Sr. Editor; recientemente leímos con interés el artículo publicado en la Revista Universidad y Salud en su volumen 22, número 2, denominado “Recomendaciones prácticas para evitar el desacondicionamiento físico durante el confinamiento por pandemia asociada a COVID-19”1. Felicitamos a los autores por el gran valor y alta pertinencia del artículo en general, cuyos resultados contribuyen a elevar el nivel de conocimiento respecto a recomendaciones prácticas para evitar el sedentarismo asociado a las medidas de confinamiento por SARS-CoV-2/COVID-19. Sin embargo, con el fin de aportar mayor e importante información nos gustaría exponer algunas reflexiones centradas en las recomendaciones de actividad física (AF).
Mera-Mamián et al1., sugiere incluir la realización de AF, durante mínimo 60 minutos diarios para niños y adolescentes entre 5 a 17 años y 150 minutos semanales para mayores de 18 años, además de aumentar la intensidad del esfuerzo en forma gradual en concordancia con la estrategia mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el año 2010. En este sentido, es importante recordar que la OMS considera al volumen, densidad e intensidad de la carga de trabajo como componentes básicos que, independientemente del contexto, definen y condicionan los beneficios de la AF sobre la salud2. Con base en este planteamiento Mera-Mamián et al1., cuantifican la intensidad de la carga por medio de la Metabolic equivalent of task (METs), estimando valores de 3 a 6 METs para la intensidad moderada y >6 METs para intensidad alta, de modo tal que equipara en forma práctica los METs con actividades como el ciclismo, maratones y desplazamiento de cargas pesadas >20 kg. No obstante, consideramos estas recomendaciones no reparan en aspectos fundamentales como la especificidad de la carga, además del potencial riesgo de lesión vinculado a un control inadecuado en contexto domiciliario. Por esta razón, nos permitimos complementar su trabajo con la presentación de dos escalas de percepción subjetiva del esfuerzo recientemente utilizadas durante periodos de confinamiento por causa del SARS-CoV-2/COVID-19:
Escala esfuerzo percibido infantil (EPInfant); desarrollada y validada mediante la prueba del escalón de Chester en niños chilenos a partir de los 8 años. Esta se característica por utilizar ilustraciones gráficas para valorar la intensidad de la carga en rangos que van desde 0 a 10, siendo su coeficiente de correlación para validación intraclase (frecuencia cardiaca/carga referencia) de 0,89 en niños de entre 8 y 12 años, mientras que su versión modificada (EPInfant-Ex). Permite relacionar con descriptores verbales e ilustraciones gráficas la intensidad del esfuerzo (disconfort respiratorio) generado antes, durante y después de una AF en contexto educacional, recreacional y clínico3,4.
Escalas Ómnibus (OMNI); desarrolladas originalmente en niños y posteriormente validadas en adultos y adultos mayores, estas al igual que la anterior permiten mediante descriptores verbales y gráficos cuantificar la intensidad del esfuerzo en rangos de entre 0 a 10, confiriendo un control de la AF tanto en forma individual como grupal, mientras que algunas de sus diversas versiones (OMNI-Bicicleta, OMNI-Marcha-Carrera y OMNI-Escalón) han reportado coeficientes de correlación para validación intraclase de entre 0,81 a 0,93 en niños4,5.
Para finalizar, cabe destacar que la importancia de estas escalas radica en que son una alternativa sencilla y adecuada que permite tanto la prescripción como la ejecución y autorregulación de la intensidad de la carga en la AF individual y colectiva, sin la necesidad de recursos técnicos en contexto domiciliario3,5. De ahí a que pueden contribuir a generar una mejor adherencia y mantención de las recomendaciones propuestas por Mera-Mamián et al1., en torno al combate del desacondicionamiento físico durante confinamientos por SARS-CoV-2/COVID-19.