https://doi.org/10.22267/rtend.202101.132
BIENESTAR ECONÓMICO: UNA APROXIMACIÓN ANALÍTICA Y CRÍTICA
ECONOMIC WELFARE: AN ANALYTICAL AND CRITICAL APPROACH
BEM-ESTAR ECONÔMICO: UMA ABORDAGEM ANALÍTICA E CRÍTICA
Por: RIASCOS HERMOZA_ Julio Cesar1, ACOSTA PANTOJA_ Luisa Fernanda2, ERAZO ANDRADE_ Iván Fredy3
1Magíster en Gerencia y Asesoría Financiera, Universidad Mariana. Docente e investigador Universidad Mariana y Universidad de Nariño. E-mail: jriascos2009@hotmail.com, Colombia.
2Especialista en Finanzas, Universidad de Nariño. Integrante del Grupo de Investigación Desarrollo Regional (IDER) de la Universidad de Nariño. E-mail: Lufeacosta94@gmail.com, Colombia.
3Magister en Gerencia y Asesoría Financiera, Universidad Mariana. Docente e investigador de la Universidad de Nariño. E-mail: ivanerazo59@hotmail.com, Colombia.
Recibido: 1 de octubre de 2019 Aprobado: 30 de marzo de 2020
Resumen
El propósito central del presente artículo radica en efectuar una consideración analítica sobre las tesis asociadas a la teoría del bienestar desarrolladas por autores como Bentham (1786), Edgewoth (1881), Arrow (1974), Sen (2000), Max-Neef (2011) y Deaton (2015). Por medio de una revisión documental basada en obras y artículos científicos originales, se examinó el concepto de bienestar e importancia en la teoría económica. El documento aborda de una parte, el enfoque ortodoxo fundamentado en el utilitarismo, precisando la elección individual de bienes y servicios como instrumento que posibilita la satisfacción de necesidades y, por ende la maximización de su situación de bienestar; de otro lado, el paper analiza la teoría de las funciones y capacidades o, también denominada de libertades fundamentales, que exalta la heterogeneidad del ser humano y sus condiciones de vida objetivamente. La principal conclusión de este documento estriba en que el concepto de bienestar está basado en dos posturas claramente diferenciadas, una primera que sugiere que el concepto puede ser modelado en una función de utilidad, y un segundo enfoque que promueve que se trata de un término complejo pues está compuesto de expresiones multidimensionales de desarrollo.
Palabras Clave: bienestar, utilidad, teoría económica.
JEL: D6, I3, I31
Abstract
The central purpose of this article is to make an analytical consideration of the theses associated with the theory of welfare developed by authors such as Bentham (1786), Edgewoth (1881), Arrow (1974), Sen (2000), Max-Neef (2011) and Deaton (2015). Through a documentary review based on original scientific works and articles, the concept of welfare and importance in economic theory was examined. The document addresses, on the one hand, the orthodox approach based on utilitarianism, specifying the individual choice of goods and services as an instrument that enables the satisfaction of needs and, therefore, the maximization of their welfare situation; On the other hand, the paper analyzes the theory of functions and capacities or, also called fundamental liberties, which exalts the heterogeneity of the human being and his living conditions objectively. The main conclusion of this document is that the concept of welfare is based on two clearly differentiated positions, a first that suggests that the concept can be modeled in a utility function, and a second approach that promotes that it is a complex term, it is made up of multidimensional expressions of development.
Keywords: welfare,  utility, economic theory.
    JEL: D6, I3,  I31
Resumo
O objetivo central deste artigo é fazer uma análise analítica das teses associadas à teoria do bem-estar desenvolvida por autores como Bentham (1786), Edgewoth (1881), Arrow (1974), Sen (2000), Max-Neef (2011) e Deaton (2015). Através de uma revisão documental baseada em trabalhos e artigos científicos originais, foi examinado o conceito de bem-estar e importância na teoria econômica. O documento aborda, por um lado, a abordagem ortodoxa baseada no utilitarismo, especificando a escolha individual de bens e serviços como um instrumento que possibilita a satisfação de necessidades e, portanto, a maximização de sua situação de bem-estar; por outro lado, o artigo analisa a teoria das funções e capacidades ou, também chamadas liberdades fundamentais, que exaltam a heterogeneidade do ser humano e suas condições de vida objetivamente. A principal conclusão deste documento é que o conceito de bem-estar se baseia em duas posições claramente diferenciadas, uma primeira que sugere que o conceito pode ser modelado em uma função de utilidade e uma segunda abordagem que promove que é um termo complexo. é composto de expressões multidimensionais de desenvolvimento.
Palavras-Chave: Bem-estar,  utilidade, teoria econômica.
    JEL: D6, I3,  I31
I. INTRODUCCIÓN
“Si encuentras modo de proporcionar a los que han de mandar una vida mejor que la del gobernante, es posible que llegues a tener una ciudad bien gobernada, pues esta será la única en que manden los verdaderos ricos, que no lo son en oro, sino en lo que hay que poseer en abundancia para ser feliz: una vida buena y juiciosa. Pero donde son mendigos y hambrientos de bienes personales los que van a la política creyendo que es de ahí de donde hay que sacar las riquezas, allí no ocurrirá así. Porque cuando el mando se convierte en objeto de luchas, esa misma guerra doméstica e intestina los pierde tanto a ellos como al resto de la ciudad.”
Platón (La República).
  Uno  de los factores claves de la ciencia económica radica en la comprensión del  bienestar como producto de un sistema productivo y social, no obstante, resulta  relevante determinar ¿Cuál es la visión con que el concepto de bienestar ha  sido tratado dentro de la teoría económica subyacente?
  A  menudo los economistas discuten sobre el eje conceptual y metodológico con que  la ciencia se debe estudiar, como respuesta han surgido diversas escuelas del  pensamiento que invitan a reflexionar sobre cada problemática o fenómeno desde diferentes  perspectivas, algunas siendo más aclamadas que otras. Inicialmente, economistas  como Adam Smith, David Ricardo, Thomas Malthus, Jean Baptiste-Say y François  Quesnay, concentraron su atención en tópicos como la oferta, la demanda, el  valor, la libre competencia, el trabajo, la renta y la producción, que eran  ajustados de acuerdo a su contexto temporal y espacial respectivo. 
  Con  posteridad, devino como reacción la perspectiva de Karl Marx, cuyo concepto de  plusvalía y el engranaje económico y social que le soportaba, determinó un  impulso trascedente al sector obrero para la creación de sindicatos, como  consecuencia de las precarias condiciones de trabajo de su época.
  Seguidamente,  los axiomas desarrollados por la escuela neoclásica, sirvieron de base para  el desarrollo del análisis  económico moderno, haciendo énfasis en el subjetivismo y la  pretensión de comprender la  psicología humana en relación a sus gustos, preferencias, utilidad y  satisfacción percibida con el consumo de bienes y servicios, además de  incorporar un rol particular al capital especulativo para la obtención de  riqueza y crecimiento. La crisis contraída con la aplicación de tales ideas,  fue contrarrestada por John Maynard Keynes y su propuesta de un Estado  intermitente en la dinámica económica. 
  Por  otro lado, la escuela neoclásica supuso que el bienestar humano dependía, en  buena medida, del crecimiento económico, entendido como la capacidad manifiesta  de producir un mayor volumen de bienes y servicios para ofrecer satisfacción a  los agentes que componen a la economía. A su turno, teorías de corte social  comprenden una definición menos convencional y  por tanto, más desafiante, porque no solo conciben al bienestar a partir de las  carencias de un ingreso suficiente, de las dificultades de un proceso  inflacionario, de las escasas oportunidades para  acceder a un sistema de salud o a los servicios de educación, sino que se adhieren  a la interrelación de factores complejos propios del tejido social subyacente,  la compleja dinámica humana y la búsqueda de las preferencias valorativas que  delimiten su desarrollo.
  A lo largo del presente estudio se  efectuó una revisión analítica de la literatura existente por medio de la cual,  se pretendió reconocer el conjunto de posturas teóricas sobre el bienestar, desarrolladas  por autores reconocidos y merecedores de Premios Nobel de Economía. En este  sentido, documento se compone de tres apartados que datan sobre la temática  desde una mirada de política pública, el enfoque del utilitarismo y la visión  otorgada por Sen y Deaton, culminando con unas conclusiones teóricas y  conceptuales. 
II. REFERENTES TEÓRICOS
El bienestar en la teoría económica, ha incorporado una multiplicidad de elementos que articulan y nutren el debate entre las diferentes escuelas que pretenden estudiarla; en este sentido, Arrow (1951) mediante su teorema de la imposibilidad, hace visible la importancia de fundamentar su análisis de las elecciones de los individuos sobre sus valores y no en la simpleza de sus gustos, por lo cual, manifiesta que el bienestar no se logra a través de la dinámica ejercida en el mercado como lo ha considerado la teoría ortodoxa liderada por Smith, Bentham y Mill a través del utilitarismo, puesto que este carece de elementos inherentes a la complejidad y multidimensionalidad de las necesidades y aspiraciones del hombre. En base a la teoría de Arrow, González (1998) advierte lo siguiente:
Pensar que la función de bienestar social se deriva de las fuerzas autónomas del mercado es negar la complejidad inherente al proceso de elección social. El discurso neoliberal repite, una y otra vez, que la eficiencia del mercado conduce al bienestar general. Esta posición prekantiana no es más que una ideologización del mercado (González, 1998: 36).
  Por otro lado, Deaton, Sen y  Max-Neef pretenden conceder al bienestar un enfoque que adiciona instancias que  no solo dependen del accionar del mercado, dado que agregan variables que  proporcionan un análisis integral del mismo, visto desde las funciones,  capacidades, y factores macro y micro complejos, donde intervienen la salud, la  esperanza de vida, la educación, calidad de vida, entre otros.
III. METODOLOGÍA
La literatura sistemática permite identificar, evaluar e interpretar investigaciones documentales con el objeto de dar respuesta o afianzar las tesis a que haya lugar (Kitchenham, 2004); en este caso particular el examen analítico que da soporte al concepto de bienestar, a través del diagnóstico de los estudios individuales efectuados por los autores en la materia.
  Considerando  que la panorámica teórica del bienestar es extensa, esta revisión documental se  circunscribió a las obras de autores representativos, algunos de ellos galardonados  con el premio Nobel en Economía, puesto que han aportado conceptualizaciones significativas  respecto a esta materia. 
  Con  ese propósito, el documento aborda al concepto de bienestar económico, visto  desde ópticas como el utilitarismo, con exponentes como Bentham y Arrow; o el  ámbito social representado por Sen y Deaton, que posibilitan espacios de  crítica y contribución analítica que enriquecen al aporte científico en la economía.
IV. DISCUSIÓN
Bienestar y Política Pública
  Uno  de los desafíos en el diseño e implementación de política pública reside en la  dicotomía suscitada entre quienes resultan beneficiados en su calidad de vida y  aquellos que no. Platón en la República, declara que la tarea del gobernante,  más allá de procurarse su propio bienestar, buscaba asilo en posibilitar a los  ciudadanos una mejor calidad de vida; no obstante, la historia del pensamiento  económico ha debatido intensamente sobre los medios y las formas de  organización social que hacen posible un mejor desarrollo humano. En el  mercantilismo, pensadores como William Petty (1899) consideraban que la sociedad se  constituía en un organismo con una complejidad semejante a la anatomía humana, pues siendo médico, pronto advirtió que el tejido social y  económico exhibía patologías diversas y demandaba sus propios cuidados. 
  En  su tratado intitulado “The Economic writing” de 1899, argumentó que el Estado  debía ocuparse de actividades como la administración de justicia y defensa,  además de labores de naturaleza social como el financiamiento de instituciones  educativas, hospitales e infraestructura, para lo cual se debía recurrir al  cobro de impuestos. Lo anterior, dentro de una visión parsimoniosa que no desalentara  las iniciativas del sector privado. En este sentido, la política pública  requería identificar, por un lado, el conjunto de necesidades sociales como una  expresión global de lo que cada individuo precisaba; y, de otra parte, los  recursos para desarrollar las tareas del sector público que se relacionaban con  gravar una parte de los ingresos.
  En  la Teoría de los sentimientos morales (1759) e Investigación sobre la  naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), Smith propone que  el estudio de la riqueza y su principal determinante encabezado por la división  del trabajo es relevante dado que, permite un mayor grado de bienestar a la  sociedad en su conjunto. Aun cuando los individuos que forman parte de ella  actuasen de forma egoísta, la interrelación de los mismos dentro del proceso  productivo y las necesidades de intercambio que demandaba la economía,  conducían a productores y consumidores a alcanzar por medio de una “mano  invisible” el mayor nivel de bienestar colectivo a través del mercado .
  A  pesar de que la teoría de Smith (1776), inicialmente supone que el mercado  constituye un mecanismo conveniente para alcanzar el bienestar colectivo al que  aspira una determinada sociedad, y, en consecuencia, establece un radio de  acción limitado para el desarrollo de la política pública, el propio autor  dedica el libro V de la Riqueza de las Naciones al estudio del Estado y sus  funciones. 
Hay casos en que la situación misma de la sociedad coloca a la mayor parte de los individuos en condiciones de adquirir por su cuenta, sin la intervención del Gobierno, todas aquellas técnicas y virtudes que el Estado exige o admite. En otras circunstancias, la sociedad no coloca a la mayor parte de los individuos en semejantes condiciones, y entonces es necesaria la atención del Gobierno para precaver una entera corrupción o degeneración en la gran masa del pueblo (Smith, 1776: 687).
  Para  Smith los frutos de la división del trabajo que impulsan la riqueza de un país  se transfieren a través de la educación, a su vez, los recursos que se emplean  para la educación de las nuevas generaciones son determinados por las  capacidades de las diferentes capas sociales y, al reconocer que existen  conjuntos de individuos más vulnerables, recomienda la intervención gubernamental. 
  La  existencia de clases sociales diversas sugiere que las desigualdades en el  nivel de ingreso y los problemas de concentración de la riqueza, se revertirían  si aumentaba la capacidad productiva de la economía, para tal efecto, la  inversión estatal en educación, implicaba una más uniforme división del  trabajo, a la par de una preocupación trascendente de política pública. 
La educación de las clases bajas requiere acaso más atención en una sociedad civilizada, que la de las personas de cierta jerarquía y fortuna. Esta clase de gente cuenta más de dieciocho o veinte años de edad cuando abrazan cualquier profesión, actividad o industria, en la que piensan distinguirse. Entre tanto, disponen de todo el tiempo suficiente para adquirir, o hallarse en condiciones de perfeccionar más tarde, los conocimientos que los hagan dignos de la estimación pública o los capaciten para ello (Smith, 1776: 689).
  Uno  de los factores claves para el desarrollo de la política pública estriba en la  educación, concebida no solo como la capacitación o la formación de individuos  para el mercado laboral, sino bajo la connotación Kantiana que permita a la  humanidad alcanzar el mayor grado de desarrollo que le sea posible. 
  “Únicamente  por la educación el hombre puede llegar a ser hombre.”
  Immanuel  Kant
  De  hecho, la educación presenta tal grado de relevancia en las tesis de Smith  (1759) que se apoya en Hobbes y Mandeville para considerar que, la inevitable  propensión humana hacia el egoísmo requiere de una comprensión ética y moral en  los individuos para hacer posible una mejor convivencia social.
Pese a la visión optimista que Smith consignó en la Riqueza de las naciones, David Ricardo (1817) señaló de forma menos favorable uno de los problemas que debía atender la economía política, en relación con la distribución de los recursos, convirtiéndose en un nuevo desafío en materia de política pública:
Toda la sociedad disfruta de la misma cantidad de agua y la misma cantidad de bienes, pero se distribuyen de modo diferente. Esto es así, sin embargo, suponiendo un monopolio del agua más que una escasez de ella. Si fuera escasa, la riqueza del país y la de los individuos disminuiría realmente en tanto se les privaría de una parte de sus satisfacciones. No solamente tendría el agricultor menos cereal para intercambiar por otros bienes necesarios o deseables para él, sino que a él y a cualquier otro individuo se les recorta el disfrute de una de las cosas más necesarias; no sólo habría una diferente distribución de la riqueza, sino una pérdida real de ella (Ricardo, 1817: 207).
  A  partir del problema de la distribución, el debate sobre la autosuficiencia del  mercado para dirigir el mundo globalizado hacia una senda de convergencia en el  ingreso per cápita o, si la intervención del Estado constituye, en su lugar, el  camino más expedito; se ha extendido por multitud de enfoques y autores desde  los clásicos hasta los contemporáneos. En particular, la escuela neoclásica se  ha constituido en el escenario para el desarrollo de una teoría subjetiva del  valor basada en el utilitarismo, donde el problema de política pública pretende  ser resuelto a partir de la eficiencia en el sentido de Pareto. 
  El  análisis de las implicaciones éticas en el contexto de la política pública  promueve varios desafíos en materia moral para los individuos y para la  sociedad a saber, V.gr., la forma en que se priorizan las demandas sociales y  las individuales, la influencia de las últimas sobre las primeras y el efecto  de las primeras en las segundas, los conflictos de interés cuando las  preferencias individuales no se ajustan a las globales. Sobre este  predicamento, Kaldor (1939) propuso una compensación para la  capa social no beneficiada, basada en desarrollar mecanismos de transferencia  monetaria que permitan mitigar las pérdidas de quienes hayan resultado  afectados por el proceso de votación.
  No  obstante, los denominados mecanismos de compensación propuestos por Kaldor  (1939) exigen que el desarrollo de la política gubernamental sea eficiente y  transparente; el mundo que Arrow deseaba estudiar, donde se examinaba la  posibilidad de que el bienestar social fuese el producto de juicios valorativos  impersonales en cada individuo, exigía una consciencia moral y ética, tal como  la que proponía Adam Smith frente a su definición de simpatía, el abandono de  una postura egoísta y la preocupación por el otro; un mundo que en definitiva puede  ser descrito mediante la retórica o la instrumentalización matemática, pero que  difícilmente puede ser llevada a la práctica. Las consecuencias se hacen  evidentes en el pequeño poema de Shantideva (Citado en Max-Neef y Smith, 2011):
“Todo el deleite que el mundo contiene proviene de desear la felicidad para los demás. Toda la miseria que el mundo contiene proviene de desear el placer para uno mismo”
Utilitarismo como enfoque del Bienestar
  Consciente  de las limitaciones de las instituciones, Bentham (1786) planteó que el legislador debía  maximizar los beneficios de la sociedad al tiempo que debía minimizar sus  perjuicios, lo que implica racionalizar los recursos con que el Estado cuenta a  fin de ser eficiente .  Posibilitar un punto de bienestar social que fuese el resultado de una  situación donde se lograsen conciliar las preferencias individuales con las  colectivas; sobre esa base, la lectura ortodoxa pretendió que el mercado se  constituía en el mecanismo social que exaltaba la capacidad de los seres humanos  para, a través del intercambio, se aproximen a una situación de bienestar.
  Bentham  (1786), bajo el influjo del hedonismo de Epicuro y los postulados de Gossen  frente a que el objeto de la vida humana reside en la maximización del placer y  la minimización del dolor, trabajó en las primeras funciones de utilidad como  una expresión cuantitativa de un postulado que exaltaría la racionalidad  humana, al punto de señalar que el estándar de comportamiento de un individuo  en la actividad económica, se reducía a maximizar su utilidad, satisfacción o  beneficio minimizando el gasto o costo asociado.  
  Cabe  preguntarse, ¿Es posible modelar las consideraciones individuales y encontrar  resultados sistemáticos cuando se trata de comprender el bienestar colectivo?,  ¿Son las herramientas matemáticas  tradicionales el camino más efectivo para estudiar los deseos individuales y  las necesidades colectivas?, ¿Es posible considerar resultados generalizables y  susceptibles de réplica? 
  En  este preciso aspecto Arrow y Scitovsky (1974) señalaron un conflicto de intereses  que no se resuelve, al menos desde la perspectiva tradicional. Las decisiones  que competen a los designios de toda una sociedad, generalmente son asumidas  por un número reducido de individuos. Para los autores, el utilitarismo ha sido  incapaz de llevar a la práctica una situación de bienestar Paretiano, muy por  el contrario, acrecientan los problemas de distribución y concentración de la  riqueza evidenciados antes por Ricardo (1817) ya   que, implicaban  que el mercado no era capaz de asegurar el bienestar de la sociedad, ni las  instituciones podían corregir las fallas del mismo; mientras que Edgeworth (1881) insistía en que el problema de la  distribución podía resolverse mediante el encuentro de dotaciones factoriales  eficientes y la dinámica del mercado. 
Arrow (1974) sostuvo que la génesis de las dificultades en esta materia, se soportaban en las funciones de utilidad microeconómicas a través de las cuales, era posible la elección de una canasta de bienes que maximizaran el bienestar individual al mínimo costo o gasto, de manera que no constituían una suma agregada que redundara como producto en una función de bienestar global, que creciera como consecuencia de las funciones individuales, dado que, las preferencias de un individuo difieren significativamente de una persona a otra. Este problema constituía la agenda más trascendente de la teoría económica en el campo del bienestar:
If we continue the traditional identification of rationality with maximization of some sort, then the problem of achieving a social maximum derived from individual desires is precisely the problem which has been central to the field of welfare economics (Arrow, 1951: 329).
  Por  otro lado, la escuela neoclásica manifestaba que a partir de la modelación  matemática, el equilibrio general era factible y que, además producía el máximo  nivel de bienestar colectivo , la  advertencia de Arrow sobre una función de bienestar conjunta no se precisaba en  una combinación de cestas de bienes y servicios, sino, en un conjunto de  valores interpersonales. En consecuencia, la definición de un nivel de  bienestar social dependía del establecimiento de dichos valores sociales.
In general, there will, then, be a difference between the ordering of social states according to the direct consumption of the individual and the ordering when the individual adds his general standards of equity. We may refer to the former ordering as reflecting the tastes of the individual and the latter as reflecting his values (Arrow, 1951: 333).
  Tanto  la función de bienestar social de un individuo como su función de utilidad  particular, describen preferencias individuales, no obstante, en el caso de la  primera, Arrow (1951) se basaba en consideraciones  sociales impersonales que eran de tipo ético bajo un juicio imparcial, mientras  que, en el caso de la segunda describía intereses personales o subjetivos que  implicaban consideraciones egoístas y/o altruistas. 
  La  postura de Arrow sobre el bienestar soportada en la ética promueve un examen  más minucioso de la consciencia humana, precisando un enfoque superior que  reemplaza los simples deseos o gustos como propensiones caprichosas o  prejuiciosas frente al bienestar y bosquejan en su lugar, una búsqueda por  aquellos valores objetivos que definan el modo de vida de una sociedad en su  conjunto.
Debemos examinar todo el sistema de valores, cuando busquemos una teoría del bienestar social ‘verdaderamente’ general. El ordenamiento de acuerdo con los valores, es el que toma todos los deseos del individuo, incluyendo los deseos, sumamente importantes de carácter social, y es el que resulta primordialmente aplicable para la obtención de un máximo social. En cambio, el mecanismo del mercado sólo toma en cuenta el ordenamiento de acuerdo con los gustos (Arrow, 1950: 196).
  Arrow  (1951) indica que la única forma en que el tránsito de los gustos individuales  a las preferencias sociales era posible cuando, involucraba la existencia de  las dictaduras. Además, considerando que el enfoque neoclásico se caracteriza  por la presencia de una psicología hedonista y filosofía utilitaria, asume que  el bienestar de un individuo es idéntico a sus deseos, por lo que, en  apariencia, el bienestar colectivo surge como la combinación de los deseos  individuales, razón por la cual, en una economía de mercado se pretende la  libertad para elegir los bienes de consumo . 
El hecho de que los supuestos puramente individualistas no puedan conducir a una función de bienestar social bien definida, significa, en efecto, que debe existir una divergencia entre los beneficios sociales y privados, para que podamos examinar un óptimo social. Una parte del sistema de valores de cada individuo debe ser una lista de normas socio-éticas, cuya realización no se puede lograr, por su misma naturaleza, mediante el comportamiento atomístico del mercado (Arrow, 1950: 210).
  Con  el precedente anterior, Arrow (1951) establece que existe un problema ético en  la conducción de intereses individuales a máximos sociales, puesto que, los  gustos implican preferencias individuales que se anteponen al bienestar  general, exhibiendo que el mercado no  resuelve de forma satisfactoria las fricciones entre los beneficios sociales y  privados. Keynes (1926) recalca con mayor crudeza el hecho de que, de acuerdo  con el análisis convencional, la creencia de que el bienestar colectivo no es  sino la suma del bienestar individual constituye una presunción falsa.
El mundo no se gobierna desde arriba, de manera que no siempre coinciden el interés privado con el social. No es dirigido aquí debajo de manera que coincidan en la práctica. No es una deducción correcta de los principios de la economía que el interés propio ilustrado produzca siempre el interés público. Ni es verdad que el interés propio sea generalmente ilustrado, más a menudo, los individuos que actúan por separado persiguiendo sus propios fines son demasiado ignorantes o demasiado débiles incluso para alcanzar estos. La experiencia no demuestra que los individuos, cuando forman una unidad social, sean siempre menos clarividentes que cuando actúan por separado (Keynes, 1926: 81).
  Precisamente,  el problema al que se enfrenta Arrow, reside en estudiar la posibilidad de que  un máximo social surja como respuesta a los deseos particulares de los  individuos, siendo todos tan disimiles e inconstantes; no obstante, en ese  tránsito, el autor se tropieza con el incumplimiento de la condición de  racionalidad, sumada a la dificultad de un óptimo de Pareto puesto que, la  decisión tomada por una sociedad basada en un régimen democrático, a partir de  un proceso de votación, donde la mayoría decide, produce como resultado que la  minoría no satisface sus demandas y, el máximo social no abarca a la sociedad  por completo (Arrow, 1950).       
  Y  en el mismo sentido, Keynes (1926) subraya que el trabajo de Marshall da cuenta  de la fragilidad del concepto del laissez-faire, dado que existen casos donde  el interés social y el interés privado eran diferentes. En consecuencia, para  Arrow los mecanismos del mercado no resuelven los conflictos derivados de las  preferencias individuales y el bienestar social, a menos que se asuma una  óptica alternativa al modelo convencional, como   se manifiesta en la propuesta de Sen sobre una disrupción a las dinámicas de  mercado que, implican una ruptura frente al utilitarismo  de Bentham.     
  Otra  de las dificultades de la postura neoclásica, radica en el hecho de deducir que  el bienestar humano puede definirse y limitarse en términos monetarios o el  acceso a bienes materiales de consumo, considerar al mismo tiempo, que la  economía es una ciencia totalitaria y suficiente para dar respuestas a los  problemas sociales, una suerte de miopía teórica que la escuela neoclásica hizo  evidente cuando, a partir, de las premisas de Bentham, aceptó que la felicidad  humana equivalía a una función de maximización de la utilidad derivada del  consumo de bienes materiales. Pronto el tipo de sociedad que se preocupaba por  la producción de aquello necesario para la vida, se transformó en un tipo de  mercado que, en su lugar, creaba necesidades donde antes no las había. A  propósito de esto, en 1996, el novelista Chuck Palahniuk escribió lo siguiente:
Hay un tipo de mujeres y de hombres jóvenes y fuertes que quieren dar sus vidas por una causa. La publicidad hace que compren ropas y coches que no necesitan. Generaciones y generaciones han desempeñado trabajos que odiaban para poder comprar cosas que en realidad no necesitaban (Palahniuk, 1996: 72).
  Arrow  enuncia que existe una imposibilidad manifiesta para el desarrollo de política  pública en una economía regulada por el mercado, dadas las inconsistencias en  los procesos electorales y los intereses antagónicos entre los mismos  individuos de una sociedad que, se basa en las preferencias y no en la  definición valorativa de determinantes del bienestar colectivo. De la misma  forma Max-Neef (1986) exhorta que, el concepto de  utilidad en el que, actualmente se basa la economía moderna, hace abstracción  de los multitudinarios factores que asisten a la explicación del bienestar  reduciéndolos a una única cosa: aquello que poseemos. 
  El  panorama desolador que Arrow avizoró cuando sorteó las fronteras de su teorema  de imposibilidad trasciende, desde luego, no únicamente a las limitaciones de  una simbología matemática, los teoremas o axiomas de la lógica económica,  porque aborda una cuestión ética más relevante, y es que, por mucho que se  pretenda denominar el tipo de instrumento social: mercado en algunos escenarios  o intervención estatal en otros, según sea conveniente, el problema reside en  la comprensión de las complejidades propias de la conducta humana y en que,  siendo miembros de una misma especie, existan dificultades para promover la  solidaridad y el altruismo.
Perspectiva de Sen y Deaton sobre el  Bienestar 
En  respuesta a los estudios realizados por Bentham, Marshall, Jevons, Mill, Pigou  y otros, respecto a la trascendencia de la utilidad en relación al bienestar,  Amartya Sen, efectúa una crítica a postulados welfaristas y consecuencialistas  del utilitarismo como pilar de un óptimo social.
  Sen  en consonancia con Arrow, señala que, por medio de la utilidad no es posible  realizar comparaciones valorativas que inviten al entendimiento del bienestar  colectivo, dado que no permiten “realizar ordenaciones basadas en la suma, que  sí requieren comparaciones interpersonales” (Sen, 2000: 82-83), toda vez que, estudia a  cada agente desde su elección individual, implicando imprecisión a la hora de  determinar sus preferencias individuales.
  La  perspectiva utilitaria, para el autor se caracteriza por contar con dificultades  prácticas para cada individuo que desea adherir a una particular función de utilidad,  dependiendo de factores personales o situacionales. Sen planeta que ciertos agentes  son susceptibles de generar preferencias suntuosas en comparación con sus  ingresos, razón por la cual, el nivel de bienestar asociado se restringe. En  consecuencia, se desarrolla una tendencia hacia la indiferencia en la  distribución de la desigualdad, que asiste de forma restrictiva los cálculos  para aquellos que sufren de situaciones adversas y de privaciones. 
  Para  Sen (2000) las divergencias existentes en las preferencias y selecciones individuales,  se restringen al acto comparativo interpersonal cuando se abordan desde una  postura ortodoxa, dadas por ejemplo, características predominantes en  poblaciones vulnerables, particularmente objeto de privaciones mediante violaciones  a sus derechos y libertades. 
  Para  el autor la teoría neoclásica se limita “simplemente a la felicidad o el placer  y a veces la satisfacción de deseos hacia las medidas de placer o felicidad”  (Sen, 2000: 90), con el propósito de identificar a los individuos con mayor o  menor nivel de bienestar, partiendo de una medida mental, y por ende,  subjetiva, en las elecciones de los mismos, haciendo que tales transgresiones  sean consideradas indirectamente dentro de dicha medición. Adicionalmente, sugiere  que es fundamental dar cumplimiento y respeto a derechos de los agentes que  componen la economía, por medio de factores como “la educación básica,  asistencia sanitaria elemental y la seguridad en el empleo” (Sen, 2000: 86),  que permitan el bienestar de cada uno en su entorno.
  En  segundo lugar, Sen afirma que la utilidad como instrumento de medición del  bienestar se vincula tajantemente al consumo, condicionándolo hacia la mera  satisfacción del individuo, dejando el precedente de elevar la utilidad a  futuro con nuevas canastas de bienes o servicios que así lo permitan. 
  Este  aspecto crítico es compartido por Manfred Max-Neef (1986), pues manifiesta que  la industria mundial, en especial, aquella que pertenece a los países  desarrollados, incita al consumo voraz de productos que se promueven como  imprescindibles para la vida, con el propósito de sentir mayor “bienestar”,  haciendo que se vinculen las necesidades hacia factores externos,  fundamentalmente. 
  La  dependencia consumista en la que se encuentra inmersa la sociedad, se amplía  hacia la imitación de ideales, cultura, pensamiento, modelos legales y  económicos, causando que los países en vías de desarrollo, acaten los  lineamientos de aquellos que tienen relativa “superioridad”, motivo por el cual  Max-Neef et al., (1986:  85) planean que “los países pobres  están sometidos a1 arbitrio de los países ricos, y a1 interior de los países  pobres sucede lo mismo que entre países pobres y ricos”.
  Sen  y Williams advierten que el utilitarismo  concibe a las personas como entidades que únicamente pueden desear, tener  placer y sentir dolor; puesto que, una vez que se ha tomado nota de la utilidad  de la persona, ya no es un ser imprescindible (Sen & Williams, 1977). Por tanto, esta vertiente de  pensamiento abandona el postulado de multidimensionalidad intrínseca del ser  humano, como dinamizador de su contexto en ámbitos básicos en los que debe  participar para el fortalecimiento de su desarrollo integral.
  Sen  (2000) propone su teoría de las libertades fundamentales o capacidades, y, de  los funcionamientos; donde a grandes rasgos, profundiza el hecho de procurar mayor  atención a las oportunidades reales que cada individuo puede lograr a partir de  su ser y hacer. En su conceptualización de las funciones, el autor se cimenta en la valoración que cada uno ofrece  a aquello que pueda realizar, desde lo elemental, entendido como los estados  alcanzados a causa de una buena alimentación y el no padecimiento de enfermedades  (Sen, 2000); hasta lo complejo, incluyendo la capacidad de participación  democrática y desenvolvimiento social y, la concepción de respeto hacia el  propio ser. Por tal motivo, el individuo no evalúa lo que tiene materialmente,  como se hace en la base teórica del utilitarismo, sino que, da valor a lo que  puede alcanzar por medio de ese bien. 
En complemento, las capacidades se refieren a la combinación de las funciones que la persona puede alcanzar, eligiendo diferentes alternativas, que se ajusten a sus objetivos primordiales (Sen, 2000), por consiguiente, el autor propone una nueva visión del concepto de libertad.
  El  direccionamiento que Sen proporciona a la teoría del bienestar, se sumerge en  la aceptación de las diferencias que cada ser humano tiene, para el alcance de  mejores condiciones de vida. Por lo cual, ofrece énfasis y total aprecio por la  heterogeneidad en las evaluaciones que realiza frente a sus funciones y, en  consecuencia, sus capacidades, puesto que, en contraste al utilitarismo, no  busca sosegar las diferencias hacia la agregación de magnitudes, sino que afirma  que a los agentes les corresponde insistir en que, de solo haber una magnitud  homogénea para valorar, se reduce de manera radical el campo del razonamiento  valorativo (Sen, 2000). 
  Por  tanto, dentro del enfoque de Amartya Sen, no se presentan las dificultades en  las comparaciones interpersonales vistas desde la utilidad, ya que, por medio  de las funciones, se abre la posibilidad de encontrar un sinfín de medios  cambiantes que posibiliten el cumplimiento de diversos objetivos, sin estar  sumidos en el condicionamiento mental que evocan autores como Bentham. 
La variabilidad de la conversión de los medios en fines o en la libertad para alcanzar esos fines se refleja en la magnitud de esos logros y libertades que pueden figurar en la lista de fines. Estas son las ventajas de utilizar la perspectiva de las capacidades para realizar evaluaciones y valoraciones (Sen, 2000: 101).
  Cabe  aclarar que, Sen (2000) declara que dentro de su teoría, es imprescindible  ponderar el peso que se concede a la libertad fundamental frente al logro real,  pues no todos los aspectos que una persona considere importantes en una  situación, lo serán para otra. Gallego (2015), resume de manera clara, el enfoque  de capacidades de Sen, enunciando tres premisas principales:
a) el bienestar debe ser buscado como un fin, dando trascendencia no solo a los bienes sino además a los derechos y, (…) a una teoría de justicia universalista que tenga como objetivo la expansión de las capacidades y la superación de un umbral mínimo de capacidades; b) la consideración del bienestar como un estado intrínseco de la persona, resaltando la heterogeneidad personal y por ende, la capacidad diferenciada de cada persona para lograr un bienestar; c) la ruptura de los supuestos de la economía tradicional (…), ya que estos disuelven la posibilidad de abordar cuestiones de género, infancia, distribución de libertades al interior de la familia y temas que van más allá de la falta de bienes (Gallego, 2015: 59).
  Así,  la teoría de Sen respecto al bienestar, se vincula a la amplitud del  entendimiento de los individuos dentro de su aspecto singular y como parte de  un ente comunitario y social, enfocándose en las diferentes variables y  situaciones que contempla en su vida cotidiana como es el caso de su salud,  empleo, vida social y política, haciendo que el consumo quede relegado como una  parte de la universalidad del ser en sí mismo. 
  Dentro  de esta línea de ideas, la teoría desarrollada por Angus Deaton  (2015) se  refiere a un concepto de bienestar amplio, que dilucida la complejidad de la  vida humana desde sus necesidades de consumo, mediante la riqueza y el ingreso;  factores físicos o psicológicos, estudiados a partir de la calidad de la salud  y su felicidad, así como del nivel educativo del individuo y su habilidad para  participar en la sociedad civil por medio de instancias como la democracia y  los estamentos de Ley que tenga cada país. 
  Deaton  realiza un discernimiento de los factores que implicarían para un agente tener  bienestar puesto que, existen dicotomías propias entre cada individuo y las  oportunidades a las que tenga acceso. Hace alusión a una visión objetiva,  desarrollada por Sen, en la que se relaciona una subsistencia en procura de  “una esperanza de vida prolongada, buena salud, ausencia de pobreza, democracia  e imperio de la ley” (Deaton, 2015: 45). 
No obstante, para el autor es trascendental matizar este concepto con connotaciones subjetivas, aunque no en el mismo sentido de los teóricos utilitaristas, pues busca entender el nivel de felicidad, a partir de la percepción individual de las personas, dado que, estos sentimientos contribuyen a la consecución de una vida digna. Por este motivo, concibe al bienestar como “todas las cosas buenas para una persona, que hacen que la vida sea buena” (Deaton, 2015: 44).
  El  punto de partida del pensamiento de Deaton frente a la política económica, comprende  la trascendencia de la heterogeneidad dentro del concepto de bienestar, pobreza  e incluso el desarrollo económico, por cuanto sugiere que el papel de la  individualidad en las decisiones de consumo y/o ahorro de los agentes que  conforman una economía es decisiva para el buen vivir, dependiendo de los  niveles de ingreso que puedan conseguir. Sus estudios alrededor del ingreso lo  incitaron a proponer metodologías alternativas en relación a la obtención de  datos y su interpretación.
  La  propuesta de Deaton entorno a las medidas de diferentes variables económicas,  parte de instancias individuales (enfocadas en lo micro) que pueden contemplar  interacciones agregadas (orientación macro), razón por la cual, promulga el uso  de encuestas al núcleo familiar, puesto que permiten reconocer el  comportamiento de los individuos respecto al uso del ingreso en los diversos  bienes existentes, posibilitando identificar las diferencias comportamentales  entre sectores de personas con mayores comodidades, de aquellas más  desfavorecidas.
  El  bienestar comprende una amplia interacción de variables, con diferencias y  particularidades inherentes a cada nación, ejemplo de ello, manifiesta Deaton  (2015) son los países con mayor ingreso per cápita, ya que poseen mejores  sistemas de salud, que impulsan una esperanza de vida superior, una menor  morbilidad y mortalidad, conllevando a una vida más feliz, en contraste con  contextos sociales donde las limitaciones juegan en contra de la obtención del  bienestar. En conjunto, expone que aquellos países con mejoras en las tasas de  educación en sus diferentes niveles, especialmente en los superiores, ejercen repercusiones  favorables tanto en salud, como en lo financiero. 
V. CONCLUSIONES
El abordaje teórico que el bienestar ha suscitado dentro de la comunidad académica, ha propiciado un debate interesante a raíz de las discrepancias conceptuales de los autores referidos; sin embargo, el propósito real de los discernimientos es enriquecer las posturas existentes, por medio de la crítica o la complementación, pues a partir de ellos se pueden formular, proponer y ejecutar planes, programas y políticas públicas a diversos territorios, dependiendo de sus necesidades y problemáticas.
    La posición subjetiva del bienestar  manifiesta la importancia de los conceptos valorativos individuales, frente a  los bienes que procuren la maximización de su situación económica. A través de  elaboradas formulaciones matemáticas en función de la utilidad, se pretende  encontrar el punto óptimo, en términos Paretianos, que logre una distribución  de recursos conveniente, en función de una mejor calidad de vida.
    El enfoque de Sen, ofrece una visión  del bienestar que no se fundamenta en la valoración del bien materialmente,  sino por el contrario, valora aquello que se puede lograr por medio de él,  especialmente en relación a mejorar la esperanza de vida, alcanzar altos  niveles educativos y mantener un buen estado de salud. 
  La  política pública dentro de su ejercer social y comunitario, debe efectuar  estrategias que conduzcan al bienestar, entendiendo que éste depende de  diversas fuentes, con el propósito de llegar a situaciones de buen vivir. El  acceso a salud, educación y oportunidades de empleo, son fundamentales para  forjar situaciones adecuadas que contribuyan al desarrollo integral de la  sociedad.
  Finalmente,  cabe precisar que el estudio del bienestar, debe ligarse a fenómenos como la  pobreza y miseria, la desigualdad, el crecimiento y desarrollo económico, dado  que es menester la búsqueda de los problemas base, con el objetivo de plasmar  posibles soluciones que permitan una vida de calidad apropiada, desde el punto  de vista objetivo como subjetivo, entrelazando el quehacer individual con el  colectivo y el Estatal.
   “No es  de esperarse que los reyes filosofen o que los filósofos se conviertan en  reyes; tampoco es algo deseable, pues la posesión del poder ineludiblemente  corrompe el juicio puro de la razón”.
  Immanuel  Kant.
Otro punto crítico aquí estriba en la creencia de que los individuos no se equivocan, o que sus curvas de aprendizaje permiten que a lo largo de un periodo de tiempo sus errores sean mínimos, o en términos técnicos, que las varianzas de las perturbaciones estocásticas sean pequeñas y constantes; pero la impredecibilidad de lo humano no sugiere que las personas asuman un comportamiento mecanicista. Tómese como ejemplo el film tiempos modernos de Charles Chaplin de 1936.
Una reflexión a propósito, reside en determinar hasta qué punto el uso de los instrumentos técnicos, en sí mismos, constituyen herramientas definitivas para explicar la complejidad del comportamiento humano.
A propósito, la crítica de Manfred Max-Neef, frente a los desarrollos de la ciencia económica y en particular al extremo uso de los instrumentos matemáticos como un fin en sí mismos, señala lo relevante de la ética y la filosofía moral que, se constituyen en la fuente del análisis económico: “La economía que originalmente se derivó de la filosofía moral, perdió de pronto gran parte de su dimensión humana que fue reemplazada por teorías caprichosas y trivialidades técnicas, incomprensibles para la mayoría e inútiles para todos, excepto tal vez para sus autores que suelen ganar premios por haberlas elaborado”. (Max-Neef, 1984: 23).
Por más egoísta que quiera suponerse al hombre, evidentemente hay algunos elementos en su naturaleza que lo hacen interesarse en la suerte de los otros de tal modo, que la felicidad de estos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga, a no ser el placer de presenciarla. (Smith, 1759: 31).
De hecho, el padre de la  economía advierte que, el comportamiento humano se soporta en seis motivaciones  a saber: el egoísmo, la conmiseración, el deseo de libertad, el sentido de  propiedad, el hábito de trabajar y la propensión al intercambio de bienes y  servicios. 
      Suponer que los  fundamentos clásicos de la economía planteados por Smith se basan únicamente en  el egoísmo constituye una interpretación radical de la complejidad de su  pensamiento. Es necesario considerar este aspecto porque, como se planteará en  Arrow, la construcción de una política pública parte del entendimiento de  conductas individuales que precisan un ordenamiento global para analizar la  posibilidad del bienestar conjunto.
Referencias
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