La formulación teórica del TE de acuerdo a la revisión desarrollada
cuenta con diversas acepciones, lo cual enriquece la gama de
posibilidades para comprender el constructo. Esto se ha evidenciado en
estudios como el de Rodríguez-Martínez68, quien refiere que el TE es un
constructo relativamente nuevo y encuentra su complejidad en las
diferentes perspectivas que han contribuido en su entendimiento, lo que
significa que existe la necesidad de generar un consenso integral sobre
su concepción.
Adicional a lo anterior, se tiene que la investigación en torno al TE en
Latinoamérica es un proceso en desarrollo, pues se encontró que dentro
del rango de años en que se realizó esta revisión (2009-2020) la
publicación de estudios fluctuó entre 1 y 3 con presencia de un solo
periodo preponderante (2017). Así, se evidenciaron escasos estudios en
el contexto latinoamericano. Esta idea es equiparable con los
planteamientos de Arango-Gaviria69 quien menciona que, a pesar de que el
TE ha tenido un auge considerable en las últimas décadas, las
investigaciones en torno al constructo dentro del ámbito laboral son aún
limitadas en América Latina.
En lo concerniente al país que generó mayor número de publicaciones sobre
el TE, se destacan los estudios desarrollados en Brasil, lo cual es
posible que guarde relación con la necesidad latente que ha tenido el
país por desarrollar acciones orientadas al mejoramiento de las
condiciones del entorno organizacional, mediante la identificación de
factores que puedan ser perjudiciales para el trabajador70,71,
entre las cuales está la regulación e inteligencia emocional72.
Por otro lado, se puede destacar que en su mayoría, los autores no
presentan de manera explícita lo referente al paradigma, diseño y/o
enfoque que guiaron sus estudios, lo cual dificulta evidenciar su
postura metodológica73,
además resulta importante contar con esta información para poder develar
los vacíos de conocimiento existentes y proponer alcances de nuevas
perspectivas de investigación en torno al TE, pues para investigar se
requiere conocer, analizar y definir los elementos metodológicos que dan
cuenta del rigor científico de un estudio74.
En cuanto a los participantes de las investigaciones, se evidencia que
las principales ocupaciones en las que se ha estudiado el TE son los
trabajadores de la salud y actores institucionales educativos. Sin
embargo, se puede mencionar que el TE puede hacerse presente en una
población heterogénea, lo cual se corrobora en estudios como el de
López-Posada et al27., quienes hacen alusión a que las
empresas de servicios son las que por lo general trabajan sobre esta
temática, pero en realidad todas las organizaciones trabajan emociones
de forma interna, lo cual significa que se pueden implementar programas
interventivos en población muy diversa.
El desarrollo de dichos programas de intervención en el plano
organizacional parte de la adecuada ejecución de procesos de medición y
evaluación, para lo cual adquieren importancia los instrumentos de
medida del TE. Así, se resalta que la escala más citada por los autores
de los artículos seleccionados, dadas sus propiedades psicométricas, fue
la Emotional Labor Scale (ELS), elaborada por Brotheridge y
Lee55. Al respecto, se tiene
que
son varios los investigadores que han realizado adaptaciones
transculturales para poder aplicarla en varios países, este es el caso
de Yang et al75. que
realizaron la adaptación de la ELS para la población china; y Silva y
Gondim47 para la población
brasileña. Dichas adaptaciones son una contribución importante para
incrementar el número de instrumentos disponibles para ser utilizados en
futuros estudios sobre el tema, lo que permite generar nuevas
posibilidades de evaluar el TE.
En lo referente a la conceptualización del constructo, se puede mencionar
que algunos autores de los artículos que hicieron parte del presente
estudio manifestaron que el TE impacta en los procesos de gestión
organizacional, pues se integra con elementos como los valores
organizacionales, la incidencia de los equipos de trabajo y las
características del puesto en el que se labora; convirtiéndolo en un
criterio para evaluar el desempeño laboral35,39,48; dicho planteamiento se ha podido
evidenciar en otros estudios como el de Prades-Santandreu76 y el de Ramos-Guajardo y
Ceballos-Vásquez77, quienes
han concluido que el TE se relaciona de forma directa con el desempeño
laboral de acuerdo a los mecanismos de regulación que posee el
trabajador.
Respecto a dichos mecanismos, se tiene que acciones superficiales
(regulación de expresiones), como la supresión de emociones, pueden
generar daños en las interacciones sociales, lo cual no sucede con
estrategias de modificación voluntaria de las emociones, es decir la
actuación profunda (regulación de emociones), las cuales se asocian con
el bienestar35. Esto, guarda
relación directa con lo encontrado en revisiones de la literatura sobre
el TE23,78, las cuales mencionan que la actuación
profunda se relaciona de manera positiva con el rendimiento emocional
del trabajador y la satisfacción del usuario. Sin embargo, ni la
disonancia emocional ni la actuación superficial se vinculan con estos
factores.
En ese orden de ideas, también la identificación con la ocupación y el
significado del trabajo guardan relación con el constructo, pues las
percepciones positivas que tengan los colaboradores sobre su quehacer
tienen una incidencia en la disminución de las implicaciones del TE45. Este postulado puede
compararse con los planteamientos de Ramírez-Rodríguez79, quien indica que las
tareas impuestas o exigencias del cargo (como, por ejemplo, el tratar
con clientes) se hacen más llevaderas para aquellos trabajadores que
poseen significados positivos de su trabajo.
En virtud de ello, ha sido posible evidenciar una relación positiva del
TE con el desempeño individual adecuado y organizacional e incluso
contribuye al desarrollo efectivo en la realización de las tareas36; lo cual tiene respaldo con
el estudio de Molina-Rodríguez80, quien concluye que el TE aumenta la
eficacia y el compromiso con el trabajo, además de mejorar la identidad
profesional de los trabajadores. De manera similar sucede con los
enunciados planteados por Gracia y Martínez78, quienes afirman que los beneficios
derivados del TE pueden darse en dos ámbitos: (i) a nivel personal
(satisfacción laboral, logro personal, aumento de emociones positivas y
aumento de autoestima), y (ii) a nivel organizacional (reduce ambigüedad
del puesto, enriquecimiento del puesto, mejora las relaciones
interpersonales y genera confianza en la organización).
En contraste, se puede afirmar que de acuerdo a lo encontrado, el TE
también adquiere un significado tendiente a lo negativo, puesto que
puede desencadenar algunas enfermedades laborales como la ansiedad y el
estrés39,44. Estos resultados se equiparan a lo
encontrado en la investigación de Ramos-Guajardo y Ceballos-Vásquez77 quienes manifiestan que el
TE es un constructo complejo que puede convertirse en un aspecto
negativo para el colaborador, para los usuarios que reciben un servicio
y para las organizaciones. Así mismo, la revisión da cuenta que la
disonancia emocional y el Burnout son unos de los principales
constructos relacionado con el TE, lo que está en congruencia con la
revisión de la literatura de Jeung et al81. y el estudio de Mababu13, quienes encontraron que
existe una relación significativa entre el TE y las dimensiones del
Burnout, por lo que se manifiesta una correlación en términos
positivos
entre niveles de disonancia emocional y agotamiento emocional. Todo lo
anterior guarda relación con los resultados obtenidos en el estudio de
Framke et al82.
quienes aseguran que los colaboradores que se desempeñan en trabajos con
altas demandas emocionales poseen un alto riesgo de ausentarse con
motivo de enfermedad laboral, a diferencia de aquellos colaboradores que
se desempeñan en labores con bajas demandas emocionales.
Así, en función de las anteriores consideraciones, el TE se convierte en
un tema prioritario sobre el cual se deben tomar las acciones necesarias
para su prevención, pues es un factor de riesgo psicosocial que
repercute en el desempeño y gestión de la organización27. De igual modo, se hace
preciso resaltar que para esta revisión no se encontraron publicaciones
de procesos de intervención, hecho que permite enfatizar en la
importancia de difundir publicaciones dirigidas a aportar estrategias en
torno al manejo del TE en las organizaciones.
Lo expuesto, es coherente con lo que indican otros estudios, pues
refieren la necesidad de formular intervenciones para optimizar las
consecuencias positivas del TE y reducir las negativas, lo que a la vez
favorece la promoción de la salud integral y la calidad de vida laboral
de los trabajadores23,78. Esto, guarda relación con lo que la
OIT19 menciona sobre la
prevención de los riesgos psicosociales en el trabajo, pues afirma que
desde la Seguridad y Salud en el Trabajo se comprende la naturaleza y
efectos de los riesgos psicosociales para diseñar intervenciones
organizacionales eficaces; por lo tanto, se debe incluir también al TE
en el diseño de estas estrategias de intervención, puesto que hace parte
de los factores de riesgo psicosocial.