Según la Organización Mundial de la Salud, cerca de 3 de cada 4 niños en el rango de 2 a 4 años pueden presentar con regularidad castigos corporales o violencia psicológica por parte de sus padres o cuidadores¹. El maltrato infantil es un fenómeno frecuente en las familias colombianas, ya que alrededor de 11 500 niños fueron víctimas de violencia infantil en el año 2023².

El maltrato infantil engloba la violencia física, sexual, psicológica o emocional, así como el descuido de niños y adolescentes entre los 0 y 17 años por parte de sus padres, cuidadores e, incluso, escuelas y orfanatos^3-5. Sus consecuencias pueden ser graves o, a veces, mortales, entre las que se encuentran: traumatismos, trastornos gastrointestinales, infecciones de transmisión sexual, estrés postraumático, trastornos alimenticios y del sueño, comportamientos autolesivos y pensamientos suicidas, negligencia educativa, sanitaria o emocional, entre otros⁴.

Asimismo, suele ser un fenómeno que a menudo se oculta, pocos niños cuentan lo que les sucede (por vergüenza, amenazas, miedo a las repercusiones, porque no pueden comunicarse como es el caso de los bebés, por apego con el abusador, no reconocen que es maltrato, etc.) y casi ninguno recibe el apoyo oportuno. En estos casos, los profesionales de la salud se hallan en una posición especial de ayuda durante la atención diaria, pero no siempre poseen la capacitación debida⁴.

Pese a que los odontólogos pueden jugar un papel importante en la identificación de signos asociados al maltrato infantil^5,6, debido a que las lesiones asociadas a abusos o negligencia se evidencian con frecuencia en la región oral e intraoral⁷, algunos estudios^8,9 han documentado las dificultades que estos profesionales presentan a la hora de identificar esta problemática; por ello, es crucial que sean entrenados en el reconocimiento de factores de alarma y, con ello, notificar oportunamente cualquier sospecha de maltrato a las autoridades pertinentes. Adicionalmente, los odontólogos son menos sospechosos, a la luz de cuidadores o padres, de percibir este tipo de manifestaciones, por lo que se muestran menos prevenidos¹⁰.

Algunas manifestaciones de maltrato o acoso infantil que deben llamar la atención del odontólogo son, especialmente, los de la región de cabeza y cuello (Tabla 1).

Ante estas manifestaciones, es necesario que el odontólogo pueda hacer una revisión cuidadosa que le permita hacer un diagnóstico diferencial de manera inicial, a fin de tener certeza del origen de los síntomas, para luego activar el protocolo de atención y vincular a otros profesionales en un diálogo multidisciplinar que no revictimice al niño, sino que contribuya al restablecimiento de sus derechos y la mejora de su bienestar y desarrollo. De acuerdo con Bravo y Díaz¹², la identificación temprana y la activación de los protocolos ante la sospecha son relevantes al momento de comenzar el proceso y garantizar la calidad de vida del niño. En efecto, estos autores proponen la activación de un protocolo institucional de prevención y denuncia de maltrato infantil basado en siete preguntas con respuestas dicotómicas (Tabla 2).

Si 2 de las 7 preguntas del cuestionario de la Tabla 2 son respondidas positivamente, el protocolo es activado.

Diaz et al.¹³ observaron que un colectivo de odontólogos de Santa Marta, Colombia, definió con claridad lo que es el maltrato infantil, así como la importancia de asumir acciones preventivas y de protección frente a este fenómeno desde la práctica clínica; no obstante, los hallazgos también evidenciaron que los profesionales tenían discrepancias entre los protocolos de acción. Por su parte, Arrieta et al.⁹ encontraron que los profesionales de la odontología en Cartagena, Colombia, tenían un conocimiento deficiente frente al maltrato infantil, así como se evidenció el uso de prácticas inadecuadas ante un caso de sospecha, sin embargo, las actitudes frente a este fenómeno eran favorables en estos profesionales. En ese sentido, en la teoría es fácil plantear los procedimientos que debe realizar el odontólogo ante la presencia de signos de maltrato infantil, empero, en la práctica es más complejo de lo que parece, pues se debe partir de los conocimientos y el apropiamiento de los protocolos de atención, así como del trabajo a nivel multidisciplinario e intersectorial que requiere esta problemática.

Para los odontólogos, hacer denuncias sobre el maltrato puede traer dificultades, como las barreras para realizar el reporte, el enojo o el temor a sufrir represalias por parte de los padres y perder la confianza otorgada por la familia¹², por lo que en la exploración deben estar atentos ante las sospechas y la posibilidad de encontrarse frente a un caso de maltrato¹⁰.

También, se hace necesario realizar investigaciones orientadas a conocimientos y actitudes hacia este fenómeno, para identificar qué aspectos requieren mayor formación, como también validar herramientas prácticas que permitan detectar a tiempo los signos del maltrato en niños y niñas, todo esto acompañado de posibles estrategias que se puedan implementar en el trabajo multidisciplinar, entre las que se encuentran: acciones de diálogo ágiles y apoyo por parte de las autoridades pertinentes. Se hace un llamado a la implementación de políticas públicas y programas de formación sobre maltrato infantil en facultades de odontología de Colombia.