Eraso Belalcázar, Mario Enrique. Poesía de Roberto Juarroz. La comunión de las formas, (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2017), 135
Alexis Uscátegui Narváez 1 Mario Enrique Eraso Belalcázar, es profesor de literatura de la Universidad de Nariño, Colombia. Como crítico y poeta se ha interesado sobremanera en estudiar la obra poética del argentino Roberto Juarroz (1925-1995), publicando diversos estudios en revistas especializadas. En su más reciente trabajo dedicado al poeta en mención, Eraso expresa: “he intentado analizar las huellas de verticalidad en el itinerario de la escritura juarrociana. Lo profundo, a semejanza de la verticalidad, funciona para que las palabras, las imágenes, los pensamientos, en ascenso y descenso, se comparen, se intercepten en la conciencia hasta manifestarse en el poema” (Eraso 2017,105). |
En este sentido, Eraso comprueba que Juarroz es un poeta mayor en el panorama de las letras hispanoamericanas, para tal propósito, en Poesía de Roberto Juarroz. La comunión de las formas comparte cuatro capítulos clave que vislumbran lo emblemático de su artificio lírico publicado bajo el título de Poesía vertical (catorce poemarios publicados entre 1958 y 1997), su dirección en la revista Poesía=Poesía (1958-1965), así como también su extenso trabajo como reseñista en La Gaceta de Tucumán (1958-1963). Cada una de estas etapas marcó una huella importante y aunque durante el siglo XX su trabajo poético y crítico no tuvo mayor recensión, no significa que en la actualidad acredite menor atención. De esta manera, desde la Introducción del texto, Eraso plantea la hipótesis sobre “la comunión de las formas”, con el objeto de resaltar la importancia que tiene su poesía para Argentina e Hispanoamérica, porque “Juarroz dejó establecido un lazo entre el asombro y la conciencia de estar sometido a la gravedad. El aire de la melancolía, desolación y violencia, enunciando a veces en sus versos, muestra que no fue ajeno a la angustia que supone ser poeta y escribir poesía” (Eraso 2017,10); aquella búsqueda por hallar la verticalidad fue lo que le permitió conocer la intensidad del misterio, que para él, es la verdad y la realidad.
En el primer apartado, Eraso pone en relieve el hito (dimensión vertical) que marca la trascendencia de la poesía juarrociana, para ello, el crítico no prescinde de estudiar con rigor los recursos figurativos por los que el poeta argentino pone de manifestado su locus estético. Dicho elemento, es lo que le permite al autor de este libro, expresar que la poesía de Juarroz no es ni hermética ni anecdótica, sino más bien es un “pensamiento estético” en el que confluye un diálogo de imágenes en mixtura (comunión de las formas), una poesía autosuficiente como diría Salvador Elizondo. Por ello, es dable agregar que este es uno de los capítulos más significativos, ya que Eraso vislumbra el amalgamiento de sentidos que produce la poesía juarrociana. Por una parte, destaca el vuelo (aire) como imagen introspectiva, por otra, devela los compuestos que representan una posible realidad: la de la caída (abismo).
De modo similar, en el segundo apartado el lector encontrará un mapeo sobre la dimensión figurativa que caracteriza la obra de Juarroz. Para Eraso, es significativo tratar el lenguaje poético porque es el que permite que la metáfora no desentone con la musicalidad y viceversa. Para el crítico, la anáfora, la epifora, la paradoja y la antítesis, son entre otros tropos, elementos que garantizan una obstinación retórica que permite acompasar lo inasible, en virtud de una realidad que va más allá de lo absurdo, lo incognoscible y lo no patente, por esta razón dirá que “Juarroz ha podido restaurar lo quebrado, coser la incisión, mostrar que, si algo estaba perdido, su poesía ha logrado delinear en el eje vertical de donde se expande la visión de un mundo compacto, la armonía oculta; en su caso, la exaltación de la lucidez consiste en hacer trasparente la comunión de las formas” (Eraso 2017,77).
Acto seguido, el lector encontrará un rastreo a fondo sobre la revista Poesía=Poesía que dirigió Juarroz junto a Mario Morales y Dieter Kasparek. En este acápite se evidencia la meticulosidad de Eraso con la que revisó los veinte números de la Revista publicados entre 1958 y 1965. Igualmente no descuida las características particulares de cada opúsculo: tamaño, carátula, separatas, epígrafes, traducciones, publicidad y sobre todo el contenido poético de quienes publicaron sus óperas primas en aquella época. Dichos aspectos fueron relevantes, porque marcaron el eje transversal de la poesía de Juarroz, y desde luego, su avecinamiento con Poesía vertical.
En “Las reseñas de Roberto Juarroz en La Gaceta de Tucumán”, se escudriña y reflexiona sobre las cuarenta y dos reseñas críticas que el poeta argentino publicó en el suplemento literario conocido como La Gaceta. En este apartado, Eraso señala que durante cinco años entre 1958 y 1963, el menester crítico de Juarroz amparaba el propósito de Poesía=Poesía, esto es, centrarse en los poetas jóvenes de Argentina de aquella época, sobre todo, porque sus creaciones eran sugestivas en comparación con lo que se escribía en Latinoamérica y además coincidían con su proyecto poético: la verticalidad.
Finalmente se puede decir, que Poesía de Roberto Juarroz. La comunión de las formas de Mario Eraso, es un libro de gran densidad investigativa, tan solo al leer las observaciones que hace a pie de página y el anexo que comparte al final del libro, se puede ratificar su rigor académico, por tanto, sería venturoso decir que su trabajo crítico acredita ineludible consulta y va dirigido para aquellos estudiosos que quieren encontrar con Juarroz, un nuevo y singular sentido de lo que implica estudiar la poesía hispanoamericana: “Si el poder de un poeta se mide por su ambición y lucidez, Juarroz propuso una obra ambiciosa y lúcida, por lo cual merece figurar al lado de las voces representativas de la poesía contemporánea” (Eraso 2017,109).