https://doi.org/10.22267/rceilat.225051.109

 

REVISIÓN DE TEMA        

 

Pensamiento educativo en Pablo Freire. Una lectura desde la pedagogía crítica y pensamiento decolonial

 

Educational thought in Pablo Freire. A reading from critical pedagogy and decolonial thought

 

Johan Méndez Reyes[1]

Universidad Politécnica Salesiana.

Grupo de Investigación en Artes y Humidades Ataraxia

ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9349-223X

Email: reymanjoh@gmail.com

 

Recibido: 08/04/2021, Aprobado: 08/09/2022


Resumen

 

La educación en nuestra América continúa siendo un tema de preocupación para las sociedades, pueblos y nacionalidades, por lo que se hace necesario regresar a los grandes precursores que nos permitan hacer una relectura de sus reflexiones para dar repuesta definitiva a los retos que nos presenta el paradigma eurocéntrico que se sustenta en un saber instrumental y cientificista que responde a la lógica del mercado controlado por los grandes centros hegemónicos del poder y saber que niega toda la sabiduría de los culturas originarias. En este sentido, el propósito de esta investigación es analizar el pensamiento educativo en Pablo Freire para hacer una lectura desde la pedagogía crítica y pensamiento decolonial. Desde una metodología hermenéutica se procura hacer interpretación de diversas fuentes que permiten aproximarnos a los aportes más significativos de la pedagogía desarrollada en el autor y encontrar las bases y fundamentos para un pensamiento decolonial crítico. Se concluye que, hacer una lectura del pensamiento educativo de Freire permite ver su aporte tanto a las pedagogías críticas latinoamericanas como a la construcción de una pedagogía decolonial, ya que su legado ha sido el punto de partida para el diseño de un conjunto de epistemologías otras, que se sustenta de la crítica al sistema-mundo capitalista y permiten pensar en una epistemología para la resistencia y liberación.

 

Palabras clave: pensamiento educativo, pedagogía crítica, pedagogía decolonial, Freire.

 

Abstract

 

Education in our America continues to be a matter of concern for societies, peoples and nationalities, which is why it is necessary to return to the great precursors that allow us to re-read their reflections in order to give a definitive answer to the challenges that the world presents us. Eurocentric paradigm that is based on an instrumental and scientific knowledge that responds to the logic of the market controlled by the great hegemonic centers of power and knowledge that denies all the wisdom of the original cultures. In this sense, the purpose of this research is to analyze educational thought in Pablo Freire to make a reading from critical pedagogy and decolonial thought. From a hermeneutical methodology, we try to interpret various sources that allow us to approach the most significant contributions of the pedagogy developed in the author and find the bases and foundations for a critical decolonial thought. It is concluded that, making a reading of Freire’s educational thought allows us to see his contribution both to Latin American critical pedagogies and to the construction of a decolonial pedagogy, since his legacy has been the starting point for the design of a set of other epistemologies, which is based on criticism of the capitalist world-system and allows us to think of an epistemology for resistance and liberation.

 

Key words: educational thought, critical pedagogy, decolonial pedagogy, Freire.

 


A modo de introducción

 

Hablar de la educación en nuestra América sigue siendo tema de debate y discusión por quienes estamos comprometidos con los proyectos de transformación social; en efecto, los sistemas educativos, sus métodos de enseñanzas y didácticas aplicadas siguen respondiendo exclusivamente al paradigma eurocéntrico que se sustenta en un saber instrumental y cientificista que responde a la lógica del mercado controlado por los grandes centros hegemónicos del poder y saber. Por lo que, se hace necesario una relectura de los grandes referentes del pensamiento filosófico nuestroamericano que permitan potenciar las reflexiones de las pedagogías críticas latinoamericanas y decoloniales. Estas pedagogías muestran las rutas sociales por las cuales se fundamentan el nuevo marco epistemológico y político que se debe seguir para combatir y superar la hegemonía   europeo-norteamericana y poder construir y fortalecer un pensamiento otro desde lo intercultural y decolonial.

 

En este sentido, uno de los grandes referentes de la pedagogía crítica latinoamericana es Pablo Freire (1997) quien desde su convicción y preocupación por los más necesitados se nutre desde su praxis socioeducativa y política para reivindicar la lucha por una sociedad más equitativa y justa. Por ello, este pedagogo brasileño no dudo en cuestionar a la educación propuesta por las sociedades capitalistas ya que se fundamentaban en una concepción profundamente bancaria, cuyo proceso de enseñanza y aprendizaje convierte al sujeto –estudiante– en un objeto pasivo, receptor de contenido e información mientras que al educador lo convierte en amo y dueño exclusivo de un tipo de conocimiento que somete, aliena, domina y oprime. Por ende, estamos ante la presencia de una educación que se convierte en un instrumento de opresión y dominación que responde a la ideología de las clases dominantes.

 

Los aportes educativos de Freire en este sentido contribuyen a diseñar un conjunto de pedagogías que buscan no solo superar la ideología bancaria sino aportar herramientas didácticas, sociales y políticas que le permita al sujeto emanciparse de cualquier hegemonía colonialista, para ello considera indispensable una educación liberadora que procure la transformación que requieren los pueblos que sufren los atropellos del sistema capitalista. En ese sentido, el sujeto toma conciencia reconociéndose a sí mismo como sujeto activo, crítico y creador y no como un simple objeto pasivo receptor de información, al mismo tiempo reconoce que para alcanzar la emancipación plena se necesita de un contexto educativo donde todos los actores involucrados deban estar unidos para la construcción de un conocimiento otro que parte de los propios saberes milenarios ya constituidos de los pueblos de nuestra América.

 

Freire (1965) considera que el acto educativo es per se liberador en el sentido más amplio del término, para él no habrá posibilidades reales de educar si el mismo no está enmarcado en y para la libertad. Por lo que, una de las características de la educación freireana es su componente eminentemente social, ya que educar implica no solo valorizar los actores protagónicos del acto, sino también el contexto en el que se encuentra inmerso. Asimismo, esta educación para la libertad está impregnado de un fuerte componente crítico que no solo denuncia las arbitrariedades del eurocentrismo occidental, sino que establece los fundamentos filosóficos para una pedagogía en clave decolonial.

 

Es por ello, que esta investigación, desde una metodología hermenéutica interpreta algunas fuentes bibliográficas tanto de la obra que pedagogía desarrollada en Freire (1982) como de otros autores de la pedagogía crítica latinoamericana y de la corriente decolonial que permiten hacer una lectura de su pensamiento educativo. El propósito de este artículo es analizar el pensamiento educativo en Pablo Freire para hacer una lectura desde la pedagogía crítica y pensamiento decolonial.

 

Para desarrollar un hilo conductor coherente dentro del discurso educativo que proponemos, el estudio se presenta en ocho momentos como aspectos clave para la lectura del pensamiento educativo de la obra de Freire desde una perspectiva pedagógica crítica latinoamericana y decolonial, iniciando con algunos elementos introductorios sobre la descolonización, lo descolonial y decolonial; que permitan hacer apuntes para una pedagogía crítica latinoamericana, partiendo del análisis de la pedagogía de la liberación como antecedentes a la pedagogía decolonial, profundizando sobre la decolonización política, decolonización del saber y decolonización ontológica; como penúltimo momento se interpretará algunos elementos de la epistemología del sur y decolonialidad, para finalmente encontrar los aportes de Freire a la pedagogía decolonial.

 


Aspectos clave de la descolonización, descolonial y decolonial

 

Hablar de descolonización es hacer referencia al proceso político y social que los pueblos, comunidades y movimientos sociales de América iniciaron a finales del siglo XVIII, pasando por su momento más cumbre en el siglo XIX y se ha mantenido durante los siglos XX y XXI, que ha procurado combatir los atropellos del colonialismo europeo en una búsqueda incesante por la emancipación y liberación (Méndez, 2021).

 

Por otro lado, autores como Mignolo (2010), Quijano (2010), Dussel (2005) y De Santos (2010) consideran que utilizar la categoría descolonial permite entender tanto el proyecto filosófico como los procesos políticos que buscan revertir el orden colonial para superar las heridas de la colonialidad del ser, poder y saber. Además, asocian lo descolonial con las diversas manifestaciones sociales y culturales que en la actualidad ven desde las luchas y resistencias la única vía para los pueblos del sur de superar definitivamente las imposiciones ideológicas por parte de los grandes centros hegemónicos del poder y saber (Méndez, 2021).

 

En este mismo orden de ideas, Grosfoguel y Mignolo (2008) señalan que la opción descolonial debe entenderse como “el turno descolonial” que se presenta como una alternativa real y concreta, asociada al “pensamiento descolonial” y al “giro descolonial”. De modo que cuando se dice “decolonialidad” y por ello significamos también otro término complejo modernidad/ colonialidad/descolonialidad, estamos significando un tipo de actividad (pensamiento, giro, opción), de enfrentamiento a la retórica de la modernidad y la lógica de la colonialidad (Méndez, 2021).

 

Lo que nos permite señalar que la descolonialización se da en dos momentos, el primero se inicia en el siglo XIX por las colonias españolas y seguida en el siglo XX por las colonias inglesas y francesas, las mismas fueron a medias, ya que el proceso de independencia se basó más hacia lo jurídico y político de las periferias que a una descolonización social y cultural. Mientras que, el segundo, la descolonialización –donde se hace énfasis en la categoría decolonialidad– se dirige a la heterarquía de las múltiples relaciones raciales, étnicas, sexuales, epistémicas, económicas y de género que la primera descolonialización dejó intactas (Castro-Gómez y Grosfoguel, 2007). Dando origen a un tipo de pensamiento que devela las diversas expresiones históricas, culturales, éticas, estéticas y epistemológicas de lucha y liberación, construyendo un pensar decolonial que acompañe la descolonización iniciada en el siglo XIX, con la gran responsabilidad de construir proyectos de resignificación políticas y sociales que logren impulsar sociedades otras desde la propia esencia de nuestros pueblos del Abya Yala.

 

Es por ello, que la decolonialidad se nos presenta como un referente epistémico y político que permite combatir las heridas coloniales aún existente en la ideología capitalista neoliberal. De ahí, que lo decolonial procura desde la crítica in-surgir para intervenir desde otras miradas sobre la importancia de construir múltiples caminos desde la propia praxis de los pueblos y culturas no occidentales que permitan la construcción de un mundo mejor (Walsh, 2012).

 

Por decolonial, se entenderá un pensar y praxis que busca revertir el orden colonial desde una perspectiva que se ubica en el imaginario cultural de los pueblos y comunidades del Abya Yala, construyendo así, espacios de lucha frente a las imposiciones ideológicas de los centros de poder y saber, al mismo tiempo el pensamiento decolonial propone superar la lógica de la modernidad por múltiples espacios culturales que brotan de la propia experiencia de aquellas cosmovisiones que han sido silenciadas e invisibilizadas por el orden racionalista eurocéntrico.

 

Apuntes para una pedagogía crítica latinoamericana

 

Es importante, resaltar algunos elementos que caracterizan la pedagogía crítica latinoamericana, entre los cuales podemos mencionar:

 

·         La naturaleza ética, política e ideológica de la educación, y la relevancia de la praxis político-pedagógica para la transformación social radical;

 

·         La identificación de factores alienantes y deshumanizantes en la cultura, por ende, la educación entendida como proceso de concientización;

 

·         La necesidad de constituir espacios de autoeducación popular, “con” y “desde” los oprimidos y explotados;

 

·         La praxis dialógica como reconocimiento genuino –no instrumental ni formal– de los saberes populares subalternizados del Otro en tanto Otro;

 

·         La convicción de que la praxis pedagógica debe desarrollar y potenciar todas las facultades humanas, reivindicando las categorías de omnilateralidad e integralidad de la educación;

 

·         El reconocimiento del conflicto Norte-Sur y de los problemas del colonialismo y el eurocentrismo presentes en la pedagogía (Cabaluz-Ducasse, 2016).

 

Asimismo, algunos autores, Cabaluz-Ducasse (2016), prefieren hablar de pedagogías críticas latinoamericanas en plural, que parte de posturas pedagógicas contrahegemónicas presente en pensadores, que además de Paulo Freire, han aportado ideas extraordinarias a la construcción de un tipo de educación para los pueblos y sociedades en nuestra América, tales es el caso de Moacir Gadotti, Darcy Ribeiro, Gaudencio Frigotto, Demerval Saviani, TomazTadeu da Silva, Carlos Cullen, Carlos Alberto Torres, Roberto Follari, Adriana Puiggrós, Claudia Korol, Norma Michi, Rolando Pinto, Hugo Zemelman, Iván Illich, Carlos Núñez, Roberto Abarca, Marco Raúl Mejía, José Luis Rebellato, entre otros (Cabaluz-Ducasse, 2016).

 

En las pedagogías críticas latinoamericanas podemos mencionar otros rasgos comunes en su propuesta epistémica, que abordan los problemas de nuestra América con la cual se debe enfrentar la educación desde posturas contrahegemónicas, territorializadas, emergentes desde la alteridad y configuradas desde la praxis (Cabaluz-Ducasse, 2016). Todo eso nos lleva a entender que las diversas posturas que ha asumido la pedagogía crítica latinoamericana conlleva a un develamiento de la injusta realidad que aún viven los pueblos del sur tanto de opresión como de sometimiento por parte de los grandes centros hegemónicos del saber, por lo que es necesario un pensamiento que aporte y acompañe a todas estas iniciativas emancipatorias de lucha y resistencia que permita la concientización de los sujetos y la puesta en marcha de un sistema educativo que sea al mismo tiempo antisistema, decolonial y profundamente crítico.

 

Al mismo tiempo hablar de pedagogías críticas latinoamericanas es reconocer la loable experiencia de los diversos movimientos sociales quienes desde su propia organización han consolidado saberes populares y milenarios que representan la esencia misma de esas culturas, tanto en sus métodos como en sus didácticas prácticas de enseñanzas, siendo una referencia importante el aporte que hace la Universidad Intercultural Amawtay Wasi en el Ecuador en la incorporación de las prácticas, experiencias, métodos y conocimientos de los pueblos originarios en los procesos pedagógicos.

 

Por lo que, hacer referencia a las pedagogías críticas latinoamericanas es reconocer también el gran legado y herencia cultural de los pueblos del sur quienes nos han aportado un conjunto de métodos, prácticas, experiencias y saberes que han permitido construir múltiples formas didácticas y pedagógicas que contribuyen a mantener de generación en generación su cosmovisión.

 

La pedagogía de la liberación como antecedentes a la pedagogía decolonial

 

Si bien en cierto, de todos los aportes que podemos reconocer de la pedagogía crítica latinoamericana contemporánea, ella tiene mucho que agradecer a las reflexiones que nos ha dejado la obra educativa de Freire, que desde la propia pedagogía del oprimido, desarrolla una propuesta pedagógica para que los seres humanos puedan emanciparse, tomado conciencia de su propia realidad que los obliga a resistir y luchar para su liberación, por ello considera que “la gran tarea humana e histórica de los oprimidos es liberarse a sí mismos y a sus opresores. Esta liberación es un verdadero parto, en el cual nacen hombres y mujeres nuevos, en relaciones de libertad, igualdad y emancipación” (Freire, 1982, p. 30).

 

Es en este sentido, que la educación debe ser entendida como una pedagogía de la liberación que procura crear espacios para la reflexión, problematización y criticidad sobre la situación real, política y social en la que se encuentran las sociedades en nuestra América. Aquí el educador –emancipador– juega un papel fundamental en el sentido que se compromete acompañar al educando en su proceso educativo, respetando su autonomía, cultura, experiencias previas y sus saberes, convirtiendo los encuentros educacionales en verdaderos y fraternos diálogos interculturales.

 

Es por ello, que la educación liberadora reconoce la concepción ontológica propia de los seres vivos en su estado natural, en donde el ser humano, no escapa de ella y por tanto es también un ser inacabado, un ser que se hace permanentemente, donde cada experiencia y situación lo van definiendo. La educación debe responder a esta dialéctica de la vida, donde “mujeres y hombres se tornan educables en la medida en que se reconocen inacabados. No es la educación lo que hace a las mujeres y los hombres educables, es la conciencia que tienen de ser seres inacabados lo que genera su educabilidad” (Freire, 1997, p. 64).

 

Si bien es cierto, que los seres humanos son seres incompletos e inacabados, están dotados de una conciencia que les permite reconocer sus cualidades, pero también sus limitaciones, buscando permanentemente su propia realización. La educación es considerada por Freire (1997) como una herramienta indispensable para contribuir a superar todas las barreras que la misma existencia le otorga, apuntando a una transformación en la esencia misma del sujeto para realizarse plenamente.

 

Freire (1997) no duda ni un instante en considerar que la educación se fundamenta en el principio de esperanza, desde esta misma concepción de la propia naturaleza humana, considera que: “es la conciencia de ser inacabados la que a su vez nos inserta en un movimiento permanente que nos acerca a la esperanza” (p. 64). Esta pedagogía de la esperanza tendrá como imperativo ontológico y ético la propia historicidad del ser humano, que con sus aciertos y desaciertos permite, en esa relación dialéctica y antagónica de vida, asumir el reto de una educación que busca un ideal de un mundo más humano.

 

Una de las características fundamentales de la concepción pedagógica que nos propone Freire (1982) está centrada en la dialogicidad de la educación que aunadamente a su carácter dialéctico, entiende que “…nadie educa a nadie, como tampoco nadie se educa a sí mismo: los hombres se educan en comunión, mediatizados por el mundo” (Freire, 1982, p. 10). Es decir, que la educación no se reduce, como lo considera la concepción bancaria, a un acto exclusivamente de transmitir conocimiento por parte del educador, por el contrario, tanto el educador como el educando de manera dialógica aprenden permanentemente en un contexto que se nutre de la cultura, cosmovisión e ideología que representa a una sociedad en particular.

 

Esta concepción freireana de la educación apunta a reconocer la importancia de todos los actores involucrados en el hecho educativo, entendiendo que es el aprendizaje, en esencia, lo fundamental en este proceso y no solo la forma de enseñanza. Asimismo, Freire (1997) valora la riqueza cultural del sujeto que se educa permanentemente, se le reconoce toda su experiencia y cosmovisión que trae, es por ello, que para el educador es un reto asumir esta realidad desde una perspectiva dialógica, consolidando una educación liberadora e intercultural.

 

La pedagogía liberadora que propone Freire (1997) hace hincapié en reconocer a la persona como tal, un sujeto que tiene sentimiento y que trae consigo un cúmulo de experiencia que es fundamental reconocer, además esta pedagogía valora la importancia de desarrollar un pensamiento crítico, dialéctico y dialógico permitiendo en el educando desarrollar todas sus capacidades en pro de un pensamiento que busca el ideal de superar no solo cualquier opresión sino las limitaciones ontológicas presentes por esencia en lo humano y apuntar a un pensamiento más acabado y para la libertad.

 

En sentido, la educación liberadora o problematizadora para Freire (1982) se fundamenta en una profunda concepción humanista reflejada en la relación dialógica y dialéctica entre educador y educando, por ello el rol del educador ya no será imponer su criterio sino más bien será la de un mediador entre su conocimiento y la experiencia previa del educando, asimismo se busca problematizar el sentido propio de la enseñanza que permita impulsar un espacio propicio para educar y aprender tanto de manera individual como colectivamente. Pensar en una educación problematizadora, entendida según los postulados freireanos, es hacerlo desde la condición propia de sujeto social que emana criticidad, desalienación y humanización ante lo complejo de vivir en una sociedad desigual y opresora.

 

Para Freire (1982) la educación liberadora procura dar las herramientas necesarias al sujeto para que pueda tomar conciencia de la situación en la que se encuentra y sea capaz de crear condiciones con los otros para transformar su realidad. Se gesta una pedagogía emancipadora que los convierte en sujetos activos, creadores, innovadores y críticos alcanzando niveles de conciencia que les permitirá trascender el orden político y social que lo enajena y domina. Por lo que, la educación “en tanto quehacer humanista y liberador, la importancia radica en que los hombres sometidos a la dominación luchen por su emancipación” (Freire, 1982, p. 99). Esta educación necesariamente es dialógica que permite interactuar con los distintos actores de la acción pedagógica pero también valorar el contexto social y cultural donde se da dicha relación.

 

El propósito de la educación para Freire (1984) es la dialogicidad, la misma permite el encuentro con el otro, un diálogo fraterno, sincero y verdadero, considera “no más educador del educando, no más educando del educador, sino que educador-educando y educando-educador” (p. 25). Es una pedagogía intersubjetiva que reconoce no solo la importancia del otro como persona sino también el contexto donde se desarrolla la praxis educativa. Es en este reconocimiento con el otro donde se gesta una educación para la libertad, asimismo puede ser entendida como una perspectiva epistemológica que permite reconocer un conocimiento construido desde la base y relación de la alteridad.

 

Una educación dialógica garantiza que ningún sujeto imponga su criterio como verdad absoluta, por el contrario permite el encuentro de dos perspectivas particulares de concepción de mundo que se fusionan críticamente para llegar a aprendizajes consensuados, generando verdaderos encuentros interculturales. Además de una educación que permite que tanto el educador como el educando se reconozcan como actores importantes en el proceso de aprendizaje conectados por un contexto histórico y cultural. Esta educación liberadora permite la humanización de esta relación, pero también procura problematizarla ya que por medio de ella se da la relación del ser humano con el mundo y sus múltiples relaciones (Freire, 1968).

 

Una educación para la liberación permite edificar las bases de una pedagogía de la esperanza, una pedagogía del amor y una pedagogía de la autonomía, ideando no solo ambientes propios para la praxis educativa sino desarrollando didácticas que permitan acompañar el proceso de enseñanza y aprendizaje basado en el respeto, reconocimiento, lealtad, sinceridad, honestidad y amistad entre los actores protagónicos del mismo; educador, educando y contexto cultural de ambos, consolidando una educación dialéctica, dialógica, intersubjetiva, crítica e intercultural que garantice condiciones para una pedagogía para la libertad y permita construir una sociedad emancipada.

 

Una educación para ser liberadora debe asumir la dimensión ética como prioridad formativa, si bien es cierto que se debe consolidar la criticidad para problematizar la realidad, también la formación ética es necesaria para reforzar valores que garanticen la convivencia en una sociedad participativa, democrática y profundamente plural. La relación entre ética y educación se nos presenta como un binomio clave en un proceso emancipatorio, una educación direccionada desde lo axiológico permite consolidar las relaciones sociales por su profundo carácter humanista al mismo tiempo permite formar sujetos éticos comprometidos con la transformación de su realidad.

 

Se hace necesario reconocer que los aportes que nos deja Freire (1982) en relación con la pedagogía de la liberación conlleva a un planteamiento epistemológico, en aras de consolidar un pensamiento crítico, como a un enfoque humanista, donde la ética se convierte en el principio que guía la praxis educativa. La educación solo se da desde un contexto caracterizado por la ética de la solidaridad y justicia.

 

En este sentido, la educación asume un rol protagónico para transformar la realidad, la misma asume como principios la liberación, la esperanza, el amor y la ética, en efecto todo apunta a nueva pedagogía que a través de la ética de la solidaridad se pueda defender lo más preciado que tiene el ser humano la vida, para Freire (2001) “la etización del mundo es una consecuencia necesaria de la producción de la existencia humana, la permanencia de la vida solo es posible desde la ética” (p. 112).

 

Por otro lado, todo acto pedagógico procura siempre una educación para la libertad, su propósito apunta a la concienciación del sujeto de su situación histórica, social y política en la que vive, para develar las posibles contradicciones, superarlas y transformarlas. Una pedagogía del oprimido que sea edificada por los mismos que sufren en carne propia las imposiciones de la colonialidad del saber occidental es fundamental, ya que les permite impulsar una educación problematizadora para la liberación plena y en pro de una sociedad más humana. Son estas reflexiones que hace de la obra educativa de Freire uno de los principales referentes del pensamiento y pedagogía decolonial.

 

En este sentido, hablar de decolonización nos obliga a referenciar algunos aspectos filosóficos que ayudan a hacer un análisis desde lo político, gnoseológico, ontológico y pensamiento abismal enmarcado desde la propia epistemología del sur.

 

Decolonización política

 

Decolonizar la política es decolonizar el poder, lo que implica la ruptura definitiva de los patrones existentes aún del orden colonial, estos patrones de poder se manifiestan en las formas autoritarias patriarcales y racistas de organización social; en las formas de gobierno y en las variadas categorías jurídicas y económicas, que se extienden a toda la estructura política de la sociedad (Méndez, 2021).

 

La decolonización política pasa por reconocer e identificar dónde ella se manifiesta; lo que implica luchar contra el machismo, discriminación, el racismo, homofobia y todo tipo de subordinación y/o sumisión en la que se pretenda colocar la condición de un ser humano por encima de la de otro. De allí la importancia que tienen los estudios que al respecto presentan pensadores como, Castro-Gómez (2007), Mignolo (2007), Quijano (2000), Dussel (1998), Walsh (2012) y muchos otros que forman parte del pensamiento decolonial (Méndez, 2017).

 

Por ende, la decolonización política conlleva a superar la estructura de poder impuesta desde la racionalidad moderna, que trajo consigo un tipo modelo de sociedad que se instauró en el continente Americano, generando grandes desigualdades e injusticia que es necesario no solo denunciar sino de combatir desde la propia construcción de proyectos emancipatorios que asume el principio de autodeterminación de los pueblos y la necesidad de establecer verdaderos diálogos interculturales.

 

Decolonización del saber

 

Decolonizar el saber implica deconstruir la visión que se tiene sobre la historia de la conquista que impuso un tipo de conocimiento de manera univoca y dogmática con el pretexto de validez racional y científico que con su pretensión universal invisibilizó los diversos saberes y cosmovisiones de los pueblos originarios.

 

De ahí, la importancia de reescribir una nueva historia de las ideas que reconozca el papel de los sujetos y los pueblos que fueron sometidos a la barbarie de la conquista, decolonizar el imaginario de ser “descubiertos” por una realidad que se construye a partir del dictamen del colonizador europeo, teniendo como centro de todo acontecimiento a Europa. Este paradigma eurocéntrico se convirtió en la ideología por antonomasia con un rigor epistemológico y científico que anuló por completo otros saberes existentes, donde “los saberes ancestrales, o las tradiciones culturales lejanas o exóticas, son vistos como doxa, es decir, como un obstáculo epistemológico que debe ser superado” (Castro-Gómez, 2007 p. 17).

 

Por lo que, ningún saber está por encima de otro, para Castro-Gómez (2007) no existe la hybris del punto cero, que es el cristal donde se ha situado el pensamiento europeo, que con pretensiones de Dios todo observa y crítica, pero sin que nadie pueda observar su punto de vista cientificista y racionalista cayendo en un dogmatismo gnoseológico que tanto daño hace a la diversidad cultural.

 

Asimismo, Mignolo (2007) plantea la geopolítica del conocimiento como clave fundamental para decolonizar el saber, para él la idea de América Latina, nace dentro de un contexto de imposición imperial/colonial europea, mientras que para Dussel (1998) la modernidad impulsada por la racionalidad eurocéntrica convirtió a los pueblos del sur en periferias, en modelos geopolíticos condenados a girar subordinados a los grandes centros hegemónicos del saber.

 

Decolonización ontológica

 

Analizar filosóficamente la situación del sujeto colonizado en América es ubicarlo en su contexto, caracterizado por la forma violenta como se presentaron los hechos por parte del conquistador quien impuso su pensamiento, cultura, lenguaje y religión, incurriendo a su estructura de poder imperial-colonizador-genocida, negando hasta la propia existencia de las diversas culturas del continente, cuestión que no permitió que se les reconocieran ontológicamente como seres humanos. Es por ello, que tanto las relaciones sociales como las políticas desarrolladas en tiempos coloniales sometió al otro al infierno de la esclavitud racial, la violación y un tipo de colonialismo perpetuo (Maldonado, 2007).

 

En este sentido, la decolonización ontológica implica un filosofar desde nuestras propias existencias como sujetos que estamos impregnados de aspectos culturales que nos definen como especie humana, por lo que se busca restaurar las relaciones de respeto entre pueblos y sociedades cuyos valores se encuentran inmersos en su propia autodeterminación y de las formas particulares de organizarse como sociedades legitimas.

 

Epistemología del sur y decolonialidad

 

Los pueblos en América siguen resistiendo los diversos atropellos impuestos por los poderes capitalistas y neocoloniales, que no permiten la consolidación de tipos sociedades otras que coexisten marginadas, excluidas e invisibilizadas. Por lo que se hace, necesario, impulsar una epistemología del sur que permita romper con la hegemonía de la lógica del capital desarrollado por los grandes centros hegemónicos del poder, reconociendo las diversas formas y estilo de vida que se encuentra en el sur, al decir de Santos (2011), que sea capaz de asumir, también, el reclamo de nuevos procesos de producción y de valoración de conocimientos válidos, científicos y no científicos, y de nuevas relaciones entre diferentes tipos de conocimiento, a partir de las prácticas de las clases y grupos sociales que han sufrido de manera sistemática las injustas desigualdades y las discriminaciones causadas por el colonialismo neoliberal.

 

La epistemología del sur se convierte en un referente del pensamiento decolonial, en el sentido que ayuda a generar propuestas liberadoras, y emancipadoras desde el mismo posicionamiento del sujeto, que en su condición individual y social se organiza colectivamente desde sus praxis comunitarias en pro de una sociedad basada en valores de justicia, esperanza, solidaridad, igualdad que lleva consigo un alto compromiso espiritual y ecológico.

 

En efecto, para Santos (2011) la epistemología del sur permite reconocer otros conocimientos que tienen formas diversas de concebir la realidad y de demostrar un saber práctico para la vida en sociedad, estos conocimientos invisibilizados por el pensamiento eurocéntrico representan la historia de los pueblos y culturas del sur, llena de una vasta experiencia tanto de lucha y resistencia como de sabiduría, por lo que se hace necesario recuperar este legado como referente esencial para la transformación de la sociedades contemporáneas.

 

Pedagogía decolonial

 

Todas estas reflexiones apuntan a considerar a Freire (1982), también, como uno de los primeros pensadores que contribuyeron a desarrollar un tipo de pensamiento decolonial, esencialmente es uno de los precursores de la pedagogía decolonial. Con su teoría crítica contribuyó al proceso de emancipación educativa, política y cultural del siglo XX, cuestionó tanto a la ideología capitalista como la del socialismo real de su tiempo, considerándolas como opresoras y que respondían solo a los intereses de los grandes centros hegemónicos del poder y saber, amparados en la lógica del capital y al discurso cientificista de la racionalidad moderna occidental.

 

Con sus aportes sobre la pedagogía de la liberación contribuyó a elaborar un discurso crítico de lucha y acción contra la dominación y opresión, consideró siempre el carácter pedagógico de los diversos escenarios de resistencia para la emancipación, según Freire (1982) “la acción política del lado de los oprimidos debe ser acción pedagógica en el sentido auténtico de la palabra, y, por tanto, acción con los oprimidos” (p. 53).

 

Freire (1993) como pensador de su tiempo desarrolló un profundo pensamiento crítico y visionario, si bien es cierto que su formación estuvo influenciada por la filosofía y pedagogía occidental trató también de hacer una lectura compresiva de la realidad en la que vivió, no solo ubicándose al lado de los más necesitados, sino que sus reflexiones y acciones le permitió acompañar, conocer y luchar junto a ellos. Pretender negar su aporte y reducirlo a un tipo de pedagogía crítica que se disfraza de “revolucionaria”, como lo plantea Walsh (2014), y que reproduce la racionalidad occidental desde un enfoque antropocéntrico y exclusivamente marxista, es no entender la esencia misma de su filosofía y el gran legado que dejó, incluyendo para la pedagogía decolonial.

 

Cuestionar como lo hace Walsh (2014), –autora con quien compartimos gran parte de su pensamiento de la pedagogía decolonial–, el hecho de que Freire (1993) en vida no consideró tan abiertamente en sus estudios, las experiencias y realidades de los pueblos indígenas, su cultura, cosmología, espiritualidad, sabiduría y su conocimiento, no es motivo para negar y desacreditar todo su legado, vigencia y referencia como uno de los grandes pedagogos de nuestra América del siglo XX. Sus obras y reflexiones han nutrido no solo a la pedagogía crítica y al pensamiento filosófico latinoamericano contemporáneo sino también al pensamiento y pedagogía decolonial.

 

La pedagogía decolonial desarrollada por Walsh (2014), pretende repensar, comprender y acompañar desde una nueva interculturalidad la realidad y lucha de los pueblos del Abya Yala convirtiéndose en un proyecto epistemológico y político, que para la autora la aleja de la pedagogía crítica de la que formó parte durante varios años. La pedagogía decolonial no solo ve la diferencia abismal heredera de la herida colonial, sino que acompaña a estas otras epistemes que entrelazan la naturaleza, la vida con la autodeterminación, descolonización y transformación. Asimismo, Walsh (2014) considera la necesidad de hablar de pedagogías decoloniales, en vez de hablar de una pedagogía en singular, las mismas son entendidas “como acciones que promueven y provocan la fisuración y agrietamiento del orden moderno/colonial, las que hacen posible y dan sustento y fuerza a un modo muy otro de estar en y con el mundo” (p, 26).

 

A pesar de que las reflexiones elaboradas por Freire (1993) no señalaban exclusivamente la realidad de pueblos del Abya Yala, su pensamiento pedagógico apuntó a una praxis sociopolítica y productiva con una clara orientación epistemológica y metodológica que reconocía al sujeto social, cultural y político en situaciones de residencia y lucha contra cualquier opresión y dominación, aplicable a cualquier otro pueblo en situaciones análogamente similares, incluyendo a los pueblos indígenas. Freire (1982) no dudó en reconocer “los contextos de lucha social, política, epistémica y de existencia donde los líderes y los pueblos, mutuamente identificados, juntos, crean las líneas directrices de su acción educativa, política y de liberación” (p. 183).

 

La influencia de la pedagogía de la liberación a la pedagogía decolonial se encuentra inclusive en el mismo hecho de reconocer que son en las luchas sociales donde se gestan los verdaderos proyectos educativos y políticos, es en ese escenario de resistencia que nos enseñan a desaprender y a reaprender para sistematizar, reflexionar sobre la acción como un ciclo dialéctico y dialógico, donde lo político se hace pedagógico y lo pedagógico se hace político, es en la praxis misma pedagógica la que nos conlleva a una verdadera liberación tanto individual como colectiva contra todo orden de dominación para que los pueblos se organicen y transformen sus propias realidades y combatan las estructuras ideológicas de los grandes centros hegemónicos del poder y saber.

 


A modo de conclusión

 

El pensamiento de Freire a la luz de las pedagogías críticas latinoamericanas y de la pedagogía decolonial, ha permitido que se reconozcan y valores los saberes, quehaceres y prácticas de los pueblos del sur como alternativas de espacios culturales opuestos al paradigma moderno occidental. El sujeto toma conciencia de su rol protagónico tanto de su proceso pedagógico de lucha, resistencia y liberación como del yugo hegemónico colonial que debe superar, al mismo tiempo entiende desde una mirada intersubjetiva e intercultural que es en el trabajo colectivo y asociativo donde se podrá alcanzar el éxito definitivo de su emancipación política, valorando así sus saberes, experiencias, lenguajes y conocimientos como fortaleza epistémica y pedagógica para la consolidación de una sociedad otra.

 

Todas estas reflexiones apuntan a considerar que el pensamiento educativo de Freire lo ubica como uno de los grandes precursores de la pedagogía crítica latinoamericana y de la pedagogía decolonial. Su lectura procura comprometernos con el tipo de educación que necesitan los pueblos en nuestra América, esta educación debe ser profundamente liberadora, problematizadora, crítica, intercultural, dialógica y profundamente decolonial. En este sentido, la educación es vista como una herramienta para la emancipación, capaz de edificar las bases epistemológicas y políticas del tipo de sociedad que se requiere desde los principios de esperanza, autonomía y alteridad, partiendo de los propios conocimientos de las culturas originarias.

 

El aporte del pensamiento educativo desarrollado por Freire sigue guardando plena vigencia en la actualidad, sus reflexiones fundaron las bases para una pedagogía crítica y decolonial que reivindicó un método de enseñanza y aprendizaje y una epistemología y metodología liberadora para los pueblos, también denunció los atropellos del modelo educativo bancario. Desde su praxis pedagógica contribuyó no solo a alfabetizar a cientos de campesinos, sino que pudo enseñar con su ejemplo ético el espíritu de lucha política para una verdadera reivindicación de los derechos como humanos que a su vez les permitiesen vivir dignamente y se le respetaran su propia capacidad para transformar su realidad acorde a su cultura y cosmovisión.

 

Por lo que, hacer una lectura del pensamiento educativo de Freire per-mite ver su aporte tanto a las pedagogías críticas latinoamericanas como a la construcción de una pedagogía decolonial, su legado ha sido el punto de partida para el diseño de un conjunto de epistemologías otras, que se sustenta de la crítica al sistema-mundo capitalista y el pensamiento moderno occidental para pensar en una epistemología para la resistencia y liberación que reconoce la pluralidad de conocimientos heterogéneos, interconectados dialécticamente que deben ser la base de toda propuesta educativa que se haga para los pueblos del sur.

 


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[1] PhD. en Ciencias Filosóficas y PhD. en Ciencias Gerenciales. Post-Doctor en Ciencias Humanas. Magister en Filosofía. Licenciado en Filosofía. Educador. (Componte docente). Docente e investigador de la Universidad Politécnica Salesiana. Forma parte del grupo de investigación Ataraxia dirigiendo un proyecto de investigación titulado: “Ética y pedagogía en clave decolonial. Una aproximación teórica desde el contexto universitario”. Ha sido profesor e investigador de prestigiosas universidades en Venezuela y Ecuador. Ha ocupado importantes cargos en gerencias universitarias tales como: Vicerrector Académico de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (2015-2018), Director del Centro Estudios Filosóficos de la Universidad del Zulia, Director del Museo Histórico Rafael Urdaneta, Jefe de Departamento de la Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia, entre otras responsabilidades. Ha publicado más de 40 artículos en diversas revistas indexadas nacionales e internacionales. Asimismo, ha publicado más de 15 libros en los que se destacan: De la educación popular a la decolonización de la universidad (2015), De la universidad que tenemos a la universidad necesaria. Un estudio desde el pensamiento decolonial (2017), Del sujeto moderno al sujeto decolonial. Una aproximación epistémica para la emancipación desde la filosofía latinoamericana (2018) y recientemente: Gobernabilidad y gerencia transformacional en organizaciones complejas. Un estudio fenomenológico (2020) publicado por la Editorial Abya Yala de la Universidad Politécnica Salesiana.