REPORTE DE CASO . Recibido: 17/02/2025
Aprobado: 28/03/2025
Luis Alberto
Martínez Sierra
Doctor en Ciencias
de la Educación - Rudecolombia - Universidad de Nariño
luismartinezsierra@udenar.edu.co
DOI: https://doi.org/10.22267/rceilat.2556.143
Resumen
El volcán Galeras es el más activo de Colombia, sin embargo, en el marco de
la cultura regional, se ha catalogado como inofensivo y hay habituación a su
actividad; esta caracterización trasmitida por generaciones, ha minimizado la
percepción de la amenaza real para los habitantes expuestos a los distintos
eventos, aumentando la vulnerabilidad y dificultando las acciones de prevención
de un posible desastre originado por una fuerte erupción que pueda perjudicar a
la ciudad de Pasto y a los municipios del área de influencia.
Debido a la afectación de las comunidades por diversos fenómenos de origen
natural, la normatividad y las políticas públicas vigentes en Colombia,
establecen la necesidad de incluir y poner en práctica la gestión educativa del
riesgo en el currículo escolar en los niveles de educación básica y media, no
obstante, para el caso del fenómeno volcánico, es escaso su conocimiento
incluso en el nivel universitario.
Por estas razones, dada la continua actividad y la cercana presencia del
volcán, desde el año 2005 el autor de este artículo, profesor de la Universidad
de Nariño, ofrece la “Cátedra Galeras” inscrita en la Formación Humanística en
problemáticas del contexto regional, a la que acceden semestralmente 40
estudiantes de diversas carreras. El propósito de la experiencia pedagógica es
educar en el conocimiento de las características físicas y ambientales del
volcán, su actividad histórica, los peligros que representa, el análisis y la
comprensión de la percepción del riesgo y la formulación de recomendaciones
para fortalecer la cultura de la prevención y el riesgo.
Palabras clave: Experiencia
pedagógica, gestión del riesgo, volcán Galeras, Udenar.
Abstract
The Galeras Volcano is the most active in
Colombia. However, within regional culture, it has been classified as harmless,
and its activity has become commonplace. This characterization, passed down
through generations, has minimized the perception of the real threat to
residents that are exposed to various events, increasing vulnerability and
hindering necessary disaster prevention efforts in the event of a powerful
eruption that could harm the city of Pasto and nearby municipalities.
Due to the impact on communities caused by
various natural phenomena, current regulations and public policies in Colombia
establish the need to include and implement educational risk management in
elementary and secondary school curricula. However, in the case of volcanic
phenomena, awareness is limited, even at the university level.
Since 2005, given the volcano’s continued
activity and close proximity, the author of this article, a professor at the
University of Nariño, has offered the “Galeras Chair” as part of the Humanities
Program on Regional Issues, which is offered each semester to 40 students from
various degree programs. The purpose of this teaching experience is to educate
students on the volcano’s physical and environmental characteristics, its
historical activity, the hazards it poses, the analysis and understanding of risk
perception, and the formulation of recommendations to strengthen a culture of
prevention and risk management.
Keywords:
Pedagogical experience, risk management, Galeras volcano, University of Nariño.
Introducción
En
América Latina hay decenas de volcanes activos, algunos especialmente
peligrosos, ya sea por su constante actividad, su potencial destructivo en caso
de una erupción mediana o mayor, la cercana presencia de asentamientos humanos
en su área de influencia, la vulnerabilidad de su población, o por todos los
factores combinados; este último es el caso del volcán Galeras. En
consecuencia, en concordancia con la normatividad y las políticas públicas
vigentes, es necesaria la inclusión y la puesta en práctica de la gestión
educativa del riesgo volcánico en el currículo escolar y particularmente en el
universitario.
Hay que
destacar que la continua actividad de Galeras es preocupante porque en su área
de influencia habitamos 500.000 personas y en la Zona de Amenaza Volcánica Alta
“ZAVA” cerca de 8.000, sometidas a diversas vulnerabilidades; no obstante, por
el escaso conocimiento sobre su actividad geológica e histórica –entre otras
razones–, la cultura regional ha otorgado una caracterización inofensiva a su
actividad, que, trasmitida por generaciones, ha minimizado la percepción de las
amenazas y el riesgo real para los habitantes.
Hasta el año
2005 la Universidad de Nariño había estado alejada de los desafíos que en todos
los campos implicaba el proceso volcánico, por ello en ese año, el autor de
este trabajo, presentó un Proyecto a la Coordinación de Formación Humanística
para ofrecer a los estudiantes de distintas carreras de la Universidad, el
crédito en Problemáticas del Contexto Regional titulado “Historia de la
actividad del volcán Galeras” con intensidad horaria de tres horas. Por su
pertinencia, logró aceptación y reconocimiento entre la comunidad universitaria
y ahora es conocida como la “Cátedra Galeras”.
La cátedra se
sustenta en una nueva estrategia didáctica construida para generar aprendizaje
significativo, parte de los conocimientos previos y la valoración de diversas
opciones y recursos para el aprendizaje. Está diseñada en planes de clases,
organizados para cinco unidades temáticas, para cada una se plantea un problema
como eje conductor y a partir de él se establece una competencia específica y
competencias particulares en el conocer, el hacer y el ser, para luego,
perfilar las estrategias pedagógicas a seguir detallando su proceso de
desarrollo; como corresponde, se especifican recursos y evaluación.
La cátedra se
organiza en ejes fundamentales a saber: características generales de un volcán,
conocimiento de las características generales del volcán Galeras: localización,
geología, geomorfología y suelos; flora, fauna y actividad humana; población y
vivienda; descripción y análisis de amenazas volcánicas; estudio del
comportamiento histórico del volcán y análisis de la percepción popular del
riesgo asociado al contexto cultural de Pasto y municipios del área de
influencia, desde el Siglo XVI hasta la actualidad; análisis de la
vulnerabilidad natural, física, económica, social, educativa y cultural, y
finalmente recomendaciones para la construcción colectiva de una cultura de la
prevención.
Como objetivo
general, se propone analizar la importancia y necesidad de generar cultura de
la prevención entre los estudiantes que acceden a la cátedra, a través de la
incorporación de la gestión educativa del riesgo en el currículo. Se recurre a
la experiencia, publicaciones y conocimiento del autor en la temática, la
revisión de literatura y la conceptualización, sustentada en una metodología de
corte cualitativo con enfoque hermenéutico. La hermenéutica a su vez, entra en
contacto con la teoría de la comunicación (lingüística) y con la teoría de la
significación abordada por la semiología (Ágreda, 2004).
Esta ponencia
presenta una reflexión sobre la experiencia significativa que constituye la
cátedra a partir de la caracterización del volcán, la definición de los
conceptos amenaza, vulnerabilidad y riesgo, su diseño pedagógico y una
reflexión en torno a su desarrollo en el marco de la educación para la gestión
del riesgo.
El volcán Galeras
El
volcán Galeras está localizado en el departamento de Nariño al sur de Colombia,
a 1º 13’43.8” latitud norte y 77º21’33.0” de longitud al oeste de Greenwich,
entre los municipios de Pasto, Nariño, La Florida, Sandoná, Consacá,
Yacuanquer y Tangua. Con una altura máxima de 4.276
metros sobre el nivel del mar, el actual cono activo tiene una edad estimada en
cerca de 4.500 años, mientras que la edad mínima en la formación del volcán se
estima en 1,1 millón de años. En línea horizontal dista 8 km. de la ciudad de
San Juan de Pasto. El volcán Galeras que conocemos hoy, es el centro eruptivo
más reciente y actualmente activo del denominado Complejo Volcánico Galeras
(CVG), el cual posee una forma cónica con su edificio destruido en la parte
occidental (Martínez, 2013).
Galeras es
reconocido como el volcán más activo de Colombia y uno de los más activos del
mundo, puesto que sus registros históricos reportan más de 70 erupciones en su
mayor parte explosivas, 27 de ellas generadas en los últimos 20 años, que por
fortuna no han generado daños considerables en las poblaciones aledañas;
después de 52 años de tranquilidad, en 1988 se inició una nueva etapa eruptiva
que se prolongó hasta 1993, con siete eventos explosivos; otro ciclo de
actividad comenzó en 2004 y continúa hasta hoy, con 16 erupciones también
explosivas, las últimas el 2 de enero y el 25 de agosto de 2010 (Martínez,
2013). De esta manera, presenta una alta tasa de períodos de actividad en
comparación con los lapsos de tiempo en los que permanece en reposo. Los registros
históricos de los últimos 500 años demuestran que las erupciones se han
caracterizado por emisiones de gases y cenizas, pequeños flujos de lava y
flujos piroclásticos, estos últimos considerados como la mayor amenaza.
Por fortuna,
los eventos que se han presentado hasta ahora son pequeños, pero según el SGC,
es probable que se produzcan erupciones más fuertes con consecuencias graves
para la población, especialmente la asentada en la zona de amenaza alta. Ante
la continua actividad volcánica, el Gobierno del entonces presidente Álvaro
Uribe, declaró el área de amenaza alta en los municipios de Pasto, Nariño y la
Florida, en la que viven cerca de 8.000 personas, como “zona de desastre”, con
todas las implicaciones económicas, sociales y culturales que tal decisión
implicó. No obstante, la Ley 1523 de 2012, contempló el regreso a la normalidad
del territorio nacional declarado en situación de desastre o calamidad pública,
cualquiera fuere su carácter, antes del 30 de noviembre de 2010 quedando en
condición de regreso a la normalidad. Sin embargo, existe un pleito jurídico al
respecto. Ahora, y luego de experiencias no exitosas, los habitantes de la “Zava” se niegan a evacuar, se resisten al reasentamiento y
aún en nivel de alerta roja, no ocupan los albergues; un falso sentimiento de
seguridad les dice que “el volcán nunca les hará daño” (Martínez, 2013), no
obstante, el riesgo para ellos es evidente, siendo la vulnerabilidad mayor para
los escolares, las mujeres y los ancianos.
En este
contexto se ha desarrollado históricamente la vida de la población de la “Zava”, en relación estrecha con los beneficios de vivir
cerca al volcán, al que en su mayoría consideran como benefactor, amigo, padre
y guardián, y que en sus múltiples erupciones de ceniza nunca les ha hecho
daño; por el contrario, estiman que el volcán es benefactor pues les
proporciona agua, diversidad climática, paisaje, variedad de productos
agrícolas y enriquece sus tierras para el desarrollo de las prácticas
agropecuarias.
Experiencia
significativa
La
cátedra ha sido innovadora y novedosa. Se desarrolla especialmente, con base en
la investigación del autor, plasmada en los libros: Historia
de la actividad del volcán Galeras y percepción de los fenómenos
telúrico-volcánicos en el contexto cultural de Pasto, publicado por el
Ministerio de Cultura en 2002, y en el texto La cátedra
Galeras en la Universidad de Nariño, Estrategia didáctica para el aprendizaje
significativo, publicado por el alma mater en 2013. El primer libro
asume un estudio integral del volcán, desde 1580 hasta el año 1995. El segundo
registra la experiencia pedagógica de la cátedra en la Universidad. Con
respecto a la actividad del volcán y el registro de la percepción social de sus
fenómenos, se trabaja adicionalmente con las publicaciones sobre historia de la
actividad del volcán, realizadas por el autor en los libros del Manual Historia de Pasto, tomos: XIV 2013, XV 2014, XVI
2015, XVII 2016, XVIII 2017, XIX 2018 y XX 2019, XXI 2020, XXII 2021, XXIV 2023
y XXV 2024. El Manual, es la obra insigne de la Academia Nariñense de Historia,
entidad de la cual forma parte el autor como miembro de número.
De manera preocupante y en el ejercicio práctico de la cátedra, se ha
detectado que contrario a lo que se pueda creer, sólo un pequeño número de
estudiantes universitarios, asumen de manera seria y responsable las medidas de
prevención recomendadas por los organismos encargados cuando el volcán registra
actividad eruptiva. La permanente actividad del volcán, su continuo tránsito de
los niveles de alerta amarillo, naranja y rojo, y las experiencias recientes,
por fortuna no catastróficas, hacen que se asuma el proceso como rutinario e
inofensivo para la vida, la salud y los bienes de los habitantes de la ciudad,
aumentando de esta forma los niveles de vulnerabilidad, incluso de los
estudiantes universitarios.
La amenaza, la
vulnerabilidad y el riesgo
La Estrategia Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres EIRD
(2004), ha definido el “Riesgo”, como la probabilidad de consecuencias
perjudiciales o pérdidas esperadas (muertes, lesiones, propiedad, medios de
subsistencia, interrupción de actividad económica o deterioro ambiental),
resultado de interacciones entre amenazas naturales o antropogénicas y
condiciones de vulnerabilidad. Y, concibe la “Gestión del Riesgo de Desastres”
como el proceso sistemático de decisiones y medidas administrativas,
económicas, organizacionales y conocimientos operacionales desarrollados por
sociedades y comunidades para implementar políticas, estrategias y fortalecer
sus capacidades a fin de reducir el impacto de amenazas naturales y de
desastres ambientales y tecnológicos consecuentes.
La Gestión del Riesgo implica todo tipo de
actividades, incluyendo medidas estructurales y no estructurales para evitar
(prevención) o limitar (mitigación y preparación) los efectos adversos de los
desastres.
“La Amenaza” se ha concebido como el evento físico potencialmente
perjudicial, fenómeno natural y/o actividad humana que puede causar la muerte o
lesiones, daños materiales, interrupción de la actividad social y económica o
degradación ambiental. Amenazas o peligros pueden incluir condiciones latentes
que mantengan o aumenten la peligrosidad. Su origen puede ser de diferente
índole: natural (geológico, hidrometeorológico y biológico) o antrópico
(degradación ambiental y amenazas tecnológicas). Las amenazas pueden ser
individuales, combinadas o secuenciales en su origen y efectos. Cada una de
ellas se caracteriza por su localización, magnitud o intensidad, frecuencia y
probabilidad.
La “Vulnerabilidad” como concepto fundamental en el análisis, se entiende
como las condiciones determinadas por factores o procesos físicos, sociales,
económicos y ambientales que aumentan la susceptibilidad y exposición de una
comunidad al impacto negativo de las amenazas. Se ha identificado con claridad
que, frente a la adversidad generada por los fenómenos naturales en conjunción
con las vulnerabilidades humanas, es necesaria la “Preparación” es decir las
actividades y medidas tomadas anticipadamente para asegurar una respuesta
eficaz ante el impacto de amenazas, incluyendo la emisión oportuna y efectiva
de sistemas de alerta temprana y la evacuación temporal de población y
propiedades del área amenazada.
Pero la preparación no es suficiente, sin la “Prevención”, es decir la suma
de actividades tendientes a evitar el impacto adverso de las amenazas,
reduciendo la vulnerabilidad, fortaleciendo capacidades y medios empleados para
minimizar los desastres ambientales, tecnológicos y biológicos relacionados con
dichas amenazas. Al conjunto de medidas estructurales y no- estructurales
emprendidas para reducir el impacto adverso de las amenazas naturales y
tecnológicas, y de la degradación ambiental, se le ha denominado “Mitigación”
(Martínez, 2017).
Diseño de la
experiencia
La cátedra como
propuesta didáctica
La
didáctica es la que articula y orquesta los saberes sobre la educación en la
práctica y es la motivación en la acción educativa. Asumimos por didáctica
“toda estrategia de enseñanza que ofrece particularidades con respecto al qué
enseñar, para qué hacerlo, cómo lograr el aprendizaje, cómo evaluar sus
resultados, cuáles recursos utilizar y en que secuencia” (Martínez de Correa,
2005:162). De acuerdo con Ramírez (2008), la didáctica es la disciplina en la
que se concreta la teoría pedagógica, se evidencia en el aula, en el proceso de
interacción discursiva sobre un saber particular. La didáctica se pregunta
sobre: ¿Cuáles son los contenidos relevantes para el proceso?
¿Cómo se debe desarrollar el proceso de enseñanza aprendizaje? ¿Por qué
debo enseñar y aprender esos contenidos y no otros? ¿Cuáles son las incidencias
que tiene enseñar y aprender ese saber?
¿Quiénes son o serán los usuarios de ese conocimiento? y ¿Dónde y cuándo
ese saber será de utilidad para resolver problemas individuales o sociales?
Por estas razones, la Cátedra constituye una propuesta didáctica
realizable, puesto que el trabajo se orienta a buscar aprendizaje significativo
en los estudiantes de acuerdo con los principios de esta estrategia didáctica;
para ello se requiere aprender a relacionar los nuevos conocimientos con los
conocimientos relevantes que poseen los estudiantes, haciéndose indispensable
conocer por parte del maestro cuál es el punto de partida conceptual, lo que
implica una interacción entre la estructura cognitiva previa del alumno y el
material o contenido de aprendizaje. Esta interacción supone una modificación
mutua.
Por lo expuesto, al inicio de la Cátedra es muy importante acceder a los
conocimientos previos que poseen los participantes acerca de la actividad del
volcán Galeras, amenazas, vulnerabilidad y riesgo, actitudes relacionadas con
la prevención, la percepción y los comportamientos de la población; los
resultados demuestran la precariedad de los mismos y más preocupante aún, se
evidencia el desconocimiento teórico y práctico frente a lo que significa la
prevención y las medidas que deben asumirse antes, durante y después de una
erupción volcánica. También es escaso entre los estudiantes, el conocimiento de
las estrategias de aprendizaje significativo. Los resultados iniciales de esta
exploración no fueron alentadores, al parecer, todavía prevalece en la educación
universitaria el uso de estrategias didácticas convencionales que reproducen
los modelos de enseñanza heredados, aun cuando parcialmente, se implementan
prácticas pedagógicas menos tradicionales y escasamente, otras innovadoras.
En consonancia con lo anterior se plantea la propuesta de estrategia
didáctica, organizada en Planes de clases para las unidades temáticas
establecidas. El Plan de clase se asume como la estrategia en el aula para
asegurar que el proceso de aprendizaje sea de impacto significativo; es además
el proyecto de experiencias concretas de aprendizaje organizadas y
distribuidas, para ser desarrolladas en un tiempo determinado y en función de
competencias pre establecidas; se concreta en un documento integral o guía
fundamental de planeación y programación de actividades. Para el caso que nos
ocupa, además de la información pertinente, el Plan de clase parte de una
unidad temática, la definición de contenidos, la asignación de tiempo en horas
clase y sesiones, la formulación particular de un problema, el diseño de una
competencia específica para la unidad temática y su desglose en competencias
particulares en el conocer, en el hacer y en el ser, de acuerdo a los temas a
abordar; detalla además, las estrategias didácticas y lo más importante, el
proceso a seguir para el logro de las competencias que implica realizar
actividades creativas para alcanzarlas; finalmente, señala los recursos a
emplear en cada unidad temática, los criterios y formas de evaluación.
En cuanto a las competencias, desde nuestro planteamiento, estas sintetizan
conocimientos, habilidades y valores –contenidos que determinan
respectivamente, el saber, el saber hacer y el saber ser propio del individuo–,
pero no se reducen a éstos, en tanto son consideradas como una totalidad que
tiene en cuenta también aspectos dinámicos del comportamiento como actitudes,
motivaciones y otros que interaccionan y se configuran en dependencia de las
necesidades del individuo. Se consideró pertinente formular en los planes de
clase, competencias de los tres tipos: conceptuales, procedimentales y
actitudinales, como respuesta a las necesidades del entorno para cooperar con
el desarrollo local y regional en la convivencia del ser y la naturaleza, que
implica trabajar para la formación en un ámbito tan prioritario como la cultura
del riesgo y la prevención. Las implicaciones de vivir al pie de uno de los
volcanes más activos del mundo, requiere que nuestros estudiantes sean
justamente –competentes– para enfrentar la realidad no sólo en el saber, sino
en el hacer y en el ser.
Por su parte, la Unidad temática se concibe como una integración sistémica
de contenidos que permite ordenar, enlazar, relacionar y sintetizar los
conceptos que se pretende abordar en clase; parte de un título general que
engloba la temática a desarrollar y en una secuencia lógica organizada
previamente, plantea los contenidos particulares que dan estructura a la
unidad. Los contenidos a desarrollar en la Cátedra Galeras, están organizados
en seis unidades temáticas:
1. Generalidades sobre los volcanes
2. Características generales del volcán
Galeras
3. El volcán Galeras en la historia y
cultura de Pasto
4. Caracterización general del
comportamiento histórico del volcán Galeras (1580-2024) y análisis de la
percepción popular de los fenómenos asociados en el contexto cultural de Pasto
y municipios del área de influencia.
5. Introducción al análisis de la
vulnerabilidad frente a las amenazas del volcán, y
6. Recomendaciones para la construcción
colectiva de una cultura del riesgo y la prevención.
Se plantea para cada unidad un problema como eje conductor y a partir de él
se establece una competencia específica y competencias particulares en el
conocer, el hacer y el ser, para luego, perfilar las estrategias pedagógicas a
seguir detallando su proceso de desarrollo; como corresponde, se especifican
recursos y evaluación.
Esta estrategia es una propuesta innovadora con resultados satisfactorios
para la enseñanza de la historia de la actividad del volcán Galeras, enmarcada
en el contexto regional, que supera la transferencia de conocimientos, en el
propósito de formar estudiantes universitarios responsables frente a la
realidad que significa vivir al pie del volcán más activo de Colombia,
contribuyendo al fomento de la cultura del riesgo y la prevención (Martínez,
2013). Se estima que el diseño curricular, puede adaptarse para su
implementación en las instituciones de educación básica y media,
particularmente en la “Zava”, previa la formación de
educadores.
Resultados y
discusión
La
cercana presencia del volcán y su permanente actividad manifestada en
sismicidad y numerosas erupciones que afortunadamente hasta ahora no han
generado mayores afectaciones, hace necesario que los jóvenes universitarios
especialmente para el caso que nos ocupa, pero también los niños y jóvenes
estudiantes que habitan especialmente en la “Zava”,
cuenten con elementos teóricos relativos al conocimiento de su territorio y a
la gestión del riesgo por amenazas naturales particularmente la volcánica,
conocimiento importante en la tarea de redefinir los conceptos de desarrollo y
riesgo, entre otros, con el fin de generar acciones no solo de transmisión de
la información en la Universidad o la Escuela, sino también de empoderamiento
comunitario que se oriente al mejoramiento de la calidad de vida en el entorno
de las instituciones educativas.
Algunos
resultados de la implementación de la cátedra en la Universidad de Nariño
La estrategia construyó una nueva propuesta innovadora y realizable, que va
más allá de la transferencia de conocimientos para formar estudiantes
competentes frente a una problemática tan vital derivada de la realidad que
representa la cercana presencia del volcán Galeras. Debe recordarse que la
cátedra como propuesta pedagógica diseñada en el esquema referido aborda las
unidades temáticas de acuerdo a las particularidades que imponen los temas y
las competencias, acudiendo a variadas alternativas didácticas que se han
comprobado en el ejercicio práctico y que promueven el aprendizaje
significativo. Desde su inicio en 2005 hasta 2020 se ofreció de manera
presencial, y desde la pandemia de la Covid-19, la Cátedra se ofrece de manera
presencial con asistencia remota, para permitir que los universitarios de las
sedes de otros municipios, también puedan acceder a ella; para cada sesión se
emplean recursos de las TIC, especialmente presentaciones en PowerPoint,
videos, podcast, entre otros.
Desde su implementación hasta la fecha, cerca de mil estudiantes han
cursado la Cátedra, comprometidos con la recomendación especial de compartir
los aprendizajes con sus familiares y amigos cercanos, lo que ha coadyuvado a
combatir el desconocimiento existente sobre las características del volcán y su
actividad histórica.
De igual manera, las prácticas de campo en la zona de influencia del volcán
y la visita a las instalaciones del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de
Pasto, entidad del Servicio Geológico Colombiano han permitido a los
estudiantes conocer de cerca las condiciones geográficas de su zona de
influencia, y la manera como técnicamente la entidad encargada de su vigilancia
hace el monitoreo 24 horas a la actividad volcánica haciendo uso de variada
tecnología de punta; el acceder a la Litoteca, mirar
y manipular rocas y materiales arrojados en los procesos eruptivos les permite
a su vez, conocer de primera mano los productos volcánicos; los ejercicios de
simulación de una erupción volcánica y las explicaciones de los científicos del
Observatorio, contribuyen adicionalmente a la comprensión y manejo de la cuarta
versión del Mapa Preliminar de Amenaza Volcánica del Galeras (SGC, 2016) y los
recientes estudios de riesgo elaborados por la consultora Ingeniar, para la
UNGRD.
Con el conocimiento teórico y práctico, la Cátedra concluye con ejercicios
de evacuación y recomendaciones puntuales para afrontar emergencias volcánicas,
desde la puesta en práctica de competencias del saber, el hacer y el ser,
tendientes a disminuir los niveles de vulnerabilidad especialmente la
educativa, en el propósito de construir colectivamente cultura del riesgo y la
prevención.
De esta forma, enseñar e investigar sobre el conocimiento del fenómeno
volcánico desde su perspectiva histórica y geográfica estableciendo vínculos
relacionales con otras disciplinas y saberes, resulta imprescindible para
esclarecer el debate permanente acerca de las capacidades complejas que debe
brindar la educación superior en términos de formación ciudadana, y reafirma la
necesidad de innovar en la práctica de la enseñanza para que favorezca el
aprendizaje útil para entender la posición y el quehacer de los jóvenes en la
familia, el barrio, la Universidad y la ciudad, partiendo de su propia
percepción frente al volcán. De esta manera, la Cátedra se constituye en una
estrategia para la educación para la prevención del riesgo volcánico del
Galeras, en la Universidad de Nariño.
Reflexión
pedagógica
La
educación para la Gestión del Riesgo, en su contexto general, puede entenderse
como un proceso que permite al individuo comprender las relaciones de
interdependencia con su entorno, a partir del conocimiento reflexivo y crítico
de su realidad biofísica, social, política, económica y cultural; identificar
sus amenazas, vulnerabilidades y riesgos y fortalecer sus conocimientos,
habilidades y competencias para prevenirlos, mitigarlos y estar preparados para
responder adecuadamente cuando ocurra un desastre (Wilches-Chaux,
2013).
Acogiendo la interpretación propuesta por Bosco (2013), la educación para
la Gestión del Riesgo será el proceso que busca contribuir a una transformación
cultural que permita incorporar la Gestión del Riesgo en todas las actividades
cotidianas de la sociedad, convirtiéndose en un poderoso factor de prevención y
mitigación de desastres. El autor plantea que la educación para la Gestión del
Riesgo es una herramienta que permite incrementar la comprensión del entorno,
dotar de conocimientos, desarrollar habilidades y destrezas para vivir y
trabajar, además de fortalecer la capacidad anticipativa para prevenir y actuar
frente a los desastres. Igualmente, refiere que los procesos educativos deben
orientar la comprensión de la dimensión territorial con visión interdisciplinaria,
compleja y holística, contribuir al cambio cultural para la transformación de
comportamientos que permitan armonizar la relación sociedad-naturaleza, mejorar
la calidad de la prestación de los servicios a cargo del Estado y fortalecer la
corresponsabilidad social e incidencia en la gestión pública en el contexto de
la Gestión del Riesgo (UNGRD, 2013).
En este sentido, uno de los grandes propósitos de la educación para la
Gestión del Riesgo, es avanzar en el fortalecimiento de competencias y
capacidades que permitan a toda la sociedad, por un lado, mejorar sus niveles
de comprensión frente a las dinámicas y conflictos ambientales de los
territorios; entre ellas las amenazas, vulnerabilidades y riesgos, y por el
otro, brindar herramientas para prevenir, reducir y estar preparados para
responder adecuadamente cuando ocurra un desastre (UNGRD 2015, p. 4).
Por su parte Wilches-Chaux (2013) afirma que la
educación para la gestión del riesgo, siempre y cuando se conciba de una manera
integral, es también educación ambiental, razón por la cual no se pueden
desligar ni abordarse de manera aislada, más aún cuando en la Política Nacional
colombiana de Educación Ambiental se plantea como uno de sus objetivos
específicos “Incorporar la gestión del riesgo en los procesos de educación
ambiental, en todos los niveles de la educación formal, no formal e informal,
teniendo en cuenta el contexto cultural, en el ámbito local, regional y/o
nacional, mediante un trabajo articulado con las entidades que conforman el
Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres SNPAD” (Política
Nacional de Educación Ambiental, ley 1549 de 2012).
Desde esta perspectiva, un enfoque integrador en la educación ambiental en
el ámbito escolar, y en sus relaciones con la comunidad tiene una profunda
influencia en la formación y desarrollo de los valores, conocimientos,
actitudes y prácticas de los estudiantes (Rodríguez, 2012, p. 62) y
particularmente frente al fenómeno de la actividad volcánica del Galeras,
seguramente puede contribuir a la inclusión de la gestión educativa del riesgo.
Atendiendo las consideraciones anteriormente señaladas es importante tener
en cuenta, además, que para el desarrollo de cualquier proceso educativo en
Gestión del Riesgo se deberían contemplar los siguientes principios:
1) Contexto territorial:
porque es en el territorio (sistema complejo compuesto por múltiples
interacciones entre la naturaleza y la cultura) donde se manifiesta el riesgo.
El riesgo es sufrido por individuos, familias, colectividades humanas, sistemas
productivos, o infraestructuras que se encuentran ubicadas en sitios
determinados (Lavell, 2005).
2) La participación: la
educación y la participación son procesos complementarios. Los procesos
educativos deben brindar las herramientas e información necesaria para que las
comunidades puedan decidir e incidir en las decisiones que les atañen.
3) El respeto a todas las
formas de vida: la conservación y sustentabilidad de los ecosistemas y el
mantenimiento de sus bienes y servicios ambientales.
4) La responsabilidad
intergeneracional: “la responsabilidad con las generaciones que heredan de
nosotros la tierra, cómo también la responsabilidad de cada uno de los actores
sociales con los cuales compartimos el planeta” (Wilches-Chaux,
2013).
5) La perspectiva de género:
permite hacer lecturas críticas de la realidad para comprenderla y
transformarla con el fin de que hombres y mujeres evidencien sus roles a partir
de sus necesidades y prioridades, sin jerarquías ni discriminación.
6) La interdisciplinariedad:
ya que para entender las dinámicas territoriales y para relacionares de manera
armónica se requieren los conocimientos provenientes de todas las ciencias;
tanto de las naturales como de las sociales (Wilches-Chaux,
2013).
7) El diálogo de saberes: permite
construir conocimiento de manera colectiva y establecer una mutua y respetuosa
relación entre saberes técnicos, académicos, ancestrales y locales.
Un concepto que
engloba a los mencionados anteriormente y que desde el punto de vista educativo
hay que abordar y trabajar para su fortalecimiento, es el de seguridad
territorial. Según el mismo autor, la seguridad territorial es un concepto “de
doble vía”, que busca que la sostenibilidad de las comunidades humanas avance
de manera interrelacionada y en lo posible simultánea junto con la
sostenibilidad de los ecosistemas y viceversa. Esto se logra en la medida en
que se evite que las dinámicas de los ecosistemas se conviertan en amenazas
contra las comunidades humanas y que las dinámicas de éstas se conviertan en
amenazas contra los primeros. Se plantea que la educación debe ser transversal
a los procesos de conocimiento y reducción del riesgo, así como al manejo de
los desastres, toda vez que se hace necesario trascender culturalmente a los
procesos educativos enfocados exclusivamente en el fortalecimiento de
habilidades para atender situaciones de emergencia. Los procesos educativos
deben orientar la construcción de bases estructurales y no estructurales que
permitan construir territorios más seguros y sostenibles.
Por su parte,
la formación en gestión del riesgo hace referencia a aquellas acciones
educativas que permitan a los individuos y a la sociedad fortalecer sus
competencias cognitivas, actitudinales y procedimentales para mejorar los
niveles de comprensión frente a las problemáticas del contexto; entre ellas las
amenazas, las vulnerabilidades y los riesgos (UNGRD, 2015).
En este marco
de ideas y desde la perspectiva pedagógica, el currículo educativo debe
responder las siguientes preguntas: ¿Qué enseñar? ¿Cómo enseñar? ¿Cuándo
enseñar? ¿Qué, cómo y cuándo evaluar? De esta manera, el currículo es el que
orienta la planificación de las actividades de aprendizaje y como instrumento
que guía y brinda las pautas para la formación integral de la persona debe ser
flexible, abierto y participativo. Flexible, en la medida que se pueda adaptar
a los acontecimientos actuales en el ámbito y contexto territorial de los
alumnos. Los actores del proceso educativo podrán adecuarlo teniendo en cuenta
los diversos factores de cada situación particular, respetando la diversidad,
motivaciones, intereses y capacidades de los estudiantes. Abierto, toda vez que
es un proceso dinámico de construcción y reconstrucción permanente; el
tratamiento de los contenidos debe permitir la posibilidad de programar las
actividades, introducir o reordenar los contenidos. Participativo, en la medida
que debe darse la oportunidad de ser construido mediante un equipo docente,
estudiantes y miembros de la comunidad. De esta forma, los actores del proceso
educativo podrán aportar, reflexionar y actuar, como actores plenos de
capacidades y potencialidades. Los elementos curriculares hacen referencia a un
conjunto de objetivos, metodologías, recursos, y evaluación del aprendizaje,
los cuales se organizan con la finalidad de desarrollar aprendizajes con los
estudiantes.
De esta manera,
los procesos de educación formal y no formal deben contener un currículo
orientador que permita alcanzar los fines y objetivos de los procesos
educativos. El currículo puede entenderse como una propuesta de enseñanza y
aprendizaje que genera un proceso de búsqueda de nuevos conocimientos y
aprendizajes que contribuyen a la formación integral del ser humano en un
ejercicio participativo de aprender compartiendo y haciendo (OFDA/USAID, 2014),
en este sentido cobra importancia la inclusión de la gestión del riesgo
volcánico del Galeras, en el currículo escolar y universitario.
De acuerdo con
los planteamientos de la Política Nacional de Gestión del Riesgo se definen los
siguientes contenidos generales y específicos, clasificados en los procesos de
la Gestión del Riesgo de Desastres: Conocimiento del Riesgo, Reducción del
Riesgo y Manejo de Desastres. En consecuencia, es necesario fortalecer los
procesos de educación en Gestión del Riesgo en sus diferentes niveles (UNGRD,
2015).
Bajo esta
conceptualización, como lo hacemos en la Universidad de Nariño desde la Cátedra
Galeras, en las instituciones educativas de la región, se pueden diseñar y
poner en marcha estrategias similares o el diseño y aplicación de los Planes
escolares de gestión del riesgo de desastres “PEGRD”, o los Proyectos
ambientales escolares PRAES, observando así, los mandatos de la Ley General de
Educación, los lineamientos de la Ley 1523 de 2012 que adopta la política
nacional de Gestión del Riesgo y la Ley 1549 de 2012, que asume la temática
como parte de la política nacional de Educación Ambiental.
En suma, la
Cátedra Galeras que se ofrece en la Unidad de Formación Humanística e Integral
en la Universidad de Nariño, es innovadora y contribuye a fomentar la cultura
del riesgo.
Conclusiones
Las
Ciencias de la educación son hoy un campo disciplinar y profesional de diversas
configuraciones dependiendo de las particularidades propias de cada cultura
(Ríos, 2005) y en ellas cobra vital importancia la educación para la gestión
integral del riesgo que propicie justamente, la cultura de la prevención de
desastres. En estas circunstancias, es vital que la gestión del riesgo se
realice de la mano de procesos educativos en las comunidades y en las
instituciones, de tal forma que cada experiencia de la población resulte en un
antecedente positivo y no negativo como parece suceder actualmente (Ojeda,
2013).
Como estima la
UNGRD (2015), la formación en gestión del riesgo hace referencia a aquellas
acciones educativas que permitan a los individuos y a la sociedad fortalecer
sus competencias cognitivas, actitudinales y procedimentales para mejorar los
niveles de comprensión frente a las problemáticas del contexto; entre ellas,
las amenazas, las vulnerabilidades y los riesgos. En consecuencia, cualquier
proceso educativo en gestión del riesgo debe considerar, entre otros aspectos:
el contexto territorial, la participación, la responsabilidad
intergeneracional, la interdisciplinariedad y el diálogo de saberes y brindar
herramientas para prevenir, reducir y estar preparados para responder
adecuadamente cuando ocurra un desastre. Se requiere entonces implementar la formación
y capacitación en la gestión del riesgo volcánico del Galeras, con el fin de
que se incorpore dicho concepto en la educación formal y no formal (Martínez,
2017).
Por lo
expuesto, resulta necesario que los estudiantes universitarios, conozcan la
historia documentada de la actividad del volcán Galeras, sus amenazas, los
niveles de vulnerabilidad física, social, económica y cultural a los que están
expuestos y, obviamente que se promueva entre ellos las medidas de prevención
de desastres, particularmente los volcánicos. Para ello, es válida la “Cátedra
Galeras” que, ofrecida hoy de manera presencial con asistencia remota, permite
el uso de metodologías que respetan el sentir popular, para que los estudiantes
puedan interiorizar los niveles de amenaza. Pero se requiere también, la
formación de educadores particularmente de las áreas de Ciencias Sociales y
Ciencias Naturales, competentes y comprometidos con la implementación de la
cátedra en el currículo escolar. Estas aspiraciones encuentran correspondencia
con los mandatos de las leyes vigentes en la materia, ya citadas.
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