ARTÍCULO DE REFLEXIÓN                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                    Recibido: 04/02/2025

Aprobado: 29/07/2025

 

 

Danzando la historia belenita

Dancing the history of belen

María Alexandra Muñoz Ordoñez

Dumer Mamián Guzmán

DOI: https://doi.org/10.22267/rceilat.2556.139

Resumen

Belén, la capital marroquinera de Nariño, es un pequeño territorio al norte del departamento que cuenta mil historias a través de sus calles y caminos; que encuentra paisanos en cada rincón del país y que tiene tanto que aportar a la región y a la nación como muchos otros pedazos de tierra habitados por colombianos empeñados en salir adelante. La historia de Belén no empieza con la marroquinería, sino que se remonta a unos tiempos agrícolas que, hoy por hoy, poco y nada resuenan en sus calles y campos modernizados. Hoy, la vida se cuenta en retazos de cueros y de colores, en los talleres familiares y en los inigualables productos terminados que solo un belenita sabe elaborar.

La historia belenita no ha sido visibilizada, lo que no ha permitido que llegue a tantos rincones como sería posible. Se ha valido un poco de la academia para ser divulgada.

Este artículo busca presentar a la danza folclórica como una herramienta pedagógica que tiene la posibilidad de contar la historia belenita, a partir de la investigación de su devenir y contando, a través del movimiento, momentos emblemáticos de la vida agraria, el paso a la marroquinería y el establecimiento de esta industria entre sus gentes. Es una alternativa pedagógica para fortalecer los rasgos identitarios belenitas; proponiendo la danza, el movimiento, el cuerpo, como vehículos que lleven a la cultura belenita a reforzarse, a crecer e invitar a otros a crear a través del conocimiento del territorio.

Palabras clave: Cultura, Danza folclórica, Historia, Identidad, Marroquinería.

Abstract

Belén, known as the leather craftsmanship capital of Nariño, is a small town in the north of the department that holds countless stories within its streets and paths. Yet, much of its history has not been made visible, limiting its dissemination to wider audiences. Some aspects have been shared through academic work.

This article seeks to present folk dance as a pedagogical tool to narrate Belén’s history, highlighting emblematic moments through movement —from agrarian life to the transition into leather craftsmanship and the establishment of this industry among its people. It offers a pedagogical alternative to strengthen the identity traits of Belén’s inhabitants, proposing dance, movement, and the body as vehicles that reinforce and expand Belén’s culture, while inspiring others to create through knowledge of the territory.

Keywords: Culture, Folkloric Dance, History, Identity, Leather Goods.

Introducción

Belén, es un pequeño municipio al norte del departamento de Nariño, a unos 92 km, aproximadamente, de la ciudad de Pasto. Conocido como la tierra del cuero o la capital marroquinera de Nariño, debido a su industria ya muy enraizada, la cual viene desarrollándose desde 1920, aproximadamente (Ordoñez y otros, 1991). Belén es uno de los municipios más jóvenes del departamento. Antes de ser establecido como tal, fue un corregimiento de su vecino municipio La Cruz, del cual dependió administrativamente y con el cual se desarrolló cultural y socialmente hasta el año 1985, año en el que fue reconocido como un municipio independiente. No obstante, la organización social, cultural e identitaria de sus habitantes es de más larga duración antes de que la industria del cuero asomara en su historia y sus quehaceres, pues este territorio se forjó construyendo una vida social y cultural agraria rural.

En consecuencia, la historia de la cultura y la sociedad belenita cuenta con enormes riquezas, pero no ha sido investigada a profundidad; se reconocen sus productos en cuero a nivel departamental, pero su riqueza cultural y su construcción histórica son pobremente difundidas, incluso, muchos de sus habitantes más jóvenes reconocen saber muy poco al respecto. Entonces, la intención de esta investigación es indagar en la historia belenita y encontrar la mayor cantidad de aspectos culturales e identitarios posible para difundirlos a través de la danza folclórica, una herramienta pedagógica mucho más propicia y pertinente, que llega a múltiples públicos por ser innovadora y entretenida, al tiempo que educa en diferentes direcciones, tanto a quienes la ejecutan como a quienes la observan; pero, para tal efecto, necesita que quienes la interpreten se adentren en dicha historia, reconozcan los aspectos culturales que la hacen tan particular y que la dejen ver en sus movimientos por medio de una representación creativa y limpia, sin asomo de simplicidades para que de pie a las más diversas y ricas interpretaciones. La danza es una herramienta popular, un quehacer de la cotidianidad, que nace de la comunidad y se acerca a ella; es por ello que esta trasciende las aulas. Por estas razones se busca que sea apropiada por la comunidad y sus intereses, sus esfuerzos y su creatividad, que se vea como una herramienta que puede ser usada por cada uno de los habitantes del territorio y con ella educar a la comunidad, con la expresión y la apropiación del sentir común, apoyado en la investigación y observación profunda de los detalles que identifican a este territorio y a quienes lo habitan.

La propuesta dancística se crea teniendo como insumo base la historia belenita, su etapa agrícola y su actual etapa marroquinera, cada momento de la puesta en escena se establece bajo la lógica de un momento histórico relevante para la construcción de lo que hoy es el municipio de Belén, En esta medida, la puesta en escena cuenta tres momentos, el primero es la muestra del campo belenita, usando movimientos sencillos y lentos, enfatizando en quehaceres como la siembra y la cosecha, el trabajo familiar, el idilio amoroso que establece a la familia belenita como la base de su sociedad; como segunda parte se tiene las razones del cambio socioeconómico, mismo que se reconoce dentro de la lógica de la guerra, guerra que llega al territorio y deja como única opción el cambio de la economía en el territorio y la construcción de nuevas formas de vida; finalmente se describe, a través de la danza, a la economía y sociedad marroquinera, distribuyendo los quehaceres como fuera costumbre desde los inicios hasta la actualidad, dejando algunos trabajos a los hombres y otros a las mujeres, pero estableciendo que el desarrollo de Belén como territorio marroquinero requiere del trabajo de una sociedad unida y dispuesta a salir adelante en unión y fraternidad.

La danza folclórica como método de difusión histórica popular

En el amplio abanico y diversidad de matices en que el arte se despliega y se presenta para transformar a las sociedades, se permite también aportar a la perdurabilidad de las costumbres y a la divulgación de las mismas, y, así mismo, ser percibido y disfrutado por todos los públicos. Y como el arte no es ingenuo, lleva siempre implícito un mensaje, que se transmite, se divulga y crece hasta volverse parte del pensamiento cotidiano de sus observadores.

La danza es una de esas expresiones artísticas que tiene amplias posibilidades pedagógicas y que, siendo parte de la cotidianidad de las comunidades, se acepta con total naturalidad y se disfruta y multiplica fácilmente, “La danza tiene validez pedagógica ya que puede ser un factor de conocimiento cultural; además, puede ser un factor de educación intercultural favoreciendo el conocimiento y la aceptación y tolerancia de la realidad pluricultural de la sociedad actual” (Hernández, Torres, 2009, p. 2).

Como es posible evidenciarlo desde el texto de Hernández “La danza y su valor educativo”, la danza puede considerarse una herramienta pedagógica que trasciende el aula, esto dado que permite la divulgación de conocimientos culturales y el reconocimiento de la diversidad cultural, así, siendo una actividad que hace parte de la cotidianidad de los grupos humanos, no busca una estructuración precisa, no requiere de ella, más bien se establece en la lógica del compartir los saberes, del conocer y aprender por inquietud y gusto particular, creando espacios en lugares y momentos que, podrían no estar pensados para la danza, pero que se vuelven parte del quehacer dancístico en tanto la comunidad los requiere y los ve como espacios propicios para el compartir. De este modo es posible hablar del arte más allá de la exposición o explicación racional y reconocerlo como un medio de divulgación, aprendizaje y fortalecimiento de la identidad, la cultura y la historia de los territorios.

No obstante, en nuestro caso, la danza desde la academia cuenta con una estructuración y estudio formal que le permite establecerse como uno de los artes más amplios y completos, pues cuenta con investigación social y bibliográfica, con investigación musical, apropiación del personaje e identificación con el mismo, reconocimiento de la región que se interpreta y, por supuesto, el cuerpo, como herramienta indispensable en la interpretación.

Es así como la danza se vuelve un instrumento propicio para la divulgación de los aspectos culturales y el fortalecimiento de la identidad belenita. Danzando la historia le permite llegar a grupos sociales muy diversos tanto en edad, como en gustos e intereses. Más aún, si la danza está acompañada de la música y el relato resumidos en un buen montaje. Lo que, a su vez, llama la atención y conserva su esencia e intención hasta el final, educando incluso al más escéptico y distraído. También se convierte en un aspecto simbólico fundamental para la cultura y la identidad, puesto que, la representación implica aspectos identitarios a través de simbolizaciones.

Para Geertz en su texto La interpretación de las culturas (1973), los aspectos simbólicos representan e identifican a los grupos sociales y sus culturas, pues

... lo simbólico (sea un rito de pasaje, una novela romántica, una ideología revolucionaria o un cuadro paisajístico) tiene una existencia tan concreta y una entidad tan manifiesta como lo material; las estructuras que lo simbólico transita, si bien elusivas, no constituyen milagros ni espejismos, sino hechos tangibles. (Geertz, 1973, p. 10)

Leyendo a Geertz, es posible deducir que todo elemento o creación simbólica, como la danza, puede aportar a la perdurabilidad de las tradiciones en el tiempo, pues se nutre de hechos reales, creencias sentidas y quehaceres vividos, que buscan permanecer a través de la historia y seguir afianzando la identidad de un grupo social particular.

Desde los argumentos y experiencias presentadas por Doris Sommer (2020), las posibilidades del arte en la educación, son infinitas; empezando por la asimilación de la lectura por medio del arte, llegando a la interpretación de la misma a través de la creatividad, de las propuestas musicales, teatrales, dancísticas, plásticas y de dibujo. Estas posibilidades, presentadas por medio de pretextos, dan nuevas opciones y formas de enseñar, de reconocer y entender el conocimiento como una forma de mejorar las condiciones de vida de un grupo social.

La creación de la puesta en escena requiere inicialmente del reconocimiento de los aspectos que se busca representar, sean momentos históricos, quehaceres o tradiciones particulares, esto para que el enfoque sea específico y evitar divagar en el proceso de creación.

Es desde la lectura de contexto, la investigación del mismo y el conocimiento del carácter pedagógico que tiene el arte y, en particular, la danza, como se crea una puesta en escena que cuente una historia, que permita la divulgación de tradiciones propias de un territorio y que aporte a la apropiación identitaria. Belén, su historia, su cultura y su tradición, son los insumos que aportan a esta puesta en escena, que cuenta la historia y reivindica la cultura y tradición a través del movimiento, del cuerpo, del sentir, interpretando con respeto todo aquello que identifica a los belenitas y les hace ser orgullosamente de la tierra del cuero

Se busca, entonces, que la danza sea la herramienta de difusión de una historia que se ha contado pocas veces y que debe ser conocida, una historia riquísima para propios y extraños, pues resalta el valor del belenita, la tenacidad y la capacidad para salir de la adversidad; esta historia belenita ha sido, en parte, investigada ya, pero su difusión ha sido mínima, es por ello que se ve al arte como una opción nueva para divulgarla, para que sea esparcida por el departamento y así la cultura belenita se enriquezca.

Para tal efecto, se creó una historia corta que recoge lo que se considera son los momentos históricos más importantes en el proceso de transformación de Belén y que al tiempo resaltan los aspectos culturales más relevantes de este territorio.

Belén, una historia por contar

Para entender en su totalidad a Belén como la tierra del cuero, es imperante conocer su historia, identificar sus etapas y reconocernos como herederos de muchas partes de cada una de ellas. Este proceso dará mayores bases a la identidad belenita, al tiempo que nutrirá su cultura y ampliará su conservación, su reconocimiento consciente e inconsciente y su arraigo profundo por parte de la comunidad.

Belén, capital marroquinera de Nariño, es la denominación con la cual se reconoce, en muchos rincones del departamento y algunos lugares del país, a uno de los municipios más jóvenes y pequeños del departamento de Nariño. Se lo conoce de esta manera por su trabajo en la industria del cuero y por la calidad de sus productos. No obstante, la industria del cuero es solo uno de los múltiples aspectos que componen tanto la historia como la cultura belenita.

La historia del territorio belenita empieza en el campo, como un lugar dedicado a la agricultura, donde, entre la siembra y la cosecha, transcurría la vida de los belenitas. Para ese entonces aun no eran un municipio independiente, pues dependían administrativamente del municipio de La Cruz, destacado por el desarrollo del comercio, actividad de la que también participaban los belenitas, pues aun cuando las cosechas les garantizaban a las familias del territorio estabilidad alimentaria, el comercio de estos productos les permitía resolver las eventuales necesidades alternas que se les presentaban. Esta etapa es recordada por los habitantes del lugar en medio de la nostalgia y el agradecimiento, pues aseguran haber vivido en medio de una abundancia que, desafortunadamente no volvieron a vivir.

Las investigaciones históricas dan cuenta de la importancia de la agricultura para este territorio. Cuentan que, hasta los primeros años del siglo XX, este era un territorio puramente agrícola, actividad que se desarrollaba de conformidad con cierta división del trabajo, puesto que, los hombres se dedicaban a las labores del campo, mientras las mujeres se dedicaban a las labores del hogar. Para este tiempo la gente de Belén sustentaba sus necesidades en un 98% del campo, de la agricultura, mientras el 2% restante se dedicaban a la carpintería, la alfarería, la artesanía de la paja toquilla y tejidos de lana de oveja en guangas, así lo plantea Gerardo Mesías Ordoñez y otros, en su texto Monografía de Belén (1991).

Pero también participaban en el desarrollo del comercio, empezando por el intercambio cotidiano “trueque”1 entre los vecinos, y pasando a la venta de estos productos en el casco urbano de La Cruz. La habilidad para vender sus productos, le será fundamental en la siguiente etapa de su historia.

Para 1920, se establece la industria del cuero con la elaboración de productos de poco acabado y de baja dificultad, tales como rejos, zurrones, alpargates y sandalias. Más adelante, según Mesías Ordoñez y otros (1991), ya se establece la marroquinería, como fuente económica y cultural fundamental, con dos modalidades básicas: la curtiembre y la marroquinería.

El trabajo del cuero toma tanta relevancia entre los habitantes de Belén que, hoy por hoy, múltiples familias se consideran las iniciadoras de esta industria en su terruño; y las versiones de la llegada de la industria del cuero también son amplísimas. No obstante, hay una historia o versión que unifica a todas las demás, pero que de a poco ha perdido popularidad, aun así, muchos de los habitantes más longevos del territorio la cuentan y se sienten identificados con esta versión, pues después de ella, sus familias entran a hacer parte de la historia de instauración de este quehacer tan importante para los belenitas.

Se popularizó la versión de que, durante la guerra de los mil días, etapa compleja para el país, los soldados de ambos bandos pasaron por el territorio belenita ya que antes pasaba por el lugar el “Camino real” que comunicaba a Pasto y el sur con Almaguer, Popayán y el norte del país, y viéndose sin comida y sin recursos de ningún tipo, se decidieron a entrar a las pequeñas fincas a llevarse los sembrados y matar el ganado, llevándose la carne y dejando solamente los cueros. Esto dejó a las familias en la desolación, pero en cuanto pudieron reponerse de dicho golpe decidieron darles uso a esas pieles, usándolas, inicialmente, como morrales improvisados para transportar los pocos productos que les quedaron. No obstante, dicen que por esta época había en Belén un “forastero” 2 del Huila, que había viajado a visitar a unos familiares, quien viendo la situación les comentó que en sus tierras se trataba el cuero para la fabricación de elementos necesarios en el campo y decidió explicarles cómo se podían elaborar con los recursos con que contaban en el lugar.

Es así como la industria del cuero llega a Belén, por completo azar del destino, pero se vuelve tan importante para la región que las técnicas se van perfeccionando hasta convertir la marroquinería en la bandera de los belenitas, fundamento de su tierra, su cultura y su identidad. Esta sería la primera piedra de una industria que se iría perfeccionando con el tiempo y que apenas, hacia 1920, según Mesías Ordoñez y otros, en “Monografía de Belén” se empezaría a conformar como una fuente económica palpable, pues gracias al aprendizaje de la curtición de las pieles, la producción de los elementos fue aumentando y su calidad en mejora constante.

La puesta en escena

El relato: Ser de Belén, ser del terruño del cuero (Descripción historiográfica)

Belén, un municipio al norte del departamento de Nariño, establecido, en sus inicios, como un territorio agricultor, se vio, como muchos otros lugares del territorio nacional, afectado profundamente por las desigualdades sociales, económicas y políticas, que derivaron en el conflicto armado, vigente hasta nuestros días y que tocó tan fuertemente al entorno que terminó cambiando, casi por completo, la fuente económica de este lugar dejando como resultado una nueva forma de vida y un territorio en reconstrucción.

El conflicto armado en Colombia, llegó a las tierras belenitas durante la Guerra de los Mil Días, tiempo de conflicto e inseguridad; se cuenta que para este tiempo los soldados de ambos bandos (liberales y conservadores) terminaron llegando a las montañas belenitas, en donde, a causa de la escasez y agotamiento de la guerra, decidieron tomar por la fuerza la cosecha y el ganado de las fincas cercanas, dejando como resultado familias campesinas sin cultivos ni animales, con temor y sin a dónde ir; tras la situación, estas familias quedaron en la pobreza; pero justo, por ese tiempo un “forastero” huilense llegó a tierras belenitas, visitando a familiares y amigos; él, viendo la situación les comentó que en sus tierras se trabajaba el cuero y decidió enseñarles cómo hacerlo, a lo cual ellos respondieron que sí. La solución resultó en la utilización de lo único que la guerra les dejaba, las pieles de sus reses robadas, con las cuales empezó la reconstrucción de un territorio alrededor de un quehacer que hoy persiste en el contexto y significa, más del 90% de la economía belenita.

Belén pasó de ser de territorio agrícola a marroquinero y esto le requirió la reorganización de su entorno, la reconstrucción de su cultura, la reformación de sus pensamientos, formas y figuras, tanto sociales, como culturales y económicas. Hoy, Belén, es la capital marroquinera de Nariño, tierra orgullosa de su producción manufacturera y defensora de una cultura en construcción, que, aunque, seguramente, continuará en constante movimiento, está basada en su historia, sus dificultades y las habilidades de sus habitantes para ser felices.

Este fue el insumo principal para la construcción de la puesta en escena denominada Belén, la tierra del cuero, que está compuesta por dos propuestas coreográficas basadas en la danza folclórica, de corte dramatúrgico, acompañada de música inédita compuesta, especialmente, para el contexto, compuestas con ayuda de la investigación en el territorio, considerando las características geográficas y culturales vigentes y los instrumentos más usados en el entorno. Tanto la música como la danza pretenden describir algunos aspectos relevantes de la cultura belenita.

Es importante resaltar los aportes, del maestro Edisson Leonidas Jojoa Erazo, en la parte musical, de Jimmy Alexander Cañar, uno de los directores de la propuesta dancística, y de los integrantes de la agrupación Tierra ancestral, quienes participaron activamente en la puesta en escena.

Descripción coreográfica

La escenografía está ambientada en la temática de la feria artesanal del cuero, que se ha desarrollado en el municipio de Belén en 12 versiones. En el escenario se destacan elementos como los productos de cuero, así como los elementos que representan la geografía municipal y algunos del Carnaval de Negros y Blancos, que se mantienen en este territorio.

La propuesta coreográfica, así como la musical, constan de dos partes: la primera se crea con la intención de hacer una descripción de la historia del municipio, enfocándose en aspectos como, el campo y las labores agrícolas, acto seguido se busca representar la coyuntura que exige el cambio de economía del municipio, la guerra, representada de manera muy sutil; finalmente, se presenta la aceptación y reconstrucción de la identidad y cultura a través de una nueva economía, el cuero.

Por otro lado, está el aspecto musical, pues su influencia es de gran importancia tanto en el desarrollo de la propuesta como en el objetivo de la misma, dado que la música es también un medio artístico muy influenciado por las sociedades en que se crea y que consigue rescatar y reforzar la identidad de los pueblos. Así pues, la propuesta consta de dos piezas musicales que se describen de la siguiente manera: la pieza musical inicial relata aspectos geográficos, económicos y culturales del municipio, de una forma muy poética, buscando resaltarlos y darlos a conocer, lo que la hace muy pertinente para la propuesta coreográfica de inicio, pues esta busca representar la conformación del municipio, sus cambios, sus raíces y la llegada de la industria del cuero. En ella se deja entrever, de una forma muy sutil, la historia de la guerra, la cual da paso a la conformación de un territorio que es del cuero. La segunda parte de la pieza musical es instrumental y está inspirada en los ritmos y sonidos propios del territorio, en su etapa marroquinera. Se destacan instrumentos andinos y campesinos y un ritmo festivo característico de esta región. Es así como la propuesta coreográfica presenta la apropiación de una nueva forma de vida, la división del trabajo y la reconstrucción del territorio alrededor de una nueva economía, que generará unas nuevas formas culturales, identitarias y de vida.

Musicalmente se consideró pertinente mantener el bambuco sureño o son sureño, como ritmo base de la propuesta, pues representa al departamento y se mantiene en gran parte del territorio. El vestuario es representativo de las mujeres mayores de Belén, intentando que sea más fiel a sus costumbres y su vestimenta tradicional, así: respecto del vestuario femenino, los follados son faldas rectas, los cunches de lana son enaguas de tela delgada y los pañolones son piezas de cuero; este último, usado como elemento representativo de la cultura e identidad belenita, destacado por ser la fuente principal de su trabajo y de su identidad. En cuanto al vestuario masculino se adopta el pantalón de tela, pero en colores vistosos, se cambia la ruana de trabajo por el chaleco de hilo y se agrega el delantal de cuero, como elemento representativo de la marroquinería.

Todos los elementos y piezas de vestuario fueron pensados y usados en función de la intención pedagógica y el acercamiento del estudiante y público a la representación más fiel de la tradición belenita.

Conclusiones

El arte es un vehículo muy apropiado para la enseñanza, no solo del arte en sí, sino también de otras áreas, destacando en este proceso en particular, la cultura, la identidad y la historia, pues son insumos fundamentales para la creación de propuestas, especialmente folclóricas, populares y dramatúrgicas que buscan representar al territorio que es fuente para su construcción. Del mismo modo, el arte despierta la imaginación y permite el aprendizaje significativo, pues permite anclar el conocimiento nuevo a lo ya conocido, garantizando que lo nuevo permanecerá, con mayor facilidad, en la mente a través de la construcción artística.

La danza, la música y el teatro, se relacionan fácilmente en una puesta en escena histórica, identitaria y cultural, pues se complementan profundamente y logran quedarse en la mente, tanto del espectador como del intérprete.

El arte, (música, danza, teatro) trasciende el aula, son medios populares y comunitarios que se usan en la cotidianidad de los territorios, lo cual los hace totalmente apropiados para cualquier tipo de espacio, para cualquier tipo de comunidad y para todo tipo de objetivo pedagógico, pues no solo desarrolla habilidades artísticas sino que desarrolla también la inquietud por saber; un buen artista, en este caso danzante, debe basar su obra en investigaciones, en sentires y seres que representan algo, a alguien, es la forma en que llegará más fácilmente a su público y no solo se quedará por haber sido una bella interpretación dancística, sino porque lleva un mensaje y demuestra que el arte es todo, menos ingenuo.

La historia de este pequeño territorio se nutre de un sinnúmero de experiencias particulares y colectivas que han enriquecido culturalmente a sus habitantes, aportando a su identidad y contribuyendo al fortalecimiento de sus tradiciones y de sus quehaceres populares.

La cultura belenita se ha ido transformando a lo largo de su historia, no obstante, hay aspectos que, por iniciativa de la comunidad, se mantienen casi intactos en el territorio, y es con estos aspectos con los cuales los belenitas se sienten identificados, es a partir de esos acuerdos tácitos a los cuales ha llegado la comunidad que las tradiciones se mantienen y la cultura gira en torno a los aspectos básicos que se han gestado desde muchos años atrás.

Belén es un territorio lleno de cultura e identidad y su economía marroquinera es parte fundamental de esta, pero no es lo único que ha influido en el desarrollo de estos aspectos, está también la influencia indígena y la herencia campesina que, aunque se han camuflado fácilmente en el tiempo, especialmente las raíces indígenas, están ahí, en las expresiones y las tradiciones cotidianas.

Bibliografía

Aguirre, I. (2008). Las artes en la trama de la cultura. Fundamentos para renovar la educación artística, Universidad Federal de Santa María.

Benavente Véliz, S. (2007). La Cultura Popular: La Música como Identidad Colectiva Diálogo Andino. Revista de Historia, Geografía y Cultura Andina, núm. 29, agosto, pp. 29-46 Universidad de Tarapacá Arica, Chile.

Bosch, M. (2004). Cuerpo e identidad, Themata. Revista de Filosofía, núm. 33, Universidad Internacional de Catalunya, Barcelona.

Buendía, J. (1981). La cruz del Mayo: La ciudad más antigua de Nariño, San Juan de Pasto: Tipografía Javier.

Cáceres, E., (jul., 2001). Música e identidad. La situación latinoamericana, Revista Musical Chilena, versión impresa ISSN 0716-2790, Rev. music. chil. v. 55 n. 196 Santiago.

Ferreira Urzúa, M. (2009). Un enfoque pedagógico de la danza, Académica DEFDER.

Gómez, A. (2012) Belén Nariño. Esbozos Históricos.

González Barradas, M. (2011). Identidad: un proceso constante, dinámico y fluido, CONHISREMI, Revista Universitaria de Investigación y Diálogo Académico, Volumen 7, Número 3, Universidad Simón Bolívar, Venezuela.

Hernández, R.; Torres, G. (2009). La danza y su valor educativo, Revista Digital - Buenos Aires, Año 14, N.º 138.

Mercado Maldonado, Asael; Hernández Oliva, Alejandrina V. (2010). El proceso de construcción de la identidad colectiva Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, vol. 17, núm. 53, pp. 229-251. Universidad Autónoma del Estado de México Toluca, México.

Molano, O. (2007), Identidad cultural un concepto que evoluciona, Revista Opera, Universidad Externado de Colombia, Bogotá.

Ordoñez, G. et al. (1991) Monografía de Belén. San Juan de Pasto, Universidad Mariana.

Pérez Soto, C. (2008), Sobre la definición de la danza como forma artística, Aisthesis, núm. 43, 2008, pp. 34-49 Pontificia Universidad Católica de Chile Santiago, Chile.

Sánchez Jaramillo, L. (2005). La historia como ciencia, Revista Latinoamericana de Estudios Educativos (Colombia), vol. 1, núm. 1, julio-diciembre, pp. 54-82. Universidad de Caldas Manizales, Colombia.

Vergara Estévez, J.; Vergara D. Jorge (2002), Cuatro tesis sobre la identidad cultural latinoamericana una reflexión sociológica. Revista de Ciencias Sociales (Cl), núm. 12, pp. 77-92 Universidad Arturo Prat Tarapacá, Chile.

Villena Ramírez, M.; Guillén, A.; De Vicente Villena, M. (1998). Pedagogía musical activa. Corrientes contemporáneas, Anales de Pedagogía 16 - pp. 101-122. Universidad de Murcia.

1.         Intercambio de unos bienes por otro de forma directa.

2.         Persona de fuera del territorio, foráneo.