El actual movimiento mundial de seguridad del paciente alcanzó relevancia cuando en 1999 el Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (IOM) publicó el informe: "Errar es humano"1) donde se advierte sobre la frecuencia y gravedad de los errores causados por profesionales de la salud. Más adelante, la Organización Mundial de la Salud (OMS) exhortó a sus países miembros sobre la necesidad de formular políticas y prácticas relacionadas con la seguridad del paciente e impulsar las investigaciones en esta temática2,3, basada en estudios que lo configuran como un grave problema de salud pública, pues se calcula que, en el caso de los países desarrollados, hasta uno de cada 10 pacientes sufre algún tipo de daño durante su permanencia en el hospital4.
Específicamente, los errores en la medicación son algunos de los eventos adversos más frecuentemente reportados en los estudios de prevalencia e incidencia en la mayoría de los países5,6. Por ejemplo, en el primer estudio Iberoamericano de eventos adversos (IBEAS)7, sobre incidentes que causan daño en la asistencia sanitaria, la medicación ocupó el segundo lugar tanto en prevalencia (8,23%) como en incidencia (9,87%). En la mayoría de los casos los errores relacionados con la utilización de medicamentos son multifactoriales, debido a que resultan de varios errores o fallos, presentes tanto en el sistema como los relacionados con los profesionales que están en contacto directo con los procesos, destacándose entre éstos el personal de enfermería8,9.
Atendiendo a los lineamientos mundiales descritos, en Colombia se impulsa una política de seguridad del paciente10 y siendo la medicación uno de los procesos que con mayor frecuencia se registra como origen de eventos adversos, la presente investigación tuvo como objetivo indagar sobre las apreciaciones que tenía el personal de la salud en torno al grado de implementación del sistema de seguridad, concretamente en la utilización de medicamentos, en cada una de sus etapas: estandarización, almacenamiento, distribución, prescripción, administración y registro.
Se realizó un estudio cuantitativo descriptivo en una población constituida por 73 trabajadores de la salud: 7 médicos (9,6%), 13 enfermeras (17,8), 32 auxiliares de enfermería (43,8%), 5 farmaceutas (5,8%) y 16 auxiliares de farmacia (21,9%), que se encontraban laborando en dos hospitales de segundo nivel del Departamento de Risaralda, durante los meses de octubre y noviembre del año. De esta manera, los resultados no pueden ser extrapolados a la población de instituciones de salud del departamento.
Se diseñó una encuesta a partir de dos instrumentos: el cuestionario de autoevaluación de la seguridad del sistema de utilización de los medicamentos en los hospitales, una adaptación del instituto para el uso seguro de los medicamentos (ISMP-España)10 y el cuestionario sobre seguridad de los pacientes: versión española del Hospital del Ministerio de Sanidad y Consumo11, contrastados con los lineamientos de la política de seguridad del paciente12 para Colombia. Se aplicó una prueba piloto al instrumento en una población similar de trabajadores de la salud previamente a la recolección de los datos.
Las preguntas indagaban sobre las apreciaciones de los trabajadores en torno al grado de cumplimiento institucional en aspectos generales de la política de seguridad del paciente y específicamente en la utilización de medicamentos en los procesos de estandarización, almacenamiento, distribución, prescripción, administración y registro.
Las respuestas se midieron mediante un baremo con cuatro categorías de respuesta: cumple, cumple medianamente, no cumple y no sabe. Se construyó una base de datos en el programa Excel que se exportó al programa SPSS, versión 16.0 para el análisis. Se calcularon porcentajes que se ordenaron de mayor a menor según la categoría "cumple" y se obtuvieron promedios de los porcentajes por cada categoría de respuestas y etapas del proceso de utilización de medicamentos.
Según la Resolución 8430 de 1993 la investigación fue catalogada como sin riesgo y posterior a su aprobación por el Comité de Ética de la Universidad Libre se procedió a la aplicación del consentimiento informado y la encuesta a la población de estudio, que fue diligenciada por los informantes bajo dos modalidades: en forma dirigida por parte de los investigadores o de manera autónoma, previa explicación sobre su diligenciamiento.
Se recolectaron un total de 73 encuestas en las dos instituciones, 58,9% en la primera y 41,1% en la segunda. El 9,6% de los encuestados eran médicos, 17,8% enfermeros, 43,8% auxiliares de enfermería, 6,8% regentes de farmacia y 21,9% auxiliares de farmacia. El 20,5% de los trabajadores tenían menos de 1 año de laborar en la institución, 42,5% entre 1-5 años y el porcentaje restante (37,0%) más de 5 años.
En cuanto al grado de aplicación de la política de seguridad del paciente en la institución, el porcentaje promedio de personas que declararon su total cumplimiento fue del 59,7% y el 29,3% dijeron que se cumplía medianamente (Tabla 1).
Más bajos en la categoría de pleno cumplimiento, fueron las relacionadas con el descanso del personal, de acuerdo al volumen de trabajo (40,0%), su estabilidad (44,4%) y la existencia de coordinación entre las diferentes dependencias de la institución (56,3%). Referente a las apreciaciones de los encuestados en la aplicación de la política, específicamente en la estandarización, almacenamiento y distribución de los medicamentos, el porcentaje promedio de personas que manifestaron un total cumplimiento fue del 65,1% (Tabla 2).
Los ítems que obtuvieron porcentajes más bajos para este componente fueron: la permanencia de un funcionario farmacéutico en la institución (50,0%), la existencia de un protocolo para el uso racional de analgésicos en la institución y su respectiva auditoria (51,4%), la existencia de asesoría farmacológica por parte del químico farmacéutico (52,9%), la participación del químico farmaceuta en los procesos de dispensación de los medicamentos (54,7%) y el empaquetado de los medicamentos en la farmacia, en dosis unitaria, de mayor a menor y debidamente identificados (58,6%). Frente a la prescripción de medicamentos el porcentaje promedio de respuestas que reflejaron su total cumplimiento fue de 61,7% siendo los ítems con porcentajes más bajos: la ubicación de muestras médicas en los servicios (21,1%), la obtención de una historia farmacoterapéutica de los pacientes hospitalizados cuando ingresaban (49,3%), la existencia de una cultura de reporte de reacciones al Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (INVIMA) (51,4%), la identificación fácil del peso del paciente para la prescripción de los medicamentos (54,3%) y la utilización de prescripciones verbales solo en casos de emergencias y cuando se realizaban procedimientos estériles (59,7%) (Tabla 3).
Fueron calificados con cumplimiento alto los siguientes ítems: la claridad, oportunidad y visibilidad de la información básica del paciente: nombre y apellidos, número de cama, número de historia clínica (91,3%), la existencia de un sistema por parte del equipo de salud, que incluía avisos destacados para la identificación de los pacientes alérgicos a medicamentos (79,7%), la claridad y legibilidad de la tarjeta de medicamentos (74,2%) y la claridad de las prescripciones médicas (70,8%).
En relación con la administración y el registro de los medicamentos, el porcentaje promedio de trabajadores que indicaron cumplimiento de este componente fue del 65,5% y las respuestas que representaron una observancia menor fueron: la estandarización de las concentraciones de las soluciones para infusión de los medicamentos de alto riesgo (35,8%), el establecimiento de un sistema para evitar el riesgo de producción de errores por la similitud de la presentación de los medicamentos (43,5%) y por la similitud de su nombre (44,8%), la supervisión de enfermería en la administración de medicamentos (50,7%) y el fomento de la notificación de errores en la mira de establecer correctivos y planes de mejoramiento (54,2%) (Tabla 4).
Las respuestas de los encuestados relacionadas con aspectos generales de la política de seguridad del paciente muestran que el cumplimiento en su aplicación es parcial, reflejando en algunas respuestas, situaciones de orden gerencial que dificultan su adecuado funcionamiento como son: el cambio continuo de personal, la no correspondencia entre el volumen de trabajo y el descanso del personal y la falta de coordinación entre las diferentes dependencias de la institución.
El sentimiento de falta de descanso del personal frente a un exceso de trabajo, manifestado por los trabajadores encuestados como causa de incumplimiento de los lineamientos de la política de seguridad del paciente, probablemente esté mediado por la insuficiencia de talento humano profesional en las instituciones. Estas carencias aunadas a la falta de coordinación entre servicios, también fueron identificadas como algunas de las mayores debilidades para garantizar la seguridad de los pacientes en un estudio realizado en una red de hospitales públicos de España13. Estudios similares14,15 argumentan también que la insuficiente vinculación de personal, es un factor relacionado con los incidentes de seguridad, denotando la necesidad de contratar más personal y organizar sus ritmos de trabajo, como una posibilidad de mejorar la seguridad de los pacientes, afectada por la carga excesiva de trabajo de los profesionales.
Concretamente, sobre la percepción de los trabajadores en cuanto a los aspectos de seguridad en la utilización de medicamentos, los porcentajes de respuestas promedio de todas las etapas del proceso, demuestran que prácticamente la mitad de los encuestados aprecian deficiencias. Los eventos adversos relacionados con medicación suelen ser frecuentes de acuerdo con diversos estudios7,16-18 y la OMS19, refiere que según investigaciones, en los servicios de atención de casos agudos, entre un 7,0% y un 10,0% de los pacientes experimenta algún evento adverso relacionado con los medicamentos. De ellos, aproximadamente un 28,0% a un 56,0% son prevenibles. Los resultados del presente estudio, según las apreciaciones de los encuestados, señalan que evidentemente existen fallas en los sistemas de seguridad que garanticen unos procesos adecuados y confiables en la medicación de los pacientes, en las instituciones estudiadas.
Particularmente, en la estandarización, almacenamiento y distribución de los medicamentos, se obtuvieron bajos porcentajes referente a la permanencia de un químico farmacéutico en la institución y la asesoría farmacológica por parte de este profesional. Es importante tener en cuenta que su presencia contribuye a la seguridad en la atención del paciente y por lo tanto las instituciones deben garantizar su permanencia y participación activa para lograr la calidad de todos los procesos que impliquen la utilización de medicamentos, sin olvidar que la prevención de errores exige pensar en términos de sistema, es decir, precisa la participación y el esfuerzo de todos los implicados en la cadena terapéutica del medicamento20. En torno a la prescripción se señala por ejemplo, la baja calificación obtenida en el ítem sobre existencia de muestras médicas en los servicios de hospitalización, lo cual incrementa el riesgo de administración de medicamentos vencidos y limita el control de calidad y su control por cada paciente.
Es también preocupante el bajo cumplimiento, según los encuestados, en la estandarización de las concentraciones de las soluciones para infusión de los medicamentos de alto riesgo21, situación que se agrava considerando la similar apreciación de los trabajadores sobre la existencia de una guía de reacción inmediata frente a eventos adversos. En un estudio sobre incidencia de reacciones adversas a medicamentos en un hospital de alta complejidad en Colombia, el 34,6% de 2.973 reportes, fue por medicinas de alto riesgo y aproximadamente la mitad de éstos eran evitables22, evidenciando que es posible minimizar los errores si se tiene estandarizado su manejo.
En una revisión de publicaciones enfocadas a la administración de medicamentos en la atención de enfermería, en el periodo 2007 a 2011, se encontró que el 25,0% de los errores ocurridos estaban relacionados con la falta de interacción entre el equipo multidisciplinar y la falta de conocimiento suficiente para resolver cualquier impase a la hora de administrar los medicamentos23. Estudios han reportado que el 30,2% de los profesionales de enfermería no definía correctamente la reacción adversa24. Si bien en la presente investigación no se indagó por el conocimiento del personal de enfermería para detectar y enfrentar reacciones adversas, de acuerdo con las cifras presentadas, es necesario considerarlo a la hora de implementar una política de seguridad del paciente, con el fin de desarrollar procesos de capacitación y actualización permanente de estos profesionales.
Por su parte, la percepción negativa frente a la existencia de sistemas para evitar el riesgo que se produzcan errores por la similitud de la presentación de los medicamentos, o de sus nombres, está indicando que estas instituciones no cuentan con acciones preventivas de este tipo, que busquen minimizar los riesgos que comprometen la seguridad de los pacientes, como lo evidenció un estudio realizado en seis hospitales brasileños en el 201025 pudo apreciarse que por cada 1000 medicamentos administrados, 17 fueron diferentes a los prescritos por el médico y en otro similar, la droga incorrecta fue identificada como una causa importante de error26,27. En consecuencia, el no poseer sistemas que reduzcan la posibilidad de falla humana, puede afectar la seguridad de los pacientes, incluso con resultados fatales.
Es necesario considerar que según los encuestados existe pobre cumplimiento, según los encuestados, del ítem sobre la existencia de un programa de fármaco-vigilancia, toda vez que esta disciplina es fundamental para la detección, evaluación, conocimiento y prevención de reacciones adversas y otros posibles problemas relacionados con los medicamentos28. Para lograrlo, es necesario generar la cultura del reporte institucional de reacciones adversas, con el fin de detectar las fallas o errores implicados e implementar los correctivos oportuna y adecuadamente. Las notificaciones de reacciones adversas son importantes no sólo para medir su incidencia real sino también para describir sus características en aras de obtener evidencias que generen decisiones adecuadas con respecto al medicamento29,30.
En cuanto a la percepción negativa de los trabajadores en torno a la existencia de prácticas eficaces para el control de infecciones cuando se almacenan, preparan y administran medicamentos, es necesario relacionarlo con el cumplimiento bajo que se obtuvo en el lavado de manos y el seguimiento de los cinco momentos de este procedimiento. Resultados similares fueron encontrados en tres instituciones de salud del departamento del Atlántico, donde se relata que éstas prácticas son conocidas y que están descritas en los protocolos, sin embargo hay incumplimiento en su aplicación31.
Lo anterior significa que todos los procesos que se relacionen con la seguridad del paciente en la administración de medicamentos deben ir acompañados de un monitoreo constante que garantice la aplicación de los protocolos existentes, máxime cuando el ítem sobre la existencia de supervisión permanente por parte de Enfermería tuvo una calificación baja, según las apreciaciones de los trabajadores.
Por último, es importante destacar los aspectos que tuvieron una buena calificación como fueron: la existencia de procesos para el manejo adecuado de los residuos corto-punzantes, de guías y protocolos actualizados para la administración de medicamentos, el entorno físico con espacio e iluminación adecuados, la garantía de la cadena de frío y el control y registro en los cuartos de almacenamiento. Además, la estandarización del etiquetado de los medicamentos en la institución con letra clara, nombre genérico, lote y fecha de vencimiento y la claridad y oportunidad de la información básica del paciente en todas las prescripciones. Esto último se contrapone a otros estudios donde las fuentes de error percibidas con mayor frecuencia fueron la transcripción y la legibilidad de las prescripciones manuscritas32-34.
Se evidenció que aproximadamente la mitad de los encuestados aprecian falta de cumplimiento en la implementación de la política de seguridad del paciente que enmarca los procesos de utilización de medicamentos, en todas sus etapas: estandarización, almacenamiento, distribución, prescripción, administración y registro.
Los trabajadores encuestados perciben situaciones de orden gerencial que afectan la implementación general de la política dificultan su adecuado funcionamiento como son: el cambio continuo de personal, la no correspondencia entre el volumen de trabajo y el descanso del personal y la falta de coordinación entre las diferentes dependencias de la institución.
Enfermería juega un rol de máxima importancia en la prevención de errores de medicación, pero es sólo un eslabón en la cadena terapéutica del medicamento que amerita decisiones administrativas y gerenciales en un contexto institucional que exige la participación y el esfuerzo de todos los implicados.
Conflicto de intereses: Ninguno declarado.
Las autoras expresan sus agradecimientos a los estudiantes del Programa de Enfermería de la Universidad Libre: Sebastián Betancurth Ramírez, Alejandra María Usma López, Juan Manuel Sisco Pancha, Claudia Viviana Peña Ramírez y Viviana Andrea Loaiza Escobar, por su aporte significativo a este trabajo.
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