ARTÍCULO DE REFLEXIÓN Recibido:
09/06/2025
Aprobado: 21/10/2025
Ferney Mora Acosta
Doctor en Psicología, Universidad Católica Argentina. Doctor en Filosofía, Pontificia Universidad Católica Argentina. Docente Universidad de Nariño.
Yvonne Catherine Arturo Delgado
Licenciada de Filosofía y Letras. Universidad de Nariño yvonnecathe97@gmail.com
DOI: https://doi.org/10.22267/rceilat.2556.147
Resumen
Se realiza este
artículo de reflexión para dar a conocer a la mujer como el Otro existente
dentro de la Licenciatura en Filosofía y Letras de la Universidad de Nariño,
dentro de los contenidos programáticos de los años 2018 al 2023, los cuales
fueron utilizados para el desarrollo del trabajo de maestría, se analiza la
concepción de la mujer como el Otro, aunque no es el único Otro existente
dentro del programa de Filosofía y Letras, es quien menos representación tiene
en el pensamiento filosófico, siendo sus contribuciones al pensamiento
mayormente excluidas u omitidas para ser trabajadas por los estudiantes de
pregrado.
La metodología
utilizada fue cualitativa, histórica- hermenéutica, lo que permitió una mejor
reflexión del material recopilado y de las observaciones presentadas por los
docentes y directivos docentes de los años trabajados en la investigación; los
resultados se presentan de forma general debido a que no se había realizado una
investigación de este tipo en el programa de Filosofía y Letras de la
Universidad de Nariño, por lo cual se concluye que la mujer como representación
del Otro es una pieza fundamental que ayuda a salir de la totalidad mediante la
irrupción del pensamiento.
Palabras clave: Liberación, mujer, Otro, sociedad, rostro.
Abstract
This
reflective article is written to raise awareness of women as the Other existing
within the Licentiate in Philosophy and Letters program at the University of Nariño, within the program content for the years 2018
to 2023, which were used for the development of the master’s thesis. An
analysis is made of the conception of women as the Other. Although they are not
the only Other existing within the philosophy and humanities program, they are
the least represented in philosophical thinking, with their contributions to
thought being largely excluded or omitted from the work of undergraduate
students. The methodology used was qualitative, historical-hermeneutic, which
allowed for better reflection on the material collected and the observations
presented by teachers and administrative professors during the years of
research. The results are presented in general terms because no research of
this type had been conducted in the philosophy and literature program at the
University of Nariño. It is concluded that women, as representatives of the
Other, play a fundamental role in helping to break out of totality through the
emergence of thought.
Keywords: Liberation, woman, Other, society,
face.
Introducción
La
realización de este artículo de reflexión, es para dar a conocer los resultados
preliminares obtenidos del trabajo investigativo de maestría titulado: “La
mujer como el otro en la educación filosófica, desde la malla curricular en el microcurriculum del programa de Filosofía y Letras de la
Universidad de Nariño entre 2018 a 2023”, es importante debido a que se invita
al reconocimiento de la mujer dentro de un área que ha sido representada en su
mayoría por modelos masculinos, la formación o inducción frente a autores
femeninos no se ha hecho presente en el desarrollo del programa de pregrado de
la Universidad de Nariño, para ello es importante reflexionar cuales son los
aportes dados por el Otro, en el programa, dado esto desde el pensamiento
filosófico.
Al ser una
investigación de tipo monográfica, se presenta a Enrique Dussel, como autor
representativo. El material utilizado para el desarrollo de la investigación
del trabajo de grado, así como para el desarrollo del artículo, fueron los
libros titulados: Liberación de la mujer y erótica
latinoamericana de 1990; 1492: El encubrimiento del
otro. Hacia el origen del “mito de la modernidad”; El
«rostro» del Otro: una lectura de la ética de la alteridad de Emmanuel Levinas y un artículo que deja mucho en que reflexionar,
“Sexismo en los currículos universitarios de filosofía. Una revisión
sistemática de literatura” de Laura Bernal Ríos.
Dicho material ayuda a visibilizar la intervención de la mujer como el
Otro, en tanto, otro dentro de la sociedad y de la academia, la invisibilidad
presente y constante en la literatura filosófica y el pensamiento filosófico
han hecho que se perpetúen sesgos dentro del pensamiento, ocasionando que se dé
prelación o se potencialice la implementación de autores masculinos sobre
autoras femeninas dentro de la educación filosófica.
Metodología
La
metodología que se utilizó para el desarrollo de la investigación titulada “La
mujer como el Otro en la educación filosófica desde la malla curricular en el microcurrículo del programa de Licenciatura en Filosofía y
Letras de la Universidad de Nariño entre 2018 a 2023” fue cualitativa,
histórico-hermenéutica; esto nace como una reacción a la búsqueda del
conocimiento frente a la concepción de la mujer como el Otro en el campo
filosófico. Para obtener la información se tuvo en cuenta a los docentes que estuvieran
activos con anterioridad y posterioridad, siendo en total siete entrevistados,
entre directivos y docentes.
Se utilizó la herramienta metodológica de entrevistas semiestructuradas
para tener una óptica completa de los docentes y directivos docentes, su
proceso académico y sus puntos de vista en la formación de los estudiantes de
pregrado, lo cual permitió conocer de manera abierta aspectos y motivos
relacionados que han llevado a que exista la mujer como el Otro intelectual
dentro de los contenidos programáticos de la malla curricular en la
Licenciatura en Filosofía y Letras de la Universidad de Nariño.
Además, se
realizó una revisión documental de los microcurrículos
y contenidos programáticos de los años 2018 a 2023. Se realizó la revisión de
un total de 59 contenidos programáticos, donde se incluyen los seminarios,
prácticas pedagógicas y electivas de investigación del área de filosofía. En
ellos también se realizó la revisión de las bibliografías, lo que permitió
visualizar y verificar la mínima incorporación de la mujer o de otros actores
dentro del pensamiento filosófico. Los datos recolectados se tomaron como
hallazgos exploratorios, debido a que este tema, no ha sido sujeto de
investigación en el programa de Filosofía y Letras en la Universidad de Nariño.
Resultados
Hablar
sobre la existencia del Otro en la sociedad, se ha convertido en un arma de
doble filo, pues habitualmente se toma al Otro como aquel sujeto que no es el
varón, haciendo que el Otro sea representado por la mujer, el afro, el
indígena, el niño o cualquiera que sea distinto dentro de los parámetros
sociales. Desde la antigüedad se plantea que el Otro, es aquel ser que ha
vivido en la periferia de la sociedad, es la otra parte existente, aquel sujeto
que ha caído bajo la dominación del actor más “fuerte” y se complementan.
La dominación a la que se enfrenta el Otro, parte de la concepción del
pensamiento, debido a la sublevación, haciendo que se elimine todo rastro del
pensamiento libre, impidiendo el desarrollo de cada actor inmerso en la
totalidad de la sociedad.
El adoctrinamiento, ha generado que las personas sean objetos de un sistema
totalitario, dejando atrás la posibilidad de ser sujetos libres, al existir la
infravaloración en la sociedad entre los participantes, se inscriben prejuicios
entre los actores, puesto que, se negaría el fundamento de la sociedad misma;
se presume que los fundamentos de la sociedad son libertad y autonomía, es
considerable mencionar que una sociedad patriarcal, machista, es aquella que
mediante un conjunto de actitudes y comportamientos, violenta de manera
injustificada la dignidad e integridad de cada sujeto, dando especial prelación
al maltrato de la mujer y a todos los que sean distintos, ya que desde este
tipo de sociedad, la mujer es vista como un agregado, como el segundo género de
la humanidad, aquella que viene a ser un “objeto” que envidiosamente puede
pasar de mano en mano. (Dussel, La erótica simbólica, 1990)
Al convertirse en objetos del sistema patriarcal, machista, totalitario y
heteronormativo, es necesario hacer referencia a que existe un antagonismo
hostil entre hombres y mujeres, al no cuestionar y solo seguir bajo la línea
del pensamiento estandarizado; al respecto, Dussel afirma que: “el opresor se
gobierna por sí y a partir de sí, y domina a la otra parte de la sociedad”
(Dussel, Hacia una metafísica de la femineidad, 1990), arraigando una
gobernanza totalitaria sobre la sociedad, lo que impide criticar o reflexionar
acerca de cualquier acontecimiento u orden que se ha impartido, haciendo que
carezca de un libre desarrollo y autonomía. Aquellos dominados hacen parte de
una totalidad opresora, que plantea al varón como el centro, de tal manera que
la especie humana se le atribuye a él, porque como dice Dussel: «el que
autocráticamente domina el “todo” se atribuye el nombre del “todo”» (Dussel,
Hacia una metafísica de la femineidad, 1990), y el hombre es aquel al que se le
ha atribuido todo como aquel ente dominante, lo que es verdadero y real,
situando a los otros como la nada, condenándolos a vivir bajo una ceguera
permanente. El obedecer sin preguntar, es la pérdida de la conciencia y de la
naturaleza del ser humano, cuando no se pregunta el porqué de las cosas y solo
se sigue lo que el opresor manda, implica que el opresor gobierna también sobre
las distintas partes del oprimido, llevando a plenitud la realización de la
totalidad.
Al ser un instrumento del opresor, se convierte en una cosa que entrega de
manera voluntaria su libertad, para ser hombre unidimensional. Se puede decir
que el otro, diferente o distinto, evidencia que se convirtió en un instrumento
debido a la indiferencia de la sociedad en cómo se encuentra organizado el
sistema, tanto en la academia como en la sociedad.
Cuando se propicia la transformación a objeto, llevándolo a ser un
instrumento carente de esencia y libertad, ajeno a cualquier visión y sentido,
lo cual se extiende dentro de la totalidad, esto impide que cualquier oprimido
se desarrolle, por ello, se puede decir que dentro de una sociedad machista y
patriarcal no existe el concepto de independencia, debido a que el dominador
reprimirá las capacidades (físicas e intelectuales) del Otro, haciéndolo ver
como un sujeto deficiente por falta de inclusión.
Se debe añadir que la sociedad machista hace referencia al patriarcalismo,
donde al varón se le ha atribuido la totalidad, haciendo que el Otro, sea
oprimido y amenaza al mismo tiempo, incluyéndolo dentro de una dialéctica
opresora, que los convierte en oprimido; en este caso, es la mujer y hace que
no tenga un rostro en medio de la sociedad totalitaria que habita, por ello, al
encontrarse invisibilizada por la totalidad, al no pertenecer a lo semejante, y
no encontrarse bajo el concepto de lo mismo, se da una división entre los
géneros, el pensamiento y el trabajo.
Según el antiguo pensamiento griego, se menciona que: «la descripción del
eros en el pensamiento griego..., el eros era el amor de “lo mismo” por “lo
mismo”, y como la mujer es diferente, “el Otro” como lo distinto, no entraba
dentro de lo valioso» (Dussel, La mujer griega y moderna, 1990).
De lo anterior se puede decir que, aquel que no pertenece a la concepción
de “lo mismo” como la mujer, el niño, el indio, el afrodescendiente, no puede
expresar opinión alguna pues carece de inteligencia, según la premisa de la
existencia de una sociedad totalitaria, bajo la cual se desarrolla la idea de
este artículo. Este concepto de “lo igual” enseña que el que es no puede
transformarse, ya que se perpetúa lo inmutable, implicando que vivirá bajo la
repetición del ideario de dominación, continuará con una pedagogía de dominación1; esta
continuidad implica que el varón es catalogado bajo el concepto de ser humano,
aquel que gobierna sobre la idea de dominación social, académica y/o educativa.
Cuando se
fomenta la creencia de que el niño, el afrodescendiente, el indígena, la mujer
y todo aquel que sea distinto, no puede gobernar ni gobernarse, pues no se
encuentra bajo las mismas condiciones que el dominador, no son tomados como
libres bajo la raíz de la sociedad machista y heteronormativa, por
consiguiente, la dependencia del varón es lo que convierte al otro en autómata,
turbando las capacidades intelectuales y las relaciones de saber-poder, las
cuales son deformadas para “mejorar” la condición humana, imponiendo una
totalidad donde la exterioridad y la subjetividad no tienen cabida, pues estos
conceptos son una puerta hacia la transformación que no le conviene a aquel
sujeto que gobierna a los Otros.
Según Navarro
(2007), aquel actor gobernado, no tiene una voz o un rostro ante la sociedad, «el “rostro” es discurso que va a estructurar la
responsabilidad del yo», lo que hace que el
otro no pueda participar en los cambios presentados a nivel social, económico,
educativo o cultural, solo el actor que es reconocido como libre, puede
participar en los procesos de construcción y participación, la irrupción de
aquellos seres que no eran acogidos bajo el concepto “libre”, como la mujer,
deben enfrentar una transformación, pasan de prácticamente ser invisibles, a
ser vistas como un ser humano y poseer derechos, haciendo que cada uno de los
miembros de la sociedad, tenga un vuelco en el pensamiento lineal que siempre
se ha mantenido y perpetuado en la sociedad.
Se increpa la
voz oprimida, ocasionando, que el pensamiento cambie su linealidad, debido a
ello, lo rutinario forma sujetos obedientes, que más que ser sujetos son
objetos de galantería, puesto que, la voz se encuentra condicionada al
pensamiento que el opresor implanta; hablar de dominio es plantear el hecho de
que existe una imposición realizada hacia las personas, para mantener uniforme
y conquistada la sociedad, haciendo que carezcan de una condición social digna,
es decir, se crea un entramado de condiciones, donde las relaciones materiales
e ideológicas, legitiman las relaciones de poder y dominación del uno sobre el
otro en distintos niveles sociales y culturales.
Esta dominación
se ha dado de manera histórica, dentro de las relaciones de poder, establecidas
por el varón sobre la mujer dentro de la totalidad, todo aquel que pueda llegar
a poner en tela de juicio la cantidad de poder que este tiene y el mando estructural
que se desprende de este, es considerado un agente subversivo, de lo cual se
puede decir que, “el oprimido, de tanto pasar de mano en mano, al final se
vuelve indiferente al dominador” (Dussel, La erótica simbólica, 1990), por
ello, las mujeres eran tomadas como adornos de casa, los afrodescendientes como
esclavos y los indios como salvajes o mano de obra.
Dentro de una
situación histórica de opresión, el desarrollo del pensamiento se convierte en
algo inexistente, dentro de una sociedad totalitaria, no importa el desarrollo
personal, sino la capacidad de obediencia que tengan los participantes de la
comunidad, para progresar, por lo cual, el oprimido se convierte, en el caso de
la mujer, en un objeto sexualizado, por lo tanto, la sexualización de la mujer
se ve dentro de cada afiche o propaganda comercial, su cuerpo dejó de
pertenecerle, se lo ha tomado para exhibición. Dentro de estos parámetros de
obediencia, se ha puesto a la mujer como el ser que debe educar, pero, ¿cómo
educa un oprimido a otro? ¿Qué le debe enseñar un alienado a un sujeto libre?
Un actor que ha
vivido bajo la opresión no puede enseñar a otro acerca de lo que es la
libertad, a menos que la experimente. Un oprimido reproducirá el ideario de
dominación al cual ha sido sometido desde el subconsciente, estar alienado
representa encontrarse ajeno al mundo; la mujer al encontrarse ajena al mundo
socialmente constituido, se encuentra como una posesión, la cual tiene
funciones determinadas frente a la sociedad. Sin embargo, la alienación puede
ser vista, como una fuerza revolucionaria, que permite un cambio dentro de la
pedagogía domesticadora que ha implantado el opresor dentro de la totalización.
Todo lo construido bajo la alienación, puede verse sugestionado por la doble
función social que esta cumple, de tal manera que la
mujer, como educadora, a pesar de estar bajo la opresión, educa contra su
propia conciencia, como otros tantos alienados a unos parámetros de estructuras
totalizantes. Que existan sujetos carentes de autonomía es producto de que no
se haya producido una liberación consciente e integral del ser humano, la
liberación de la alienación debe ser desde el despertar de ambos, varón y
mujer.
Cuando los
seres humanos son guiados por lo impuesto, se rigen bajo los parámetros que
dictan el Estado y las instituciones establecidas, socialmente construidas para
mantener ciertos comportamientos e ideas restrictivas, las cuales fomentan una
violencia hacia la integridad intelectual del otro, desde la unidimensionalidad imperante en toda la historia, existe
una fuerza bruta que, si no logra ser superada, no se podrá avanzar hacia una
liberación.
El despertar,
debe darse desde la irrupción del otro, en tanto que se reconoce como otro,
cuando la mujer o el varón se reconozcan, desde la periferia en la cual se han
colocado, el uno del otro, podrán abandonar el pensamiento del rebaño, para
abrir las posibilidades a un nuevo despertar social, donde “el cara a cara se
deriva como una suerte de responsabilidad al margen de la autonomía del sujeto”
(Navarro, 2007).
Se puede
concluir y afirmar que las instituciones, al moldear a las personas tanto en
comportamiento como en pensamiento desde las primeras etapas de la vida y la
sociedad al ser una estructura creada bajo mecanismos de orden y control,
generan que se actúe bajo la vigilancia constante. Dicha observación social
sería similar a decir que los sujetos están bajo una estructura carcelaria
donde cada hombre, mujer y niño, deben actuar bajo estándares de normalidad
establecidos; desviarse de estos, implica ser distinto, acarreando un castigo;
generalizar lo que se considera normal u ordinario tiene como finalidad,
mantener a la sociedad bajo una ceguera, donde no se pueda manifestar el
individuo.
Salir del
margen de lo establecido, ocasiona pensar desde el reconocimiento del Otro,
creando la necesidad de escuchar al otro, para que este deje de ser tomado,
como aquel loco, que irrumpe en la realidad normativa, establecida desde la
sociedad totalitaria, donde solo aquello que está bajo el estándar de lo
idéntico, puede ser tratado con aparente equidad, y sea tomado como ese ser
reconocido en la sociedad; cuando la mujer, como el otro distinto, irrumpe en
la normatividad, rompe con los paradigmas, haciendo que esa aparente equidad
sea tangible desde la desigualdad de recursos, oportunidades e incluso
derechos, aunque se diga que los derechos son iguales para todos dentro de la
sociedad, se olvida que quien nació con derechos y libertad fue el varón blanco,
los otros actores de la sociedad, tuvieron que ganarse su posición social,
educativa y sus derechos, enfrentándose e irrumpiendo con el orden imperante.
Pensar fuera de
lo establecido, es un acto de violencia, para quienes pretenden mantener las
limitaciones del ser humano, la transformación social hace que actuar fuera de
la órbita social, genere cierta marginación, aquella marginación es la que
produce tener una voz diferencial, frente a la totalidad, pues se aprende a
pensar desde el autorreconocimiento, para transmitir una comunicación desde la
periferia, que en ocasiones puede producir el repudio de quienes continúan bajo
el yugo de la normatividad, pues aún se encuentran permeados por el discurso de
menosprecio que las élites trazaron en la historia de la memoria colectiva.
Esta
marginación de los actores que se encuentran bajo el control de los
estereotipos sociales, hace parte también de la división social y del trabajo,
que lleva a gestar de forma orgánica la realización de algunos oficios bajo una
segregación, lo que quiere decir que existen profesiones que, desde la otredad,
se convirtieron en escenarios exclusivos según etnia, cultura y género.
Desde la
totalidad, se estableció que se debían realizar labores según un rol acorde a
un género, por lo cual muchos hombres y mujeres realizan actividades basadas
exclusivamente en los criterios o cánones que la sociedad totalitaria afirma
que se deben cumplir, aunque se ha demostrado que ambos actores sociales poseen
las mismas capacidades mentales y físicas.
La sociedad, en
muchos casos, no es consciente que vive bajo las normas de una sociedad
totalitaria, la cual es al mismo tiempo machista, ambas concepciones se
gestaron de manera imperceptible, llegando a ser impuestas de manera orgánica,
por ende, se niega el pensamiento represor adherido al sistema psíquico y
social. Es así, que ver un otro distinto, en un cargo de alto poder es visto
como si una influencia externa hubiera intervenido para que este se encuentre
ahí, no se cree en muchos casos en la posibilidad de ser y estar por mérito.
Para muchos
(varones), es difícil creer, que aquel ser sin rostro y sin voz (la mujer),
pueda ejercer poder, ya que la mayor parte del tiempo, se expresan discursos de
desigualdad, odio y violencia, por ello, abordar la idea de ser iguales,
ocasiona un choque en la psique, pues no fragua ese contexto desde el
imaginario hacia la realidad; debido a que salir de la esfera de la totalidad,
produce un quiebre en la psique del ser humano, frente a lo que se conoce según
la historia, es quebrar con lo tradicional de la historia, para llegar a una
emancipación arquetípica dentro del sistema. La invisibilización
ha enseñado que el desarrollo económico debe primar sobre la equidad social, al
tener contenidos dentro de sí, la totalidad de sus caras, evidencian barreras
dentro de la formación de matices, se mantiene la normalización de actos
violentos como lo son el maltrato, la ofensa, el silenciamiento del
pensamiento, entre otros.
La mujer en el
área de filosofía, es un producto de un discurso, que no se encuentra integrada
como un actor del pensamiento, se la toma como inexistente, como un objeto que
debe ser minimizado, generando que cada palabra transmitida sea vista como un
pensamiento sin sentido para los otros. No obstante, ese tipo de concepción del
pensamiento de conformidad en la cual se ha recaído, debido al desconocimiento
y la ignorancia, el no silenciamiento de la mujer, genera algo nuevo que puede
transformar la educación y la sociedad.
Debido a los
contextos que se transmiten con el flujo de la historia, esta aparente
regulación en las relaciones de poder es el reflejo de una educación irregular,
donde se incentiva que el sujeto sea parte de un rebaño, haciendo que se pueda
mantener bajo una conciencia uniforme, un discurso de menosprecio que pretende
mantener obedientes a las personas, para no hacerlas partícipes de los procesos
de conocimiento y reconocimiento, haciendo que los individuos se mantengan bajo
una linealidad, evitando la participación de los sujetos, dejándolos sin voz,
ni rostro.
Cuando un
individuo, con un enfoque de género distinto, intenta acceder a recursos, cae
en una espiral, se encuentra con exigencias, trabas, imperando lo tradicional,
fijando de esta manera brechas sociales y de género, distinciones entre unos y
otros, incrementando las desigualdades sociales y culturales. Estas
desigualdades van más allá del pensamiento y de la academia, siendo un producto
de la influencia que ha tenido la sociedad totalitaria desde la no aceptación a
que el otro haga parte de la sociedad; siendo por lo tanto la mujer este actor
que ha sido aceptado en muchos aspectos de la sociedad, sin embargo, en el área
de la filosofía, históricamente la mujer es un actor no visible, probablemente
por la no participación dentro de la malla curricular, contenidos programáticos
o referentes bibliográficos, haciendo que no sea nombrada o identificada dentro
del pensamiento filosófico.
Ser diferente
dentro de la sociedad ocasiona que se vislumbren desigualdades económicas,
culturales y sociales, debido a que no todos tienen las mismas oportunidades de
progresar, produciendo en el ser humano, un camino ligado al control y a la
sumisión del espíritu, donde nadie es libre, tener libertad es, ante todo, la
capacidad de ejercer una autonomía para cuestionar y producir argumentos, para
la resolución de conflictos, los cuales afectan a un individuo, comunidad y
sociedad.
Estar
compuestos por la diferencia, lleva a pensar que cada persona a pesar de
encontrarse en el sistema organizacional y del dominio totalitario en el que
vivimos, ha encontrado simpatía o respeto aparente por lo desconocido. Sin
embargo, las teorías dominantes, han orientado históricamente las decisiones,
canalizando el desarrollo hacia elecciones erróneas; el pensamiento de Enrique
Dussel sobre la concepción del otro, ha demostrado la existencia de una
segregación horizontal, llevando a evidenciar que el otro irrumpe dentro de los
campos del conocimiento.
Este artículo
es producto de la reflexión y el análisis del trabajo de tesis de maestría
titulado: “La mujer como el Otro en la educación filosófica desde la malla
curricular en el microcurrículo del programa de
Licenciatura en Filosofía y Letras de la Universidad de Nariño entre 2018 a
2023”, donde se observa que dentro del área de
Filosofía, al parecer, no existe un avance equitativo, frente a los cambios que
atraviesa el mundo educativo y social. Mientras la sociedad avanza en el
reconocimiento y la reivindicación social, en el programa de Filosofía y Letras
de la Universidad de Nariño, en el área de Filosofía se encontró una barrera
dentro de los contenidos programáticos, evidenciando que cada uno de los
seminarios, electivas y prácticas pedagógicas, tienen a un varón blanco como
principal referente del pensamiento, entre ellos se puede mencionar los
seminarios de Marx, Seminario filosofía de la posmodernidad, Electiva de
profundización filosofía y educación III: (Mente y Mundo Kant, Strawson y Kuhn), invisibilizando a la mujer y a cualquier
otro pensador.
La
participación dentro de los contenidos programáticos y las bibliografías del
área de filosofía del programa de la Licenciatura en Filosofía y Letras de la
Universidad de Nariño es exclusiva del hombre, impide que se genere una
liberación conceptual, cuando no se reconoce la existencia de cambios en el
mundo educativo y en el mundo filosófico, llevando probablemente a un flujo de
pensamiento enmarcado en determinadas teorías, modelos y parámetros
conceptuales reduccionistas, no permitiendo emerger nuevas teorías y conceptos
del mundo moderno y global, en donde el papel protagónico de la mujer en el rol
de esta sociedad, hace que surjan nuevas ideas y contribuciones como pensadoras
en los contenidos curriculares del campo filosófico, y se dé un avance significativo
en los contenidos programáticos, generando cambios en los campos de la
educación, social, filosófico y cultural.
Se puede
afirmar que existe una contradicción entre lo que existe en los contenidos
programáticos y lo que se trabaja en la cotidianidad, toda vez que los
contenidos programáticos sufren cambios en sus referentes bibliográficos,
proporcionando nuevas herramientas para que se desarrolle el pensamiento
filosófico, incrementando el número de autores masculinos en las cátedras
académicas y se inhabilita a los otros autores del pensamiento. Esta
contradicción hace desconocer las voces de quienes fueron excluidos de la
historia de la filosofía.
Conclusión
El
desarrollo educativo se da a través de la incorporación de varios autores y
pensadores en los contenidos curriculares y/o programáticos en el área de
Filosofía, cuando se reconoce a los Otros, existentes en la construcción del
pensamiento, se ayuda a que se disminuya el sesgo existente entre las personas,
autores y pensadores (as), sin importar sus orígenes geográficos, etnias o
cultura, permite que se hable, sin limitar los aportes que nacen desde esta,
cuando la existencia de los demás hace parte de la academia y de la vida, se
produce un renacer metafísico, esto debido a la diversidad generada por el
conocimiento.
El campo
filosófico se ha mantenido como un campo totalizante, se han invisibilizado
actores que “no cumplen” con lo establecido, según el canon tradicional, estos
son vistos como agentes externos, que no cumplen con el estándar, siendo
invisibilizados, de ello surgen preguntas como: ¿Quién tanto hacia parte de la invisibilización académica en la filosofía? ¿Qué pasa con
los discursos generados por este otro? ¿A qué se debe que exista y se mantenga
aún ese otro en el campo filosófico?, estos interrogantes surgen al realizar la
revisión teórica de Dussel, partiendo de él y de estas preguntas, se puede
inferir, que aún existe un discurso invisibilizado, homogeneizante
y heteronormativo, debido a que los discursos que se transmiten, provienen
desde el refuerzo de la norma frente al desencuentro con el otro.
Quienes son
capaces de incorporar nuevos pensadores y pensadoras en sus estudios, sus
cátedras, seminarios y/o investigaciones, permiten dar una mirada renovada más
crítica y más reflexiva a los antiguos y nuevos pensadores; cuando se procura
la inclusión, el reconocimiento y la participación en la educación, de
estudiantes y profesores, se hace uso del Otro, como un agente de cambio,
fomentando una educación multicultural.
En la educación
filosófica, se perciben distintas maneras de influir en la misma, los
directivos y docentes, pueden generar la exclusión de manera inconsciente en el
campo curricular, siendo necesario mecanismos de inclusión, renovación y
reconocimiento, para que nuevos agentes lleven a una ruptura, una liberación en
el camino del desarrollo del pensamiento, lo cual demuestra que la liberación
se da siempre que exista disposición y aceptación del Otro. La mujer, al ser
reconocida como el Otro intelectual en la filosofía, logra que se visibilice,
en muchos de los momentos históricos, sociales y filosóficos, cada aporte que
realizó en la historia, debe formar parte de la filosofía, esta rama del saber,
que aún mantiene, una preferencia por el canon tradicional enfocado en los
pensadores de occidente, a partir de una relación eurocentrista, donde el saber
recae en ellos y se encubre (omite) el conocimiento que nace en Latinoamérica,
en la mujer, en los Otros que pertenecen a la exterioridad y que han sido mantenidos
ahí.
Al posicionar
al varón en la cúspide social y del pensamiento, este cuenta con las categorías
que otros no, categorías como libre y sujeto, caso contrario era el de las
mujeres, quienes bajo la jerarquía griega, eran dominadas por los hombres en la
sociedad, debido a que se privilegiaba lo idéntico y la totalidad, dejando al
otro (en este caso la mujer), como una reducción, esa predilección por lo igual
es lo que regularmente impide el encuentro con el otro, puesto que, dentro de
lo idéntico se anula la diversidad y con ello el reconocimiento del cara-a-cara
como experiencia del lenguaje y de la subjetividad, ese impedimento en el
reconocimiento hace que no se pueda expresar la otredad.
Este
impedimento ocurre desde la concepción de que todo es uno, una unidad que es lo
mismo y al ser todo y lo mismo, lo que está fuera difiere de la unidad, lo que
lleva a rectificar, que dentro de la jerarquía griega que se mantuvo durante el
transcurso de la historia, las mujeres eran una subespecie dentro de la
totalidad, romper con la jerarquía sería el asesinato de lo mismo y el
replanteamiento de lo otro, de modo similar ocurre en la educación filosófica,
se prefiere a lo mismo y se desconoce al otro, reduciéndolo a un objeto o
instrumento, puesto que cuesta aceptar la existencia de un despertar
metafísico.
Cuando se
manifiesta la existencia del otro, el cual proviene desde lo desconocido, sobre
todo desde la concepción eurocentrista, colonialista, el otro era considerado
como una cosa a la mano, basándose en pensamientos e ideologías patriarcales
para mantener el estándar social y el control sobre cada actor, se crearon
impedimentos, donde la existencia de la mujer era tomada como aquel ser que
debía hacer de la vida del hombre más agradable.
La mujer
conforme a las intervenciones e interacciones, ha roto con el dominio al cual
se vio sometida, pasando a tener una conciencia esencial para promover un
diálogo entre lo tradicional y la periferia, o lo que sería lo mismo, entre los
dominadores y los dominados. Es la mujer, considerada “Otro”, que transforma la
historia y el pensamiento, sale de la homogeneización de la sociedad
totalizante, para construir espacios donde es vista como un sujeto completo y
bajo todas las categorías que se le habían quitado desde la antigua Grecia,
donde se construyeron microinequidades, que se
volvieron relevantes para el desarrollo de la mujer, como sujeto filosófico e
intelectual.
Aunque en
muchos casos existen políticas de género, inclusión, lineamientos o manuales
para reconocer y reivindicar a la mujer y a muchos actores que fueron omitidos
e invisibilizados en la historia y la educación filosófica, no se ha podido
inculcar la aplicación de los lineamientos, manuales o parámetros dentro de la
educación filosófica; aunque hoy la mujer es reconocida como el Otro sujeto
intelectual dentro de la Filosofía, su participación dentro de la Licenciatura
en Filosofía y Letras de la Universidad de Nariño es casi nula, según lo
revisado en los contenidos programáticos de los microcurrículos
y de los seminarios que se imparten dentro de la misma.
Bibliografía
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1. Cuando se habla sobre “pedagogía de la
dominación” se la toma como aquella educación que promueve la construcción de
una sociedad desigual, egoísta e injusta, este tipo de pedagogía nutre la
“educación para el desarrollo” la cual legitima la expansión desmedida y la
acumulación desenfrenada del capital.