REVISIÓN DE TEMA Recibido:
20/01/2025
Aprobado:
28/02/2025
Contrapoder y seguridad
Counterpower and security
Roberto Mora Martínez
Inv. CIALC/UNAM
ORCID: 0000-0003-2563-773X
DOI: https://doi.org/10.22267/rceilat.2556.144
Resumen
En el concepto de
contrapoder o poder alternativo, generado por el sociólogo brasileño Florestan Fernandes, se exponen
los problemas de organización entre los movimientos de izquierda, fue empleado
por el mexicano Joaquín Sánchez Macgrégor, quien se
centró en las luchas internas de los movimientos, esto es, en las lides de los
integrantes por la obtención del control del grupo e incluso en algunos casos,
cuando llegaron al poder gubernamental, se convirtieron en represores más
crueles que el grupo depuesto. De ahí, surge la pregunta, sobre el por qué
ocurría ello. Para responder, se generó al principio apropiación-seguridad, que
es la base del presente artículo. En este se aborda la importancia que tiene,
tanto en el pasado como en el presente, la obtención de seguridad. Así, se
presentan aportes provenientes del terreno de la neurociencia, los cuales se
relacionan con la importancia que en la actualidad ha adquirido la empatía, con
base en la cual se puede generar un mundo más humano y seguro.
Palabras clave: Contrapoder, seguridad, empatía, dominación, conciencia.
Abstract
The concept
of counterpower or alternative power, coined by Brazilian sociologist Florestan
Fernandes, exposes the organizational problems within leftist movements. It was
also used by Mexican Joaquín Sánchez Macgrégor, who focused on the internal
struggles within movements, that is, the struggles of members to gain control
of the group. In some cases, when they gained governmental power, they became
more cruel repressors than the deposed group. This raises the question of why
this happened. To answer, the concept of appropriation-security, which is the
basis of this article. It addresses the importance of achieving security, both
in the past and in the present. Thus, contributions from the field of
neuroscience are presented, which are related to the current importance of
empathy, based on which we can create a more humane and secure world.
Keywords: Counterpower, security, empathy, domination, consciousness.
Introducción
La filosofía del
contrapoder de América Latina analiza los conflictos humanos que se perciben en
los movimientos sociales que luchan contra el poder político. Ello se debe a
que, tanto históricamente como en la actualidad, un número considerable de
dichas organizaciones, una vez obtenido el poder, han llevado a cabo actitudes
represivas de gran crueldad en contra de las poblaciones a las que en principio
defendían.
Debido a ello,
se aborda la pregunta ¿por qué surgen las actitudes de dominación si,
supuestamente, sus integrantes tenían que haber tomado conciencia de lo dañino
de las actitudes opresoras? Entre los filósofos que abordaron el tema se deben
considerar las propuestas de Luis Villoro, Arturo Roig y Joaquín Sánchez Macgrégor. Empero, para este trabajo, sus ideas las
complemento con el principio: apropiación-seguridad, que forma parte de una
antropología filosófica, que se basa en el estudio de algunas características
del cerebro humano y su importancia para la vida cotidiana.
Considero como punto de partida el principio de apropiación-seguridad.1 En este
trabajo se abordan los temas sobre la violencia y la empatía, como más aptos y
actuales que las nociones de bien y mal para el estudio del comportamiento
humano. Con esa base, introduzco un análisis retomando algunos datos de la
neurociencia desde la perspectiva del neurocientífico brasileño Joaquín M.
Fuster y la importancia que tiene abordar el cerebro para la comprensión de la
libertad cuya base, es el cerebro, en donde se llevan a cabo las funciones del
libre albedrío, que es la capacidad que poseen los humanos para tomar
decisiones diarias de manera autónoma.
Sin embargo, al
no estar siempre conscientes de los factores que influyen o están presentes al
momento de decidir, en ocasiones se actúa de manera apresurada, optando por la
violencia que es más común que la empatía, ello se debe a que esta última
requiere de un mayor grado de conciencia, aunque afortunadamente no siempre.
Finalmente, se
analizan las propuestas señaladas y la relación que guardan con la seguridad y
la importancia que tiene el desarrollo de una cosmovisión social que contribuya
a generar una mística, en el sentido espiritual, que favorezca la creación de
objetivos a largo plazo que, sin menospreciar el aspecto material, contribuya a
dotar de mayor importancia el valor de la dignidad humana.
El contrapoder y
el principio apropiación-seguridad
La
investigación sobre el contrapoder se basa en el análisis de las dificultades
de organización que enfrentan los llamados movimientos de izquierda, ya sea
como representantes de la sociedad o, incluso, en su ordenación interna. Ello
se debe a que abanderan la lucha en contra de las imposiciones del poder
político y económico; desafortunadamente, al revisar la historia, se evidencia
que algunos movimientos que lograron la deposición de mandatarios injustos y,
con ello, el triunfo social, en no pocas ocasiones se convirtieron en
represores más crueles que aquellos a los que combatieron.
Actualmente, en
el seno de un número considerable de las agrupaciones de contrapoder o poder
alternativo –esta última nominación también se emplea en las investigaciones
del contrapoder–, se registran enfrentamientos por el liderazgo, por controlar
al grupo, lo que en no pocas ocasiones deriva en agresiones extremas. Por
tanto, constantemente surge la pregunta ¿por qué en dichos movimientos
reivindicatorios se observan actitudes de dominación si, supuestamente, sus
integrantes tenían que haber tomado conciencia del daño social que provoca la
opresión?
Para responder
a dicha interrogante, recurro al principio: apropiación-seguridad. Este tiene
como punto de partida una actitud observable en nuestra especie desde su
congregación en pequeñas manadas. Así, es la sociabilidad lo que ha concretado
la sobrevivencia de la especie, colocándola en lo más alto de la cadena
evolutiva, que junto con otras características como la capacidad racional,
manifestada en el aprendizaje y la creatividad, evidenciada en el desarrollo de
herramientas; la invención del lenguaje y la escritura; incluyendo la
transmisión del conocimiento de las emociones y la espiritualidad, entre otros,
se constituyen como ámbitos que se han desarrollado junto a las tendencias de
apropiación de lo que está en el entorno humano, naturaleza material y animal,
principalmente, con lo que se ha proporcionado seguridad individual y social.
En este sentido
la apropiación del entorno físico se divide en dos, los territorios y la
diversidad de plantas, frutos y vegetales. Con el primero se fue pasando de la
creación de aldeas a poblados hasta llegar a las urbes. Con el segundo se
inventó la agricultura. A ello hay que sumar la apropiación de animales, con lo
que se inventó la ganadería. Así, el ser humano se ha ido apropiando del mundo,
cambiándolo en formas completamente inexistentes en la naturaleza.
En este sentido,
la necesidad animal de proveerse refugio, además del desarrollo de estrategias
de protección contra depredadores y la generación de zonas en donde la
consecución de alimentos fuese más sencilla, se han conseguido con una acción
que en el lenguaje se ha separado en dos palabras: 1) apropiación y 2)
seguridad. Sin embargo, forman parte del mismo objetivo, debido a que con la
apropiación se obtiene seguridad. Por ello lo denomino: principio
apropiación-seguridad. Sin embargo, en este punto es oportuno destacar que
dicha acción también se aplica con los congéneres, lo cual conduce a la
tendencia a dominar.
Los factores
señalados, entre otros no menos importantes, fueron y son componentes
necesarios para avanzar en la labor civilizatoria, en la que históricamente se
han presentado momentos de violencia y paz. Por ello, la polémica sobre la
bondad o maldad innata en los humanos data de una relativa antigüedad. Sólo
como ejemplo de ello, baste recordar la postura de dos pensadores, de quienes
se puede decir, constituyen la base de las posturas en debate.
Por una parte, está Thomas Hobbes, quien en su Leviatán (1651), señala
la noción de “homo homini lupus”, en donde plantea
que por naturaleza el ser humano tiende a ser violento y, por otra parte, Juan
Jacobo Rousseau cuyo libro Discurso sobre el origen y los fundamentos de la
desigualdad entre los hombres (1755), defiende la idea de “la bondad
humana por naturaleza”.
En este punto,
expongo el cambio de ideas de bien y mal por la noción de “violencia” y
“empatía”, las cuales considero más actuales y que, además, se adecuan a los
intereses de esta investigación, por el hecho de que son términos que se están
empleando en antropología, en donde se los relaciona con las investigaciones
sobre el genoma humano.
Por lo expuesto,
es importante analizar los dos temas, violencia y empatía. Por lo que comienzo
por el primero.
La violencia
Como un
ejemplo, entre las posturas que defienden la violencia innata, principalmente
la masculina, está el norteamericano Michael Ghiglieri,
quien en su libro El lado oscuro del hombre (2005),
señala que en los humanos, en primer lugar, hay una
diferencia de los roles sexuales, la cual orienta a los infantes a adoptar de
manera preponderante el que corresponde a su sexo. De ahí que, basándose en la
propuesta de Darwin sobre la “selección sexual”, afirme que es un proceso que
proporciona ciertos rasgos a los individuos, dotándolos de una mayor capacidad
para ganar a sus rivales sexuales.
El último autor
citado señala que el “macho atractivo”, esto es, en competencia por el
apareamiento, lucha debido a que: “La violencia que fomenta la existencia de
los géneros es una estrategia instintiva con la que aprenden a convivir los
hombres cuando han fracasado todas las demás” (M. Ghiglieri,
2005: 33). En correspondencia con la cita, escribe: Y “Por mucho que nos
consideremos a nosotros mismos como seres con uso de razón, también somos
individuos en los que cuentan el instinto y la emoción, todo tipo de pasiones,
el amor y el odio, el miedo y la amistad, los dictados de la ley de la jungla”
(M. Ghiglieri, 2005: 56).
Continúa Ghiglieri señalando que no se debe negar la acción de las
sustancias químicas del cuerpo humano, debido a que se expresan como producto
de un complejo neuronal antiguo y muy potente: el sistema límbico, que es la
sede del placer, el dolor, así como de las emociones que hacen de la conducta
humana una tensión sin fin.
Otro trabajo
más reciente, se plantea el tema de la violencia, desde una perspectiva
diferente, es de Palmira Saladié Ballesté
y Antonio Rodríguez-Hidalgo: Los orígenes de la violencia.
¿Está la guerra en nuestros genes? (2023), en esta obra los autores
apuntan que en nuestra especie las señales de violencia interpersonal se han
podido datar desde el Paleolítico inferior. Empero, más que exponer la
violencia como un producto natural, la intención de los autores consiste en
abordarla con el interés de estudiar otras maneras de conocer las interacciones
entre los humanos y, con ello, mejorar el conocimiento sobre cómo se ha
conformado la especie humana.
Saladié y
Rodríguez, exponen que a pesar de las posturas como la de Keith F. Otterbein,2
quien concluyó que “la agresividad y la violencia son una parte innata en los
seres humanos” (Saladié y Rodríguez: 2023, 26),
debido a que todos los mamíferos superiores son agresivos.
Es posible
señalar otras investigaciones3,
sin embargo, es oportuno señalar que los últimos dos autores citados destacan
una idea interesante que permite introducir otro impulso humano: la paz, ya que
también hay una tendencia, más o menos universal, a detener o rechazar las
actitudes agresivas, así como a detener las agresiones a otros seres humanos.
Lo que permite incluir el tema de la empatía.
La empatía
En
opinión de Jeremy Rifkin “La ansiedad empática es tan antigua como nuestra
especie y se remonta a nuestro antepasado ancestral, a los lazos con nuestros
parientes primates y, antes aún, con nuestros antepasados mamíferos” (Rifkin:
2010, 18).
En este
sentido, Rifkin señala que desafortunadamente las investigaciones sobre el ser
humano le han apostado a los análisis sobre las patologías del poder, a lo que
agrega temas como lo político y lo económico, más que a los análisis sobre las
tendencias sociales que abordan la sociabilidad, debido a que en su opinión
“Gran parte de las interacciones diarias con nuestros semejantes son empáticas
porque ello forma parte de nuestra naturaleza” (Rifkin: 2010, 20). Empero,
desafortunadamente la conciencia empática se ha desarrollado muy lentamente y
de manera irregular.
En la línea de investigación sobre la empatía y su origen en los primates,
es posible señalar las investigaciones de Frans de Waal,
quien tiene diversos libros al respecto, de ellos sólo citaré El bonobo y los diez
mandamientos (2013), en donde apunta: “Los mamíferos demandan
afecto, y responden a nuestras emociones como nosotros a las suyas” (Waal, 2013, 17). Así, la empatía requiere de conciencia del
otro y sensibilidad a las necesidades ajenas. Por lo que señala la importancia
de la conexión entre razón y corazón. Ello se debe a que “nuestro pensamiento
moral simplemente no ha sido capaz de mantener el paso de un progreso tan
rápido en nuestra adquisición de conocimiento y poder” (Waal,
2013: 20).
Para de Waal, los seres humanos tendemos a socializar, ya que por
ello se logró sobrevivir como especie, a pesar que: “Como nosotros, los monos
luchan por el poder, disfrutan del sexo, quieren seguridad y afecto, matan por
territorio y valoran la confianza y la cooperación. Es verdad que tenemos
ordenadores y aviones, pero nuestro bagaje psicológico sigue siendo el de un
primate social” (Waal, 2013: 27).
En este
sentido, la propensión a depositar nuestra confianza y buscar la cooperación de
otros, permiten señalar a la empatía como una tendencia que también forma parte
de las tendencias naturales al igual que la violencia, la búsqueda de seguridad
y la apropiación. Esto último permite señalar que diversas actitudes humanas
han encontrado orientaciones con base en las propuestas evolucionistas, por
ejemplo la religiosidad, en donde varios especialistas han propuesto diversas
orientaciones sobre su origen en la naturaleza, empero como señalan Jeffrey Schloss y Michael J. Murray, no sin discusiones y abiertos
debates, incluso entre los partidarios de la naturaleza, por ejemplo, entre “la
misma biología evolucionista ha habido controversias prominentes y virulentas
sobre si las tendencias centrales de la cognición humana y la cultura son
tratables desde explicaciones darwinianas y, si es el caso, qué herramientas
aplicar” (Schloss y Murray, 2018: 18).
En este
sentido, incluyo un tema de suma importancia para este trabajo: la libertad,
que también ha producido amplios debates sobre sus orígenes en la evolución
cerebral. Tema que abordo a continuación.
La libertad es
más que elegir entre opciones
Para
Joaquín Fuster el tema de la libertad, relacionada con el libre albedrío, es un
factor que también tiene su origen en la naturaleza, cuyas funciones se pueden
situar en la corteza prefrontal. Un dato interesante, es que el último autor
citado señala que la neurociencia moderna niega toda oportunidad de libre
albedrío. Empero, a diferencia de la anterior, la neurociencia cognitiva aborda
el tema de la capacidad humana para escoger entre alternativas de acción
-inacción incluida- y extender nuestra facultad para originar y forjar acciones
futuras.
Al igual que
los estudiosos del genoma humano, Fuster señala que “la dinámica de los lóbulos
prefrontales está determinada en última instancia por el genoma y el entorno”
(p. 13). Así, la libertad evoluciona pari passu (paso a paso) con la
corteza prefrontal, en donde en su opinión radican las funciones del libre
albedrío. Y está en la parte superior del ciclo percepción/acción PA, que
explica la relación del organismo con la sociedad. En este punto, debo señalar
que de acuerdo con el neurocirujano español Jesús Martín-Fernández,4
el cerebro se debe comprender como un metasistema de
cinco dimensiones, en donde además del ancho, largo y profundo, la cuarta
dimensión es el eje del tiempo, esto es que las funciones del cerebro van
cambiando de región a lo largo del tiempo, ello debido a la plasticidad
cerebral. La quinta dimensión, es la variabilidad entre personas, lo cual
implica que las funciones del cerebro, no están en el mismo lugar en diferentes
personas.
De tal modo
que, no ignoro que no se pueden adjudicar algunas funciones específicas a las
distintas actividades cerebrales. Empero, ello, no minimiza las reflexiones de
Fuster, por ello, es que en lo que continúa del texto, no señalo el tema de la
corteza prefrontal.
Un dato
importante, es que tener diversidad de elecciones no es suficiente para hablar
de libertad en el ser humano. Así, la postura de Fuster consiste en señalar
que:
el libre albedrío,
o libertad para elegir entre alternativas, depende del sistema nervioso, sobre
todo de la corteza cerebral, en su interacción con el entorno; que la libertad
para elegir entre alternativas -incluida la inacción- es relativa, está condicionada
por ciertos límites tanto en el organismo como en el entorno; y que la
experiencia subjetiva de la libertad está en función de la intensidad de la
actividad cortical que precede a la libertad de decisión y se ocupa de la
misma. (Fuster, 2015: 12)
Además, el lóbulo
prefrontal se puede considerar como un organizador temporal de la libertad
humana, debido a que la capacidad para moldear el futuro, comprende lo que se
puede denominar como lo “nuevo” y, claro está, lo bueno, útil y bello, así como
lo contrario. Para ello se basa en información tanto interna como externa.
En este punto
hay que señalar que hay algunos límites al libre albedrío que provienen de
nuestra herencia animal. Por ello es oportuno señalar que las redes neuronales
están sometidas a influencias de distintos orígenes, como recuerdos asentados
en la misma corteza o procedentes de los centros instintivos, “viscerales y
emocionales del sistema límbico y del tronco del encéfalo” (Fuster, 2015: 17).
Por tanto, la capacidad para elegir entre diversas posibilidades debe
considerar las innumerables variables que subyacen a la acción, la cual se
disuelve ante un factor teleológico, esto es, la finalidad o el objetivo, lo
cual se va desarrollando conforme se susciten las circunstancias de vida.
Para explicitar sus observaciones Fuster indica que:
Partiendo de la
neurobiología, sugiero que el ciclo del modelo del ciclo PA [percepción-acción]
ayuda a resolver este problema, al menos en parte. En este modelo, sitúo la
posibilidad de sucesos aleatorios en cualquier lugar del ciclo: a saber, el
entorno externo, el entorno interno o el cerebro propiamente dicho. Esto supone
que una acción y las decisiones que conducen a ella pueden empezar y terminar
en cualquier punto del ciclo. Lo cual significa que las «etapas» hipotéticas
del libre albedrío y la toma de decisiones están de hecho colapsadas,
expandidas o alternadas en una continua reentrada de información: entre las
cortezas frontal y posterior. (Fuster, 20215: 27)
Así, el punto de
partida para construir un objetivo puede ser cualquier dato adquirido
recientemente en la edad adulta o tan antiguo como en la infancia, lo que
implica que los límites, pueden ser los que están insertos en los centros
neuronales o los adquiridos a través de experiencias de vida.
Este último
punto es de suma importancia, debido a que la seguridad que buscamos en la vida
cotidiana, está compuesta con intereses sociales, aspiraciones individuales o
necesidades familiares, lo cual dificulta generar una adecuada expectativa de
vida. Como un ejemplo de lo expresado, debe señalarse que, para un número
significativo de personas, el simple hecho de obtener un trabajo es suficiente
para sentir seguridad en su vida. Empero, ello implica dejar de lado los
propios anhelos, gustos, etcétera. Lo que ha contribuido a generar una sociedad
más neurótica y agresiva.
Empero, antes
de continuar con el tema de la seguridad, considero oportuno continuar con las
ideas de Joaquín Fuster debido a su riqueza.
Plasticidad y
libre albedrío
Es
oportuno dejar en claro que la diversidad de opciones para elegir es una
condición necesaria de la plasticidad, la cual se puede definir como la
capacidad de adaptación que tiene el cerebro para reconstituirse,
reorganizarse, debido a la aparición de nuevas conexiones neuronales que
posibilitan la adaptación a experiencias recientes, así como a otros
aprendizajes, lo que también incluye la memoria. Un autor que permite aclarar
más la idea de la plasticidad es Juan Vicente Sánchez quien en el libro: La memoria (2018), señala:
Y la respuesta
está en la plasticidad neuronal para modificar nuestras conductas, que nos
proporciona una ventaja adaptativa para acomodarnos al ecosistema, y una
herramienta para modificarlo a nuestra medida frente a las restricciones del
resto de especies, cuyo repertorio comportamental está mayoritariamente
determinado por su genética. Y esa plasticidad neuronal, subyace al
comportamiento, es precisamente la base de la memoria. (J. V. Sánchez: 2018,
17)
Así, conforme nos
hemos ido adaptando al entorno se van generando nuevas redes neuronales que
permiten construir nuevas formas de adaptación, por ello el espacio para la
libertad, aunque parece limitado, puede ensancharse, empero se requiere tener
conciencia de que se está construyendo algo diferente.
Para Fuster, la multideterminación significa que
una acción tiene muchas causas posibles, empero no implica que la acción sea
indeterminada. En otras palabras, al multiplicarse las causas posibles,
cualquiera de ellas puede aparecer y desaparecer como la principal. Por ello,
disminuyen las limitaciones a la libertad “El individuo se siente y, a efectos
prácticos es, más libre” (Fuster, 2015: 35). Empero, para ello, hay que tener
conciencia del proceso.
Conciencia y
libertad
No se
puede abordar de manera razonable el tema de la libertad sin abordar el tema de
la conciencia, por lo cual es oportuno señalar que ésta, se puede abordar desde
dos puntos de vista:
1) La conciencia per
se, como entidad determinante de la conducta humana.
2) En cuanto conocimiento inconsciente, se
debe preguntar qué tanto determina efectivamente esa conducta.
Considerar las dos propuestas, conduce al complejo análisis de la base
neuronal de la conciencia. En opinión de Fuster, la conciencia no es una
función, esto es debido a que no posee la capacidad de actuar que es propia de
los seres vivos y sus órganos, así como de las máquinas o instrumentos. Tampoco
es un agente causal,5 debido a que
no es un factor, sustancia viva o fuerza intangible que estimula una reacción.
Así, para el neurólogo brasileño
la conciencia es
la experiencia subjetiva de un estado de actividad acentuada del cerebro, sobre
todo, la corteza o parte de la misma. Es esta circunstancia la que suscita el
conocimiento subjetivo de nosotros mismos y de la funciones cognitivas y emocionales
ejecutadas por el cerebro. La experiencia consciente es por definición un
fenómeno, o más exactamente un epifenómeno, en el sentido de que simplemente
acompaña al estado y las funciones del cerebro. En cualquier caso, sí existe,
pero carece de características operantes o incluso de definición operativa,
excepto por omisión –esto es, en el sueño–. (Fuster, 2015: 44)
Señala Fuster que “Al
acceder a la atención consciente del individuo, somos capaces de valorar hasta
qué punto ese individuo se siente libre para elegir y llevar a cabo sus
acciones” (Fuster, 2015: 45). Y en este punto, considero importante incluir una
de las problemáticas sociales más cotidianas, pues entre la atención consciente
del individuo a la libertad de elección, puede suceder que tenga la diversidad
de opciones para seleccionar qué empresa de los grandes consorcios lo va a
explotar.
Ahora, es obvio que Fuster está aludiendo a la capacidad humana de tomar
consciencia de la decisión que va a tomar para la construcción de su vida,
empero considero oportuno incluir el dilema que implica para un número
significativo de seres humanos el no tener opciones sociales para construir su
vida. En este sentido, se alude más que a las personas que tengan acceso a este
tipo de escritos, a aquellas que no han tenido la oportunidad de recibir la
información necesaria para labrarse su porvenir, debido a que por lo general
los objetivos que se plantean en la vida, se ajustan a los intereses de las
grandes corporaciones que impulsan a las personas a generarse expectativas de
vida que difícilmente se pueden cumplir, por lo que se esfuerzan en hacerse un
lugar en una clase social cuyo poder adquisitivo es alto y que no pueden
alcanzar, por ello viven endeudados o con limitaciones, sin explotar su
potencial, en el sentido de desarrollarse de acuerdo a sus intereses y
objetivos, porque no tuvieron la oportunidad de construir sus objetivos de vida
con base en sus intereses, ya que ello es una elección difícil, pues requiere
de cierta preparación.
Sin embargo, la mayoría de las personas no pueden definir sus gustos o
intereses o buscar un lugar en alguna actividad que realmente les llame la
atención. En este punto es oportuno señalar que, de acuerdo con Fuster,
aproximadamente un 99% de lo que percibimos cotidianamente es inconsciente y
aun así el ser humano evalúa hipótesis sobre el mundo de la vida. Por lo que
sólo si esas hipótesis son refutadas llegamos a ser conscientes de ellas, sólo
lo nuevo llama la atención consciente. Esas son señales reveladoras de que
procesamos inconscientemente el resto de lo que percibimos, incluso de lo que
aprendemos por repeticiones, prácticamente automáticas.
Así, la libertad para actuar y cómo actuar, está hecha potencialmente por
conocimiento inconsciente, que se debe considerar entre las limitaciones del
cerebro, las cuales varían de un individuo a otro, debido a que intervienen
aspectos tan diversos como los factores genéticos, ambientales y del desarrollo
que tienen impacto en variables neuronales como la conectividad cortical y la
transmisión, la fuerza sináptica, el flujo sanguíneo a las diversas regiones
cerebrales, el metabolismo de las células nerviosas, etcétera. Y por ello, los
individuos están equipados de distinta manera para la libertad. Debido a las
diferencias en la complejidad cortical derivadas de la genética y de la
experiencia vital.
Así lo expresa Fuster “El individuo dotado de una corteza muy
interconectada, inteligente, instruido y con destrezas lingüísticas superiores
tendrá más opciones en la vida, y por tanto en principio será más libre, que
uno con una corteza menos interconectada, de inteligencia mediocre y formación
escasa” (Fuster, 2015: 54). Empero, ello no significa que en una democracia las
libertades cívicas de unos difieran de las de otros.
Los individuos están equipados de manera distinta para la libertad, ello se
debe a que existen diferencias en la complejidad cortical derivadas de una
conjunción de la genética, así como de la experiencia vital:
El individuo
dotado de una corteza muy interconectada, inteligente, instruido y con
destrezas lingüísticas superiores tendrá más opciones en la vida, y por tanto
en principio será más libre, que uno con corteza menos interconectada, de
inteligencia mediocre y formación escasa, otros aspectos son los daños,
defectos o enfermedades patológicas. (Fuster, 2015: 54)
Ello no implica que el
derecho constitucional, las libertades cívicas de unos y otros, deban diferir,
debido a que en el desarrollo social, por las
experiencias históricas que cada vez han ido vinculando más a la humanidad, se
ha logrado, por los menos en las leyes y no tanto en la práctica que la
libertad de cada individuo esté protegida. En este sentido, a pesar de todas
las dificultades que entraña la comprensión del comportamiento de dominación
humano, así como su imposición las instituciones tienden a promover un marco de
bienestar social.
A manera de
conclusiones
En
primer lugar, es oportuno dejar en claro que los seres humanos estamos
equipados neuronalmente para entender los avatares de la vida, sin embargo, la
manera de resolverlos dependerá de las condiciones socioculturales, así como de
la experiencia obtenida, en donde las personas en derredor son importantes,
pues nunca se está completamente solo. Por ello, es necesario considerar las
palabras de Jeremy Rifkin, quien señala que “la predisposición a la empatía
forma parte de nuestra biología” (Rifkin, 2010: 18), Sin embargo, es necesario
tener en cuenta que la conciencia empática se desarrolla conforme a las etapas
de maduración y se complementa con los valores y la visión del mundo a la que
se pertenece. De la misma manera, con el transcurrir de los años la empatía ha
ido abarcando a más personas que las del grupo al cual se pertenece, hasta
abarcar, de manera indirecta, a la población mundial. Muestra de ello son las
propuestas que buscan impactar favorablemente en la ecología del planeta.
Desafortunadamente, la empatía ha sido desestimada como fuerza motriz del
desarrollo de la historia. Por ello es oportuno señalar que
si la humanidad prosperó, se debe a que desde los albores la unidad del grupo
fue necesaria para fortalecer la protección, la obtención de comida y refugios,
etcétera. Lo que permitió la certeza de vivir en lugares seguros, lo que
también contribuyó a incrementar la imaginación y la inventiva, lo que mejoró
el nivel de vida de las poblaciones. Por ello, se puede señalar que la búsqueda
de seguridad, también forma parte de los impulsos o herencias naturales del ser
humano, pues en todo el reino animal no hay especie que no luche por
sobrevivir. Ello se manifiesta, en primer lugar en la
lucha por la sobrevivencia de la especie y posteriormente en otros ámbitos como
la obtención de una fuente positiva de ingresos para obtener los recursos
necesarios para continuar viviendo y con una vida confortable.
Un punto interesante, es que la seguridad se puede relacionar con, hasta el
momento, el cese irreversible de las funciones corporales, como señala Rodrigo Quian, “vencer a la muerte es el más apremiante de nuestros
desafíos” (2024, 344), instinto natural que nace a partir de la construcción
del Yo. Debido a que si no hay un Yo que vaya a morir, entonces el miedo se
pierde, empero la permanencia del Yo es indudable, de ahí la importancia de
considerar el conatus de Baruch
Spinoza, que es la tendencia de la mente, materia y seres vivos para continuar
existiendo y mejorarse. Por lo que considero importante continuar trabajando
para mejorar la conducta humana y las tendencias dominantes y destructivas.
Por mi parte, puedo señalar que a partir de ahí surge la necesidad de
considerar todos los componentes que se han ido describiendo a lo largo de
estas páginas, esto es la empatía, violencia, seguridad y libertad. Así, no se
debe dotar de mayor importancia a una por sobre las otras al momento de querer
exponer una interpretación sobre la conducta humana, ya que las actitudes que
se adopten, tanto en lo individual como en lo social, estarán relacionadas con
las circunstancias imperantes.
Finalmente, el impulso a vivir con la mayor seguridad posible mantiene
unidas a las sociedades y, por aprendizaje histórico, en las mejores
condiciones posibles, ya que a pesar de todos los
pesares, como las guerras, la dominación y en general la violencia, nunca han
dejado de estar presentes. Empero, también la paz, la equidad y la creación de
leyes, que, con todos sus avatares, tienden a mejorar las condiciones de convivencia.
De ahí que cobre vitalidad el estudio de propuestas de autores como Paulo Freire,
Mario Magallón, Humberto Maturana y muchos otros filósofos y pedagogos
latinoamericanos, quienes abogan por formar a estudiantes conscientes y
críticos, al mismo tiempo que participativos en los procesos políticos y
sociales de sus poblaciones.
Bibliografía
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Sánchez Andrés, Juan Vicente (2018). La
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Schloss, Jefrey (2018). “Introducción”, en Jefrey
Schloss y Michael Murray (eds.). El
primate creyente, reflexiones científicas, filosóficas y teológicas sobre el
origen de la religión. España: Herder.
Waal, Frans de
(2013). El bonobo y los diez mandamientos, en busca de la
ética entre los primates. Trad. Ambrosio García Leal. México:
Tusquets.
1. Para mayor
información Cfr. Mis libros: Contrapoder y
moral, Una perspectiva desde América Latina,
(2023), México, CIALC/UNAM-EÓN, y Contrapoder y
dominación, (2022), la paradójica experiencia del poder en lo político, México, CIALC/UNAM.
2. Aunque también señaló que “la violencia
humana, aunque innata, es controlable, ya que las condiciones pueden
estimularnos a ser menos agresivos. Y lo más significativo y destacable de sus
teorías está en señalar que las condiciones culturales, en opinión de Otterbein, van siendo más elaboradas a medida que la
civilización avanza, por lo que pueden llegar a ser decisivas para modular el
nivel de violencia que puede ejercer un individuo o grupo social” (Saladié y Rodríguez: 2023, 28).
3. Es oportuno aclarar que señalan otras
posturas sobre la violencia, por ejemplo, entre otras considero las ideas de
Richard Wrangham, quien apunta que la bondad humana
se le debe al asesinato, debido a que los seres humanos aprendimos a controlar
los comportamientos agresivos, lo que nos condujo a conformarnos como seres
culturales.
4. Una referencia a lo que se indica de la
opinión de Jesús Martín-Fernández, que se encuentra en la entrevista llevada a
cabo en el Pódcast Wild Project. Página electrónica
https://www.youtube.com/watch?v=VWH5hQxbeqk
5. Por lo general el término se emplea en
biología y medicina para referirse a aquello que provoca una enfermedad.