https://doi.org/10.22267/rtend.202102.148

 

ECONOMÍA NARANJA Y LA ACTIVIDAD ARTESANAL EN COLOMBIA Y NARIÑO: UNA BREVE REVISIÓN ANALÍTICA

ORANGE ECONOMY AND ARTISANAL ACTIVITY IN COLOMBIA AND NARIÑO: A BRIEF ANALYTICAL REVIEW

 

ECONOMIA LARANJA E ATIVIDADE ARTESANAL NA COLÔMBIA E NARIÑO: UMA BREVE REVISÃO ANALÍTICA

 

 

Por: RIASCOS_ Julio César1, ACOSTA_ Luisa Fernanda2, ORTIZ_ Manuel Iván3

 

1 Magíster en Gerencia y Asesoría Financiera, Universidad Mariana. Docente Departamento de Economía, Universidad de Nariño. E-mail: jriascos2009@hotmail.com, Colombia.

2 Especialista en Finanzas, Universidad de Nariño. Profesional Investigadora Grupo de Investigación Desarrollo Regional, Universidad de Nariño. E-mail: lufeacosta94@gmail.com, Colombia.

3 Magíster en Comercio y Finanzas Internacionales, Universidad de Barcelona. Docente Departamento de Comercio Internacional, Universidad de Nariño, E-mail: manivor@udenar.edu.co, Colombia.

 

Recibido: 5 de marzo de 2020                            Aprobado: 28 de abril de 2020

 

* Este artículo es producto de la investigación titulada “Identificación de la Cadena Productiva Artesanal de Nariño (CAPRAN)” llevada a cabo por los grupos de Investigación Coyuntura Económica y Social y, Frontera Sur. Universidad de Nariño, Colombia.


Resumen

La economía naranja ha sido objeto de especial atención recientemente, pues pone de manifiesto áreas que conservan un alto nivel de creatividad e innovación en sus productos finales, ya sea de orden digital o manual, con el propósito de abrir espacios de invención para la creación de nuevas plazas laborales, así como de información, conocimiento y aplicaciones varias. Por esta razón, en el presente artículo se hace una revisión teórica y estadística, que vislumbra la situación actual de esta rama en Colombia y Nariño, teniendo como eje principal la actividad artesanal. Entre los principales resultados, se encontraron evidentes dificultades para el conjunto de productores artesanales, en particular, frente a su nivel de ingresos, grado educativo y situación de pobreza.

Palabras Clave: economía naranja; cultura económica; artesano; ingresos; empleo.

JEL: N3; O34; Z1; Z19; E24

 


Abstract

The orange economy has been the subject of special attention recently, as it reveals areas that retain a high level of creativity and innovation in their final products, whether digital or manual, in order to open spaces of invention for the creation of new jobs, as well as information, knowledge and various applications. For this reason, in this article a theoretical and statistical review is made, which glimpses the current situation of this branch in Colombia and Nariño, with artisan activity as its main axis. Among the main results, there were obvious difficulties for all artisanal producers, in particular, in view of their level of income, educational level and poverty situation.

Keywords: orange economy; economic culture; craftsman; income; employment.

JEL: N3; O34; Z1; Z19; E24


Resumo

A economia laranja tem sido objeto de atenção especial nos últimos anos, desde a área de manifesto que mantém um alto nível de criatividade e inovação em seus produtos finais, sejam digitais ou manuais, a fim de abrir espaços de invenção para a criação de novos empregos, além de informações, conhecimentos e diversas aplicações. Por esse motivo, neste artigo é feita uma revisão teórica e estatística, vislumbrando a situação atual desse ramo na Colômbia é Nariño, tendo a atividade artesanal como eixo principal. Entre os principais resultados, havia dificuldades óbvias para todos os produtores artesanais, em particular, em vista de seu nível de renda,  escolaridade e situação de pobreza.

Palavras-Chave: economia da laranja; cultura econômica; artesão; renda; emprego.
JEL: N3; O34; Z1; Z19; E24

 


 

I. INTRODUCCIÓN

No es verdad que el maquinismo haya acabado con el artesano y que sea ya imposible que éste ponga sello suyo sobre su criatura. La máquina ha substituido el pulmón del hombre, no su mente, ni siquiera su dedo, a veces. El hombre dicta a la maquina los modelos; la maquina le ha reemplazado los tendones y el sudor sin arrebatarle ni una de sus prerrogativas para dar gusto a su pasión de forma o de color. Sería infame un trabajo en el que la voluntad de crear no pudiera ejercerse nunca y sería estúpida la delegación del hombre completo en la usina.
(Mistral, 1979)

La evolución de los mercados a nivel mundial, ha impulsado la búsqueda de nuevos productos y servicios que incentiven la demanda agregada a nivel internacional, por ello, ha tomado relevancia la inclusión de la cultura, la creatividad y la innovación en los procesos productivos, tecnológicos y manuales, aglutinados en el concepto de economía naranja que, si bien no es un concepto nuevo, en años recientes ha sido objeto relevante de los gobiernos como parte esencial del crecimiento interno y, a su turno, como parte de una revolución externa.

Considerando que las artesanías se constituyen como una actividad comprendida en el conjunto de dinámicas en torno a la economía naranja en Colombia, además de su aporte económico y social, se reconocen como un eje invaluable de riqueza étnica y cultural, puesto que se ha extendido por más de dos siglos a lo largo del territorio nacional, dando a conocer un sinfín de propuestas elaboradas por manos de personas que, mediante la adquisición de conocimientos ancestrales, han conservado el aprendizaje de técnicas que permiten crear objetos de sumo valor y admiración, por medio de materias primas especialmente de origen animal y vegetal.

Las actividades artesanales, destacan el amor por la cultura como esencia de las tradiciones en las que fueron formados un conjunto particular de productores-creadores, así como su habilidad para transformar materiales de poco importe en esculturas detalladas y precisas de alto valor artístico. En consecuencia, resulta no menos que trascendental para las familias artesanas, dejar lo más intacto posible en sus descendientes, el legado intercultural e intergeneracional en sus manos.

Por este motivo, a lo largo de este documento se trabajará una fundamentación teórica que comprende tópicos relacionados a las relaciones adyacentes entre economía y cultura, economía naranja y artesanías, con lo que, posteriormente se pretende revisar información de naturaleza estadística utilizada a fin de visualizar la realidad de la economía naranja en Colombia y la situación de vida de los artesanos en materia de educación, líneas de producción, ingresos y pobreza, contrastando datos de 1998 y 2018. Por último, el documento advierte una serie de conclusiones respecto al análisis.

II. REVISIÓN DE LITERATURA

a. Economía y Cultura

 La historia de cada territorio conserva un sinnúmero de símbolos, creencias, significados, representaciones e imaginarios, acerca de las diversas formas de vivir y percibir el mundo que los rodea, desarrollando costumbres y formas de supervivencia con base en los conocimientos recibidos por sus ancestros. Dicha situación, ha conllevado a forjar conocimiento sobre la temática en el entorno académico, especialmente, dentro del entorno económico y social.

Con el propósito de comprender esta dimensión de la diversidad humana, se ha procurado configurar conceptos que vislumbren a la cultura de manera universal, no obstante, por su complejidad y amplitud no se ha gestado un especial consenso. La Real Academia Española (2018) sugiere que el término cultura, encierra un “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época y grupo social”, pretendiendo dar a conocer, las diferencias presentados por grupos étnicos y no étnicos, de acuerdo a sus circunstancias de vida individual, familiar y comunitaria, en respuesta a particularidades situacionales del territorio donde curse su dinámica colectiva.

De otro lado, subyacen concepciones inclinadas hacia la economía, puesto que entienden este término como “las técnicas de reproducción industrial en la creación y difusión masiva de obras culturales” (UNESCO, 2010, p. 18), teniendo en cuenta que, por intermedio de estas actividades se generan fuentes de empleo, aprendizaje teórico y técnico, contribuyendo con la adición del valor agregado a las materias primas utilizadas. Para Guido Cozzi (Citado en Throsby, 2001) la cultura se interpreta como un activo de orden social que tiene funciones de producción de unidades de eficiencia de trabajo y, un factor de producción de un bien público dentro de un modelo de generaciones superpuestas.

Throsby (2001) sugiere que la cultura, en el discurso económico, tiene un lugar significativo, especialmente en términos de crecimiento y desarrollo de países latinoamericanos, ya que se contempla como un sistema de valores, creencias, costumbres, puntos comunes, entre otros factores, compartidos por un grupo, desplegando entre ellos, una serie de transacciones o intercambios de bienes materiales o simbólicos dentro de un marco economizante.

Por tal motivo, se adhieren elementos de diversidad y trascendencia cultural y un cierto grado de monetización por el trabajo realizado. A la luz de sus investigaciones, Throsby (2001) examina la teoría de economía y cultura dentro del “capital cultural”, con lo cual logra caracterizar los bienes, servicios, actividades y otros fenómenos dentro de esta esfera, mediante la evaluación de las siguientes características (Figura 1):

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Figura 1. Características del Capital Cultural.
Fuente: Autores con base en Throsby (2001).

La evaluación del capital cultural, se lleva a cabo por intermedio de diferentes metodologías utilizadas en las Ciencias Humanas y Sociales, entre las cuales, el autor rescata el mapeo, como un análisis contextual del objeto a estudiar con la asistencia de construcciones físicas, geográficas y antropológicas; la descripción densa, entendida como una descripción interpretativa del objeto y su entorno, al momento de exponer el funcionamiento de los sistemas culturales; el análisis actitudinal, a través del cual se denotan los medios que posibilitan acceder a la información, tales como encuestas sociales, mediciones psicométricas y técnicas de inducción, que dan acceso al estudio de los aspectos sociales y espirituales de la comunidad; el análisis de contenido, que provee un conjunto de técnicas para detectar y codificar significados apropiados a la hora de cuantificar la interpretación del valor cultural; y finalmente, se halla la valuación de expertos, que aporta juicios sobre el valor estético, histórico y autenticidad, a través de sus habilidades, formación y experiencias particulares dentro de la materia. (Throsby, 2001)

En armonía con lo anterior, para el Ministerio de Cultura de Colombia (2003), las dimensiones económica, social y cultural no son independientes, dado que hay una relación ampliamente dinámica entre los procesos de producción del sector cultural y los de recepción y uso social. Los límites entre el papel del sector cultural comprenden el rol de los procesos sociales y la generación de un valor económico agregado en el producto. Estas complejas relaciones, cambian vertiginosamente con el tiempo y el espacio, y se vuelven a redibujar con cada avance tecnológico y comunicacional. Las dinámicas de mercado de estas industrias determinan el acceso y la forma como se manifiestan en la producción y distribución, así como en contenidos, los mecanismos de recepción y los procesos culturales que fluyen por ellas.

Dentro de este análisis, se reconocen seis dominios inmersos en las industrias culturales y creativas, entendidas desde la herencia cultural; creatividad y medios; creaciones funcionales, como se indica en la Figura 2.

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Figura 2. Dominios culturales y las industrias culturales y creativas.
Fuente: UNESCO (2010).

El Ministerio de Cultura de Colombia (2003) afirma que, este universo artístico es muy extenso; dentro de lo que se considera como sector cultural están distintos tipos de actividades culturales, desde expresiones de folclor, la cultura popular, cultura mediática, hasta manifestaciones de cultura de “élite” o “bellas artes” y el patrimonio histórico. De hecho, algunas tienen su desarrollo en el mercado y otras reciben subvenciones del Estado.

Como resultado del proceso globalizante, organizaciones y gobiernos latinoamericanos han procurado rescatar y enriquecer al ámbito cultural, de manera que, se incurre en medidas que contemplen el actuar de políticas públicas, que pacten los “derechos humanos, fundamentales y colectivos respecto de la creación, la expresión, el acceso y el consumo cultural, en un complejo esquema de obligaciones del Estado, al que le compete arbitrar intervenciones, regulaciones y decisiones de gasto público” (Departamento Nacional de Planeación, 2010).

Como parte del actuar Estatal frente a la conservación y crecimiento de estas actividades, se han interpuesto algunos mecanismos tributarios que admiten la recolección de recursos destinados a dinamizar los procesos culturales, siendo el caso de las transferencias procedentes de la Ley 715 de 2001, la estampilla pro – cultura, el IVA procedente del servicio de telefonía, recursos propios; y como cofinanciación, se reconoce aquellos fondos provenientes del Programa Nacional de Concertación y los Fondos Mixtos y los reservados por los Planes Nacionales (Sistema Nacional de Información Cultural, s. f.) y, en los últimos años, se han desarrollado ideas que pretenden impulsar este sector por medio de la Economía Naranja.

Dichas medidas surgen como respuesta a los beneficios económicos y culturales. En primer lugar, se registra un aporte al gran valor agregado nacional y, por ende, es un generador de empleo directo e indirecto, motivo por el cual, es uno de los sectores que conservan un alto potencial de crecimiento en los próximos años, ya que no solamente se tiene un fortalecimiento interno, sino que también, puede generar la apertura de actividades en el mercado externo, cooperando con el equilibrio de la balanza comercial. En esta dinámica, es uno de los factores que atrae turismo y, se cataloga como uno de los generadores de recursos sustentables a largo plazo (UNESCO, 2010).

De otro lado, la UNESCO (2010) manifiesta que en el paraje cultural, esta industria se constituye en un propulsor de la cohesión social, así como, es un facilitador para la libre expresión de comunidades y pueblos, frente a sus conocimientos y capacidades técnicas indisolubles, lo que se refleja en el empoderamiento personal de los involucrados.

b. Economía Naranja

La Economía Naranja de acuerdo a su eje conceptual, se encarga de compilar los conceptos anteriores, puesto que se fundamenta en el fortalecimiento de la producción creativa y cultural desde sus diferentes puntos de vista, con el fin de aportar al producto nacional y al reconocimiento del talento y habilidades de la población. Para Buitrago y Duque (2013) la economía naranja se cataloga como

El conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad. Este universo está compuesto por áreas relacionadas con la economía cultural y las industrias creativas, en cuya intersección se encuentran las industrias culturales convencionales y las áreas de soporte para la creatividad (p. 40).

Por este motivo, durante los últimos años se ha incentivado la creación de contenido en áreas artísticas, visuales, manufactureras y comerciales.

Howkins (Citado por Ghelfi, 2005) uno de los principales exponentes en las temáticas asociadas a la creatividad en el espacio económico, advierte que esta rama tiene como propósito fundamental, entender las operaciones que generan los productos creativos. Considera que cada operación consta de dos valores complementarios, por un lado, el valor de la propiedad intelectual intangible y, por otro, el valor de la plataforma física. A raíz de ello, se revelan diferencias entre sectores, como los programas informáticos digitales, que contemplan un mayor valor de la propiedad intelectual y, el caso de las artes, imprimen un mayor valor unitario al objeto físico.

En concordancia con Howkins, el Ministerio Federal de Economía y Energía de Alemania (2018), afirma que aquellos que incursionan en esta esfera se caracterizan por ser mentes creativas que crean bienes o servicios innovadores. Sean escritores o directores de cine, expertos en artes visuales o escénicas, diseñadores o creadores de juegos de computadora, todos representan la diversidad cultural, alta calidad y la constante renovación y evolución creativa, contribuyendo con la construcción de una economía dinámica, innovadora y basada en el conocimiento teórico y técnico. Por este motivo, se hace trascendental la inclusión de conocimientos fruto de la experiencia y del aprendizaje profesional en el entorno artístico, informático, artesanal, con miras a la creatividad, innovación y el empoderamiento de la cultura.

Por otro lado, Buitrago y Duque (2013) afirman que, para el entendimiento de la economía naranja es menester incluir los conceptos de economía cultural e industrias creativas. La primera conserva a “las actividades artísticas tradicionales y las Industrias Culturales Convencionales, además de aquellas actividades relativas a la construcción de un patrimonio cultural y su transmisión” y, las segundas se catalogan como “el conjunto de las Industrias Culturales Convencionales y el grupo de Creaciones Funcionales, Nuevos Medios y Software”. A partir de lo anterior, los autores establecen tres grupos que permiten la obtención de cifras a nivel Nacional, a cargo del DANE, como se indica en la Figura 3:

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Figura 3.Áreas que componen la Economía Naranja.
Fuente: Autores con base en Buitrago y Duque (2013).

Esta clasificación es similar a la realizada por la UNESCO (2010), ajustándose a la amplia gama de posibilidades de desarrollo de este tipo de estrategias.

Datos del DANE (2019) exponen que, en Colombia se lograron identificar “34 actividades que por su naturaleza se consideran totalmente creativas y 69 actividades que sólo parcialmente pertenecen a la Economía Naranja, por cuanto no todos los productos que generan están protegidos por el derecho de autor” (p. 2). Entre las que se destacan la cinematografía, el turismo, la manufactura artesanal, el desarrollo de software, la educación cultural y creativa, la publicidad, entre otros.

c. La actividad Artesanal

Dada la riqueza ancestral, material e inmaterial de estas piezas de arte a nivel nacional como internacional, la UNESCO (1997) manifiesta que una artesanía acoge los productos originados por obra de artesanos de forma manual, con la ayuda de herramientas o incluso de medios mecánicos, siempre y cuando la contribución manual directa del artesano sea el componente más significativo en el producto terminado. Se recalca que, la naturaleza especial de las artesanías se cimenta en sus características distintivas, ya sea con fines utilitarios, estéticos, artísticos, creativos, vinculados a la cultura, decorativos, funcionales, tradicionales, simbólicos y significativos religiosa y socialmente, por lo cual, pueden ser reconocidas como una forma y medio de vida individual como colectiva.

Para Buitrago y Duque (2013) las artesanías hacen parte de los bienes reconocidos como mentefacturas, puesto que, como producto final conservan un alto valor simbólico intangible que supera su valor de uso.

En este sentido, se entiende a las artesanías como un oficio que reúne un conjunto de técnicas manuales, en su mayoría, que son fruto de un antiquísimo proceso de conocimientos asociados a particularidades territoriales y/o culturales, por lo que, puede distinguirse como una forma de obtención de un sustento monetario.

De acuerdo con Artesanías de Colombia (2020), a nivel nacional las piezas artísticas se clasifican de acuerdo a sus particularidades funcionales, culturares y étnicas, de la siguiente manera:

Artesanía indígena, se constituye en expresión de la cultura de comunidades con unidad étnica y relativamente cerradas. Su elaboración surge a raíz de la satisfacción de necesidades sociales, integrando los conceptos de arte y funcionalidad. Además, materializa la continuidad cognitiva sobre el potencial de cada recurso de su entorno geográfico (entendiendo que hacen uso de materias primas naturales de su territorio), el cual es transmitido entre generaciones.
Artesanía tradicional popular, su objetivo es la producción de objetos útiles, estéticos, realizada en forma anónima por un determinado pueblo, exhibiendo un dominio de materiales, generalmente procedentes del hábitat de cada comunidad. A esta forma de arte se integran las comunidades mestizas y negras, cuyas tradiciones están constituidas por el aporte de poblaciones americanas y africanas, influidas o caracterizadas en diferentes grados por rasgos culturales de la visión del mundo de los originarios inmigrantes europeos.
Artesanía contemporánea o neo artesanía, se dedica a la producción de objetos útiles y estéticos, desde el marco de los oficios, y en cuyo proceso se sincretizan elementos técnicos y formales, procedentes de diferentes contextos socioculturales y niveles tecno económicos, destacando la creatividad individual expresada por la calidad y originalidad del estilo (Artesanías de Colombia, 2020).

Navarro-Hoyos (2012) hace hincapié en las oportunidades económicas que abarca la actividad artesanal, puesto que la reconoce como parte de las industrias culturales dentro de las economías modernas; ya que no solo contribuyen con el crecimiento económico de los países, generando empleo e ingresos, sino que ayudan a transmitir y mantener las raíces culturales e identidad de las naciones. Por este motivo, se ha brindado acompañamiento a los artesanos para realizar un proceso de resguardo de propiedad intelectual, por medio del cual se busca proteger su actividad.

Artesanías de Colombia (2020), explica que mediante dicho programa busca transferir conocimiento sobre los derechos de propiedad intelectual y su potencial aplicado a la artesanía, a través de reuniones informativas sobre el tema y la entrega de cartillas que contengan las memorias de las mismas, para los artesanos y demás interesados. Igualmente, se cuenta con herramientas legales que fortalecen las ventajas competitivas ante el mercado, a partir del registro de los signos distintivos (marcas colectivas, de certificación y denominaciones de origen) y, se consolida el uso del signo distintivo en los productos mediante la asociatividad y posicionamiento comercial en el mercado.

 

III. METODOLOGÍA

 El artículo se centra metodológicamente en un enfoque cuantitativo y tipo de estudio descriptivo, a través de lo cual, se logró dar un análisis sintético a cifras estadísticas que abarcan la situación de la economía naranja en Colombia en relación a sus componentes y la cantidad de empleos que ha generado durante el periodo 2014-2018. Siendo una temática relativamente reciente en el país, los datos no cuentan con información histórica significativa, de manera que se emplearon únicamente aquellos que ofrece el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

Adicionalmente, para configurar la caracterización socioeconómica de los artesanos de Colombia y Nariño, particularmente en el contraste de 1998 y 2018, se hizo uso de información consolidada de informe intitulado Censo Económico Nacional del Sector Artesanal, llevado a cabo por el Ministerio de Desarrollo Económico y Artesanías de Colombia, que abarcó un total de 58.821 artesanos en el año de 1998; por otro lado, para 2018 se hizo uso de la base de datos del Sistema de Información Estadística de la Actividad Artesanal – SIEAA, de Artesanías de Colombia,que contó con la participación de 31.957 trabajadores de esta área.

Finalmente, la revisión de literatura se basó en documentos de orden primario y secundario, que permitieron el reconocimiento de las principales características de la actividad artesanal y de la economía naranja. Cabe subrayar que, en los últimos años no se ha estudiado a profundidad la temática de artesanías, motivo por el cual, las fuentes mencionadas no son relativamente recientes, caso opuesto al de la economía naranja, que se caracteriza por su novedad.

 

IV. INFORMACIÓN ESTADÍSTICA

Mediante la implementación de una mayor organización y apoyo frente a las actividades ahora incluidas en la Economía Naranja, se ha logrado identificar la situación socioeconómica de las personas y familias que se encuentran en este gremio. En este sentido, la participación de los componentes de esta industria en Colombia, se exhiben en la Figura 4:

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Figura 4. Participación de los componentes de la Economía Naranja en Colombia. 2016 – 2018p.
Fuente: DANE (2019).


La mayor participación a lo largo del periodo en cuestión es el de creaciones funcionales, ubicándose por encima del 40%, seguido de artes y patrimonio y finalmente, las industrias culturales. Esta situación se debe a que la movilidad social de Colombia ha permitido que las generaciones más jóvenes, logren acceder a servicios de educación técnica, tecnológica y superior, que permiten una mayor oportunidad a empleos que se fundamenten en el manejo de herramientas especializadas.

El estudio de Araujo (2014) asevera que el índice de movilidad en Colombia según la metodología de “Shorrocks pasa de 0,76 en la generación más “antigua”, a 0,79 en la generación más “joven”, indicando un aumento en el grado de movilidad a través el tiempo” (p. 38); situación que es ampliamente aprovechada en este campo de la economía. Cabe señalar que, Bogotá es la ciudad más activa en esta materia, puesto que es objeto de interés inversionista nacional y extranjero. Por una parte, para 2018 el Ministerio de Cultura de Colombia (2019) brindó mediante su Convocatoria de Estímulos y a través del Programa de Concertación Cultural, más de $14.000 y $46.000 millones respectivamente, para la formulación y ejecución de 2.053 proyectos en todo el territorio colombiano, con el fin de facilitar y hacer visibles diversas actividades y procesos artísticos y culturales.

Por este motivo, de acuerdo al Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones - MinTic (2019) el aporte al Producto Interno Bruto (PIB) de esta industria se acerca al 3,3%, como consecuencia de las convocatorias realizadas durante los últimos periodos, catalogándola así, como una importante generadora de empleos a nivel nacional (Figura 5).

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Figura 5. Número de empleos asociados a la cultura y economía naranja. 2014 – 2018.
Fuente: DANE (2019).

En términos de trabajo, los independientes conservan una mayor afinidad a las actividades de artes y patrimonio, ya que claramente, ha tenido un peso superior frente a los demás componentes de la economía naranja. Caso contrario sucede con el personal asalariado, que tiene una mayor concurrencia a las creaciones funcionales. Durante el periodo de 2014 a 2018, se contó con más de 500.000 empleos entre independientes y asalariados, lo que contribuye significativamente a la tasa global de empleo de Colombia.

No obstante, una de las particularidades de este tipo de actividades, es su constante cambio y frecuente repensar de técnicas y conocimientos, dado que, para que estas industrias “sean realmente sostenibles y generadoras de riqueza es necesario que se renueven e innoven constantemente, teniendo como eje una amplia colaboración entre los desarrolladores de ideas y a su vez, la interacción con el usuario final” (Argos, 2017).

Considerando que este documento se traslapa hacia la situación socioeconómica de los artesanos en el país, mediante datos del Sistema de Información Estadística de la Actividad Artesanal - SIEAA de Artesanías de Colombia, se lograron recolectar cifras de localización, nivel educativo, ingreso promedio y líneas de producción y comercialización.

La concentración de artesanos en Colombia, ha tenido variaciones significativas para algunos departamentos en el lapso de veinte años, siendo negativa para Nariño, Sucre, Córdoba, Boyacá y Cesar. Mientras que Bogotá y Chocó han sostenido un comportamiento positivo (Figura 6). Esta situación se explica por el abandono de la actividad artesanal, como consecuencia de los bajos ingresos que produce y la falta de conocimiento de los apoyos del Gobierno Nacional, puesto que solamente el 11,7% son beneficiarios de los proyectos instaurados hasta el momento, y el 88,3% no lo son (Artesanías de Colombia, 2019) y, finalmente, es fruto de la entrada de productos similares provenientes del extranjero en grandes cantidades (ya que son bienes intensivos en maquinaria y no en mano de obra, como es el caso de los artesanos colombianos).

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Figura 6. Concentración de artesanos por departamentos en Colombia. 1998 – 2018.
Fuente: (Artesanías de Colombia, 2019; Ministerio de Desarrollo Económico de Colombia y Artesanías de Colombia, 1998).

Colombia, caracterizada por su multiplicidad cultural cuenta con artesanos indígenas (31,4%), afrodescendientes (5,3%) y de población general en su mayoría, ya que poblaciones como la gitana, palenquera y raizal, no tienen una elevada participación en el territorio. Por su parte, Nariño posee una significativa cantidad de artesanos que no se identifican con una etnia en específico (75,4%), seguidos de la población indígena en 16,7% y afrodescendientes en un 7,6% (Figura 7). A pesar de los constantes cambios en la cultura debido al proceso de la globalización, el país mantiene el arraigo a las costumbres que han sido brindadas generación tras generación, esencialmente, en comunidades con conocimientos étnicos.

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Figura 7. Etnia de artesanos. Colombia - Nariño. 2018.
Fuente: Artesanías de Colombia (2019).

Los artesanos a nivel nacional, han mejorado significativamente su nivel de estudios, básicamente en la terminación de niveles asociados a la formación secundaria y media. Para 1998 solamente el 8,09% de ellos lograron culminar la secundaria , situación que mejora para 2018, donde el 16,40% terminaron sus estudios en este nivel y el 23,9% lo hicieron en media vocacional. En el caso de la educación superior, para 1998, el acceso de los artesanos a ella fue de 1,94% y en 2018 de 5,6%; a pesar de su incremento, no es lo suficientemente representativo, reconociendo las altas demandas del mercado laboral actual.

Por otro lado, la situación del departamento de Nariño indica que la mayoría de artesanos cuenta con conocimientos adquiridos en la primaria en un 44,5%, seguidos de la educación media en un 23,6% y con un acceso a estudios universitarios en un 4,2% (Figura 8).

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Figura 8. Nivel educativo de artesanos. Colombia y Nariño 1998 – 2018.
Fuente: Ministerio de Desarrollo Económico de Colombia y Artesanías de Colombia, (1998) y Artesanías de Colombia (2019).

Teniendo en cuenta que, el nivel de formación de los artesanos no es elevado, la manera en la que obtuvieron sus conocimientos en esta área no se ha dado en centros de estudio, sino que es adquirida por medio de familiares (46,3% en Colombia y 62,4% en Nariño), bajo métodos de aprendizaje autodidacta, y por medio del aprendizaje y enseñanza experimentado por el trabajo empírico de los artesanos. Así, se da una alta conservación de conocimientos ancestrales, por medio de la cultura, las costumbres, la técnica y el uso significativo de la mano de obra, por encima de la maquinaria (Figura 9).

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Figura 9. Forma de capacitación de los artesanos en Colombia y Nariño. 2018.
Fuente: Artesanías de Colombia (2019).

La producción de accesorios para diversos fines es la línea que tiene mayor peso en la producción del área artesanal, tanto para Colombia como para Nariño en 44,6% y 62% respectivamente. Contando además con una alta participación de los artículos para hogar (30,9% Colombia – 31,9% Nariño), bienes de uso decorativo (33,6% Colombia – 28,2% Nariño) y la bisutería. Ortiz y López (2015) manifiestan que para el año 2013, las líneas de producción artesanal nariñense se sostienen fundamentalmente en la marroquinería de cuero y repujado, la cestería elaborada con fique, mimbre o tetera y, aquellas prendas elaboradas en telares, bordados y apliques (Figura 10).

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Figura 10. Principales líneas de producción de artesanos de Colombia y Nariño. 2018.
Fuente: Artesanías de Colombia (2019).

Es preciso subrayar, que en cada departamento se destacan diversas piezas artesanales, que se comercian en el entorno nacional como internacional, entre las más destacadas están el sombrero vueltiao (Córdoba y Sucre), las mochilas Wayú (La Guajira), la cerámica de El Carmen de Viboral (Oriente Antioqueño), la cerámica de Ráquira (Boyacá), el sombrero de Suaza (Huila), las hamacas de San Jacinto (Bolívar), la cestería en rollo de Guacamayas (Boyacá), el sombrero de Sandoná (Nariño), el sombrero aguadeño (Caldas), Mopa Barniz de Pasto (Nariño) (El Tiempo, 2016).

Más del 80% de la población dedicada a la actividad artesanal en Colombia y Nariño, cuenta con ingresos mensuales por debajo del S.M.M.L.V. seguidos de un 13% de artesanos que logran conseguir entre uno y dos salarios mínimos (Figura 11). Según el diagnóstico de Márquez y Serrano (2017) “los departamentos donde el ingreso mensual del hogar por artesanía es más bajo -inferior a un S.M.M.L.V.- son Amazonas (96.2%), Chocó (94.2%), Cauca (94%), Putumayo (93.9%) y Córdoba (89.2%)”. (p. 29)

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Figura 11. Ingreso promedio de artesanos proveniente de actividades artesanales en Colombia y Nariño. 2018.
Fuente: Artesanías de Colombia (2019).

Esta situación ha conllevado a los artesanos a trabajar en labores alternas, para el adecuado sostenimiento del hogar, como se indica en la Figura 12:

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Figura 12. Otras actividades realizadas por artesanos en Colombia y Nariño. 2018.
Fuente: Artesanías de Colombia (2019).

Para el año 2018, el 16,7% de los artesanos en Colombia se dedicaron a labores de agricultura, seguida de otras actividades (17%) y, en tercer lugar, dentro del sector servicios (7,1%), no obstante, el 54,4% de ellos, optaron por no considerar otras opciones de empleo, motivo por el cual, se encuentran en una alta vulnerabilidad y en condición de pobreza.

Nariño, obtuvo resultados similares al total nacional, donde la agricultura se situó como una de las actividades más llamativas para los artesanos en un 25,9%, la ganadería en 8,7% y ninguna labor en 45,5%.

Ante las dificultades salariales de los artesanos, mediante el Sistema de Información Estadística de la Actividad Artesanal – SIEAA, se posibilitó el cálculo de los índices de pobreza extrema y pobreza monetaria para el corte de diciembre de 2018.

Los departamentos en los cuales los artesanos no logran garantizar la adquisición de bienes para satisfacer las necesidades básicas calóricas de nutrición, o que se encuentran en pobreza extrema son: Chocó (67%), Cesar (66%), Magdalena (65%) y Sucre (65%). Por su parte, Nariño tiene la tasa más alta de pobreza monetaria, ubicada en 32%, la cual se acerca a la tasa de pobreza promedio de Colombia de 29% (Figura 13).

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Figura 13.Pobreza extrema y pobreza monetaria en artesanos colombianos. 2018.
Fuente: Artesanías de Colombia (2019).

V. CONCLUSIONES

El escenario artesanal requiere de un estudio profundo y minucioso, dado que aún se presentan algunas falencias en relación al reconocimiento de la propiedad intelectual de algunos productos artesanales y el limitado entendimiento de los artesanos frente a los beneficios estatales para esta área, entre otros.

Las artesanías y la economía naranja se integran en tres conceptos destacados por Buitrago y Duque (2013); cultura, creatividad e identidad, pues a partir de ellos, las comunidades étnicas y no étnicas cultivan y transmiten sus conocimientos, para posteriormente comercializar sus productos a nivel local, regional, nacional e incluso internacionalmente, con el propósito de sostener día a día a sus hogares.

La inclusión de la economía naranja a través de economía cultural y las industrias creativas, en el aparato productivo colombiano ha impulsado actividades artísticas de diversa índole, en especial, aquellas que se rigen por el uso de herramientas tecnológicas y las que contemplan alto uso de mano de obra, en conjunto con un arduo proceso creativo e innovador. Teniendo como fin, el fomento a la creación de empleo, la mejora en la calidad de vida y la contribución a la demanda agregada del país.

El ingreso de las personas dedicadas al oficio de las artesanías, cuenta con limitaciones económicas, que en algunos casos han conllevado al abandono de estas actividades, y en otros, han recurrido a llevar empleos paralelos (especialmente en agricultura), que permiten cierto nivel de manutención personal y del hogar.

El grado de formación de los artesanos, a pesar de haber mejorado desde el año de 1998 hasta 2018, puntualmente en primaria, secundaria y media, aún refieren dificultades frente a conocimientos profesionales y posgraduales.

La pobreza extrema y pobreza para los artesanos durante 2018, presenta cifras alarmantes, puesto que, a pesar de la presencia de proyectos estatales que pretenden impulsar su actividad, no se denotan los resultados esperados, ya que la calidad de vida de esta población es muy limitada, por ejemplo, más del 50% de la población de artesanos, no logran adquirir bienes de la canasta familiar que cubran sus necesidades calóricas.


Cabe anotar que el Censo Económico Nacional del Sector Artesanal, no cuenta con el grado de estudio de Media Vocacional, por este motivo, no fue incluido en la Figura 8.

Artes y patrimonio: compuesta por los segmentos de artes visuales, artes escénicas, patrimonio cultural material, educación en artes, cultura y economía creativa, actividades industriales de la Economía Naranja, turismo cultural, y las actividades asociativas y de regulación. (DANE, 2019, p. 7).
Industrias culturales: compuesta por los segmentos de editorial, fonográfica, audiovisual y agencias de noticias y otros servicios de información. (DANE, 2019, p. 9).
Creaciones funcionales: compuesta por los segmentos de medios digitales y software, diseño y publicidad. (DANE, 2019, p. 11).


 

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Cómo citar este artículo: Deaza, J., Díaz, N., Castiblanco, S. & Barbosa, M. (2020). International market selection models: a literature review. Tendencias21(2), 191-217. https://doi.org/10.22267/rtend.202102.147