ARTÍCULO CORTO Recibido: 22/01/2025
Aprobado: 01/08/2025
Andrés Felipe Martínez Soriano
Doctorando en comunicación de la Universidad Nacional de La
Plata, Licenciado en Educación
Básica con Énfasis
en Ciencias Sociales
de la Universidad Distrital
Francisco José de Caldas.
Dinamizador Comunitario de la Asociación de Autoridades Indígenas Juan Tama y el Consejo
Regional Indígena del Cauca.
DOI: https://doi.org/10.22267/rceilat.2556.142

Resumen
Este ensayo gráfico propone un acercamiento a las convenciones que
sostienen el plano de inmanencia, estructurado
analógicamente a la planta de maíz: ambos se definen por movimientos infinitos
que se desplazan y regresan sobre sí mismos (semilla-planta-semilla). Sus
elementos —superficies diagramáticas, superficies, volúmenes y perímetros
irregulares— se proliferan como fractales, constituyendo conceptos que
articulan una reflexión epistemológica sobre los saberes ancestrales. Estos
configuran una matriz autónoma de pensamiento popular
latinoamericano, analizando tensiones en los campos cultural,
comunicativo, político y epistemológico ligados al maíz en comunidades
campesinas del Valle de Tenza, Colombia y Nuestramérica.
Como conclusión, la apuesta por una escritura visual permite entretejer la
imagen, el texto y los conceptos desde las epistemologías del Sur de Nuestramérica; convirtiendo al ensayo gráfico enmarcado en
un plano de inmanencia como una herramienta de resistencia y re-existencia, develando cómo el maíz encarna —más allá de
lo alimenticio— símbolos de identidad, memoria histórica y comunicación
comunitaria.
Palabras clave: Agricultura tradicional, arte y educación,
comunicación y cultura, epistemología, resistencia social.
Abstract
This graphic essay examines the
conventions sustaining the plane of immanence, structured analogically to the
maize plant: both are defined by infinite cyclical movements (seed-plant-seed).
Their elements —diagrammatic surfaces, irregular volumes, and perimeters—
proliferate as fractals, constituting concepts that articulate an
epistemological reflection on ancestral knowledge. These configure an
autonomous matrix of Latin American popular thought, analyzing tensions in
cultural, communicative, political, and epistemological fields linked to maize
in peasant communities of Valle de Tenza (Colombia)
and Nuestramérica.
The visual writing approach intertwines images, text, and concepts
through epistemologies of the Global South, framing the graphic essay within a
plane of immanence as a tool of resistance and re-existence. It reveals how
maize embodies —beyond nutrition— symbols of identity, historical memory, and
communal communication.
Keywords:
Traditional agriculture, art and education, communication and culture,
epistemology, social resistance.
El
siguiente texto, de manera sorpresiva, es un ensayo gráfico. Su objetivo
principal es, a partir de estas líneas, delimitar las convenciones necesarias
para sustentar el plano de inmanencia representado a través de un mapa mental.
Más que un cuadro de convenciones es un texto de navegación. Aquí, la gráfica
es el océano y las palabras escritas, el barco. Retomo la expresión de lo
sorpresivo en el ensayo gráfico porque es inusual para mí, en lo que mi
experiencia académica concierne. Con lo único que me había enfrentado como
lector han sido libros, artículos, entrevistas, reseñas y notas académicas de
una temática específica, pero nunca un ensayo gráfico y menos con lo que en
este texto propongo: la escritura de un texto de navegación para un ensayo
gráfico. Abusando de la informalidad y lo escueto de estas palabras
introductorias, las considero pertinentes para salvaguardar el espíritu
aventurero... inexperto en el oficio de la escritura y propenso a cometer
algunos errores y desfases de aprendiz.
Entre las
posibles torpezas de primerizo en la travesía inaugural e incierta de la
ilustración y la escritura de los ensayos gráficos o visuales, me refugio en
las palabras de Cabrera y Guarín (2012) como brújulas en este ancho y mar
abierto, pues ellos en sus andares, consideran el ensayo visual como un formato
que entreteje imagen, texto y otros lenguajes expresivos que se mueven
dialógicamente entre lo artístico y lo científico. En mi caso particular del
presente plano de inmanencia, más que un mapa mental o ilustraciones
conceptuales, es un conocimiento construido desde la misma naturaleza del maíz
con los signos y espistemes de los campesinos y
comunidades ancestrales alrededor de este cereal andino. Es decir que, mi
propuesta de ensayo gráfico sobre el maíz no solo busca representar su
relevancia simbólica y material, sino también comprender cómo este alimento
ancestral representa un tejido comunicacional dentro de las comunidades rurales
latinoamericanas.
Desde esta
perspectiva, la imagen y el texto son como el maíz, el fríjol o la calabaza en
los sistemas agrícolas tradicionales de Nuestramérica,
su relación es complementaria, puesto que ni lo visual ni la gráfica se
subordina ni antepone ante el otro. Como plantea Gómez (2020),
La fuerza del
ensayo visual o gráfico resulta por la capacidad em que articula el pensamiento
desde muchas formas de producción e interpretación de lenguajes, posibilitando
la construcción de sentidos y significados heterogéneos. En mi investigación,
esta dinámica se concreta en la exploración del maíz como un tejido de
comunicación que va más allá de los medios convencionales, anclándose en la
memoria, la oralidad y las prácticas cotidianas de las comunidades campesinas
del Valle de Tenza.
Para empezar,
este ensayo gráfico lo titulo como “Plano de Inmanencia del Maíz”1,
cuya definición de plano de inmanencia lo abordo desde Deleuze y Guattari
(1993), quienes consideran que “el plano es, por lo tanto, objeto de una
especificación infinita, que hace que tan sólo parezca ser el Uno-Todo en cada
caso especificado por la selección del movimiento” (p. 43). Para ellos, el
plano se caracteriza por tener movimientos infinitos que recorren y regresan en
sí mismos; sus elementos son características diagramáticas, superficie, volumen
o perímetros irregulares que tienden a proliferarse como un fractal.
Por otro lado, la misma teorización de los conceptos propuestos en este
plano de inmanencia implica retomar los planteamientos y definiciones que
Deleuze y Guattari (1993) proponen. Estos conceptos se caracterizan por ser
intenciones y por tener movimientos finitos; son olas que se enrollan y
desenrollan, van y regresan con velocidades infinitas de movimientos finitos en
su propio cauce, superficie o volumen, pero con un perímetro con cierto grado
de proliferación.
Con estas definiciones sobre el plano de inmanencia y los conceptos,
considero que para la naturaleza de este ensayo y, evidentemente, la tesis que
como investigador planteo que el maíz es un ser que comunica, genera prácticas
comunicativas y a su vez está en una comunicación en disputa2, me atrevo a
proponer la planta del maíz como mi plano de inmanencia. En sí misma, esta
planta, por su movimiento cíclico e infinito como semilla-planta-semilla,
permite que sobre su morfología y expansión se posicionen diferentes conceptos.
En este sentido, el movimiento cíclico en espiral del plano de inmanencia como
planta de maíz posibilita siempre la renovación de sus hojas, granos, raíces,
etc., manteniendo siempre su propia estructura o forma. Los conceptos
expresados en las raíces y los frutos o mazorcas, en el movimiento finito del
ir y venir, pueden ir transformándose según el interés de quien quiere o busque
hacer una investigación, según el análisis correspondiente a cierta etapa de
una investigación o reflexión.
La navegación y lectura de este ensayo gráfico están organizadas de la
siguiente manera: en la parte inferior, como la tierra o el suelo fértil para
la siembra, están ubicados los conceptos que corresponden a los fundamentos
epistemológicos que soportan el posicionamiento político y cultural de esta
investigación y este ensayo. Estos conceptos son la brújula y la lupa para
comprender los demás conceptos, mientras que las mazorcas o el maíz como fruto
son los conceptos que están en disputa y permiten ser teorizados en una
realidad o circunstancia concreta.
Para empezar la navegación y la lectura de este ensayo gráfico, en primer
lugar, debe iniciarse como nace la planta de maíz, desde su semilla sembrada en
la tierra. Por esta razón, el primer vistazo y punto de partida es desde la
parte inferior derecha del plano de inmanencia. En esta parte, podemos
encontrar la imagen y fotografía de mi abuela materna, su nombre es María del
Carmen León Romero, mujer sabia oriunda del Valle de Tenza, municipio de
Guateque y del departamento de Boyacá, Colombia. Mujer campesina, sembradora y
sabedora del arte de sembrar, cultivar, cosechar y cocinar maíz; mujer
aguerrida y trabajadora, sembradora de la caña de azúcar y productora de miel
de esta misma planta. También se dedicó a destilar aguardiente y, de atacazos artísticos provenientes de una memoria ancestral,
se le ocurrió en su juventud, junto con mi bisabuelo Juan de la Cruz León,
fermentar el jugo de caña de maíz y seguidamente destilarlo. Según lo que me
cuenta, el resultado fue un destilado con un sabor muy parecido al whisky.
Entre sus oficios varios, fue tejedora de mochilas o bolsas artesanales de
fibra de fique sobre telares. Igualmente, cuenta con un sinfín de sabidurías
que este texto, por su precisión, no podría permitirse extender.
Lo que sí resalto de ella en este plano de inmanencia es que ella es el
origen de la inquietud investigativa y comunicativa que he tenido a lo largo de
la vida sobre el maíz. Precisamente, fue ella quien, al lado de mi madre, me
criaron junto a mi hermana mayor y otros dos hermanos en las montañas verde
claras de sol picante del Valle de Tenza, y nos enseñaron el arte de sembrar,
cultivar, cosechar y cocinar el grano del maíz. Sin lugar a duda, ellas son la
fuente y la semilla de este plano de inmanencia.
Frente a la imagen de mi abuela se encuentra la frase “el maíz como derecho
que comunica para re-existir”. Esta frase es la
síntesis de mi propuesta investigativa en la que planteo que el maíz ha sido
para mi familia y los habitantes del Valle de Tenza lo que Gómez Espinoza
(2011) denominaría el axis mundi de los pueblos
y comunidades ancestrales de nuestro continente. Este cereal ha implicado una
simbiosis biológica y cultural en la cual las comunidades rurales han
construido los pilares culturales y cosmogónicos, expresados en una diversidad
de sabidurías ancestrales de diferentes índoles como agrarias, astronómicas,
educativas, artísticas, gastronómicas, ecológicas y económicas.
El maíz como derecho es una forma de mencionar el actual estado geopolítico
y cultural en que se encuentra este cereal en el mundo y los territorios del
Sur Global. La batalla cultural y genética del maíz se encuentra en una
encrucijada: las grandes multinacionales de semillas transgénicas y alimentos
procesados pretenden el total monopolio del cultivo y transformación de este
alimento sobre la autonomía genética y cultural que aún queda en algunas
comunidades campesinas, indígenas y rurales de nuestro continente. El maíz como
derecho implica entonces una reivindicación de este cereal no solo en el ámbito
de la soberanía alimentaria sino también en el derecho de la comunicación, una
comunicación centrada en la cultura y la vida cotidiana de la población campesina
y ancestral que preserva saberes ancestrales y prácticas socioculturales
agrícolas de características milenarias.
Finalmente, el maíz como re-existencia es lo que
Adolfo Albán Achinte (2013) denomina como “los
dispositivos que las comunidades crean y desarrollan para inventarse
cotidianamente la vida y poder de esta manera confrontar la realidad
establecida por el proyecto hegemónico que desde la colonia hasta nuestros días
ha inferiorizado, silenciado y visibilizado
negativamente la existencia” (p. 455). Re-existir
desde el maíz, de acuerdo con la postura de este autor, es una apuesta no para
romantizar el pasado y algunos saberes ancestrales que aún la colonia y la
modernidad no han logrado exterminar, sino que, es una apuesta para
transformar, inventar y dignificar la vida desde la producción del alimento,
los rituales y las estéticas populares y campesinas. Re-existir
con el maíz no es otra cosa más que la concientización de la disputa
comunicativa que en este cereal está presente y la respuesta contra hegemónica
desde nuestro axis mundi, que el maíz
representa como forma de vida y tejido comunicativo.
En la parte inferior izquierda de este plano de inmanencia encontramos el
concepto de los estudios culturales de la vida cotidiana. En esta figura de
color café oscuro se retoma la corriente de la comunicación de los estudios
culturales como una perspectiva y enfoque para analizar y abordar el maíz como
un elemento productor de sentido común en la vida cotidiana de las comunidades
ancestrales, campesinas y rurales. Desde esta perspectiva, es una comunicación
estrechamente ligada a la construcción cultural. Esta relación implica que la
cultura y la comunicación se vean más allá de la mitología de la massmediática, como menciona Martín-Barbero (1987). En este
mismo sentido, Botero Gómez & Mora (2018) nos aportan para la comprensión
del maíz como un elemento fundante de relaciones de comunicación, en la medida
que las autoras posicionan la comunicación como productora de vínculos desde la
vida cotidiana. En sus propias palabras, mencionan que “entendemos la
comunicación, precisamente, como el despliegue de vínculos con otros,
incluyendo las especies no humanas” (Botero Gómez & Mora, 2018, pág. 176).
De esta manera, el maíz permite construir vínculos con los habitantes de estas
dos veredas, vínculos que producen y reproducen las prácticas socioculturales
agrícolas, los saberes ancestrales, la soberanía alimentaria,
territorialidades, memoria biocultural, oralidades y cosmovisiones.
En este caso, para seguir comprendiendo el papel de los estudios culturales
en este plano de inmanencia, también traemos a colación a Armand Mattelart y
Erik Neveu (2002) con su libro “Los cultural studies: hacia una domesticación del pensamiento salvaje”. En su prólogo,
realizan la pregunta: ¿se puede hablar de Birmingham -estudios culturales- en
América Latina? Ellos plantean que los estudios culturales en América Latina se
enriquecieron gracias a que la comunicación dejó de verse como una cuestión de
los medios de información para ser comprendida como una cuestión de cultura que
produce y recrea sentido social.
No obstante, los estudios culturales, como corriente teórica, se encuentran
en una encrucijada teórica debido a las múltiples bifurcaciones investigativas
y analíticas en los últimos años. A tal punto que existe un agotamiento teórico
por su excesiva institucionalización, convirtiéndose en cierta medida en
vanguardismo en la crítica literaria. Estos estudios “corren el riesgo de
encerrarse en el proyecto megalómano de una ciencia de la cultura que fuese
considerada como la ciencia social por antonomasia, como la ciencia-reina”
(Mattelart & Neveu, 2002, p. 76). Aunque estos
estudios han abordado la cultura popular y la vida cotidiana,
epistemológicamente no han salido de su propio campo intelectual, teórico y
académico.
Es por esta razón que el rectángulo de color café que aparece en la parte
inferior izquierda del plano de inmanencia no está completo; se complementa con
la figura de la derecha que refiere a los saberes ancestrales, que, en este
caso específico, pertenecen a mi abuela María del Carmen León y a toda la
sabiduría presente de las abuelas y abuelos campesinos del Valle de Tenza, así
como a la sabiduría ancestral y popular de nuestros pueblos latinoamericanos.
Este planteamiento de los saberes ancestrales podría ubicarse en la perspectiva
decolonial, ya que estos dialogan directamente con los teóricos de los estudios
culturales, sin necesidad de que los sabedores ancestrales hayan pertenecido al
campo intelectual.
Para este diálogo, considero importante construir un puente o una
plataforma epistemológica. Este puente en el plano de inmanencia se retoma del
posicionamiento político, cultural y epistémico que nos plantea Alcira Argumedo
(2006) acerca de la matriz autónoma de pensamiento popular latinoamericano:
“Nuestro objetivo es reivindicar el valor teórico-conceptual de esas
vertientes, la existencia de una matriz latinoamericana de pensamiento popular,
con perfiles autónomos frente a las principales corrientes de la filosofía y
las ciencias humanas” (p. 10).
El planteamiento en este posicionamiento político y cultural, en el marco
de un campo teórico, implica reconocer que los saberes ancestrales y populares
construidos históricamente en nuestro continente forman parte de la
constitución de nuestra matriz de pensamiento popular latinoamericano. Estos
saberes permitirán conformar, desde nuestras propias culturas y formas de vida,
un campo teórico más contextualizado a nuestros territorios y comunidades. Por
ello, la matriz de pensamiento propuesta por Alcira Argumedo (2006) actúa como
un puente para que dialoguen y se pongan en equivalencia la experiencia
histórica y cultural de las campesinas y campesinos sabedores del arte de la
siembra, cosecha y transformación del maíz con los teóricos y académicos de los
estudios culturales. Este posicionamiento político y cultural se suma a las
múltiples intenciones de pensadoras y pensadores latinoamericanos que buscan
romper con la jerarquización excesiva de la Academia y la invisibilización
de los saberes culturales y cotidianos de nuestro continente, saberes y
experiencias caracterizados por ser menospreciados por el poder colonial y
moderno. La organización y diseño de este plano de inmanencia responde a esa
Academia elitista. En relación a esta postura, Alcira Argumedo (2006) menciona
que “es difícil aceptar en los medios académicos que el pensamiento de Tupac
Amaru tenga una jerarquía equivalente a la de su contemporáneo Emmanuel Kant;
que sea posible comparar a Bolívar, Artigas, Hidalgo y Morelos con Hegel; a
José Martí y Leandro Alen con Weber” (p. 10).
Luego de esta navegación por la parte de la Tierra, donde se siembra la
semilla y se establece el posicionamiento político y cultural en este plano de
inmanencia, la siguiente lectura aborda las dos mazorcas de la planta de maíz.
En cada una de estas encontramos un concepto que nos permitirá comprender el
interés y la intención detrás de la investigación acerca del maíz y su relación
con la comunicación y la cultura de las campesinas y campesinos del Valle de
Tenza. El primer concepto para tratar es la memoria biocultural relacionada con
el maíz, mientras que el segundo se refiere a la disputa comunicativa en la
producción del sentido cultural relacionado con el maíz.
La memoria biocultural del maíz en las campesinas y campesinos del Valle de
Tenza se basa en los postulados de Toledo y Barrera-Bassols (2008),
provenientes de la biología y la antropología, respectivamente. Ellos mencionan
que actualmente se puede identificar dos tipos de diversidad: una biológica
(paisajes, hábitats, especies y genomas) y otra cultural (genética, lingüística
y cognitiva). Toledo y Barrera-Bassols (2008) realizan la siguiente pregunta:
¿Dónde se localiza la memoria biocultural? Los autores indican que esta se
localiza en:
Los campos donde
hoy existe información para realizar este análisis son los de la diversidad
biológica, la diversidad lingüística y la diversidad agrícola (y pecuaria), las
cuales pueden ser a su vez correlacionadas con la distribución de las
«sociedades rurales tradicionales» que, en teoría, son el sector de la especie
humana cuyas actividades están basadas en formas de manejo de la naturaleza
no-industriales y en formas de conocimiento no-científico, es decir, en
expresiones que se remontan a un pasado lejano. (p. 27)
De acuerdo con estos
postulados, considero que el maíz generó una simbiosis con el ser humano en
gran parte de los pueblos ancestrales del continente americano. Mientras el ser
humano adaptó genéticamente el maíz para su consumo y beneficio nutricional, la
cultura de estos pueblos se configuró alrededor de este cereal. Según Toledo
& Barrera-Bassols (2008), “este proceso biocultural de diversificación es
la expresión de la articulación o ensamblaje de la diversidad de la vida humana
y no humana y representa, en sentido estricto, la memoria de la especie”
(Toledo & Barrera-Bassols, 2008, p. 25). Esta simbiosis también se entiende
como un proceso biocultural que implica dos elementos importantes en este plano
de inmanencia: el primero son los saberes locales que amalgaman lo cultural y
lo biológico; el segundo se refiere a las prácticas socioculturales agrícolas
que dinamizan y reactualizan estos saberes ancestrales y locales vinculados con
la memoria biocultural.
En primer lugar, en relación con los saberes locales, según Toledo &
Barrera-Bassols (2008), estos saberes existen como conciencias históricas
comunitarias. En su plena articulación, configuran una totalidad que opera en
los recuerdos sobre la especie (en nuestro caso, el maíz) y el “hipocampo” del
cerebro de la humanidad (en nuestro caso las campesinas y campesinos del Valle
de Tenza), siendo este “el reservorio nemotécnico que permite a toda especie
animal adaptarse continuamente a un mundo complejo que cambia de manera
permanente” (p. 25). Así, estos saberes ancestrales y locales relacionados con
el maíz configuran una estrecha relación con los ecosistemas y territorios
locales, adaptándose a las transformaciones sociales e históricas que afectan a
dichos territorios y comunidades.
En complemento a estos planteamientos, destaco los aportes de González
(2015) sobre los saberes locales, los cuales, según ella, son conocimientos
construidos socialmente que portan elementos sociales, culturales y educativos.
Estos saberes locales relacionados con el maíz no son estáticos; han
experimentado transformaciones y articulaciones a lo largo de la historia,
influenciados por las sabidurías indígenas, la colonización española y los
procesos científicos y modernos.
El segundo elemento del concepto de la memoria biocultural del maíz son las
prácticas socioculturales relacionadas con este cereal. Recurro a los
postulados de Núñez (2008), quien distingue entre prácticas sociales campesinas
de carácter intangible y tangible. Las características intangibles están
relacionadas con saberes de tipo cognoscitivo, como mitos, leyendas, refranes,
música, coplas, y expresiones lingüísticas, manifestadas y recreadas en la
oralidad campesina y rural. Por otro lado, las prácticas sociales campesinas
tangibles son objetos o elementos objetivados en la vida cotidiana, adquiridos
o forjados en el proceso de hibridación cultural, como enseres, equipos,
tecnologías tradicionales, culinaria, animales domesticados, plantas y semillas
para cultivar, recetas, productos medicinales y juegos típicos.
Estos dos elementos de la memoria biocultural son intrínsecamente
complementarios. Se pueden considerar una dialéctica en el tiempo y el espacio,
según los contextos y fenómenos sociales que vivencian la comunidad, el
territorio y la especie agrícola. Las prácticas socioculturales y los saberes
locales y ancestrales se transforman continuamente. En el marco del plano de
inmanencia, es fundamental analizar, comprender y aprehender esta memoria
biocultural a través de la palabra viva de las sabias y sabios, así como de la
vivencia y dinamización de esta memoria.
El segundo concepto por tratar corresponde al maíz en disputa, ubicado en
el plano de inmanencia en la parte derecha-superior. Lo que planteo es que el
maíz como axis mundi de las
comunidades campesinas y rurales representa un sistema o tejido de
comunicación. No obstante, el maíz como tejido de comunicación enfrenta una
disputa de poder y legitimidad frente a otro modelo o sistema de comunicación
hegemónico impuesto por instituciones y organismos internacionales, como las
multinacionales. Bajo el modelo de desarrollo, este sistema pone en riesgo la
memoria biocultural. Este sistema de comunicación se representa como el maíz
transgénico, de monocultivo, agroquímico y multinacional, cuya relación
jerárquica elimina cualquier vínculo cultural, biológico y territorial de las
comunidades campesinas, indígenas y tradicionales con el maíz.
La disputa y la erosión del tejido de comunicación del maíz sustentado por
una memoria biocultural, frente al sistema de producción y comunicación del corn se puede evidenciar en un acto tan básico como la
alimentación. Ahora el corn está muy
presente en la nutrición moderna de los pueblos y sociedades mundiales y
tradicionales de Nuestramérica, está presente en los
alimentos procesados, empaquetados, edulcorantes de maíz en bebidas gaseosas y
otros productos de una dieta globalizada, esa alimentación comercial como
sistema de comunicación hegemónica erosiona el vínculo cultural con alimentos
tradicionales como la arepa, los envueltos y la chicha. Estos productos
tradicionales, derivados de maíz cultivado a partir de semillas salvaguardadas
milenariamente, que implican una relación constante y agrodiversa,
una comunidad en el trabajo y la realización de trabajos comunitarios para el
cultivo. Esta conexión, en la cosecha y preparación de alimentos, involucra un
entramado de saberes y prácticas socioculturales, como el trueque entre
vecinos.
San Vicente & Mota (2021) proponen que esta disputa refleja dos modelos
opuestos de alimentación (y de sistemas de comunicación), uso y significación
del maíz:
por una parte, el
que ha dado identidad y ha sostenido a numerosos pueblos con base en una rica
cultura alimentaria que preserva una comida diversa, que lleva la milpa a la
mesa y así logra una dieta balanceada y complementaria; y por otra parte, el
que, guiado por la ganancia, produce comida industrializada, llena de almidones
y jarabes de azúcar; que provoca obesidad y una nutrición deficiente. El maíz
de esta comida industrializada no es nuestro maíz, pues su uso y modificación
obedece al control de los mercados mundiales y la maximización de ganancias por
parte de unos cuantos y limitados intereses. (p. 278)
A manera de síntesis,
San Vicente & Mota (2021) destacan que la disputa por el maíz, a causa del
modelo implantado por grandes empresas de semillas transnacionales, convierte
este cereal en una mercancía, modificando sus genes con el objetivo de patentar
y adueñarse de la semilla. Actualmente, bajo el modelo neoliberal, el poder de
estas empresas transnacionales ha influido en las políticas de soberanía de los
Estados latinoamericanos para prohibir el uso y reproducción de semillas
nativas y favorecer las semillas transgénicas patentadas. Esto revela un
sistema hegemónico de comunicación en el que se destruye la memoria
biocultural, los saberes ancestrales, las prácticas socioculturales agrícolas y
la soberanía alimentaria de los pueblos, imponiendo un sistema comunicacional
alrededor del maíz transgénico. En este sistema, las personas y comunidades
interactúan con el maíz a través de paquetes tecnológicos para su siembra, y
alimentos procesados, endulzados y empaquetados con maíz transgénico, mediado
por transacciones económicas, eliminando el trueque y compartir comunitario
(tejido de comunicación comunitario) característicos del maíz criollo.
El concepto de “maíz en disputa” se constituye por otros dos conceptos que
evidencian su dinámica hegemónica y contrahegemónica: el primero se refiere a
las resistencias en las terquedades y silencios, y el segundo al desarrollo, la
colonialidad y la hegemonía.
Para el primer concepto, de resistencias en las terquedades y silencios,
retomo al historiador colombiano José Rozo Gauta
(1997) con su obra “Resistencias y silencios: cultura, identidad y
sincretismo en los Andes orientales”. Rozo Gauta
(1997) reflexiona sobre cómo las comunidades campesinas de los Andes orientales
han configurado su identidad cultural en relación con el sincretismo de la
colonización hispánica y los períodos modernos. Destaca que la población
campesina tiende a guardar su sabiduría y conocimiento en silencio, mostrándose
recelosa y prevenida. La resistencia cultural se manifiesta en coplas, fiestas,
músicas, trabajos agrícolas y preparación de alimentos, es decir, en
actividades cotidianas.
En relación con lo anterior, el agrónomo mexicano José Antonio Gómez (2011)
aborda el concepto de terquedades de los pueblos originarios y las comunidades
campesinas que siembran maíz criollo o nativo. Gómez (2011) analiza cómo estas
comunidades mantienen las semillas criollas con técnicas ancestrales de siembra
y cultivo, como la milpa en Mesoamérica, a pesar de la hegemonía del maíz
transgénico y los paquetes tecnológicos modernos. Esta terquedad, según Gómez,
tiene un trasfondo espiritual y cultural, representando una cosmovisión
ancestral que persiste a pesar de la influencia de la modernidad.
El segundo concepto se refiere al desarrollo, la colonialidad
y la hegemonía. Arturo Escobar (2007) analiza el discurso del desarrollo como
un poder hegemónico, basado en discursos coloniales del progreso y el
blanqueamiento de sangre que el Imperio Español (Castro-Gómez, 2005) impuso a
las comunidades indígenas y afrodescendientes. Este discurso determinó un orden
teleológico en el que las culturas europeas representan modernidad, razón y
riqueza, mientras que las culturas colonizadas se asocian con premodernidad,
ignorancia y atraso. Escobar también aborda las nociones de hegemonía (Gramsci,
2004), donde las clases dominantes del Norte global persuaden a las clases y
comunidades del Sur global para aceptar el discurso del desarrollo como la
única visión viable. En este sentido, las comunidades ancestrales y rurales del
Sur Global consideran el conocimiento moderno y racional como el mejor camino
para vivir y producir alimentos, viendo sus saberes ancestrales como atrasados
e improductivos.
En conclusión, el ensayo gráfico presentado no solo expresa los fundamentos
de mi investigación sobre el maíz y su valor comunicacional en las comunidades
campesinas del Valle de Tenza, sino que también actúa como un
plano de inmanencia que por su naturaleza está en constante construcción. Como
la planta de maíz —siempre en crecimiento—, este ensayo revela la fluidez entre
los movimientos infinitos del pensamiento y los conceptos finitos que analiza,
articulando realidades culturales y sociales ligadas al maíz.
Al mismo tiempo, la propuesta trasciende lo académico: es una escritura
visual que entreteje imagen, texto y conceptos desde las epistemologías del
Sur. Este cauce de sentido manifiesta sentipensares arraigados en nuestra matriz autónoma de
pensamiento popular latinoamericano, donde el conocimiento nace de la
experiencia vivida y sentida. Así, el ensayo deviene herramienta de resistencia
y re-existencia, visibilizando cómo el maíz encarna
—más allá de lo alimenticio— símbolos de identidad, memoria histórica y
comunicación comunitaria.
En este sentido, así como el maíz representa un alimento milenario que
posibilita identidad, cultura, prácticas de comunicación comunitarias, memoria
biocultural y re-existencia campesina, también hay un
sinfín de alimentos autóctonos que han sido soporte nutricional y
cultural en muchas culturas ancestrales y tradicionales latinoamericanas: el
fríjol, el ñame, la yuca amarga, el chontaduro, el cacao, la coca, la papa, la
quinua, entre otros.
A partir de estos alimentos, muchas culturas han constituido su axis mundi o centro del mundo cultural;
también, en esta relación estrecha entre la cultura y la genética,
aún podemos evidenciar una gran diversidad de memorias bioculturales de las
comunidades ancestrales.
Por esta razón, pensar los planos de inmanencia desde las mismas formas
físicas, estéticas y artísticas de dichos alimentos es una forma más para sentipensarnos desde nuestra matriz autónoma de
pensamiento popular latinoamericano.
Posdata: Espero que estos párrafos hayan cumplido con el intento primerizo
de escribir un texto de navegación para la lectura de este ensayo gráfico.
1. Con el presente ensayo gráfico,
propongo posicionar este tipo de escritura como una forma de expresión
artística, política, cultural y académica, en el marco de la matriz autónoma de
pensamiento popular latinoamericano planteada por Argumedo (2006). Mi objetivo
es dar cuenta de cómo los conceptos y categorías se construyen a partir del sentipensar y de las experiencias vividas en nuestras
realidades latinoamericanas. Este plano de inmanencia representa mi manera de
comprender y expresar la construcción conceptual de mi investigación sobre el
maíz como un tejido de comunicación comunitario que va más allá de los medios.
Dicha investigación ha sido concebida y dinamizada en el marco del Doctorado en
Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata.
Es pertinente aclarar que, debido a
la naturaleza literaria y reflexiva del género ensayístico, así como al hecho
de que, al momento de presentar este texto, mi investigación doctoral aún no ha
alcanzado la etapa de trabajo de campo, el plano de inmanencia y sus
respectivos conceptos no se han confrontado con los hallazgos de la
investigación. Por lo tanto, en el presente artículo no se incluirá una
exposición de la metodología ni de los resultados obtenidos.
2. En mi recorrido de vida, sumado a la
reflexión teórica, estoy abordando la disputa entre el maíz vs corn planteada por San Vicente Tello & Mota Cruz
(2021), disputa de dos sistemas agrícolas en términos culturales y genéticos,
siendo el maíz el cereal sembrado ancestralmente con semillas nativas o
criollas, mientras que el corn representa la semilla
transgénica, el monocultivo y la transnacional. Mi tesis se centra en que no
solo es una disputa en el ámbito cultural sino también comunicacional, es decir
que, la relación maíz vs el corn la entiendo como dos
sistemas de comunicación, el primero, es un tejido de comunicación que
representa un sistema tradicional con saberes y prácticas agrícolas y
Referencias
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ancestrales, con unas
relaciones comunicacionales horizontales, colectivas y comunitarias, se
dinamiza en la vida cotidiana; mientras que el segundo sistema de comunicación
consiste en un sistema tecnificado cuyos saberes están ligados netamente a lo
técnico, científico y hegemónico, en el que las relaciones comunicacionales son
absolutamente jerárquicas, eliminando cualquier indicio de asociatividad y comunitariedad.