La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como seguridad biológica o bioseguridad a aquellos
principios, técnicas y prácticas aplicadas para evitar la exposición no intencional a patógenos y toxinas o
su liberación accidental1. Para el Ministerio de Salud de
Colombia2, este es el conjunto de medidas preventivas destinadas a
mantener el control de factores de riesgo laborales, procedentes de agentes biológicos, físicos o químicos,
logrando la prevención de impactos nocivos y asegurando que el desarrollo o el producto final de dichos
procedimientos no atenten contra la salud y la seguridad de los trabajadores, pacientes, visitantes y el
medio ambiente.
En Colombia, existe un amplio marco legal, el cual fundamenta la necesidad de contar con lineamientos de
prevención y control para la transmisión cruzada de microorganismos en las instituciones prestadoras de
servicios de salud (IPS) en el territorio nacional. En este contexto, es importante mencionar la siguiente
normativa:
-
Decreto Número 1011 de 20063, el cual "establece el Sistema
Obligatorio de Garantía de Calidad de la Atención de Salud del Sistema General de Seguridad Social en
Salud".
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Decreto Número 1072 de 20154, "Decreto Único Reglamentario del
Sector Trabajo".
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Decreto Número 780 de 20165, "Decreto Único Reglamentario del
Sector Salud y Protección Social".
-
Resolución Número 3100 de 20196, la cual "define los
procedimientos y condiciones de inscripción de los Prestadores de Servicios de Salud y de habilitación de
servicios de salud".
Desde hace aproximadamente 30 años, se plantearon las "precauciones estándar", como una estrategia eficaz
para la prevención de las infecciones asociadas a la atención en salud (IAAS), las cuales comprenden una
serie de medidas que requieren ser aplicadas por el equipo de salud en la atención de todo paciente,
independientemente de su diagnóstico y de saber si posee o no alguna infección o colonización por un
microorganismo7.
Estas medidas comprenden: la higiene de manos, el uso de guantes, el uso de elementos de protección
personal, la prevención de exposiciones por accidentes con instrumentos cortopunzantes, los cuidados antes,
durante y después con desechos, soluciones y equipos generados de la atención en salud; además de los
cuidados para el manejo del ambiente y la ropa, la higiene respiratoria, la limpieza y la desinfección de
dispositivos y equipos biomédicos7.
Por tanto, en todas las instituciones de salud se deben aplicar las normas de bioseguridad para garantizar
una atención de calidad y libre de riesgos para el paciente y el personal de salud; estas directrices se
sustentan en cuatro pilares fundamentales: el autocuidado, la universalidad, el uso correcto de las barreras
y los medios de eliminación2, además, constituyen reglas básicas
del comportamiento que debe adoptar el personal que está en contacto con algún tipo de reactivo,
microorganismo o sustancia que pueda ser nociva para la salud, aunque no eliminan el riesgo por completo8.
En Colombia, el Decreto 055 de 2015, compilado en el Decreto Único Reglamentario del Sector Trabajo (1072),
determina como afiliados obligatorios al Sistema General de Riesgos Laborales (SGRL) a los estudiantes de
todos los niveles académicos de instituciones educativas, públicas o privadas, que deban ejecutar trabajos
que signifiquen fuente de ingreso para la respectiva institución e involucren un riesgo ocupacional, o cuyo
entrenamiento o actividad formativa sea un requisito para la culminación de sus estudios9.
El estudiante de Enfermería, al ser parte activa del personal de salud durante su práctica de formación en
el área hospitalaria, se expone a riesgos múltiples y variados, relacionados con agentes químicos, físicos,
biológicos, psicosociales y ergonómicos, considerados como riesgos laborales10. Al respecto, Garavito11 encontró en
su estudio que el 9,1 % de los estudiantes manifestaron haber sufrido uno o más accidentes en el semestre
evaluado, reportando un total de 17 accidentes biológicos, donde los más recientes correspondieron a
pinchazos y salpicaduras. Además, todos los accidentes fueron ocasionados por el mismo estudiante, donde la
actividad que estaban realizando cuando sucedió cada accidente fue al canalizar un acceso venoso o arterial;
práctica de anfiteatro y con un accidente; al reenfundar agujas; desechar material cortopunzante; observar
la atención de un parto o al movilizar a un paciente.
Así mismo, Galindo et al.12 describen como resultado de
su investigación que los eventos fueron ocasionados con material cortopunzante y frente a la exposición de
mucosas oculares con sangre o fluidos corporales.
De acuerdo con el International Safety Center13, el más frecuente
de los riesgos laborales en el personal de la salud es el biológico, debido a la utilización de instrumentos
cortopunzantes y otros elementos contaminados con fluidos corporales. Los estudiantes, al estar en contacto
permanente con material biológico, están expuestos a diferentes enfermedades infectocontagiosas, entre las
que se destacan las hepatitis B y C, el VIH y otras enfermedades producidas por microorganismos como el
tétanos, la tuberculosis (TB), entre otros14.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se
estima que cada año se producen 250 millones de accidentes laborales en todo el mundo y 3000 personas mueren
cada día por causas relacionada con el trabajo15. De ellas, entre
el 65-70 % de los accidentes ocurren en el personal de enfermería en las instituciones de salud, siendo más
frecuentes en la habitación del paciente (60-70 %) y en las unidades de cuidados intensivos (10-15 %)16. En relación con los procedimientos, las punciones son la
principal causa de accidentes y ocurren con más frecuencia al administrar medicamentos (30 %), seguido de la
práctica de reencapuchar la aguja (24 %)11.
Es así como los profesionales de la salud, al estar expuestos a un riesgo inminente de accidentarse o
contraer enfermedades infectocontagiosas por su contacto directo e indirecto con pacientes, requieren de las
competencias para minimizar los riesgos. Los trabajadores del área de la salud deben poseer competencias que
los habiliten para realizar su trabajo, de tal modo que mitiguen los riesgos de infectarse o dañarse;
asimismo, deben tomar todas las medidas necesarias y adecuadas para evitar que alguno de estos agentes
llegue al ambiente o la comunidad17.
Vera et al.18 observaron que, entre los profesionales de
la salud, el grupo de enfermería y los médicos especialistas presentan un mayor número de accidentes,
desconocimiento y resistencia al uso de elementos de protección personal. En la Universidad Sonora de
México, los investigadores Padilla et al.17 reportaron
que el personal de enfermería desconoce la normatividad existente para ser aplicada en su trabajo
profesional. Por otro lado, se ha demostrado que tanto los estudiantes de Enfermería, como de otras de
carreras de la salud, tienen un nivel medio o regular de conocimientos en bioseguridad y que no aplican las
normas en su totalidad al realizar procedimientos propios de su labor, durante la atención de los
pacientes19.
Asimismo, en una investigación realizada por Orozco et al.16, los investigadores indicaron que los accidentes con objetos cortopunzantes y
fluidos corporales eran amenazas serias para los estudiantes durante la práctica clínica, debido al
inadecuado manejo de este tipo de material, dada la inexperiencia, el escaso desarrollo de las habilidades
manuales, el poco conocimiento de las normas de bioseguridad y el uso inadecuado de las medidas de
protección personal.
Actualmente, con la epidemia por COVID-19, enfermedad causada por un nuevo coronavirus identificado por
primera vez en Wuhan, China, que no se había visto antes en seres humanos: el SARS-CoV-2 (versión acortada
del nombre del nuevo coronavirus "Coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave"), donde los
trabajadores de la salud en todo el mundo, están en la primera línea de la lucha contra esta enfermedad19, es imperativo explorar, en el personal de enfermería en
formación, el nivel de conocimiento de las medidas de bioseguridad.
Los estudiantes del programa de Enfermería de la universidad, donde se realizó el estudio, reciben este
contenido temático y comienzan prácticas en laboratorios clínicos desde su primer semestre y sus prácticas
disciplinares en cuarto semestre, correspondiendo con competencias transversales, por ser este un tema de
estricto cumplimiento en los profesionales de enfermería; sin embargo, durante la pandemia, estos contenidos
temáticos se brindaron de manera virtual, lo que probablemente no permitió alcanzar las competencias
requeridas. Al respecto, Nascimiento et al.20 señalaron
que, desde el punto de vista formativo, la enseñanza a distancia no cumplió con todos los requisitos de la
formación en Enfermería, considerando que los estudiantes, además del contenido teórico, necesitaban
realizar de forma práctica las técnicas y los procedimientos para adquirir las habilidades y competencias
que requiere el perfil del egresado. En el estudio de Fernández et al.21, los estudiantes indicaron que la interrupción de la presencialidad, con una
modalidad que no tenía antecedentes en las escuelas de enfermería, presentó diferentes problemas asociados
con la conectividad, las limitaciones para realizar y aprobar los exámenes, la suspensión de las prácticas y
el contacto con pacientes en centros hospitalarios, lo que influyó en la calidad de sus estudios y
formación.
Por lo tanto, es necesario investigar el estado actual de conocimientos de los estudiantes de último año en
formación. considerando que, de conformidad con la normativa, las instituciones de educación superior deben
enseñar a sus educandos competencias en este campo y realizar el seguimiento sobre la evolución de estas, en
el trascurso de su trascender formativo.
El objetivo de esta investigación fue identificar el nivel de conocimiento de las medidas de bioseguridad en
estudiantes de Enfermería del último año de una universidad privada de Barranquilla, Colombia. A partir de
este estudio, se puede generar información para diseñar estrategias que permitan, durante el proceso
formativo, fortalecer las competencias de los futuros profesionales en la prevención y el control de
exposiciones ocupacionales, frente al riesgo biológico y que contribuyan a mejorar la seguridad y el
bienestar de los egresados del programa.