Javier Rodríguez Rosales*
Institución Universitaria CESMAG, Colombia
Universidad de Nariño
Grupo de Investigación: Literatura y Región
rodrizales@gmail.com
Recepción: 01/10/16
Evaluación: 05/10/16
Aprobación: 25/11/16
Artículo de Investigación- Científica
Este escrito en torno a la obra de Silvio Sánchez Fajardo (1950-2011), quien fue profesor del Departamento de Humanidades y Filosofía desde 1975 hasta 2011, período en el cual se desempeñó como Director de Departamento de Humanidades y Filosofía, Coordinador de la Maestría en Etnoliteratura, Secretario General, Vicerrector Académico y Rector de la Universidad de Nariño; dejando una significativa obra filosófica y pedagógica, la cual quedó plasmada en sus libros publicados e inéditos. Sus planteamientos respecto al análisis sistémico de las nociones de “texto” y su relación con la cultura, la ciudad y la universidad, siguen vigentes, como también su propuesta de “reforma profunda” de la Universidad de Nariño, base histórica para un cambio en las maneras de la enseñanza y la investigación, para ser un acontecimiento epistemológico que permita constatar la existencia de algo maravilloso en las postmodernidades como es la liberación de la interpretación.
Palabras clave: semiótica, universidad, cultura, ciudad, texto, sentido.It is a reflection on the work of Silvio Sánchez Fajardo (1950-2011), who was professor of the Department of Humanities and Philosophy from 1975 to 2011, during that time in which he served as the Director of the Department of Humanities and Philosophy, Coordinator of the Master’s Degree in Ethnoliterature, General Secretary, Academic Vice-Rector and Rector of the University of Nariño, leaving a significant philosophical and pedagogical work, which was reflected in his published and unpublished books. His approaches to the systemic analysis of the notions of “text” and its relation to culture, the city and the university are still in force, as well as his proposal of “profound reform” of the University of Nariño, as a historical basis for a change in the areas of teaching and research, so that it is an epistemological event that allows to verify that if there is something wonderful in the postmodernities is the liberation of the interpretation.
Keywords: semiotics, university, culture, city, text, meaning.É uma reflexão sobre o trabalho de Silvio Sánchez Fajardo (1950-2011), professor do Departamento de Humanidades e Filosofia de 1975 a 2011, durante o qual atuou como Diretor do Departamento de Humanidades e Filosofia, Coordenador de Mestre em Etnoliteratura, Secretário Geral, Vice-Reitor Acadêmico e Reitor da Universidade de Nariño, deixando um importante trabalho filosófico e pedagógico, refletido em seus livros publicados e inéditos. Suas abordagens para a análise sistêmica das noções de “texto” e sua relação com a cultura, a cidade e a universidade ainda estão em vigor, bem como sua proposta de “profunda reforma” da Universidade de Nariño, como base histórica para uma mudança nas formas de ensinar e pesquisar, de modo que seja um evento epistemológico que permita verificar que, se houver algo maravilhoso nas pós-modernidades, é a libertação da interpretação.
Palavras-chave: semiótica, universidade, cultura, cidade, texto, significado.El propósito del presente ensayo es resaltar la vida y la obra de Silvio Sánchez Fajardo, quien fuera profesor de la Universidad de Nariño entre 1975 y 2011, período en el cual se desempeñó como Director del Departamento de Humanidades y Filosofía, Coordinador de la Maestría en Etnoliteratura, Secretario General, Vicerrector Académico y Rector, dejando una obra filosófica y pedagógica significativa, la cual quedó plasmada en sus libros publicados e inéditos: Cultura: teoría y gestión (coautor, 1999), Cultura y carnaval (coautor, 2000), Las Gramáticas de la Universidad (2000), Cultura y Ciudad (coautor, 2003), Diálogos imperfectos (2004), …Y ahora, preguntemos a los recuerdos (2010), El ideal es aprende a vivir (Pre-textos para pensar la Universidad de Nariño (2010), y Conversaciones con la ciudad (2014). Obra que necesita ser leída y reflexionada por las nuevas generaciones, debido a la importancia y vigencia de sus planteamientos filosóficos y pedagógicos, en especial, los que giran en torno a la cultura, la ciudad y la universidad como textos.
En primer lugar se hace énfasis en sus aportes al estudio del texto como unidad de sentido y de significado, como unidad semántica y de comunicación intencional vinculada a un contexto; como “cualquier comunicación registrada en un determinado sistema sígnico” (Lotman), como un “constructo teórico” (Van Dijk), un concepto abstracto que se concreta a través de distintos discursos y cuyo estudio debe ser abordado interdisciplinariamente. Un texto es un conjunto coherente de enunciados que forma una unidad de sentido y que tiene intención comunicativa (pretende transmitir un mensaje).
Para efectos de este ensayo, el término “texto” es utilizado en una acepción general, como el medio contenedor de símbolos que representan el mundo, es decir, un significado. Visto el texto como unidad significativa, es también unidad de análisis. Lo anterior, como fundamento teórico y metodológico para interpretar la cultura, la ciudad y la universidad como textos.
Considerando lo anterior, en el primer capítulo de este escrito, “Formación”, se hace un breve recorrido en la vida del maestro Silvio Sánchez, a través de la exposición de su formación académica inicial, donde se expone como empiezan sus estudios de primaria en la Escuela Anexa de la Normal Superior de Pasto; seguida del bachillerato pedagógico en la misma institución; de Licenciatura en Filosofía y Letras, y su posterior vinculación como profesor de tiempo completo del Departamento de Humanidades y Filosofía de la Universidad de Nariño; sus estudios de Derecho y Ciencias Políticas en la misma universidad, y sus estudios de Maestría en Dirección Universitaria en la Universidad de los Andes. También resalta su experiencia como Director del Departamento de Humanidades y Filosofía, Coordinador de la Maestría en Etnoliteratura, Secretario General, Vicerrector Académico y Rector de la Universidad de Nariño.
En el segundo capítulo, “la cultura como texto”, se resalta que Sánchez Fajardo, a partir de sus libros: Cultura: teorías y gestión (coautor, 1999) y Cultura y Carnaval (coautor, 2000), acompañado de la antropología de Clifford Geertz, propone leer la cultura como texto, es decir, la cultura hecha gramática: “El concepto de cultura que propugno (…) es esencialmente un concepto semiótico. Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones. Lo que busco es la explicación, interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie. Pero semejante pronunciamiento, que contienen toda una doctrina en una cláusula, exige en sí mismo alguna explicación”1. También acompañada de la Semiótica de la cultura, que se ha instaurado actualmente como una manera particular de leer, como una actitud de sospecha ante la cultura y la vida. La semiótica ha vuelto a la sociedad lectores plurales, competentes para leer el espacio o el cuerpo, los objetos o los discursos; y también ha mostrado que detrás de comportamientos humanos o animales, aparentemente desordenados o sin sentido, se esconde un organizado tejido repleto de significación.
El tercer capítulo, “La ciudad como texto”, se muestra que Sánchez Fajardo, a partir de sus libros: Cultura y Ciudad (coautor, 2003) y Conversaciones con la ciudad (2014, publicado tres años después de su muerte), plantea que la ciudad puede considerarse como una obra literaria, que incluye ciertamente partes no verbales, como una obra de teatro, que tiene sus reglas propias y sus procedimientos de composición, de un género extraordinariamente abarcador ya que, por medio de las bibliotecas, librerías, escuelas, etc., al menos toda la literatura de una lengua puede aparecer como uno de sus capítulos, sus actos, sus sectores. La ciudad “es un discurso, y este discurso es verdaderamente un lenguaje: la ciudad habla a sus habitantes” (Barthes); la ciudad “no sólo funciona, también comunica y desde este ángulo podemos leer e interpretar en ella las numerosas huellas que va dejando la acción prolongada de sus habitantes, las construcciones de sentido que va imprimiendo la dinámica social, que se manifiestan como una escritura colectiva que es descifrable en sus edificaciones, en sus calles, en la circulación, en los comportamientos” (Margulis, 2002). La ciudad como un objeto humano que da cuenta de la cultura, puesto que “como construcción social e histórica, va expresando los múltiples aspectos de la vida social y transmitiendo sus significaciones. No es un sistema de signos tan estudiado y manejable como el lenguaje, pero igualmente puede ser considerada expresión de la cultura y texto descifrable” (Margulis, 2002).
Finalmente, en el ensayo “La universidad como texto”, a partir de los libros Las gramáticas de la Universidad (2000), Diálogos imperfectos (2004), El ideal es aprender a vivir (Pre-textos para pensar la Universidad de Nariño) (2010); …Y ahora, preguntemos a los Recuerdos (2010), Sánchez Fajardo propone pensar la universidad como texto, pues pensar la universidad es imaginarla en el mundo, en el país y en la región, aportando a sus desarrollos, enseñando, produciendo, transfiriendo y compartiendo conocimientos e integrándose a la sociedad que la compone y de la que forma parte y se nutre, contribuyendo con su pensamiento crítico y propositivo, capaz de incidir mediante la formulación de respuestas alternativas, en los cambios sociales necesarios. Pensar la universidad, es concebirla comprometida con los paradigmas del desarrollo humano sostenible, la educación permanente, la cultura de la paz, el respeto, el ejercicio de los derechos humanos, la autonomía y la democracia, la formación en valores y defensa de la pluralidad, con la expectativa global de la inclusión y el acceso a derechos esenciales para la movilidad social; así como comprometida con la producción y transmisión de conocimientos capaces de contribuir a su superación.
Sin embargo, para ello será necesario todo un proceso de “reforma profunda” o “descolonización”, de acuerdo a los planteamientos de Castro-Gómez, a propósito de la relación estructura triangular de colonialidad y la universidad, de la estructura arbórea y disciplinaria del conocimiento: “Pues bien, mi tesis es que la universidad moderna encarna perfectamente la “hybris del punto cero”, y que este modelo epistémico se refleja no sólo en la estructura disciplinaria de sus epistemes, sino también en la estructura departamental de sus programas. (…) Las disciplinas son ámbitos que agrupan diversos tipos de conocimiento experto: la sociología es una disciplina, la antropología es una disciplina, la física y las matemáticas también lo son. Las disciplinas materializan la idea de que la realidad debe ser dividida en fragmentos y de que la certeza del conocimiento se alcanza en la medida en que nos concentremos en el análisis de una de esas partes, ignorando sus conexiones con todas las demás. Lo que hace una disciplina es, básicamente, recortar un ámbito del conocimiento y trazar líneas fronterizas con respecto a otros ámbitos del conocimiento”2.
1. FORMACIÓNSilvio Sánchez Fajardo nació en Colón (Putumayo), el 12 de octubre de 1950, en una familia formada por sus padres nariñenses: Aurelia Fajardo Díaz (El Tambo), y José Celestino Sánchez Benavides (Puerres), y sus ocho hermanos: Alberto, Nelly, Fanny, Robert, Álvaro, Hugo, Nidia y José. Los estudios primarios los realizó como Interno en la Anexa de la Normal Superior de Pasto, donde ingresó a los seis años de edad; el bachillerato lo hace en la misma institución, que le confirió el título de Normalista en 1971. La Universidad de Nariño le otorgó en 1975 el título de Licenciado en Educación, Especialidad Filosofía y Letras, habiéndose destacado como estudiante y Monitor en el área de Filosofía, experiencia que aprovechó para participar en la convocatoria y ser nombrado como profesor de tiempo completo del programa de Licenciatura en Filosofía y Letras. También realizó estudios de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Nariño. La Universidad de los Andes le otorgó el título de Magister en Dirección Universitaria en 1999, experiencia de la que nació su libro Las Gramáticas de la Universidad (2000).
De sus primeros contactos con los libros, en su familia con sus padres y hermanos, con sus compañeros y maestros de primaria en la Escuela Anexa a la Normal, Sánchez Fajardo recuerda con afecto su formación al lado de la Cartilla Charry, que fuera publicada por primera vez por Justo Víctor Charry Charry en 1917, como un texto que posibilitaba superar las limitaciones de los métodos denominados “tradicionales”, y que llegaría a convertirse, “en otro emblema de la nacionalidad” por su profusa y extensa vigencia en la educación del país. Este texto escolar puso en práctica el método denominado “de palabras normales”, y se constituiría en modelo para las cartillas de enseñanza de la lectura hasta nuestros días. Este método fue atribuido al pedagogo checo Juan Amós Comenio, quien en su obra Orbis Pictus, señalaba que la enseñanza de cada grafía iba acompañada de una imagen, la cual contenía la primera grafía que se quería estudiar, o contenía el dibujo del animal que hacia un sonido, el cual al utilizarlo como onomatopéyico le permitía a los niños relacionarlo con el dibujo y el punto de articulación.
De su experiencia con la Cartilla Charry en la Escuela Anexa a la Normal de Pasto, Sánchez Fajardo se refiere a “El olor de los libros”, ensayo que hace parte del libro …Y ahora, preguntemos a los recuerdos (2010): “Desde niño me gustó el olor de los libros. Recuerdo las largas horas de contemplación que dedicaba a la cartilla Charry sin leerla y estableciendo con ella una relación de amistad. De los días de mayor sufrimiento de tantos que he vivido, uno de ellos sucedió cuando alguien sustrajo la Cartilla de mi talega escolar cuyos tirantes entrecruzaban en la espalda. A ratos los libros huelen a lápiz, a tinta y a otros momentos, a tiempo; no podré jamás describir el olor del tiempo, pero se parece al olor de los libros”3.
También evoca la lectura de los libros Demonio Interior y De incógnito en la vida, del escritor colombiano Octavio Amórtegui (1901-1990), quien perteneció al grupo de “Los Nuevos” y se destacó como cuentista urbano y psicológico: “Mi padre leía a Octavio Amórtegui en un libro que se llama De incognito en la vida, y hoy con extrañeza me pregunto cómo él pudo leer a un crítico profundo desde su venerable mentalidad conservadora. El texto titulado El demonio interior del mismo Amórtegui, me hizo compañía durante mi juventud. Esas letras grandes y tristes también tenían el olor a tiempo”4. El grupo literario “Los Nuevos” surgió en 1925 con la revista que llevaba su nombre, y estaba integrado por intelectuales como: Alberto Lleras Camargo, Rafael Maya, Germán Arciniegas, Jorge Zalamea, León de Greiff y Luis Vidales, entre otros, quienes se inspiraron en la obra Ariel, de José Enrique Rodó y recibieron el influjo de la revolución rusa y las ideas socialistas.
En el proceso de su formación lectora, Sánchez Fajardo destaca también la obra de Baldomero Sanín Cano, de los poetas de la tertulia literaria “Gruta Simbólica” y los libros de la “Biblioteca Aldeana”. De sus años de bachillerato en la Normal, de sus lecturas de la obra de Charles Dickens, de Jorge Isaacs, de Arturo Suárez y de Tomás Carrasquilla, así como de sus primeras experiencias en la escritura; Javier Arteaga Romero señala: “se dedicaba a elaborar cartas de amor para sus compañeros que le recomendaban con la entrega de una fotografía de la persona a quien iba dirigida, sirviéndole de inspiración, por su habilidad en las letras y de expresión, logradas con la lectura constante de libros como: María de Jorge Isaacs, Atala y René de Françoisde Chateaubriand y de autores como Charles Dickens, Arturo Suárez, Tomás Carrasquilla, entre otros, entendiéndose que las primeras prácticas como escritor las cumplió elaborando poemas de amor, que de igual manera, le permitieron obtener algunos recursos por el trabajo realizado, con el pago de un peso por cada escrito”5.
En el proceso de su formación como lector, también sobresalen las obras de los escritores José María Vargas Vila (1860-1933) y Jorge Luis Borges (1899-1986), quien escribe: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”6, fragmento referenciado por Sánchez Fajardo en su libro Conversaciones con la ciudad: “Mi pregunta era cómo hacer para que la gestión pública sea “eidos” o cómo hacer para alargar la memoria y la imaginación y el mismo Borges y los griegos me daban la clave, insistiendo en la conversación que no es precisamente como el libro, pero es su antecesora y de todas formas la manera cómo los seres humanos fundamos mundos”7.
De su experiencia en la lectura de la obra de estos dos grandes colosos de la literatura, se va a referir Sánchez Fajardo en su libro: …Y ahora, preguntemos a los recuerdos: “En las noches en secreto leía a Vargas Vila en las irreverencias de Ibis y las ternuras raras en Aura o las violetas, Emma, la diatriba en la política en los Césares de la Decadencia. El olor de la irreverencia es original y acaricia el talento con lentitud. Muchos libros prohibidos, censurados, apócrifos tienen un olor que atrae y perduran en la memoria para siempre. Descubrí muy temprano que hay libros en papiro, en piedra, en tela y en los tallos de los arboles haciendo declaraciones de amor, en la arena del mar y en las alas del viento como para llenar el mundo de letras. El ser humano tiene en la escritura la extensión de la memoria, dijo Borges en una clase en Belgrano; la escritura es como el dejar la firma en los misterios del tiempo para que el tránsito por la vida tenga una pequeña porción de infinito”8.
En 1976, un año después de su vinculación como profesor de tiempo completo, fue designado como Director del Departamento de Humanidades y Filosofía. Entre 1980 y 1982, fue nombrado como Secretario General de la Universidad de Nariño, cargo que desempeñó en las administraciones de los rectores Galo Armando Burbano y Edgar Bastidas Urresty. También fue Vice-rector Académico de la Universidad de Nariño en dos oportunidades, en 1986, en la rectoría del doctor José Félix Moreno Mesías, y en 1995, en la del jurista Ernesto Vela Angulo.
En marzo de 1977 salió al público la primera edición de “Nómade”, revista “del nunca constituido formalmente Centro de Estudios Filosóficos de la Universidad de Nariño”, fundada y dirigida por Sánchez Fajardo, en cuya Presentación escribe: “La revista, es ante todo una apertura para andar y desandar los caminos de la práctica teórica con un sentido Nómade… Nomadizar es nuestro deseo”9. En la cuarta edición correspondiente al mes de diciembre de 1984, se puede leer en la Presentación: “La fiesta debe continuar y la escritura es el puente que permite dicha continuidad. Luego de cumplir con la faena del VII Foro Nacional de Filosofía y siguiendo las huellas de las ocho décadas de vida de nuestra Alma Máter, permanecemos en la intención de emprender el camino sin el afán de llegar, en el ejercicio de la desgarradura que se construye a partir del crecimiento de la voz y la palabra en el que-hacer filosófico y literario”10.
En 1985, se publicó el libro Caminos hacia la peste y otros escritos, de José Miguel Wilches (1944-1980), quien se desempeñó como profesor del Departamento de Humanidades y Filosofía de la Universidad de Nariño, cuyo prólogo está a cargo de Sánchez Fajardo, quien escribe: “Después de un largo trabajo teníamos que ordenar más de diez mil hojas de cuadernillos pequeños que se llamarían “Nómade”. Este primer número realizado en mimeógrafo era la expresión del nunca constituido formalmente “Centro de Estudios Filosóficos de la Universidad de Nariño”. Existen en un texto los fundamentos teóricos de este Centro, el búho distintivo y mil cosas más que dibujan un gran futuro en la producción filosófica. Se había logrado para la Universidad de Nariño una presencia nacional con el “primer Foro Nacional de Filosofía” en 1974. En fin, el Departamento de Filosofía de la Universidad de Nariño, más que una unidad académica incrustada en el drama administrativo, era un grupo de estudio y de debate. Esto que describo no es una nostalgia, sino la manera de explicar cómo acontecieron los textos que en este libro se compilan y que se publican como un homenaje a la memoria de José Miguel Wilches”11.Concluye exaltando la labor docente e investigativa del profesor desaparecido: “José Miguel dejó de vivir entre nosotros desde 1980 y aún caminamos tras su huella. Él inventó la palabra como compromiso y como la única manera de vivir históricamente. El libro que hoy entregamos se debe a las gestiones de muchos. Reconocemos la labor de los doctores Alberto Quijano Guerrero y Humberto Márquez Castaño, el impulso de los profesores del hoy Departamento de Humanidades y Filosofía y ese inmenso amor por la escritura que nos une siempre”12.
En 1986, a pocos días de la desaparición del profesor Humberto Márquez Castaño (1944-1986), profesor del Departamento de Humanidades y Filosofía, Sánchez Fajardo escribió el texto “Se decide horrorosamente sobre la muerte y no se acepta una palabra sobre la vida”, que fue publicado en la edición No. 27 de la revista Meridiano, en el cual escribe: “Desde el miércoles te estamos buscando y se iniciaron todos los destinos en aglomeración. La Universidad no hace otra cosa que respirar tus esperanzas, tus días, esa palabra de constructor que tuviste a flor de labio. Toda iniciación ha de partir desde finales y desde tus Cantos de la Montaña. Cuánto lenguaje se ha producido frente a tu muerte, tanto que lo único que significa es esa frontera que aparece entre lo real y lo irreal; ese absurdo abismal de no acompañarnos en la salida de las mañanas que amasas y abrazaste. Te hemos buscado en todos estos días y nos hiciste entender tus maneras, la disciplina del escritor que con desesperación se aferraba a los minutos para no desperdiciar las armonías. Ha quedado sin terminar el trabajo sobre la vida y obra del Maestro Zambrano, pero no te preocupes, que Jaime lo hará, sólo que faltará tu sudor sobre la letra”13.
A finales del año 2000, después de intenso debate, el Consejo Superior de la Universidad de Nariño, le concedió licencia no remunerada por espacio de cuarenta y cinco días para ocupar el cargo de Alcalde Municipal de Pasto, de cuya experiencia nació el libro Conversaciones con la ciudad.
En el mes de septiembre de 2007, mediante votación de estudiantes y profesores, Sánchez Fajardo es elegido como Rector de la Universidad de Nariño, decisión refrendada por el Consejo Superior. Cargo que lo va a desempeñar desde enero de 2008 hasta abril de 2011, período en el cual lideró la construcción participativa del Plan de Desarrollo 2008-2020: Pensar la Universidad y la Región, e inició el proceso de Reforma Profunda, enmarcando su propuesta de la universidad como un lugar de pensamiento, construcción de conocimiento y de preguntas en movimiento, implicando procesos continuos de investigación, docencia y proyección. En relación a la autonomía universitaria, la destacó como una conquista de estudiantes y profesores: “Esta singular autonomía es delegada por la sociedad y constituye el principio de confianza, se construye a cada instante y permite a la Universidad darse su propio gobierno responsablemente para que la sociedad reciba a su vez el testimonio de un mundo en eticidad”14.
A propósito de la autonomía universitaria no sólo como principio fundador, sino como garantía constitucional y legal que protege el principio de confianza, Sánchez Fajardo subraya: “La constitución expresa con claridad que la sociedad confía en la universidad desde hace siglos y se dedica al cuidado de la misma cuando se intenta desconocerla o vulnerarla. Estos tiempos que vivimos con tanta des-confianza, época cuando el Estado se deslegaliza, se desregula, porque las leyes pasan menos en su construcción por el poder legislativo (en crisis inmensa) y más por el poder ejecutivo que privilegia la pretensión de eficacia y eficiencia que, siendo objetivos válidos en la racionalidad de los medios y en los procedimientos de una buena gestión, no pueden reducir la esencia de la universidad en la construcción científica, en la búsqueda de la verdad o verdades en las humanidades, la creatividad en las bellas artes, en las tecnologías y en las estéticas de la vida”15.
El 10 de marzo de 2011, se realizaron las elecciones para elegir rector, decanos y directores de departamento de la Universidad de Nariño para el período 2011- 2014. Con motivo de la entrega de las llaves al nuevo rector, Sánchez Fajardo escribió en “Aquí están las llaves para abrir todas las puertas”: “ El 10 de marzo de 2011 es un día para no olvidarlo nunca. La Universidad de Nariño eligió a su rector y a las demás autoridades académicas con período hasta el 2014. La marca de este día la pusieron los 791 profesores y los 6.285 estudiantes que se expresaron libremente como es el principio ético de todo acontecimiento democrático”16. Finalmente, se despide: “En fin, creo que mi gestión se somete a decantamiento histórico y quizá hayan muchas debilidades que quiero se muestren antes que los aciertos para que Usted trace los rumbos del mejoramiento. El 25 de marzo nos entregaron la Certificación de Calidad que unida a los 12 programas acreditados de Alta Calidad por el Consejo Nacional de Acreditación, es muestra de que estamos listos para la Acreditación Institucional. Usted fue protagonista en estas tareas. Mi gratitud a profesores, estudiantes, trabajadores, empleados, a mi familia, a la ciudadanía, gobernantes y a los seres humanos comunes y corrientes. A mis amigos gracias por su compañía en momentos difíciles, a mis contradictores valoro mucho sus reparos y críticas y a quienes prefirieron la murmuración para hacerme daño, mi pena intelectual. Hasta siempre”17. Estas palabras resultaron premonitorias, pues a los pocos días de haber cumplido su período como Rector de la Universidad de Nariño, Silvio Sánchez Fajardo fallece el 11 de abril de 2011, dejando grandes legados, el Plan de Desarrollo 2008-2020 Pensar la Universidad y la Región, e iniciado el proceso de Reforma Profunda con la Asamblea Universitaria.
2. LA CULTURA COMO TEXTOEl término texto, aparece vigente en otros idiomas, bajo formas muy parecidas: text alemán e inglés), texte (francés), testo (italiano), proviene del latín textus, participio de texo, del verbo texere que significa tejer, trenzar, entrelazar. El verbo latino texere nos dio tejer y tejido en castellano. Su participio también hipertexto y pretexto. Awaska en quechua traduce tejido, urdimbre. Con origen en el latín textus, la palabra texto describe a un conjunto de enunciados que permite dar un mensaje coherente y ordenado, ya sea de manera escrita o a través de la palabra. Se trata de una estructura compuesta por signos y una escritura determinada que da espacio a una unidad con sentido. Cada texto posee una cierta finalidad comunicativa: por medio de sus signos busca transmitir un cierto mensaje que adquiere sentido de acuerdo a cada contexto. La extensión del texto es muy variable, desde unas pocas palabras hasta millones de ellas. De hecho, un texto es virtualmente infinito. Más allá del concepto básico (el texto como unidad de sentido), el mismo término permite hacer referencia a cosas bastantes distintas entre sí. En este sentido, un libro completo, una frase de un periódico, un chat a través de Internet y una conversación en un bar incluyen textos. Los textos, por otra parte, guardan relación con otros textos para generar sentido. Esto quiere decir que un texto siempre es interpretado a través de un marco de referencia.18
Texto, según Luis Bernardo Peña, “es un tejido de signos, la urdimbre que resulta del sistema de relaciones formales entre ellos. En su significación más usual, el texto se define como un sistema sígnico, un conjunto coherente de signos con significado propio y autónomo del contexto. Es el producto, la fijación o la cristalización del lenguaje. Este sistema estaría clausurado en sí mismo, independiente de cualquier contexto. Puesto que la función del texto es únicamente la de representar el pensamiento, algunas formas de análisis textual privilegian el sistema formal, su estructura lógica o proposicional, en la que el significado permanece estático, encapsulado”19. De esta manera, “los textos son también escritos por sus lectores. El lector es co-creador del texto. El lector negocia el significado con el texto, en la experiencia de lectura, donde éste no es un objeto fijo, sino una secuencia de eventos. Al aceptar que el significado del texto no es independiente del lector, se ha destruido la objetividad del texto. El texto no aparece como un objeto, sino como una experiencia”20.
Yuri Lotman explica que el término “texto” ha sido empleado para designar una multiplicidad de fenómenos culturales. El texto puede ser un conjunto estructurado de signos (texto lineal comunicativo) o más bien constituirse como signo único (texto no-lineal); puede ser una estructura totalmente independiente (texto cerrado) o un sistema determinado por sus relaciones extra-sistémicas (texto abierto); puede ser el portador del mensaje comunicativo, coincidir con el mensaje o generar mensajes múltiples (teoría de la información); o considerarse como una estructura de textos organizados, o sub-textos (tipología “bajtiniana”), y puede ser una variante textual de un texto-modelo invariante (tipología “proppiana”); logra ser analizado como fenómeno sociohistórico, pero también como dispositivo pensante; finalmente se concibe como el elemento dinámico fundamental del sistema total de la cultura (semiosfera), y puede asimismo representar a todo el sistema21.
Según Umberto Eco, un “texto” es una de las grandes expresiones de nuestra cultura, en el sentido en que involucra conductas sociales fuertemente elaboradas tales como la cooperación, que es el criterio por excelencia en los diferentes actos comunicativos: Un “texto” es un artificio cuya finalidad es la construcción de su propio lector modelo. El lector empírico es aquel que formula una conjetura sobre el tipo de lector modelo postulado por el texto. Lo que significa que el lector empírico es aquel que intenta conjeturas, no sobre las intenciones del autor empírico, sino sobre las del autor modelo. El autor modelo es aquel que, como estrategia textual, tiende a producir un determinado lector modelo”22. Desde la perspectiva de la semiótica de Eco, “todo es un texto”, es decir, todo se puede utilizar como signo de otra cosa; por lo tanto, significa.
Ahora bien, la función socio-comunicativa del texto, según Lotman se puede reducir a los siguientes procesos: a) El trato entre el remitente y el destinatario. El texto cumple la función de un mensaje dirigido del portador de la información al auditorio; b) El trato entre el auditorio y la tradición cultural. El texto cumple la función de memoria cultural colectiva; c) El trato del lector consigo mismo. En el curso de ese trato del receptor de la información consigo mismo, el texto interviene en el papel de mediador que ayuda a la reestructuración de la personalidad del lector, al cambio de la autoorientación estructural de la misma y del grado de su vínculo con las construcciones metaculturales; d) El trato del lector con el texto. Al manifestar propiedades intelectuales, el texto altamente organizado deja de ser un mero mediador en el acto de la comunicación. Deviene un interlocutor de iguales derechos que posee un alto grado de autonomía. Tanto para el autor (el remitente) como para el lector (el destinatario), puede actuar como una formación intelectual independiente que desempeña un papel activo e independiente en el diálogo; e) El trato entre el texto y el contexto cultural. En este caso el texto no interviene como un agente del acto comunicativo, sino en calidad de un participante en éste con plenos derechos, como una fuente o un receptor de información23.
De acuerdo a lo anterior, el texto se ve como un espacio semiótico en el interior del cual los lenguajes interactúan, se interfieren y se autoorganizan jerárquicamente. “La cultura en su totalidad puede ser considerada como un texto. Pero es extraordinariamente importante subrayar que es un texto complejamente organizado que se descompone en una jerarquía de “textos en los textos” y que forma complejas entretejeduras de textos. Puesto que la propia palabra “texto” encierra en su etimología el significado de entretejedura, podemos decir que mediante esa interpretación le devolvemos al concepto “texto” su significado inicial”24. Es decir, un texto que no sólo transmite la información depositada en él desde afuera, sino que también transforma mensajes y produce nuevos mensajes. En concordancia con los planteamientos de Lotman, Sánchez Fajardo sostiene que “El ser humano es un creador de signos y pretende que su estancia en el mundo signifique; es decir, se exponga a la interpretación constante”25.
En el libro Interpretación de las culturas (1987), el antropólogo norteamericano Clifford Geertz, sostiene que el concepto de cultura es esencialmente semiótico, entendido como sistemas en interacción de signos interpretables: “Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser, por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones. Lo que busco es la explicación, interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie”26.
En el libro La Semiosis Colonial: la dialéctica entre representaciones fracturadas y hermenéuticas pluritópicas (2005), Walter Mignolo propone el concepto de “texto” (“tejido”, “textil”), “para las interacciones escritas, extendido más allá del dominio de los documentos alfabéticamente escritos, de tal modo que comprenda toda producción semiótica mediante distintos tipos de signos: “Si limitáramos, en cambio, el uso del concepto de “discurso” para referirnos a las interacciones orales y reserváramos el de “texto” para las interacciones escritas, deberíamos extender este último más allá del dominio de los documentos alfabéticamente escritos de tal modo que comprendiera toda producción semiótica mediante distintos tipos de signos. Si diéramos este paso honraríamos el sentido original de texto (“tejido”, “textil”), reintroducido en la teoría del lenguaje por Bhuler (1934) (Lotman 1973; Mignolo 1978: 104-105) y podríamos justificar la inclusión de los quipus en un sistema de interacciones en el cual por “escritura” se entendió siempre una acción ejercida sobre superficies planas, sea esculpido o pintado. En la Edad Media latina “escribir” era análogo de “arar”. En las lenguas anglosajonas “writing” proviene de verbos que designan también “esculpir”. El griego “graphein” pertenece a una familia de palabras derivadas de “grafía”, y significa también pintar o diseñar. Curiosamente, los quipus son los que más se acercan al sentido original de texto y de tejer, aunque no de manera obvia, con los sentidos asumidos por las palabras con que designo la escritura. Es decir, la escritura, como actividad, se concibió en términos de “arar”, “grabar” o “esculpir”. El texto, como producto, se concibió en términos de “tejido” y de ‘textil’”27.
La noción de “semiosis colonial” introducida para capturar la orientación que están tomando los estudios coloniales centrados en los Andes, en Mesoamérica y la región del Caribe, es preferible a la de “discurso colonial” en la medida en que define un dominio de interacciones poblado por distintos sistemas de signos. El concepto de “semiosis colonial”, finalmente, señala las fracturas, las fronteras, y los silencios que caracterizan las acciones comunicativas y las representaciones en situaciones coloniales, al mismo tiempo que revela la precariedad hermenéutica del sujeto que se da por tarea su conocimiento y/o comprensión”28.
Considerando las nociones conceptuales anteriores en función del posicionamiento de los textos en el entramado social, se descataca que en 1999, la Universidad de Nariño publicó el libro Cultura: teorías y gestión, de autoría de tres filósofos colombianos, quienes abordan los temas de la cultura y de la gestión cultural, son ellos: Ignacio Abello Trujillo y Sergio de Zubiría, de la Universidad de los Andes, y Silvio Sánchez Fajardo, de la Universidad de Nariño. En tres extensos capítulos exponen las teorías contemporáneas de la cultura y las nociones de cultura; analizan los conceptos de identidad, multiculturalidad, diversidad y diferencia y su discusión en América Latina y en Colombia. Finalmente, explican el desarrollo en Iberoamérica a partir de los años 80 del concepto de gestión cultural y de la noción de promotores culturales.
En este libro, Sánchez Fajardo aporta los siguientes ensayos: “Las nociones de cultura”, “Temas centrales de la discusión en Colombia”, “Para repensar lo popular” y “La formación de gestores culturales en Colombia”. En la Presentación del libro, el sociólogo Guillermo Páramo Rocha señala: “Los autores del presente libro muestran la complejidad del problema de la noción de cultura, y al tiempo, trazan un mapa de senderos por donde habría de transitarse para lograr una aproximación intercultural. El campo señalado por ellos tiene una enorme importancia en un país como Colombia, que tiene ante sí el reto señalado por su Constitución Política y por la misma calidad de sus habitantes colombianos de ser un país multiétnico y pluricultural”29.
En el ensayo “Las nociones de cultura”, Sánchez Fajardo nos remite a la noción de gestión y de gestor cultural: “La gestión no como gerencia sino como genere, como insinuación, como la apuesta a favor de “mundos posibles” que la cultura incita y afirma. Cultura es “colere”, es decir, cultivar: llamado irremediable a lo humano, no a un mundo fundado sino en desafío y en permanente confrontación de sus destinos. Esta figura nueva del “gestor cultural” incorpora entre sus cotidianidades el asombro y la curiosidad, y esta críticamente del lado de quienes no olvidamos que pensar es una acción humana libre y su fin es la felicidad”30. La gestión cultural consiste básicamente en la administración, dirección y organización de los recursos culturales de una sociedad. Por lo que es importante dimensionar la tarea de gestión en lo cultural, entendida ésta como la profesionalización de la promoción de lo cultural. Así mismo, el gestor como un profesional de lo cultural, es un agente de cambio social que debe establecer y proponer estrategias de desarrollo en la organización; combinar con eficacia los recursos disponibles tanto humanos, materiales como financieros, aprovechar las oportunidades del entorno; relacionarse y adaptarse a las características del contexto socioeconómico.
En el ensayo “Temas centrales de la discusión en Colombia”, se aborda el tema de la ética, de la pérdida y construcción de valores: “La dimensión ética de la cultura es el espacio de afirmación de la acción humana y de la justificación de la tarea de enriquecer la voluntad libre. Cuando se escucha frecuentemente que “esta sociedad ha perdido los valores”, ha de decirse con propiedad que estamos perdiendo la capacidad de crear nuevos valores, nuevos símbolos, lenguajes que nos permitan leernos al finalizar el siglo XX”31. En “Para repensar lo popular”, Sánchez Fajardo analiza el tema de la cultura popular, su riqueza, complejidad y diversidad: “En conclusión, no se construye desde la diferencia radical o desde la diferencia fundante. La cultura popular no puede ser más el refugio para los recuerdos de un pasado y esto no facilitará la lectura de lo que nos ocurre. La cultura es un espacio para evidenciar irreverencias y proponer interpretaciones desde lenguajes excluidos, declarados menores. Aún los grandes silencios, en medio de tanto ruido, permiten construir bellas formas elementales, riqueza humana y no-simplicidad”32.
En “La formación de gestores culturales en Colombia”, Sánchez Fajardo nos ilustra sobre la importancia de la lectura y la escritura en el proceso de gestión cultural: “Luego el proceso de formación de gestores culturales exigió la necesidad de formar para la escritura y la lectura. La escritura, no como proceso de alfabetización, sino como el proceso de enriquecer la capacidad de poner por escrito ideas, sueños, proyectos. La lectura, no como método de interpretación funcional, sino para incitar al asombro y a enriquecer esa vieja práctica humana de la curiosidad. Leer y escribir son prácticas que enriquecen la capacidad de querer. En ese sentido, y como aventura semiológica, es posible reflexionar nuestra oralidad como un texto que debe ser leído. Hay que volver a narrar nuestros mundos vitales”33.
En referencia Cultura: Teorías y gestión, Carlos Arboleda González escribió:
Casi todos los autores coinciden en asociar la palabra cultura con la palabra diversidad ya que esto posibilita un margen amplio de consideraciones no exclusivo, relativo, y por lo tanto, orgánico; estas son, más o menos, las ideas de Ignacio Abello, Sergio de Zubiría y Silvio Sánchez en su texto Cultura: Teorías y gestión, publicado en julio de 1998, y que reúne lúcidos conceptos de estos tres pensadores contemporáneos colombianos que han trabajado la materia con un público diverso, en todo el país, en diferentes seminarios34.
A propósito del tema de gestión cultural, Sánchez Fajardo se destacó como gestor cultural, cumpliendo con lujo de detalles las funciones de Director fundador de la revista “Nómade” del Departamento de Humanidades y Filosofía; Delegado del Ministerio de Cultura ante la Junta Directiva del Fondo Mixto de Cultura de Nariño; miembro de la Fundación Cultural “Morada al sur”; Asesor Académico del Plan Decenal de Cultura; Asesor Académico del Diplomado en Gestión Cultural; fundador y Director del programa de televisión “Mundos Posibles”, espacio en donde exploraba la construcción de mundos posibles con el aporte de personalidades de la ciencia y la cultura, con una hora semanal de duración que se transmitió por Udenar Televisión -Telepasto- durante los tres años que se desempeñó como Rector. En este programa, Sánchez Fajardo hizo gala de una de sus más grandes virtudes, privilegiar el diálogo y la conversación como base para el entendimiento y la sana convivencia. Con sus invitados conversaba sobre diversos temas de la vida universitaria: la docencia, la investigación y la proyección social; así como del paradigma Universidad y Región; la reforma profunda, y de la construcción de historias desde lo local y regional.
3. LA CIUDAD COMO TEXTO“La metáfora “escritura colectiva”, empleada en numerosos casos por la literatura al referirse a la ciudad, indica que ésta puede ser descifrada como si fuera un texto, que contiene en sus estructuras de significación las huellas de los procesos históricos -con su conflictividad y sus disputas- que han dado lugar a su construcción, incluyendo las estrategias urbanísticas, las elecciones estéticas y las decisiones políticas”35.
El libro Conversaciones con la ciudad (2014), de Sánchez Fajardo, está constituido por ocho ensayos, a saber: “Sobre la piel de unos instantes”, “Conversaciones con la ciudad”, “Una lectura silenciosa de Pasto”, “Política y ciudad”, “Aquí el plan de Navarro”, “Los intereses de la gestión pública”, “El lenguaje de la guerra”, “Los lugares de lo posible”.
En “Sobre la piel de unos instantes”, reflexiona en torno a la discusión generada en el Consejo Superior de la Universidad de Nariño -pese a lo establecido en la ley, y en momentos en que el país se encontraba en plena campaña electoral-, cuyos miembros dudaban en concederle la comisión ad honorem con el fin de ejercer en forma provisional la Alcaldía Municipal de Pasto por espacio de cuarenta y cinco días, a finales del año 2000, en reemplazo de Jimmy Pedreros Narváez, alcalde por elección popular en el período 1998-2000: “No quisiera excavar en las verdaderas causas de la postura del Consejo Superior, sin embargo cada vez me convenzo más de sus frecuentes caídas en las lógicas de la política tradicional que solo mueve intereses de poder, ganancias de imagen, palabras que pretenden ser toda la explicación posible y nunca pensamiento que pueda transformar la intensa realidad y lleve a cabo la política como la búsqueda del bien 36.
También se refiere a la conversación que sostiene con el alcalde titular, a quien le plantea la necesidad hermenéutica de entender la ciudad como texto, de leer la ciudad desde múltiples miradas, sin que su propuesta haya tenido eco, debido al dogmatismo, al sectarismo y al control institucional de la interpretación: “Expresé igualmente que entendía la ciudad como texto y que dudaba mucho sobre las lecturas que el poder hace de ella porque restringe todas las posibilidades de una lectura bella. Esta lectura de la ciudad se hará cuando haya condiciones para una mirada pública de la misma. Claro que el saber indiscutible de las mayorías también empobrece las lecturas que podemos hacer de la ciudad y mi propuesta se sustentaba en propiciar los espacios para una interpretación libre y enriquecida de la realidad. Hoy pienso que esta parte de mis reflexiones ni siquiera fue escuchada por el Alcalde titular, ni los políticos, porque estábamos hablando lenguajes completamente diferentes”37.
Después de haber superado las dificultades en el Consejo Superior Universitario, y habiendo asumido como Alcalde Municipal, Sánchez Fajardo delibera sobre el tema de la democracia, como una propuesta para la vida y no como un privilegio de quienes detentan el poder, para que nuestra democracia deje de ser una democracia que se agota en el voto y en los procedimientos y se entienda como una propuesta para la vida: “La democracia se entiende como el privilegio de las mayorías y no como la protección de las minorías. Esta es quizá una causa grande de tanta muerte y de tanto dolor que nos cruza la vida colombiana. Tenemos una democracia pobre y empobrecida porque la hemos asumido como un mecanismo para la obtención del poder y no como una manera de hacer mundos discutidos, como prefieren siempre los buenos amantes”38.
En el discurso de posesión, se refiere a la vida humana como memoria y a la necesidad de conversar con la ciudad para entenderla como texto y su multiplicidad de sentidos: “Asumo la Alcaldía de Pasto con el propósito de continuar una conversación que mantengo con la ciudad desde siempre. Aquí están las pequeñas historias que he construido con amor, mis silencios y las insistencias en la vida humana como memoria. Mis “maneras de hacer mundos” desde la Universidad me comprometen cada día con las preguntas y en este corto tiempo se hace propicio dar testimonio de un largo camino en la difícil y bella tarea de seducir utopías. El único equipaje que traigo es el de historias inconclusas y el único deseo que me mueve es el de ubicar en cada esquina y en los recodos de cada sendero, unas palabras que ayuden a pensar la ciudad como sede de la felicidad”39.
Entre las reflexiones que se han realizado en América Latina y en Europa en torno a la ciudad, se destaca la propuesta de Laura Oriato, quien para poder llevar adelante esta empresa de leer y narrar a la ciudad-texto, propone cinco categorías: identidad, lugar, no lugar, ciudad, la ciudad como texto, para leer y narrar la ciudad-texto:
“a) Identidad. Según el español José Miguel G. Cortés, la ciudad es un conjunto de identidades que se suman, se confrontan o viven de forma más o menos aislada unas de otras; un constante devenir de cuerpos en tránsito que se esquivan, chocan, se miran, se reconocen, se buscan o ni se ven: “las ciudades son cristalizaciones de procesos políticos, históricos y culturales donde la gente y su hábitat son producidos y se producen mutuamente. Evidentemente, la ciudad es lo construido, aquello más objetivo y visible, pero también es lo constituido por los usos sociales, las normas y las instituciones”40. El argentino Mario Margulis afirma que la ciudad es productora de identidad: “Nuestro punto de partida es, consecuentemente, que desde la perspectiva de la sociología de la cultura, es decir, desde el ámbito de los sistemas significativos, desde el interés por los códigos que hacen posible la comunicación, la interacción, el reconocimiento y la identidad, podemos leer la ciudad como si fuera un texto”41.
b) Lugar. El francés Michel de Certeau define a los lugares como “historias fragmentarias y replegadas, pasados robados a la legibilidad por el prójimo, tiempos amontonados que pueden desplegarse pero que están allí más bien como relatos a la espera y que permanecen en estado jeroglífico, en fin simbolizaciones enquistadas en el dolor o en el placer del cuerpo”42. Para Margulis, “Todo habitante construye marcas simbólicas que definen su espacio personal, que sustraen una parte de la ciudad del anonimato, que la vuelven propia y familiar. Este proceso consiste en la transformación del territorio en lugar, que ocurre en el plano de la subjetividad con la depositación de identidad y de afecto sobre algunos espacios urbanos”43. Según Adrián Eduardo Duplatt, los lugares son “portadores de signos y símbolos que son interpretados por quienes los observan. La idea que los habitantes tienen de la ciudad se nutre de las representaciones sociales elaboradas por los medios de comunicación y por sus propias experiencias cotidianas”44.
c) No lugar. El francés Marc Augé acuñó el concepto “no lugar” para referirse a los lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como “lugares”. Son lugares antropológicos los históricos o los vitales, así como aquellos otros espacios en los que nos relacionamos. Un no-lugar es una autopista, una habitación de hotel, un aeropuerto o un supermercado... Carece de la configuración de los espacios, es en cambio circunstancial, casi exclusivamente definido por el pasar de individuos. No personaliza ni aporta a la identidad porque no es fácil interiorizar sus aspectos o componentes. Y en ellos la relación o comunicación es más artificial. Nos identifica el ticket de paso, un D.N.I, la tarjeta de crédito... Para Augé “Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no 45. Ni el lugar ni el no lugar existen bajo una forma pura, “son más bien polaridades falsas: el primero no queda nunca completamente borrado y el segundo no se cumple nunca totalmente: son palimpsestos donde se reinscribe sin cesar el juego intricado de la identidad y de la relación”46.
d) Ciudad. El término ciudad suele utilizarse para designar una determinada entidad político-administrativa urbanizada. Sin embargo, también se usa para describir un área de urbanización contigua (que puede abarcar diversas entidades administrativas). La ciudad es una realidad física, tangible, pero también es una construcción social: es el proyecto de una sociedad, de un lugar y un momento determinado, con su ideología, su cultura, su ética y sus valores, sus relaciones sociales en interdependencia con una economía siempre compleja. En la nota preliminar del libro Las ciudades invisibles, Ítalo Calvino pregunta ¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? y líneas después logra esbozar una respuesta: “Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos”47.
e) La ciudad como texto. La metáfora de la ciudad como texto es muy útil para leer la cultura de un lugar. Los signos están constituidos, entre otros elementos, por casas, calles, carteles, plazas y edificios y por los usos y apropiaciones que de ellos hacen los habitantes, al igual que por sus acciones. Interpretar el lenguaje de la ciudad es contribuir a descifrar los procesos identitarios de una población y las representaciones sociales que construyen sus individuos. Para Margulis, la ciudad “no sólo funciona, también comunica y desde este ángulo podemos leer e interpretar en ella las numerosas huellas que va dejando la acción prolongada de sus habitantes, las construcciones de sentido que va imprimiendo la dinámica social, que se manifiestan como una escritura colectiva que es descifrable en sus edificaciones, en sus calles, en la circulación, en los comportamientos”48. Es decir, se puede considerar la ciudad como un objeto humano que también da cuenta de la cultura, puesto que “como construcción social e histórica, va expresando los múltiples aspectos de la vida social y transmitiendo sus significaciones. No es un sistema de signos tan estudiado y manejable como el lenguaje, pero igualmente puede ser considerada expresión de la cultura y texto descifrable”49.
Volviendo a Conversaciones con la ciudad, Sánchez Fajardo plantea que el propósito es encontrar la ciudad en sus bordes, pues “Hay una relación preocupante entre lo que decimos y lo no-dicho, entre lo pensado y el acontecimiento porque, lo que decimos es apenas un pequeño signo marcado en el infinito no dicho y lo pensado de todas formas es un acontecer. Claro, no se trata aquí de realizar una profunda reflexión filosófica, se trata de interpretar un acontecimiento en su devenir y narrarlo como una historia de amor. Pasto es un texto y vale la pena intentar una lectura que dé cuenta de su complejidad”50.
También compara la ciudad como un palimpsesto51 con múltiples escrituras, que es el manuscrito que todavía conserva huellas de una escritura anterior en la misma superficie, pero borrada expresamente para dar lugar a la que ahora existe: “Esta ciudad es un texto de compleja lectura y es posible el atrevimiento de leerla desde sus bordes y límites como todo palimpsesto para encontrar en ella con esfuerzo, un encanto histórico y aún una estética”52. Como en Joseph Cerdá, para quien “La ciudad es un texto con infinidades posibilidades de lectura, y se necesita un mapa que sea una representación de la realidad. Esta representación de lo indefinible es una necesidad de plasmar nuestra mirada personal y fijar los diversos recorridos realizados en la ciudad dentro de la ciudad”53.
Mario Margulis en su libro La ciudad y sus signos (2002), presenta a la ciudad como texto, resaltando su dimensión significativa y la diversidad de lecturas posibles. También se refiere a la ciudad múltiple, a los modos distintos de vivirla y percibirla, a las variadas construcciones de realidad y de sistemas perceptivos que se suman a la multiculturalidad de nuestro tiempo. La desigualdad social se materializa en la ciudad, y en algunos aspectos ésta es más explícita que el lenguaje. Veamos: “Paralelamente, la ciudad también expresa en sus propios sistemas de signos, en sus articulaciones espaciales, en sus usos, formas y estéticas, el impacto de las fuerzas sociales que en ella intervienen y de sus pujas y contradicciones. A través de la modulación del espacio urbano la ciudad va expresando -en forma material y simbólica- la desigualdad social, la diversidad de los grupos sociales que la habitan y las diferencias y conflictividad que los envuelven. En la ciudad se pueden reconocer las tendencias sociales dominantes en cada momento histórico, y la ciudad de hoy da cuenta, en su evolución, de los cambios tecnológicos recientes y del peso abrumador de las fuerzas del mercado”54.
Según Margulis, la ciudad también, y sobre todo, sus habitantes, expresan la cultura compartida por quienes la habitan: “No es sólo objetos: edificios, calles, arquitectura; más allá de que éstos van dando cuenta de las características culturales de quienes los habitan, es también el movimiento, los lenguajes, los comportamientos, las vivencias y modos de vivir de sus habitantes. La ciudad se manifiesta, también, en el ritmo que le imprimen los ciudadanos, en sus itinerarios y en los usos de la ciudad. La ciudad se manifiesta, asimismo, en el paisaje humano, en cómo se camina -ritmos, cadencias- en cómo se habla, en los idiomas, acentos y dialectos. La ciudad es inteligible para sus habitantes, que poseen los códigos que les permiten descifrar y apreciar. Esta inteligibilidad varía según el vínculo que el ciudadano tenga con cada lugar de la ciudad, con la historia y memoria que lo relaciona en forma intelectual y afectiva –desde la emotividad hasta la indiferencia- con cada sitio, calle o barrio”55.
En fin, para Margulis, son múltiples las lecturas posibles de la ciudad como texto: “Se puede intentar la interpretación de la cultura a partir de la ciudad considerada como un texto infinito, un texto compuesto no sólo por la configuración de edificios vehículos y objetos, sino también por sus habitantes en movimiento, sus prácticas e itinerarios, sus acciones y la regulación de las mismas por códigos que no son visibles y 56.
4. LA UNIVERSIDAD COMO TEXTO“Finalmente, pienso las gramáticas de la Universidad porque nos permite asumir una condición hermenéutica frente a ella, porque permite una discusión pedagógica franca y porque se hace una sola promesa, la de esperar”57.
El libro Las Gramáticas de la Universidad (2002), publicado por la Universidad de Nariño, a partir de la tesis de grado que Sánchez Fajardo, presentara en la Universidad de los Andes para optar al título de Magister en Dirección Universitaria, se encuentra organizado en los siguientes capítulos: “De la mano de las preguntas”, “La búsqueda del rastro teórico”, “La Universidad y la libertad”, “Currículo y modernidad (la fascinación tecnológica)”, “El pre-texto de los cien años de la Universidad de Nariño”, “Los bordes de nuevas gramáticas”, y “De retorno a las preguntas”.
En el ensayo “De la mano de las preguntas”, Sánchez Fajardo propone una Universidad como el espacio de las preguntas más que el de las respuestas: “Muchos años he vivido en la Universidad y, como casi siempre ocurre con los amores entrañables, me parece un instante. En ella se han conformado mis preocupaciones intelectuales y vitales y, como casi siempre ocurre con el tiempo de la mano de las preguntas, me parece que son muy escasas las respuestas en tan largo tiempo. El tiempo tiene una rara manera de moverse cuando se comprometen afectos y preguntas. He tratado que el camino sea largo e intenso para que las respuestas no sean sino el pretexto para volver a las preguntas”58.
Acompañado de la semiótica de la cultura de la Escuela de Tartú, y de las principales categorías de currículo, enseñanza, aprendizaje, el maestro, el estudiante, pedagogía, proyecto educativo institucional y estatutos, Sánchez Fajardo propone leer la universidad como texto, como centro cultural; la cultura como texto: “La Universidad es un texto complejo que siempre se constituye, se corrige y cambia sus gramáticas. Me interesa leer en ese texto cómo ocurren y se sustentan lecturas clásicas del mundo y el hombre. Aún existen gramáticas que dan cuenta del fuerte legado de la tradición en la Universidad”59.
La experiencia y conocimiento que tiene Sánchez Fajardo de la universidad, le da la autoridad suficiente para leerla en multiplicidad de sentidos y proponer alternativas para su transformación, pues para él la universidad “es un texto de complejas gramáticas que se deben leer con actitud de amante y por eso este trabajo presenta algunas o muchas reflexiones testimoniales y otras que se lanzan a riesgo; hacer de este mundo de la Universidad un mundo narrable es mi intención”60. Más adelante señala: “Pienso la Universidad como texto porque como tal soporta lecturas que desde el poder resultan reductoras y al contrario de permitir la difícil construcción de autonomías, aumentan las legalidades; pienso la Universidad como texto porque desde el saber se hace una lectura que la reduce al culto a la verdad”61.
Siguiendo a Antanas Mockus, quien fuera Vicerrector Académico y Rector de la Universidad Nacional de Colombia, el “secreto” de la cultura académica se encuentra en tres elementos: tradición escrita, discusión racional y prefiguraciónreorganización de la acción: “La academia no sólo aprovecha la relación entre discusión racional y tradición escrita. También cultiva la relación de estas dos con la reorientación de la acción, es decir con la acción sobre la acción. Así, parte de la práctica queda inmersa en un contexto de discusión racional y de tradición escrita. Así también, parte de los debates y de lo escrito se incorporan en contextos prácticos”.62
En el propósito de profundizar en su planteamiento de la Universidad como texto, Sánchez Fajardo se respalda en posturas de Umberto Eco, para señalar que la universidad como texto “se puede interpretar en la intención de los autores (Docentes-Estudiantes-Sociedad-Estado), se puede interpretar en la intención de los lectores, en el devenir del “deslizamiento de sentidos” y, en fin, un texto que tiene la virtud de construirse a sí mismo en la historia de sus relaciones, autónomo y responsable de su futuro. Existe una intención del autor, una intención del lector y otra la intención del texto. Me interesa leer la intención del texto en su complejidad, es decir, en sus pliegues, en sus gramáticas que unas veces son visibles y otras supuestas”63.
La obra de Eco a la cual hace referencia Sánchez Fajardo es Interpretación y sobreinterpretación (1995), en donde se señala que “Cuando se mete un texto en una botella -y esto ocurre no sólo con la poesía o la narrativa, sino también con la Crítica de la razón pura-, es decir, cuando un texto se produce no para un único destinatario, sino para una comunidad de lectores, el autor sabe que será interpretado no según sus intenciones, sino según una compleja estrategia de interacciones que también implica a los lectores, así como a su competencia en la lengua en cuanto patrimonio social. Por patrimonio social me refiero no sólo a una lengua determinada en tanto conjunto de reglas gramaticales, sino también a toda la enciclopedia que las actuaciones de esa lengua han creado, a saber, las convenciones culturales que esa lengua ha producido y la historia misma de las interpretaciones previas de muchos textos, incluyendo el texto que el lector está leyendo”64.
Entonces Sánchez Fajardo aplica las enseñanzas de Eco cuando de leer el currículo universitario se trata: “es una gramática porque le da sentido y construye a la Universidad en la posibilidad de ser leída. El currículo es la manera cómo la Universidad expresa su concepción pedagógica y filosófica; en él la Universidad pone en acción lo que piensa en su Proyecto Educativo, en su finalidad. El currículo traduce y hace real la concepción con la cual se dirige el proceso formativo y en general la acción educadora en la Universidad. Es una gramática que compone el espacio académico y sociocultural de la Universidad”65. La Gramática de la Universidad, subraya, “es la búsqueda incesante de sentido, es pensar el currículo en la universidad desde una postura con acento epistemológico y desde las nuevas iluminaciones de la pedagogía y la sociología cognitiva, proponer en las complejidades de nuestro tiempo unas maneras que fertilicen esa “indisciplina” del espíritu crítico”66.
“Indisciplina”, es una expresión acuñada por el español Javier Muguerza, cuando señala que el espíritu crítico no es monopolio de la filosofía ni de ninguna otra disciplina: “motivo por el cual he preferido hablar de su indisciplina, en el bien entendido, sin embargo, de que esa indisciplina podría estar llamada a conspirar a favor del interés de la razón que hiciera suyo el viejo Kant, esto es, a favor de la libertad más bien que del poder. Y con el fin de hacerles ver, para concluir, adónde apunta tal conspiración, les propongo insistir un poco más en el problema de la verdad”67. También señala que es un trabajo que averigua sobre las concepciones que subyacen en la formulación pedagógica de los modelos curriculares para la Universidad: “El currículo es una gramática porque da sentido y hace real la idea de Universidad. Currículo no sólo como rumbo sino también como el equipaje conceptual que se lleva para el andar sobre el mismo, construyéndolo. Desde el currículo se puede hacer una lectura múltiple de las complejidades de la Universidad. Nos separamos de una actitud técnica y entendemos en el currículo las racionalidades que se mueven en él. Por tanto, el interés principal es teórico”68.
En más de una oportunidad, Sánchez Fajardo también hace referencia a la universidad como texto complejo, lo cual nos remite al concepto de Homo Complexus propuesto por Edgar Morin cuando señala: “Complexus significa lo que está tejido junto; en efecto, hay complejidad cuando son inseparables los elementos diferentes que constituyen un todo (como el económico, el político, el sociológico, el sicológico, el afectivo, el mitológico) y que existe un tejido interdependiente, interactivo e interretroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto, las partes y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas. Por esto, la complejidad es la unión entre la unidad y la multiplicidad. Los desarrollos propios a nuestra era planetaria nos enfrentan cada vez más y de manera cada vez más ineluctable a los desafíos de la complejidad”69. Concluyendo que la educación debe promover una “inteligencia general” apta para referirse, de manera multidimensional, a lo complejo, al contexto en una concepción global.
En el libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, Morín sostiene que los seres humanos no sólo somos homo sapiens, homo faber, homo ludens, homo economicus, sino que también somos homo complexus: “Somos seres infantiles, neuróticos, delirantes siendo también racionales. Todo ello constituye el tejido propiamente humano. El ser humano es un ser racional e irracional, capaz de mesura y desmesura; sujeto de un afecto intenso e inestable; él sonríe, ríe, llora, pero sabe también conocer objetivamente; es un ser serio y calculador, pero también ansioso, angustiado, gozador, ebrio, extático; es un ser de violencia y de ternura, de amor y de odio; es un ser invadido por lo imaginario y que puede reconocer lo real, que sabe de la muerte pero que no puede creer en ella, que segrega el mito y la magia, pero también la ciencia y la filosofía; que está poseído por los Dioses y por las Ideas, pero que duda de los Dioses y critica las Ideas; se alimenta de conocimientos comprobados, pero también de ilusiones y de quimeras”70.
Es por eso que Morin propone que el siglo XXI deberá abandonar la visión unilateral que define al ser humano por la racionalidad (homo sapiens), la técnica (homo faber), las actividades utilitarias (homo economicus), las necesidades obligatorias (homo prosaicus): “El ser humano es complejo y lleva en sí de manera bipolarizada los carácteres antagónicos: sapiens y demens (racional y delirante), faber y ludens (trabajador y lúdico), empiricus y imaginarius (empírico e imaginador), economicus y consumans (económico y dilapilador), prosaicus y poeticus (prosaico y poético)”71. La educación según Morin, debe mostrar e ilustrar el Destino con las múltiples facetas del humano: “el destino de la especie humana, el destino individual, el destino social, el destino histórico, todos los destinos entrelazados e inseparables. Así, una de las vocaciones esenciales de la educación del futuro será el examen y el estudio de la complejidad humana. Ella conduciría a la toma de conocimiento, esto es, de conciencia, de la condición común a todos los humanos, y de la muy rica y necesaria diversidad de los individuos, de los pueblos, de las culturas, sobre nuestro arraigamiento como ciudadanos de la Tierra.”72.
Sánchez Fajardo concluye su libro Las Gramáticas de la Universidad, proponiendo una universidad para las complejidades. En el ensayo “De retorno a las preguntas” plantea que la pregunta por la libertad es una pregunta que debemos hacernos en forma permanente en la Universidad, debido a que no existe coherencia entre la idea de Universidad y lo que hacemos en ella “porque, la educación integral en y para la libertad no hace parte de la vida simbólica de los programas académicos. El desafío es mover y conmover una idea de Universidad para las complejidades en las cuales debe construirse la esperanza de la indisciplina del espíritu crítico”73. Lo anterior, por cuanto la universidad en la conformación de sus currículos permanece anclada en viejas gramáticas que no favorecen la formación del espíritu científico: “Además se dedica a enseñar unas ciencias sin historia y sin sujetos, en contextos regionales, nacionales y globales que no corresponden a las urgencias de la contemporaneidad como dice su visión institucional”74.
Los diseños curriculares de la universidad colombiana, profundamente penetrados por las lógicas dominantes del mercado laboral y la competitividad, se reducen estricta y exclusivamente al campo instrumental, es decir al cultivo de los conocimientos y las destrezas que la cultura occidental (eurocéntrica) reconoce como válidos y, sobre todo, legítimos. Por eso según Santiago Castro-Gómez, la universidad reproduce un modelo epistémico desplegado por la modernidad occidental “tanto en el tipo de pensamiento disciplinario que encarna, como en la organización arbórea de sus estructuras. (…) Tanto en su pensamiento como en sus estructuras, la universidad se inscribe en lo que quisiera llamar la estructura triangular de la colonialidad: la colonialidad del ser, la colonialidad del poder y la colonialidad del saber”75. El primer elemento común que identifica Castro- Gómez es “la estructura arbórea del conocimiento y de la universidad. Ambos modelos favorecen la idea de que los conocimientos tienen unas jerarquías, unas especialidades, unos límites que marcan la diferencia entre unos campos del saber y otros, unas fronteras epistémicas que no pueden ser transgredidas, unos cánones que definen sus procedimientos y sus funciones particulares. El segundo elemento común es el reconocimiento de la universidad como lugar privilegiado de la producción de conocimientos”76.
La disciplinarización del conocimiento y la arborización de la estructura universitaria fracturada, son los problemas que aborda Castro-Gómez: “La mayoría de las universidades funcionan por “facultades”, que a su vez tienen “departamentos”, que a su vez tienen “programas”. Las facultades funcionan como una especie de hogares de refugio para las epistemes. Así, por ejemplo, a una facultad de ciencias sociales le ha sido encomendada la administración y el control de todos los conocimientos que epistemológica y metodológicamente puedan ser legitimados como pertenecientes a una de las disciplinas de las “ciencias sociales”. Surgen así los distintos departamentos, a los cuales pertenecen especialistas en cada una de las disciplinas vinculadas a la facultad en cuestión. Rara vez los profesores pueden moverse entre un departamento y otro, mucho menos entre una facultad y otra, porque son como prisioneros de una estructura universitaria, esencialmente fracturada.”77
La tesis de Castro-Gómez apunta a la necesidad de descolonizar la universidad, es decir, emprender, en su interior, un proceso de desmarque de las lógicas propias de la colonialidad del saber que ha impedido -por no decir ocultado- la existencia de múltiples formas de producción de conocimiento: “Con todo, mi diagnóstico no será sólo negativo sino también propositivo. Argumentaré que aun en el interior de la universidad se están incorporando nuevos paradigmas de pensamiento y organización que podrían contribuir a romper con la encerrona de este triángulo moderno/colonial, si bien todavía de forma muy precaria. Me referiré concretamente a la transdisciplinariedad y el pensamiento complejo, como modelos emergentes desde los cuales podríamos empezar a tender puentes hacia un diálogo transcultural de saberes.”78
Según Castro-Gómez, una universidad que piensa complejamente debe ser también una universidad que funciona complejamente: “Esto significa que debe hacer que sus estructuras también sean rizomáticas. Pienso, por ejemplo, en una universidad donde los estudiantes puedan ser coautores de sus propios planes de estudio, matriculándose, ya no en las estructuras fijas de un programa en particular, sino en una red de programas. El estudiante podría navegar, así, entre diversos programas de maestría e incluso de pregrado, conectados en red, no sólo en el interior de una sola universidad sino entre varias universidades. Pienso en una estructura donde los profesores puedan pertenecer a varios departamentos a la vez, facilitando así el ejercicio de la transdisciplinariedad arriba descrito.”79
Sobre el particular, señala Morin que la supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas impide a menudo operar el vínculo entre las partes y el todo y debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades, sus conjuntos: “De hecho, la hiper especialización impide ver tanto lo global (que fragmenta en parcelas) como lo esencial (que disuelve); impide inclusive, tratar correctamente los problemas particulares que sólo pueden ser planteados y pensados en un contexto. Los problemas esenciales nunca son parcelados y los problemas globales son cada vez más esenciales. Mientras que la cultura general incita a la búsqueda de la contextualización de cualquier información o de cualquier idea, la cultura científica y técnica disciplinaria parcela, desune y compartimenta los saberes haciendo cada vez más difícil su contextualización”80.
Ahora bien, en el 2010, Sánchez Fajardo publica el libro …Y ahora, preguntemos a los recuerdos (2010), el cual se encuentra organizado en los siguientes capítulos: “Sobre la construcción de sentido”, “El corazón de algunas palabras y su historia”, “Los linderos de una pequeña historia”, “Entrada en el mundo práctico”, “Comentario en la margen”, “La investigación y los ideales de la Universidad de Nariño”, “La Acreditación de Alta Calidad y otras actividades asociadas”, “Construir para hablar como propuesta estética”, “La gestión comunicativa y la creatividad en el lenguaje”, “El olor de los libros”, “La cultura como Significación”, “El mundo de las finanzas en la Universidad”, “Pensar la Universidad y la Región nariñenses” (Documento), y “Pensar la Universidad y la Región” (Discurso de posesión). En los cuales se aborda el Plan de Desarrollo 2008-2020: Pensar la Universidad y la Región, y la Reforma Profunda.
En este libro, Sánchez Fajardo reflexiona su experiencia al frente de la rectoría de la Universidad de Nariño, período en el cual lideró el proceso de construcción democrática del Plan de Desarrollo 2008-2020 Pensar la Universidad y la Región, y la Reforma Profunda: “En este texto me arriesgo a la aventura, con la confianza de poder andar por el borde del abismo. Voy a narrar la bella y compleja experiencia en la rectoría de la Universidad de Nariño durante los años 2008, 2009, 2010, ubicándome de frente al acontecimiento y, en otros momentos en lugares que me permitan interpretarlo desde la intimidad, sin que se note demasiado, es siempre preferible la levedad”81.
En el “Informe de Gestión” correspondiente al año 2009, hace referencia a su experiencia particular como Rector: “Mi experiencia en la rectoría, me ha enseñado que el futuro no es un tiempo, sino que es una estancia, es un lugar creado a partir de las posibilidades de unos nuevos paradigmas; está ya en el alma colectiva el paradigma de Universidad y Región, esto es incontrovertible, eso es un cambio, está en el imaginario de todos; entonces el futuro no es un tiempo es un lugar, al cual nosotros estamos contribuyéndole para construir, no una nueva universidad, porque decir nuevo es muy arrogante, sino que con la herencia histórica que tenemos estamos tratando de hacer una universidad mucho más responsable con la región, ese es el punto básico, y no es sólo una dimensión académica, sino una dimensión ética”82.
De la misma forma como Freire invita a los docentes a reflexionar su experiencia para mejorar su práctica pedagógica y su quehacer como docentes, Sánchez Fajardo en su ensayo “Sobre la construcción de sentido”, invita a leer sus reflexiones sobre su experiencia: “La búsqueda de sentido en la Universidad de Nariño fue el propósito de esta experiencia en la rectoría y luché sin descanso para hacer esta tarea con la participación de todos los universitarios. Este texto da cuenta y la abre en sus detalles”83. Porque “Cuando se trata de pensar la universidad es mejor ubicarla como acontecimiento en la cultura. En el lugar desde el cual se despliega la búsqueda de sentidos y en donde el porvenir deja de ser una carga y se torna en desafío constante”84.
En el ensayo “El corazón de algunas palabras y su historia”, Sánchez Fajardo argumenta su propuesta de Universidad y Región, la que se legitima con la expedición del Acuerdo No. 108 de diciembre 17 de 2008, por el cual Consejo Superior Universitario aprobó el Plan de Desarrollo 2008-2020 Pensar la Universidad y la Región, en cuyos senderos comienza a caminar la Reforma Profunda, en el cual se abordan los siguientes ejes temáticos: cultura democrática, investigación, dignidad en la docencia, proyección social, bienestar universitario, modernización de la infraestructura, capacidad directiva, racionalidad financiera, universidad y región. Lo anterior, en el marco de los principios de autonomía, participación y pluralismo, responsabilidad social, gestión con calidad humana, justicia y equidad, democracia.
En la Presentación del Plan, Sánchez Fajardo destaca la importancia de la construcción colectiva de lugares académicos que contribuyan al desarrollo alternativo de la región: “Hemos llegado a la formulación del Plan de Desarrollo 2008-2020 de la Universidad de Nariño después de un ejercicio democrático sin precedentes. La Universidad se discute a sí misma y mira claramente que su papel fundamental es construir lugares académicos que contribuyan al desarrollo alternativo de la región sur de Colombia. ¡Este sur tan profundo! El paradigma “Universidad y Región” es aceptado por la comunidad universitaria y en él cabe toda la imaginación creadora y la complejidad de nuestras historias”85. Más adelante señala: “La sola idea de pensar la universidad y la región nos conduce a un diálogo creador con el acontecimiento mundo y nos permite la afirmación y el cuidado crítico de lo propio. La Universidad de Nariño es el lugar del conocimiento pertinente y por eso inscribe sus tareas en los retos del presente histórico”86.
También resalta la importancia del Plan, como la brújula que despejará el camino para la construcción democrática de la reforma profunda que tanto necesita la Universidad de Nariño en el siglo XXI: “El Plan de Desarrollo de la Universidad de Nariño marca, deja seña, el mojón desde donde inicia un nuevo pensar que incorpora la historia en lugar de liberarse de ella. La modernidad es una forma de pensar que niega la historia y por eso en su afán de superar la complejidad termina siendo sistema que tiene como fin la homogeneidad. En este plan se admite la contradicción no para ser superada sino como aquello que anima el andar en los caminos que la Universidad se propone para los próximos años. Nada lograremos con estar de acuerdo y si estos propósitos de nuestro plan son sinceros, se tornan en valor público que se llenarán de grandeza cuando se discutan de frente al acontecimiento social que nos corresponde vivir”87.
En el ensayo “Universidad y Región” del documento Construcción Participativa: Plan de Desarrollo de la Universidad de Nariño 2008-2020, Sánchez Fajardo hace referencia al proceso de construcción conjunta de un desarrollo regional alternativo a partir de pensar la Universidad y la Región: “Una característica significativa de este proceso de formulación del Plan de Desarrollo consistió en que simultáneamente se llevó a cabo la reflexión sobre Reforma Universitaria. La Universidad asumió la no sencilla tarea de pensarse junto con la región, unida consustancialmente a ella. Hemos entendido la Institución en convivencia responsable con la región, lo que significa compartir con la comunidad sus saberes en los diferentes campos y, al tiempo, aprender de ésta, de sus diferentes cosmovisiones, de las multiculturalidad. Se trata de la construcción conjunta de un desarrollo regional alternativo”88.
Pero el desarrollo regional alternativo necesariamente debe ser sustentable, es decir, “que debe sortear el problema ambiental, asumir la responsabilidad ética con las generaciones futuras. Esto implica entender dicho problema como una herencia funesta de un modelo de producción que sitúa en el centro de su actividad el crecimiento per se y de la comprensión epistemológica mecanicista que acompaña dicho modelo”89. Entre las estrategias que Sánchez Fajardo propone para que la Universidad contribuya en la construcción de la región soñada, se destacan las siguientes: “Los currículos transdisciplinares permitirán el acercamiento a la comprensión holística de la región y la autocomprensión de la Universidad como parte consustancial de aquella; al tiempo que permite la formación de profesionales capaces de pensar e imaginar mundos mejores y contribuir a su construcción. La investigación, que debe ser comparable a los estándares científicos mundiales, debe ser también capaz de tener una mano en las fronteras de la ciencia y la tecnología y la otra en el suelo regional para comprenderlo y transformarlo. La extensión entendida no como el foco del saber que ilumina su entorno, sino como el esfuerzo mancomunado Universidad-región que lleva al aprendizaje y transformación mutuos”90.
Posterior al proceso de construcción del Plan de Desarrollo 2008-2020: Pensar la Universidad y la Región, vienen los procesos de ejecución, seguimiento, evaluación permanente, reformulación, de una serie de actividades y proyectos a corto, mediano y largo plazo; es decir, un proceso de construcción continua, pues como se dice en educación “evaluar para mejorar”, y como enseña la sabiduría popular “arrieros somos y en el camino nos encontramos”. Veamos lo que Sánchez Fajardo manifiesta al respecto: “Si quisiéramos valorar el signo de esta experiencia colectiva es, afirmo sin ninguna duda, la Democracia. Claro, siempre imperfecta, pero nos ha permitido discutir por largas horas un Plan de Desarrollo hasta 2020 que tiene que ser evaluado permanentemente, incluso puede mejorarse cuando los acontecimientos merezcan otra lectura”91.
Sostiene Sánchez Fajardo que las condiciones están dadas para que la Universidad de Nariño y Región, avancen en el camino de construcción de desarrollo alternativo: “Un primer paso en tal sentido será la realización del Plan de Desarrollo 2008-2020, pero, dado ese paso, el camino no se cierra. El sendero ha de ser un proceso de construcción continua, de adelantar formulaciones teóricas flexibles sin fuerza de dogmas, de comprender que la ruta del conocimiento no tiene punto de llegada, de, como dijera Machado, hacer camino al andar; más que un camino se trata de un caminar. El continuo caminar en la búsqueda del horizonte soñado, será la Reforma Universitaria”92. El reto del Plan de Desarrollo es consolidar hasta el año 2020 en el aspecto académico, en el campo de la investigación y en el aspecto de su desarrollo físico la implementación tecnológica para apoyar estos procesos y la renovación de algunos programas clásicos avanzando hacia maestrías y doctorados: “Tenemos todo el talento, tenemos todo para cambiar, como decía Eduardo Galeano “los ladrillos están listos para hacer la casa”, nos falta dedicarnos a hacer eso, y en el sur, no como territorio sino el sur como una propuesta para la vida, en un mundo tan consumista, instrumental, inhumano, tan lleno de pobrezas, de violencia; yo sueño con una universidad humanista, crítica, que produzca libertades”93.
En la Presentación del Plan de Desarrollo 2008-2020 Pensar la Universidad y la Región, Sánchez destaca la afirmación de lo local y lo regional frente al consumismo globalizador impuesto por occidente y su capitalismo salvaje: “El acontecimiento del mundo contemporáneo muestra la necesidad de afirmación de lo local y regional para que lo universal tenga sentido en la tarea de pensar un mundo justo, equitativo, plural y para que sea habitado más allá de la tecnofascinación en el ejercicio del poder, de la locura consumista en la producción material, de la precariedad significativa en la comunicación y lejos de la pretensión que idolatra una historia sin sujetos”94.
Sánchez Fajardo profundiza su propuesta de Universidad y Región como semiosis u operación productora de signos: “La sola idea de pensar la universidad y la región nos conduce a un diálogo creador con el acontecimiento mundo y nos permite la afirmación y el cuidado crítico de lo propio. La Universidad de Nariño es el lugar del conocimiento pertinente y por eso inscribe sus tareas en los retos del presente histórico. Cuando se dice, por algunos, que la universidad está de espaldas a los intereses de la región, entonces la pregunta es en dónde está puesta la mirada, qué es lo que mira. Se hace necesario construir un rumbo claro y esto implica una transformación profunda de la mentalidad y de la organización institucional”95.
Para que Pensar la Universidad y la Región sea un oficio permanente con el fin de vincular a la Universidad de Nariño con el mundo desde nuestro mundo habitado, Sánchez Fajardo propone: “El diálogo con la llamada globalidad debe pasar por la región, por todo lo que nos “liga” a estas pequeñas patrias, en donde todo parece iniciar como sur en cada madrugada”96. De ahí la necesidad de que en esta la aldea global se prioricen las pequeñas historias: “Nos entendemos menos en el relato universal porque desde pequeñas historias cubrimos los olvidos de la pretensión de totalidad. Hoy fracasa la dictadura del mercado y acude a pedirle una mano al Estado que amparó esa racionalidad económica entendida como desarrollo cuando en el siglo XVIII empieza a tomar forma la modernidad”97.
Se trata que la universidad avance en la configuración de una relación más activa con sus contextos, descolonización de la universidad, definir la relación de la universidad con el entorno, construir interacciones como Universidad-Región, pues como señala Julián Sabogal Tamayo, el paradigma Universidad-Región “no puede ser avocado por ninguna disciplina en particular; solo el pensamiento complejo permitirá conocer la región y comprender y apropiar el paradigma Universidad y Región. Esto debe orientar, en los programas, su reflexión sobre la reestructuración de las Facultades”98.
Para Sánchez Fajardo, la “aldea” tiene una importancia fundamental en este mundo global y su consecuencia, la región: “Hasta hace poco tiempo se miraba la región desde la racionalidad universal, desde las totalidades y por tanto se justificaba lo nuestro como atraso. Hoy dialogamos con el mundo desde la parcela, desde lo local que sueña con el despliegue de lo propio. En el marco de este paradigma la universidad propone nuevos modelos de desarrollo en cuya base está el deseo de una sociedad más justa, equitativa y democrática”99. Para enfrentar la sociedad de consumo de este mundo globalizado, cuya hegemonía es ejercida por la razón instrumental, en donde “Desaparece la idea moderna de lo humano en estos últimos linderos del capitalismo porque no somos más que consumidores”100, Sánchez Fajardo propone “abrir la riqueza de lo local para pensarnos desde pequeñas historias. En libertad, en una ética distinta, en juegos críticos dentro de la cárcel de hierro hegemonista en donde habitamos y desde donde se lucha contra esta opacidad producida en los imperios de la razón que se abruma de información y de negocios”101.
En torno al tema de universidad y región, Mockus señala que “En el futuro la universidad en Colombia tendrá mayor disposición para reconocer y responder a dinámicas locales, nacionales o regionales, y a rasgos culturales propios de su medio. La universidad tiene que considerar tanto los procesos como las características locales porque hacen parte crucial del entorno con respecto al cual ella podría pretender volverse cada vez más pertinente. En Colombia, en este momento parece relevante considerar (i) la diversidad de las dinámicas locales, (ii) la pluralidad en las maneras de asumir el espacio y el tiempo y (iii) la compleja relación existente en Colombia entre ley, moral y cultura”102.
Para el chileno Sergio Boisier, los sustanciales cambios económicos, tecnológicos y culturales que acompañan el actual proceso de globalización están centrados en la complejidad de las relaciones sociales y la proliferación de nuevos conceptos denotativos y connotativos, cuyo común denominador es la revalorización de la territorialidad en la globalización: eco-región, bio-región, estado-región, regiónempresa, región pivotantes, entre otros, son sólo algunos de los ejemplos que hoy emergen para identificar un territorio245. El planteamiento de Sánchez Fajardo, en el sentido que la región no cabe todavía en los lenguajes confusos de la política, “pero se abre paso de manera incontenible cuando pensamos al hombre en la cultura”103 nos remite a la idea de Boisier cuando afirma: “el ser humano hoy es un ser territorial. (…)Tal o cual territorio es región, rigurosamente hablando, porque sus habitantes lo sienten así, aunque no puedan verbalizar los varios requisitos sociales y culturales del hecho de ser región”104. Según Sánchez Fajardo “Para la construcción de sentido es fundamental saber bien dónde se habita, dónde se está y dónde se decide llegar, definir los fines. Si se sabe bien en dónde se habita, la traza del fin es camino propio”105.
El territorio es un concepto teórico y metodológico que explica y describe el desenvolvimiento espacial de las relaciones sociales que establecen los seres humanos en los ámbitos cultural, social, político o económico; es un referente empírico, pero también representa un concepto propio de la teoría. De ahí la idea del hombre como un “animal territorial”, según Boisier: “Al contrario de lo que sostiene Zygmunt Bauman ser local en un mundo globalizado no es una señal de penuria y degradación social. La síntesis se encuentra más bien en el neologismo glocal: piensa global y actúa local (para la empresa) y piensa local y actúa global (para el territorio). Si Aristóteles nos recuerda que el hombre es un “animal político”, no es menos cierto que es primariamente un “animal territorial” y tal característica de la persona humana aflora con fuerza en la contemporaneidad. Por algo el exilio es considerado como una pena extrema. Si alguien todavía tiene dudas acerca de nuestra irrenunciable naturaleza de “animal territorial”, puede preguntar a judíos y palestinos si acaso el territorio “importa” o no”106.
En referencia a los planteamientos de Boisier, en el sentido de que nadie se reconoce en los universalismos sino en la elemental complejidad de lo que somos, como también de Jesús Martín Barbero, quien afirma que el saber es cada vez más local, Sánchez Fajardo señala: “En estos días globales, la exigencia es pensar lo propio, pensar la región o lo que es lo mismo aquello que nos liga y nos ata para inventar la vida. Pensar la primera marca imborrable. El conocimiento y el ingreso a los lugares de las preguntas nos dan dignidad. Ser digno es merecer un puesto pequeño en el mundo”107. De ahí la necesidad de que en esta aldea global recuperen importancia las pequeñas historias: “Nos entendemos menos en el relato universal porque desde pequeñas historias cubrimos los olvidos de la pretensión de totalidad. Hoy fracasa la dictadura del mercado y acude a pedirle una mano al Estado que amparó esa racionalidad económica entendida como desarrollo cuando en el siglo XVIII empieza a tomar forma la modernidad”108.
Ya lo decía José Saramago en el “Ensayo sobre la ceguera”, eso que llevamos dentro y que no sabemos qué cosa es, eso somos; también el poeta Luis Cernuda: “Aquello que te censuren, cultívalo, porque eso eres tú”109, en respuesta a los críticos implacables de su obra. En “Carta en el Umbral”, Sánchez Fajardo señala que “La idea de Región se toma en su polivocidad que, algunas veces, nombra una porción de territorio, la infancia de una cuenca de donde nace el agua y muchas vidas, la tierra más lo humano que acontece como cultura, grandes mundos con intensas diferencias que tratan de ser una unidad, como la entrañable América que interpreta sus propios siglos, las provincias que adquieren identidades por estar junto a los ríos, como la provincia del Mayo, la del Juanambú, la del Pacual y, en fin, las tierras que lindan con el mar; la Región Fronteriza, porque, preciso, ahí empieza la línea que nos dona vecindad; la Región Virtual, que se crea a cada
instante y no se preocupa por su perduración y presencia; las Regiones imaginadas en nuestros sueños”110.
En referencia al sentido actual del concepto de región, Sánchez Fajardo subraya: “La idea de Región conduce a nosotros en el sur como una propuesta de vida y de mágicas maneras de asumir la existencia y, por eso, son extrañas estas violencias contemporáneas y las pobrezas que decidimos disminuir desde una Universidad históricamente comprometida y crítica para crear un modelo alternativo de desarrollo, como propone la mesa temática que dirige Julián Sabogal Tamayo. En el origen latino, región viene de regere, que es porción de tierra que tiene rey; en la semántica de origen, la idea de región es política y remite a los dominios del rey; hoy, región tiene sentido cultural y nombra las maneras de habitar y de hacer mundos e importa poco la extensión territorial pues se pueden hacer mundos en pequeños lugares o en el borde de un sueño en el sur”111. Más adelante, plantea que el concepto de modelo alternativo de desarrollo pensado desde la Universidad “puede generar el despliegue de las capacidades humanas que permita a los nariñenses la construcción de condiciones de mejoramiento de la calidad de vida que hagan realidad nuestros sueños de una sociedad justa, plural y multiétnica, de relaciones amigables con la naturaleza y de encuentro permanente con las culturas, que haga relevante el papel de la mujer y la juventud como las voces esenciales de la sociedad”112. A propósito de la urgencia de entablar el diálogo con los demás sujetos de la región, el profesor Sabogal Tamayo, quien fuera el primer Presidente de la Asamblea Universitaria, sostiene: “En nuestro caso, decimos que la Reforma no es normativa sino paradigmática. Se trata del paradigma Universidad y Región, que debe ser asimilado por todos los sujetos de la Institución, cada docente y cada estudiante debemos hacer de este paradigma un componente consustancial de nuestro quehacer cotidiano; convivir responsablemente en la región implica simultáneamente pensar la región en el quehacer docente e investigativo y salir de las aulas para dialogar con los demás sujetos regionales”113.
Ahora bien, en mayo 8 de 2009 se constituyó la Asamblea Universitaria cuyos miembros -Asambleístas- fueron elegidos en cada uno de los programas académicos con participación de estudiantes, profesores, trabajadores y representantes de las diferentes extensiones. Al respecto, esto fue lo que señaló Sánchez Fajardo: “La finalidad de esta Joya democrática es legitimar toda discusión, aprobar los documentos fundamentales de la reforma profunda que se volverán normas en los consejos académico y superior; serán símbolos en los cuales reconocernos, conquistas y acontecimientos institucionales para el cambio de mentalidad sin dogmatismos y para no olvidar que la democracia es una forma de vivir y no se reduce a una forma de gobernar y de elegir. Esta Asamblea Universitaria que reconoce el Consejo Superior y es reglamentada mediante resolución rectoral tiene el deseo de permanencia en el tiempo como una instancia democrática para que el pensar la universidad y la región sea permanente con el fin de vincular a la Universidad con el mundo desde nuestro mundo habitado”114.
Los signos principales de la Reforma Profunda de la Universidad de Nariño, según Sánchez Fajardo, son los siguientes: “El primero, es el suelo ético que requiere toda transformación; es decir, la actitud y el compromiso histórico que asume la comunidad universitaria y cada uno de nosotros en la vida personal. El segundo signo es la concepción política que define la democracia no sólo como una forma de gobernar sino como una manera de habitar la Universidad y la vida misma en la tarea de producir pensamiento propio. El tercer signo es la postura técnica cuando se trata de alcanzar unos fines en el mundo práctico; es decir los proyectos materializan las concepciones y se pueden medir los resultados. Cuando en el mundo práctico se alcanzan fines con claros principios éticos, se construyen valores y esta reforma se propone crear valor público y académico”115.
Mediante Resolución Rectoral 1781 de mayo 8 de 2010, y con el fin de garantizar la mayor participación de los estamentos de la Universidad, se creó la Asamblea Universitaria con las siguientes comisiones: Académica, Cultura Democrática, Bienestar Concertado, Capacidad Directiva, Universidad y Región y Desarrollo Físico y Tecnológico. El 30 de noviembre del mismo año, mediante Acuerdo No. 079, el Consejo Superior adoptó la Reforma Universitaria como una política académicoadministrativa institucional, para dar cumplimiento al Plan de Desarrollo de la Universidad de Nariño 2008-2020: Pensar la Universidad y la Región. Dicho Acuerdo en el artículo 1º dispuso: “Adoptar la Reforma Universitaria como una Política académico-Administrativa Institucional para dar cumplimiento al Plan de Desarrollo de la Universidad de Nariño 2008-2020: Pensar la Universidad y la Región. Entiéndase como Reforma Universitaria: el proceso histórico que permite a la Universidad de Nariño, la transformación de las mentalidades, la formulación de un nuevo proyecto académico asociado a la construcción de una pertinente normatividad estatutaria, las políticas de bienestar y el desarrollo administrativo y físico”116.
En el artículo 2º (Alcances de la reforma), se estableció “como objetivo inmediato en el proceso de Reforma Universitaria, la aprobación de un nuevo Estatuto General de la Universidad de Nariño, con fundamento en el diagnóstico de esta Institución”117. Respecto a las competencias de la reforma, el artículo 3º del mismo Acuerdo dispuso que cada órgano de dirección de la Universidad expedirá los actos administrativos correspondientes que se propongan en el proceso de reforma, de acuerdo con las disposiciones legales vigentes. En el artículo 4º, se reconoce a la Asamblea Universitaria como un órgano de participación y de deliberación de la comunidad universitaria, adscrita a la Rectoría, cuya función inmediata consiste en preparar los documentos y proyectos de la Reforma para ser considerados por las instancias de dirección de la Institución, de acuerdo a sus competencias.
En cuanto a las disposiciones generales, el artículo 5º determinó que el Rector deberá presentar ante el Consejo Superior Universitario un Plan de Trabajo que garantice la continuidad del proceso de Reforma y que se materializará en su programa de gobierno. Por medio del artículo 6o, se delegó al Rector para que en acuerdo con la Mesa Directiva de la Asamblea, actualice la composición y el funcionamiento de la Asamblea Universitaria. Según del artículo 7º, se autorizó al Rector para crear y reglamentar el otorgamiento de incentivos a profesores, trabajadores y estudiantes que participen de manera permanente en el proceso de Reforma Universitaria. Dichos incentivos serán creados mediante resolución de Rectoría”118. Para Sánchez Fajardo, la reforma universitaria consiste en transitar diferentes senderos que conduzcan al futuro soñado, “entendido el sueño no como un punto de llegada absoluta, sino como un horizonte que se constituye en una invitación y en un estímulo a múltiples acciones concertadas. Estos senderos están delineados en las estrategias del Plan de Desarrollo, tales como los siguientes: lograr una democracia directa basada en la concertación y el espíritu crítico; fortalecer el quehacer investigativo institucional articulado a la región; institucionalizar la autoevaluación y los planes curriculares que integren los procesos misionales y aseguren la formación integral; crear espacios para el cultivo de pensamiento propio”119.
El propósito fundamental de la Reforma Profunda es contribuir a la reflexión teórica sobre desarrollo alternativo, entendido como un mejor vivir de toda la comunidad surcolombiana: “Esto implica un modelo de organización social donde la lógica de los medios, de más productos y más construcciones, se cambie por la lógica de los fines, de tal manera que en el centro de todos los propósitos se sitúe el ser humano, entendido como comunidad no como individuo. Una condición sine qua non para tales logros es pensar con cabeza propia, como dijera Simón Rodríguez: creamos o erramos. Se trataría de construir pensamiento propio, entendido como una construcción compleja e hibridada que no rechace los aportes de la ciencia europea, leída críticamente, y que integre de manera creativa, los aportes de los ancestros tanto indígenas como afrodescendientes”120.
Para Sánchez Fajardo, en la Reforma Profunda se pueden distinguir fácilmente tres caminos que se acoplan: “El primero conduce al cambio de mentalidad para hacer mejor lo que hacemos y para esto hemos construido, con esmero, el principio de confianza y por eso el futuro ya no es tiempo que vendrá sino un lugar a donde ir. El segundo camino es la formulación de un proyecto educativo que ilumine un plan de investigación institucional y la responsabilidad social de la Universidad; una vez cumplido este trabajo será propicio formular un Estatuto General que enriquezca la autonomía y el vivir democráticamente, formular un estatuto de principios democráticos y unos procedimientos electorales en eticidad, para conformar el poder académico distinto a todo poder; vendrá un Estatuto Estudiantil renovado porque el actual es disperso, ambiguo; vendrá un Estatuto Docente que instituya derechos y el rigor de los deberes, hoy que asistimos a su crepúsculo como plantea Lipovetski. El tercer camino es la transformación de lo cotidiano en la administración, coherente con el principio del buen servicio a la academia, para que la instancia de la gestión no responda a los funcionarios de turno y si a facilitar la constante construcción de sentido. Bueno, estos tres caminos se cruzan para ir enriqueciendo la misión de la Universidad, que no es otra que habitar responsablemente en la región y en el acontecimiento mundo”121.
Con relación al cambio de mentalidad para avanzar a paso seguro en el proceso de Reforma Profunda, Sánchez Fajardo señala: “La reforma tiene más que ver con el cambio de unas mentalidades y tradiciones que hacen daño, como el dogmatismo y la afirmación de concepciones excluyentes; tiene que ver con la crítica a ese estar cómodo en la rutina, que indudablemente lleva a la indiferencia y al pesimismo; el trabajo de desocultar disminuye la angustia y con él nacen de nuevo viejas ilusiones. Con la reforma se trata con rigor el tema de la democracia y se quiere dejar atrás, o en abandono (Dejar en abandono es una expresión que puede significar acabamiento, que algo se deja para su fenecimiento, para que muera; sin embargo, también quiere decir desconstruir para que a la ruina la habiten con afecto otras maneras de hacer mundos), viejas prácticas del gobierno académico, que construye micropoderes indiscutibles y hace de la gestión académica un ejercicio muy parecido a los poderes sostenidos en clientelas y autoritarismos; por eso la democracia se entiende como una manera de habitar la Universidad y la vida”122.
En referencia a la reforma profunda, y en concordancia con el pensamiento complejo, Sabogal Tamayo, manifiesta lo siguiente: “En nuestro caso, decimos que la Reforma no es normativa sino paradigmática. Se trata del paradigma Universidad y Región, que debe ser asimilado por todos los sujetos de la Institución, cada docente y cada estudiante debemos hacer de este paradigma un componente consustancial de nuestro quehacer cotidiano; convivir responsablemente en la región implica simultáneamente pensar la región en el quehacer docente e investigativo y salir de las aulas para dialogar con los demás sujetos regionales”123.
Respecto a la necesidad del cambio de mentalidad si se quiere avanzar en firme en el proceso de la reforma profunda, Sabogal Tamayo subraya: “Pensar nuestra Reforma debe implicar reformar nuestro pensamiento. No es posible pensar nuevos futuros con pensamientos viejos. A medida que tejemos la Reforma de la Universidad de Nariño, debemos permitir que la Reforma misma permee nuestra manera de pensar; se trata de lo que en pensamiento complejo se denomina la causalidad en bucle: los efectos se tornan causas de sus propias causas. Por supuesto que estamos dispuestos a pensar los cambios, más lo estamos mucho menos a cambiar el pensamiento, pero el cambio en nuestra manera de pensar es condición sine qua non si queremos lograr una Reforma que merezca el nombre de tal”124. Si no se dan en la práctica estas condiciones, Sánchez Fajardo prevé: “El peligro más cercano que puedo ver con sinceridad, es que no se consolide la Reforma Profunda, si no damos pasos seguros; ya está el proyecto educativo institucional (PEI) pero si no trasformamos los estatutos y especialmente la mentalidad de la docencia y de las formas de la investigación, no estamos realizando una reforma profunda sino una de trámite; el éxito sería realizar una reforma profunda de la mentalidad, una reforma creadora, para cambiar nuestras formas de estar en el mundo. Una reforma mal realizada se encuentra ubicada más en la razón instrumental y no en la razón discursiva; la razón instrumental sirve a intereses fácilmente dominables a intereses de la dominación de la sociedad capitalista y de consumo; una reforma discursiva de la mentalidad sirve para crear nación con espíritu crítico”125.
Silvio Sánchez Fajardo concibe la Universidad como un lugar para que crezca el espíritu libre en la construcción de conocimiento y pensamiento, como zona donde habitan las múltiples formas de pensamiento, se construye conocimiento lejos de dogmatismos y por tanto la investigación es la ruta que da forma y sentido a las tareas de preguntar siempre. También se aborda la universidad como un territorio autónomo, en donde convergen diversas expresiones y formas de pensamiento. Por ello la universidad tiene que ser un territorio de paz, de orden y tolerancia. La universidad debe leerse como un texto de complejas gramáticas. La universidad es parte de la región y nunca es un afuera que simplemente observa. Cuando se trata de pensar la universidad es mejor ubicarla como un acontecimiento en la cultura. De ahí el paradigma “Pensar la Universidad y la región”.
La “reforma profunda” de la Universidad de Nariño para Sánchez Fajardo, es aprender a vivir y por eso la afirmación “sin usted no habrá futuro,” ratifica la exigencia ética de estar en el acontecimiento”. Es una oportunidad histórica y por eso el protagonismo debe ser de todos los estamentos de la universidad (docentes, estudiantes y trabajadores), y de la sociedad. Para que sirva de base histórica para un cambio en las maneras de la enseñanza y la investigación, la “reforma profunda” se configura como el esfuerzo colectivo que diseña el porvenir de la Universidad de Nariño en tiempos difíciles y enriquece el sentido de una historia larga en el sur. Sólo quien conoce la universidad, podrá interpretarla en su multiplicidad de sentidos, y en consecuencia, podrá plantear alternativas de transformación.