El suicidio es uno de los principales problemas de salud pública, en 2012 fue la decimoquinta causa de muerte a nivel mundial; representó, casi la mitad de todas las muertes violentas para hombres y más de 70% para mujeres1. Esto se tradujo en casi un millón de víctimas, y altos costos sociales y económicos2. Tres de cada cuatro suicidios ocurren en países de ingresos medios y bajos, donde la identificación temprana se complica debido a que los recursos y servicios son escasos, limitados, los tratamientos y apoyos son insuficientes1. Latinoamérica y el Caribe presentan tasas relativamente bajas de suicidio (6,1 defunciones por 100.000 habitantes)1, pero en los últimos 20 años se han incrementado en toda la región2.
Entre 1970 y 2016 la tasa de mortalidad por suicidios en jóvenes, casi se quintuplicó, pasando de 1,13 en 1970; 2,63 en 1990, a 5,2 en 2016, donde se presentaron 4,4 suicidios masculinos por cada femenino; para la población de quince a veintinueve años es la tercera causa de muerte en ambos sexos, después de los homicidios y accidentes de vehículo automotor; constituye una de las principales causas de años de vida perdidos por muerte prematura3-5.
Los factores de riesgo de suicidio más recurrentes en el país son el consumo nocivo de alcohol o drogas, dolores y enfermedades crónicas, desórdenes psiquiátricos, eventos negativos en la vida, entre otros6. Sin embargo, también se han reportado factores sociodemográficos que se asocian con un mayor riesgo de suicidio como el sexo, la edad, la escolaridad, el estatus de unión y la situación laboral.
Dada la problemática y los escasos estudios en México, el objetivo de esta investigación es analizar los factores sociodemográficos asociados con la mortalidad por suicidio en México a nivel nacional entre 2012 y 2016.
Se realizó un estudio de tipo observacional y transversal. Las bases de datos de defunciones se obtuvieron del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en México para 2012-2016. Se adoptó la definición de suicidios de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) (códigos X60-X84; Y870)7.
Se estudió los fallecimientos oficiales registrados entre 2012-2016. Se realizó un análisis descriptivo bivariado para identificar los fallecimientos por suicidios y los factores sociodemográficos asociados, usando tablas de contingencia y la prueba de independencia Ji-Cuadrado. La variable bajo estudio fue si la causa de muerte fue suicidio o no. Las características sociodemográficas analizadas fueron: sexo, edad, escolaridad, situación de unión y condición de actividad. Se ajustó un modelo de regresión logística binomial (MRLB) para analizar qué factores sociodemográficos se asocian con la posibilidad de que las personas hayan fallecido por suicidio en México. El año fue la variable de control. Se incluyeron dos interacciones entre edad y sexo, y entre sexo y condición de actividad. Se calcularon los coeficientes estandarizados para conocer cuáles variables independientes tuvieron mayor y menor efecto sobre el fallecimiento por suicidio. Se excluyeron del análisis los suicidios con registros incompletos en alguna de las variables bajo estudio (14,1% del total de suicidios registrados). Los casos excluidos presentaron un menor porcentaje de actividades económicas, se encontraron menos en unión y tuvieron una menor escolaridad. Se trabajó con un nivel de significancia de 5%. Los cálculos se realizaron con el programa STATA V.14.1.
Se realizó un estudio con información proveniente de los certificados de defunción registrados y publicados por INEGI bajo el proyecto estadístico MEX-INEGI.40.202.06-EVM. Con ello que se garantiza la confidencialidad de los sujetos bajo estudio y no se tienen conflictos éticos.
Entre 2012 y 2016 se registraron 30.591 suicidios en México, de los cuales 81% fueron masculinos. Poco más de 80% de los suicidios ocurrió en menores de 50 años (Tabla 1); en mujeres, más de la mitad ocurrieron antes de los 30 años; mientras que 8,2% se presentaron en hombres de 65 años o más. En cuanto a la escolaridad, la mayor incidencia de suicidio se dio en aquellas personas con primaria o secundaria. No se observó una diferencia en la incidencia de suicidio según el estado civil. Para la variable de actividad económica se puede ver un comportamiento opuesto entre hombres y mujeres (por ello se decidió realizar una interacción entre las variables de sexo y actividad económica). En cuanto al método elegido para llevar a cabo el suicidio, principalmente fue el ahorcamiento seguido por el envenenamiento en mujeres y el uso de arma de fuego en hombres. Se encontró que existe una relación estadísticamente significativa entre todas las variables en estudio y el suicidio.
El MRLB mostró que las mujeres tienen una menor posibilidad de fallecer por suicidio (Tabla 2). La edad a la cual suceden los suicidios varía según el sexo de la persona, sin embargo, se observó una disminución de suicidios a medida que aumenta la edad, esta tendencia es mayor en mujeres. Tener algún grado de escolaridad incrementó la posibilidad de morir por suicidio. La tendencia general indica que si las personas realizan una actividad económica, incrementan la posibilidad de fallecer por suicidio, sin embargo, esta condición varía según el sexo, pues en las mujeres se da una relación inversa. En 2014 y 2015 se observó una mayor propensión a fallecer por suicidio en el país con respecto a 2012. Las variables que tuvieron un mayor efecto sobre el fallecimiento por suicidio (ver coeficientes estandarizados) fueron: edad de 65 y más, mujeres de 65 años y más, y la edad de 50 a 64 años (todas disminuyeron la posibilidad de fallecer por suicidio). Aquellas variables que tuvieron un menor efecto sobre la mortalidad por suicidio fueron: el año 2015, las mujeres económicamente activas y el año 2014. Finalmente, las variables que más afectaron el incremento de los momios de fallecer por suicidio fueron: tener una escolaridad primaria, una escolaridad secundaria y realizar una actividad económica.
Los resultados obtenidos permiten confirmar que la mortalidad por suicidio es mayor para hombres8. Esta diferencia entre el comportamiento suicida, es decir, la mayor representación femenina en comportamiento de suicidio no fatal y la mayor mortalidad masculina se ha descrito como la paradoja del género9. Una posible explicación de esto es que en general, los hombres utilizan métodos más efectivos para quitarse la vida10, que se refleja en que los métodos masculinos más utilizados fueron el ahorcamiento y el arma de fuego, para las mujeres fueron el ahorcamiento y el envenenamiento; este último es considerado un método menos letal11,12.
La edad es otro factor importante del suicidio dado que acarrea una mayor carga de la enfermedad por el creciente número de años de vida perdidos por muerte prematura5. Se observó que tener algún grado de escolaridad incrementó la posibilidad de fallecer por suicidio; la evidencia sobre dicha relación es todavía inconsistente, ya que en el estudio de Xavier et al., se encontró una asociación inversa entre la escolaridad y el suicidio13 y en otros, un bajo logro educativo se asoció con mayor riesgo de suicidio14,15. Realizar actividad económica incrementó la posibilidad de fallecer por suicidio, especialmente en mujeres. Esta relación se ha estudiado previamente, pero sobre todo son el desempleo y el subempleo aquellos que tienen una relación más directa con el suicidio16,17.
No obstante las contribuciones realizadas en esta investigación, se debe considerar algunas limitaciones del estudio. Se trabajó con las estadísticas vitales de mortalidad, las cuales no tienen información sobre la salud mental de las personas o sobre otros factores de riesgo del suicidio mencionados previamente6. A pesar de que se ha reportado errores asociados con la calidad y cobertura de las estadísticas vitales de mortalidad en Latinoamérica y El Caribe18, que pueden generar subregistro de este evento; en general se considera que en México la información permite realizar estimaciones confiables19. En cuanto a la actividad económica, no fue posible conocer qué tipo de actividad realizaban las personas fallecidas. Otra limitante adicional, es que este tipo de información transversal no permite analizar los posibles factores causales del suicidio consumado, sólo su asociación con dichas variables.
Este estudio tiene la ventaja que utiliza una fuente de información, y un acercamiento al fenómeno poco explorado, pese a su riqueza en datos y temporalidad. Los resultados se enfocaron en los factores asociados con el suicidio consumado, y dado que es un fenómeno prevenible que tiene una alta carga de la enfermedad5.
Cómo citar: Dávila-Cervantes CA. Factores sociodemográficos asociados con la mortalidad por suicidios en México, 2012-2016. Univ. Salud. 2019;21(3):235-239. DOI:http://dx.doi.org/10.22267/rus.192103.160