer su angustia ante lo reflejado en diversos periódicos, declarando que aquellos son solo elementos que quieren destruir la imagen del gobierno. Su anuncio se reflejó inmediatamente, pues se detuvieron cien estudiantes, tachados de ser comunistas.

A esto se suma el suceso de la plaza de toros, que fue un hecho fundamental para el futuro desenlace de un gobierno represivo y violento, que trataba de mantenerse fuerte, y sobretodo apoyado por toda la población. Se llegó a registrar en la historia de la dictadura una cruel estrategia ordenada por el general Rojas Pinilla y la cual es testificada tanto por el partido liberal como el conservador: el 5 de febrero de 1956 testigos de la plaza de toros de Santamaría afirman que en el momento en que el torero se detuvo antes de comenzar el espectáculo delante de María Eugenia Rojas (hija del general), el público empezó a gritar: “No se lo ofrezca porque se lo lleva pa’ Melgar”, esto dio paso a que la familia “real” (familia de Rojas Pinilla) fuese abucheada por los citadinos, dando paso a una ovación dirigida en nombre de la imagen de personajes representativos del partido liberal (Alberto Lleras Camargo, entre otros), los asistentes revivieron algunos estribillos de la faena anterior: “Lleras si, otro no” (Galvis y Donadio, 2002, p. 451), y en vista de que estos comentarios deslegitimizaban el gobierno de Rojas, a los militares, a los funcionarios del mismo, y demás personajes a favor del mandato de Rojas, el general da la orden de callar las voces a punto de golpizas, y actos violentos. Nunca se llegó a registrar el número de heridos y asesinatos exactos, ya que el mandatario prohibió que se publicara algún párrafo de lo ocurrido en la plaza de toros (Galvis y Donadio, 2002, p. 451-466); sin embargo periódicos de corte laureanista, no desaprovecharon la oportunidad para reproducir el escándalo por todo el país.

Tras este infortunio de asesinatos, y censuras en nombre del mandato presidencial, se desencadena en el país momentos de angustia y de revelación popular ante el estado colombiano, estos sucesos llevan a los mandos del ejército a que establezcan una decisión que calmara la insatisfacción de la gente, por ello optan como solución que el presidente ofreciera su renuncia y abandonara su cargo, afirma la editorial del 11 de mayo del periódico “Intermedio”. Es al día siguiente de haber presentado formalmente la renuncia al mandato (11 de mayo de 1957) cuando se publica el final de la dictadura.

Se describen grandes movilidades de personas, con panfletos que expresan vivas al desplome del mandato de Rojas, así lo mencionó “Intermedio” en su editorial del sábado 11 de mayo de 1957: “las gentes organizaron bailes y toda clase de regocijos populares”, además de ello el paro cívico a cargo de estudiantes cesó al consolidarse el fin del régimen y con las intervenciones públicas que se llevó a cabo por parte de Lleras y Valencia, quienes recomendaban a los estudiantes que regresaran a sus labores. La población se mostraba no solo entusiasmada, sino que derramaban “gritos y expresiones de absoluta fe en la actividad de los partidos y en el porvenir de Colombia”: una expresión que se publicó en el periódico “Intermedio” en su editorial de sábado 11 de mayo de 1957.

Por otra parte se puede observar que el índice de protestas que se presentaron en el país aumentó después de la destitución del general:

Al año y medio que siguió a la caída de Rojas Pinilla, se presentó una verdadera irrupción de protestas, especialmente de paros no laborales seguidos de huelgas, aunque estas en menor proporción a la que mostraba al inicio de los años estudiados (Galvis y Donadio, 2002, pp. 451-466).

Esto se debe a que la censura de la prensa había disminuido considerablemente en este periodo de tiempo y la opinión pública se tornaba aún más crítica con los sucesos políticos y sociales que vivía Colombia.

A pesar de que los colombianos dieron a conocer su gozo por tal noticia, en algunas ciudades de la nación como establece “Intermedio” en su editorial del sábado 11 de mayo de 1957, percibió violencia por parte de la policía que optó por disparar y agredir a los ciudadanos que recitasen su satisfacción por la caída de Rojas, este hecho demuestra el vínculo tan estrecho que tenían esta entidad con el General Rojas Pinilla, y su total fidelidad.

Alberto Lleras Camargo (liberal), Guillermo Valencia y Álvaro Gómez Hurtado (conservadores), se reunieron con el fin de lograr que la gente se calmara ante el abandono de la presidencia lograda, tal como se menciona en el periódico por las movimientos de resistencia civil, tildadas de cumplir el primer objetivo (el retiro del general Rojas Pinilla) para lograr la recuperación nacional. Alberto Lleras Camargo al realizar su intervención en la prensa mencionó:

El doctor Valencia y yo fuimos invitados por los miembros de la junta militar... a conferenciar con ellos. A la junta hicimos una exposición de los propósitos del movimiento político de los dos partidos tradicionales... El movimiento hoy a logrado uno de sus objetivos... pero prosigue su empeño hasta que en un país plenamente pacificado convivan los colombianos bajo un régimen de leyes votadas por sus representantes auténticos, ejecutadas por sus funcionarios administrativos y aplicadas con rigor e imparcialidad por sus jueces y en el que sus mandatarios sean elegidos por un sufragio puro (Anuncio realizado por “Intermedio” en su edición del domingo 12 de mayo de 1957).

Lo anterior permite vislumbrar el siguiente hecho que marcaría a la república colombiana y que daría fin a una disputa de poder. Ya para el año de 1958 un nuevo hecho marcaba el rumbo y la historia de Colombia, pues en vista de que el ex presidente, y “ex libertador” fracasó ante sus antiguas promesas, sus enemigos que anteriormente habían sido sus camaradas unieron fuerzas para degradar cada día más su imagen, ahora se pensaba en unir las fibras tanto liberales como conservadoras, para evocar un nuevo orden en el sistema político, un nuevo aparato antidemocrático que mantuviera la coerción y orden del país, abanderándose con el fin de que “el Frente Nacional era un pacto de paz entre conservadores y liberales después de los cientos de miles de muertos producidos en la época de violencia” (Caballero, 1987, p. 1745).

Así pues, tanto liberales y conservadores se unieron bajo un mismo fin, el de acabar cualquier dictadura y más específicamente hacer conocer, todos los hechos cometidos por Rojas Pinilla, y a su vez repudiarlos, es en ese momento que la prensa colombiana partidaria tanto de lemas conservadores como liberales, empiezan a rectificar los ideales de este nuevo sistema de mando, de allí que los anuncios en los periódicos fueran recordar las catástrofes del anterior mandato: según Fonnegra (1987) “El Tiempo” y otros diarios editorializaban, “El pueblo cerrará el paso a Rojas”, “Suboficial en retiro recuerda espionaje rojista” “La alternativa: Frente Nacional o despotismo” (154). Este hecho tomado como consecuencia de la dictadura de Rojas Pinilla, reafirma esta característica intrínseca de la prensa, pues a lo largo de la ponencia se reflejan los grandes cambios que se visualizaron en cuanto a la forma de reproducir, imágenes, y enunciados, según el periodo de gobierno.

 

1. Ley antecesora y base fundamental para la justificación de políticas de censura en los diferentes gobiernos predecesores de la misma.

2. Termino extrapolado de la teoría de ECO (2012, p. 222) quien establece que la metatopia es la representación de un mundo posible, una fase futura del mundo real.


Conclusiones

A lo largo del ensayo se expone el papel de la prensa, no solo tomándola como fuente de información, sino a su vez como un actor fundamental para el devenir de la dictadura de Rojas Pinilla; de ser respaldada por los colombianos a ser repudiada en el panorama nacional. Ese fenómeno se debe a que la prensa en Colombia se consideraba como un agente acorde con el pensamiento y el desenvolvimiento del Estado, y por ello se consagran en mantener la imagen del gobierno, puesto que, o responde a intereses partidistas e ideológicos o está determinada por la cesura impositiva de los gobiernos. Sin embargo, en la dictadura de Rojas Pinilla se puede observar que la prensa pasa de apoyarla a desacreditarla, en razón de considerar en riesgo su persistencia ante los nuevos parámetros del presidente. Este hecho no solo logró un descontento para el gobierno, sino que también desestabilizó la opinión de los colombianos, que, llevados por las publicaciones de los periódicos, desconfiaron del mandato en transición. Se puede demostrar la gran influencia que tenían los periódicos para la construcción de una opinión pública en el imaginario del colombiano, que veía en la prensa la verdad absoluta sobre lo que ocurría en el país, que conllevaron al cambio rotundo de una imagen positiva a una negativa.

Es importante mencionar el gran apoyo que había tenido la caída del mandato de Laureano Gómez, y como la prensa deleitaba a los colombianos al anunciar el derrocamiento de un personaje que en alguna medida se había considerado como dictador, al desprestigiar a los periódicos y la información que ofrecían. Es por ello que cuando llega Rojas al poder la misma prensa, divulga el nombre del general como el mesiánico, que cambiaría la situación del país, que acabaría por fin con la violencia y sobretodo daría libertad absoluta para que los periódicos volvieran a resurgir. En verdad la prensa no estaba interesada en el bienestar del país, o si el mandato iba a sufragar por fin el periodo de violencia en el que se encontraba Colombia, sino que buscaba la oportunidad de mantener su poder para seguir publicando, catalogándose como entidad independiente, replicando sus ideologías partidistas en sus lectores y poder hacer de ellos una sociedad de masas manipulable y políticamente plástica, a través del miedo y la imposición de la opinión sobre el otro.


Bibliografía

Fuentes primarias editas

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  3. Los sucesos ayer en Bogotá (1954, 10 de junio). El Tiempo, p. 1-13.
  4. Como recibió el país los sucesos cometidos en Bogotá el 9 y 8 de Junio (1954, 11 de junio) El Tiempo, p. 1-6.
  5. La república esta de duelo, afirmó anoche el presidente Rojas Pinilla (1954, 12 de junio) El Tiempo, p. 1-24.
  6. A las dos de la tarde reasumió ayer Rojas Pinilla la presidencia (1955, 3 de agosto). El Tiempo, p. 9.
  7. Día de júbilo para América: Cayó Rojas Pinilla (1957, 11 de mayo). Intermedio, p. 1-11.
  8. Regreso a la normalidad piden los jefes de los dos partidos (1957, 11 de mayo) Intermedio, p. 1.
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