La infección por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es una de las enfermedades pandémicas que más ha marcado el desarrollo de las diferentes poblaciones en el mundo. Según el comportamiento estadístico de esta patología, entre los grupos de edad con mayor vulnerabilidad se encuentran los adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años y se mantiene una tendencia sostenida de la infección en los países de América Latina1.
A nivel mundial el panorama epidemiológico de este evento, de interés en salud pública, muestra que el número de adolescentes dentro de la población afectada es cada vez mayor. La deficiencia en los conocimientos se percibe como una de las mayores razones por las que aumenta la vulnerabilidad en esta población, sobre la cual influyen creencias y mitos de origen cultural. Además, la transmisión entre pares de ideas erróneas aumenta prácticas inadecuadas y aumenta la exposición a la enfermedad, generando un mayor impacto social2. Como adolescentes los jóvenes se enfrentan a una etapa del ciclo vital individual donde se presentan diferentes cambios físicos, psicológicos y sociales, que se conjugan con el entorno y se ven con gran fuerza influidos por el conocimiento de otros jóvenes, que también tienen limitados conocimientos sobre el tema y pobres prácticas para el cuidado de la salud1-3.
Los jóvenes a lo largo de esta etapa de la vida se enfrentan a factores de riesgo, entre ellos tener relaciones sexuales sin ningún tipo de protección y tener déficit de conocimientos con relación al Virus de Inmunodeficiencia Humana/Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH/Sida), es por esto que alrededor de la mitad de los nuevos casos de esta infección está representada por jóvenes. La familia, los estilos de vida saludables, los conocimientos, el asesoramiento y las pruebas voluntarias, son factores que se relacionan con la disminución de los factores de riesgo, convirtiéndose así en estrategias indispensables para la gestión y prevención de la infección por VIH. A pesar de las numerosas estrategias para intentar la modificación de las conductas de riesgo, cada vez es mayor el número de personas contagiadas a nivel mundial4-9.
En el departamento de Bolívar la tasa de mortalidad asociada a esta enfermedad, muestra una tendencia al aumento, reportándose 37,6 casos de VIH/Sida y muerte por cada 100 mil habitantes10. Cartagena la ciudad capital, se ubica como una de las 7 ciudades principales del país, donde la prevalencia de la enfermedad es superior al 5%, en la población de jóvenes entre los 18 y 24 años, que corresponde al 10% del total de casos en este grupo etario10,11. Lo anterior resalta la importancia del fortalecer estrategias de orientación y educación para la prevención de la infección por VIH entre los jóvenes de las zonas más vulnerables de la ciudad, por la amplia exposición a riesgos relacionados con la enfermedad, como el consumo de sustancias psicoactivas y el comercio sexual en el contexto turístico de la ciudad11,12.
Múltiples factores influyen en la adopción de conductas de riesgo, es fundamental su conocimiento para así intervenirlos y alcanzar una mejor calidad de vida en la población. Identificar los conocimientos, las actitudes, la susceptibilidad y la autoeficacia de la población adolescente, es una herramienta valiosa para la construcción de estrategias que impacten y contribuyan con la disminución de conductas de riesgo, estos elementos se constituyen como factores protectores frente a la enfermedad, aportando significativamente al aumento de las conductas saludables y la vida sexual de calidad en esta población12.
El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA), refiere que la percepción de riesgo es la susceptibilidad de un individuo a las consecuencias negativas de una conducta determinada; y con relación al VIH, el riesgo es considerado como la probabilidad que tiene cualquier ser humano de adquirir el VIH; al evaluar la percepción de riesgo frente a la infección por VIH en los adolescentes, se han encontrado diferentes estudios donde se plantea que es muy baja2,13-16, principalmente porque los adolescentes no cuentan con suficiente información sobre el tema, muestran pobres conocimientos sobre la enfermedad y su modo de trasmisión y escasas habilidades para la prevención16. La deficiencia en los conocimientos y las prácticas sexuales inseguras potencian el riesgo de la enfermedad entre los jóvenes. El inicio de la actividad sexual a edades más tempranas y el consecuente aumento del número de parejas sexuales, aumenta la exposición a la enfermedad y el índice de nuevos casos entre esta población. Por tanto, una educación en salud sexual adecuada retrasa el inicio de las relaciones sexuales y se asocia con un mayor y mejor uso de anticonceptivos17,18.
Las actitudes también influyen en las conductas de riesgo, por tanto la percepción social y la actitud frente al VIH determinan el comportamiento frente a la infección13. Algunos mitos presentes entre los jóvenes, las posturas de la sociedad o las creencias transmitidas en el entorno cercano pueden influir en las actitudes que el adolescente asume hacia su propia sexualidad y frente a las percepciones que tienen de aquellas personas que viven con la infección9.
La percepción de susceptibilidad y la auto-eficacia son variables que ayudan a encaminar a los jóvenes hacia conductas positivas para prevenir la infección. Diversos investigadores han encontrado que la mayoría de los adolescentes presentan déficit en el nivel de auto-eficacia y una pobre percepción de susceptibilidad frente a la enfermedad; que sumado a las características propias de su edad, desencadenan la ejecución de comportamientos de riesgo para la infección9. Los estilos de vida de los jóvenes envuelven comportamientos más riesgosos que entre la población de mayor edad. La mayoría de ellos alcanzan la madurez sexual mucho antes de alcanzar la madurez emocional, cognitiva o social, lo que se asocia frecuentemente con inicio temprano de relaciones sexuales, promiscuidad y no uso de anticonceptivos, lo cual incide en la alta tasa de enfermedades de transmisión sexual en este grupo3,19.
Teniendo en cuenta dicho panorama, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) proyecta que para el año 2030 más de 40 millones de adolescentes de todo el mundo se infectará del virus, dato que resalta la importancia de intervenir en la prevención de la trasmisión de la enfermedad9. Por todo lo anterior esta investigación se propuso determinar los conocimientos, actitudes, susceptibilidad y autoeficacia frente a la infección por VIH en adolescentes escolarizados de la ciudad de Cartagena.
Se realizó un estudio descriptivo transversal, con una población de referencia de 15.686 adolescentes matriculados en los grados 10 y 11 de las instituciones educativas oficiales de la zona urbana de Cartagena. Se estimó un tamaño de muestra de 567 adolescentes, calculada teniendo en cuenta un nivel de confianza de 95% y un marguen de error del 3% seleccionados mediante muestreo probabilístico estratificado con afijación proporcional teniendo en cuenta el número de adolescentes matriculados en cada grado y en cada colegio o institución educativa incluida. Para la recolección de la información se utilizó la Escala VIH/SIDA-65, desarrollada por Paniagua et al.7, y utilizada en varias investigaciones16,19 que consta de 65 ítems y se compone de cinco sub-escalas: 1. Conocimientos sobre hechos relacionados con el VIH/sida, (20 ítems); 2. Ideas erróneas acerca de la enfermedad (20 ítems); 3. Actitudes negativas frente a la infección por VIH/sida o frente a quienes conviven con ella (15 ítems); 4. Susceptibilidad frente al VIH/sida (5 ítems) y Autoeficacia en la prevención de la infección por el VIH (5 ítems). Para las sub-escalas que evalúan conocimientos e ideas erróneas las opciones de respuesta son: "Falso", "Verdadero" y "No sé", para las otras sub-escalas las opciones de respuesta a todos los ítems son: "De acuerdo", "En desacuerdo" y "No sé". Los datos fueron procesados en el programa Microsoft Excel y analizados utilizando estadística descriptiva.
En esta investigación consideró todas las subcategorías estudiadas en el instrumento, asignado un valor porcentual a las puntuaciones para la calificación y clasificación general de los resultados, de acuerdo a lo propuesto por los autores. Por tanto para la calificación de los conocimientos, se considera un buen nivel, si se responde de manera acertada del 80 - 100% de las preguntas, regular si el puntaje se encontraba entre 60- 80% y malo si el porcentaje es menor de 60%. Para la escala de actitudes, se consideraron positivas o favorables aquellas con un porcentaje superior al 60% y negativas las de porcentaje inferior. Esta misma escala porcentual, se aplica para la determinación de la susceptibilidad y la autoeficacia (esta última calificada como baja y alta). La selección de los participantes se realizó utilizando un muestreo probabilístico y el auto-diligenciamiento de las encuestas ayudo a controlar los sesgos de selección e información. Fue realizada una prueba piloto para identificar aspectos del cuestionario que pudieran causar confusión a los estudiantes participantes.
La investigación respetó los parámetros éticos para estudios con seres humanos contenidos en la Resolución 008430 de 1993 del Ministerio de Salud de Colombia, la declaración de Helsinki y el código de ética de enfermería. Los estudiantes participantes firmaron un consentimiento informado, previa explicación de los objetivos del estudio, los menores de edad firmaron el asentimiento y se obtuvo además la autorización por escrito del tutor legal.
Características socio-demográficas de los estudiantes participantes del estudio
En el estudio participaron 579 estudiantes de grado 10º y 11º de instituciones educativas oficiales de Cartagena con edades comprendidas entre 15 y 19 años, y edad promedio de 15.9 años (DE= 0,9 años). El 64.7 % (375) son mujeres, 43.3% (251) están clasificados en el estrato socioeconómico 1 y solo el 4.4% (26) viven en unión libre (Tabla 1).
Característica | Frecuencia | Porcentaje |
---|---|---|
Sexo | ||
Femenino | 375 | 64.7 |
Masculino | 204 | 35.3 |
Estrato socioeconómico | ||
1 | 251 | 43.3 |
2 | 231 | 39.8 |
3 | 88 | 15.1 |
4 | 12 | 2.07 |
5 | 1 | 0.17 |
6 | 1 | 0.17 |
Estado civil | ||
Soltero | 553 | 95.6 |
Unión libre | 26 | 4.4 |
Total | 579 | 100 |
Conocimientos sobre la infección por VIH de los adolescentes participantes
Con relación a los conocimientos que tienen los estudiantes sobre la infección por VIH se encontró que 82.4% (477) de los estudiantes piensa que se puede transmitir de forma vertical, 90.8% (526) afirma que se puede transmitir a través del semen, 94 % (544) piensa que los hombres pueden infectar a las mujeres, menor proporción (91% (527)) están de acuerdo que la mujer puede infectar al hombre. El 22,5% (130) no sabe que el virus debilita la capacidad del cuerpo para combatir las infecciones y solo el 58.4% (338) piensa que se puede contraer a través de penetración anal (Tabla 2).
En cuanto a las ideas erróneas frente a la infección por VIH, se encontró que 22,5% (130) piensa que se puede contraer compartiendo cuchillos, tenedores o vasos; el 32.1% (186) piensa que se puede contraer a través de la saliva y 38.5% (223) cree que se puede contraer el virus en una piscina. Otras ideas erróneas se muestran en la Tabla 3.
Actitud sobre la infección por VIH de los adolescentes participantes
Con respecto a las actitudes de los adolescentes frente a la infección por VIH, un 23,1% (134) no saben si rechazarían sentarse cerca de una persona con infección por VIH y un 7,3% (42) estaría de acuerdo en hacerlo, el 49,7% (288) se sentiría incomodo/a usando el mismo servicio y vestuario que estas personas, el 12,4% (72) no sabe si estaría de acuerdo o no en permitir que una persona con infección por VIH utilice un autobús público, el 12,6% (73) no sabe si debería permitirse que estas personas vivan en edificios de apartamentos, el 20,2% (117) (Tabla 4).
Susceptibilidad sobre la infección por VIH de los adolescentes participantes
En cuanto a la variable susceptibilidad ante afirmaciones que fueron puestas a consideración de los jóvenes al consultárseles si ellos directamente se creían la clase de persona que pudiera contraer el virus del sida 53.9% (312) respondió estar en desacuerdo; y si la pregunta se dirigía a que sólo los homosexuales varones deberían preocuparse del sida el 67% (388) respondió estar en desacuerdo (Tabla 5). En general el 46.1% (266) no se consideran susceptibles de padecer la infección y el 58.4% (313) tienen un buen nivel de susceptibilidad.
Autoeficacia sobre la infección por VIH de los adolescentes participantes
En autoeficacia los resultados muestran que el 93.1% (539) de los adolescentes se considera capaz de pedirle a su pareja que use condón; en contraste el 49.5% (287) de los participantes manifestaron no poder o no saber si eran capaces de conseguir condones fácilmente, y solo el 51.1% (296) es capaz de contarle a su pareja si han tenido relaciones sexuales con alguien bisexual. (Tabla 6). En general el 49.5% (286) de los adolescentes encuestados tienen baja autoeficacia y el 50.4% (293) un alto nivel de autoeficacia.
En esta investigación se observó que los adolescentes tienen un nivel de conocimientos regular o deficiente sobre la enfermedad que sumado a las características propias de la edad puede llegar a producir conductas de riesgo, en especial por el desconocimiento sobre los modos de transmisión, prevención y evolución de la enfermedad; lo que a su vez se deriva en ideas erróneas y actitudes y prácticas negativas, que potencian el riesgo de infección.
El nivel de conocimiento sobre la enfermedad no garantiza el comportamiento preventivo de los adolescentes, pero puede ser un coadyuvante para mejorarlo y disminuir el grado de ideas erróneas que ellos presenten; hallazgo que coincide con la investigación realizada por Uribe en un estudio realizado con 222 adolescentes en la ciudad de Cali, donde plantea que los conocimientos no están directamente relacionados con las conductas de prevención si no que solo disminuyen la probabilidad de transmisión y la presencia de ideas erróneas7.
Según Cobos et al., en un estudio realizado en Nicaragua, a partir de varios grupos de discusión, se ha demostrado que los conocimientos son un factor de protección frente al VIH, pero que tener ese conocimiento no garantiza practicas adecuadas a largo plazo; además establece que la familia, la escuela y los grupos de iguales, juegan un papel fundamental en la trasmisión de elementos culturales relacionados con la educación sexual8. Del mismo modo Sisay et al., establecen que a pesar de saber sobre el VIH algunos adolescentes tienen conductas de riesgo, así mismo perciben como bajo el riesgo de adquirir la infección; lo que los lleva a recomendar la orientación sexual en el tema de VIH como parte del plan de estudios de todas las instituciones9.
El riego de adquirir VIH además de estar ligado a la etapa del individuo también se deriva de los vacíos en conocimiento de los adolescentes como lo mostró esta investigación, lo que puede deberse a la calidad y a la fuente de este conocimiento; teniendo en cuenta lo que plantea Díaz, en un estudio realizado con 919 estudiantes en la ciudad de Cartagena de indias, quien manifiesta que el déficit de conocimientos puede ser debido a que la información sobre sexualidad que reciben los jóvenes suele ser superficial, desvirtuada y fragmentada, siendo rutinaria o con muchos estereotipos y la mayoría de las veces no ofrece información sobre situaciones o preocupaciones individuales10.
Así mismo, Gómez y Cogollo en su investigación realizada con 2625 estudiantes de secundaria de Cartagena sugieren fortalecer la educación en salud sexual y reproductiva con una visión integral que permita la adopción de conocimientos y valores personales y pro sociales que se expresen a diario en comportamientos saludables, de autocuidado, de respeto de la propia integridad física y de la pareja12. Por tanto, es importante resaltar, que en la formación y modificación de actitudes y conductas de los jóvenes, el contexto social y la comunicación asertiva (con padres, maestros, profesionales de salud) juegan un papel fundamental.
Por otro lado los conocimientos influyen en las actitudes y posturas que los adolescentes asumen frente a las personas infectadas por VIH/sida en la presente investigación se evidencia que los adolescentes tienen conocimientos regulares y deficientes y esto se ve reflejado en las actitudes negativas que se tienen frente a las personas infectadas por VIH. Aun cuando muchos manifiestan tolerarlas y estar de acuerdo con que no deberían ser discriminadas por su condición de enfermedad; al consultarles directamente sobre si estarían dispuestos a compartir espacios privados con ellas como vestuarios o ser atendidos por ellas, su opinión cambia. Bermúdez et al., en un estudio realizado con 10.130 adolescentes de entre 13 y 18 años, encontró que es alto el nivel de conocimientos sobre el VIH en la población, sin embargo existen ideas erróneas, que los llevan a adoptar actitudes negativas y comportamientos de riesgo, las ideas falsas que se han mantenido a través del tiempo justifican, para muchos jóvenes, la estigmatización que siempre ha existido frente a la infección por el VIH5,13.
Las diferentes posturas halladas en la sociedad frente a la infección o las creencias transmitidas sobre esta, influyen en las actitudes que los adolescentes asumen bien sea frente a su sexualidad o a las personas diagnosticadas con la enfermedad. Debido a las características propias del ciclo vital, los adolescentes buscan un lugar en la sociedad y pueden ser fácilmente influenciados por el medio en el que se desenvuelven; por esto, muchos pueden estar de acuerdo con afirmaciones como que las personas portadoras de virus del sida merezcan estar infectados10,12,14.
Es importante resaltar que el simple hecho de ser adolescente genera vulnerabilidad, en esta investigación se hizo énfasis en ello para sopesar hasta qué grado los adolescentes realmente se perciben susceptibles ante la enfermedad. De cara a los resultados obtenidos con respecto a esta variable, se puede decir que los adolescentes tienen un bajo nivel de susceptibilidad o no se consideran susceptibles ante este virus; aun cuando conocen que el VIH es un problema de cuidado en Colombia y se muestran preocupados por la posibilidad de infectarse con el virus, consideran que este hecho está muy lejos ellos, o bien consideran que no son el tipo de personas que podrían adquirir esta enfermedad14,16.
La creencia de ser susceptible ante el VIH debería repercutir en una conducta protectora que se conoce como autoeficacia. Este característica influye en los diversos comportamientos del ser humano y es la que finalmente puede llevar a los adolescentes a conservar o no hábitos encaminados a mantener el estado de salud, prevenir la enfermedad y mitigar los riesgos. Esto responde al planteamiento de Bandura, quien afirma que la conducta esta mediada por un proceso de evaluación cognitiva, en la cual se integran conocimientos, expectativas de resultados, estados emocionales, influencias sociales y experiencias pasadas, de forma que se crea una estimación de la habilidad, capacidad o autoeficacia, para afrontar una determinada situación14,15.
Por su parte Uribe et al., plantean que se hace estrictamente necesario que las intervenciones encaminadas al cambio de conductas, actitudes y comportamientos en adolescentes, tengan en cuenta características como la edad, el género, el nivel de escolaridad y el nivel socioeconómico16. De esta forma seria más probable la garantía de entendimiento e interiorización de la información para su posterior puesta en práctica. La muestra de adolescentes de la presente investigación proyectaron un "buen nivel de autoeficacia" en la medida que se consideran capaces de hablar con su pareja sexual de gran variedad de temáticas relacionadas con su pasado sexual, así como sus preferencias sexuales y lo que desean para su relación actual; sin embargo, pese a esto un porcentaje significativo de adolescentes expresan limitaciones para adquirir preservativos, lo que pueden entorpecer la posibilidad de instaurar una conducta protectora mediada por la autoeficacia, y esto en realidad supondría poca autoeficacia para la prevención de la infección15.
Esta investigación permitió una mayor compresión de las herramientas que disponen los adolescentes para prevenir la infección por VIH, además se aproxima a la evaluación de los programas de salud sexual dirigidos a los adolescentes, tanto de los servicios de salud, como educativos y a la calidad de la información que estos adolescentes en riesgo reciben en el contexto escolar; toda vez, que son vulnerables no solo por las dinámicas sociales y familiares en las que se desarrollan, sino también por la naturaleza de la etapa en la que se encuentra. La principal fortaleza de este estudio, además de la información que deriva, fue el hecho que los adolescentes participantes se instruyeron en el tema de VIH/sida y fueron resueltas las dudas que estos presentaron por medio de charlas educativas, dando de esta manera un aporte valioso para la construcción de conocimientos adecuados que ayuden a estos adolescentes a mejorar su percepción frente a esta enfermedad y a reducir las prácticas de riesgo.
La poca disposición de algunas instituciones para la realización de las encuestas a los adolescentes, por las múltiples actividades académicas programadas en estos cursos y las demoras en la consecución del consentimiento informado por parte de los padres se configuran como las principales limitaciones de la investigación.
A pesar de que los jóvenes escolarizados de las instituciones oficiales de la ciudad de Cartagena, son instruidos en temas de salud sexual y reproductiva tienen pocos conocimientos sobre la infección por VIH, las formas de prevención de la enfermedad y los principales factores de riesgo. Esto produce un mayor número de ideas erróneas entre esta población, actitudes negativas frente a las personas que padecen la enfermedad, una baja percepción de riesgo o susceptibilidad a la infección y poca autoeficacia para la llevar a cabo actividades de prevención.
Conflicto de intereses: Ninguno a declarar.